lunes

Lema orante semanal

DETALLES

14 de diciembre de 2009

¡Un gesto!...
Una sonrisa…
Una palabra…
Sí…


Espero…
Una flor…
Una actitud…
Detalles…


¿Me piensas?..., un detalle….
¡Te siento!..., un detalle…


Disculpas…, un detalle.


¡Un poema!…, un detalle.
¡Dios!... ¡el detalle! Su Fuerza es la que nos pone el talle, ¡nos diseña la silueta de nuestra alma!; ¡nos la toca!, nos la remira, nos la pliega… ¡Un detalle!... de Dios.


Unas lágrimas por amor…, un detalle.
¿Acaso…? ¿Acaso…amar, no merece una lágrima?


¡Amo… te!, amo te… amo te… amo… amo te… amo te… amo… te… ¡Detalles!


¡Pendiente!…, detalle.
Estar pendiente…, detalle.

Suspiro...
Anhelo…
Recuerdo…
Detalles.
(Silencio)
Detalles, adornos del alma.
(Silencio)
Nostalgia… de detalles.
Deseos… de detalles.
Falta de… detalles.
¡Tanto amor expresado!... y ni un solo detalle.


Tan solo… ¡tan solo! apreciamos de lo Divino…, detalles.
Tan solo nos damos cuenta de casuales detalles… Quizás, para nosotros grandes, pero en verdad minúsculos.


Toda la constitución de nuestro ser está compuesta de detalles: enzimas, coenzimas, oligoelementos, vitaminas, fibras… conectivo. Elementos que por sí solos no tienen sentido…, pero que cuando se conjugan… infinitos detalles… ¡se expresa el alma!, ¡¡se muestra el beso de Dios!!… Un detalle.


Deudas: detalles… ¡¡pendientes!!
¡Ocultar!…, detalle pendiente.


Plegaria antigua, a los invisibles…, un detalle.
(El Maestro habla en un lenguaje no entendible para nosotros)


Ámen


* * * *

Lema orante semanal

PRECAUCIÓN. DECLARACIÓN. CAMBIO.
7 de diciembre de 2009


El año 2009 tiene como lema “la desesperación”. Y..., probablemente, se encuentren a lo largo de los once meses que han trascurrido, muchos elementos y circunstancias que han llevado a los seres hacia puntos desesperantes.
Culmina ahora, en este mes, y toda culminación tiene su..., su momento álgido. De ahí, seguramente, la llamada orante de “la precaución”. Cuando parece que todo está culminado, aún queda mucho por culminar.

La precaución no implica inseguridad, ni miedo, ni timidez..., implica precaución. Es decir, ser mínimamente precavido. Hasta los refranes lo dicen: “Un hombre precavido vale por dos o por tres”.
¡Precaución!: “Toros Bravos”. Pues no entres así de repente, ¿no?
¡Precaución!: “Hombres feos”. Ya sabes que te puedes encontrar con cualquier cosa.
¡Precaución!: “Políticos buenos”.
¡Precaución!: “Engaños a granel”.
O sea, que, ya, a veces nos avisan...:
¡Precaución!: ¡Alto voltaje!.
¡Precaución!: Energía nuclear.
¡Precaución!: Paro.
¡Precaución!: Banqueros. Si ponen un cartel que pone: “Precaución banqueros”, tengan mucho cuidado. Porque seguro que salen con alguna hipoteca, o alguna cosa, ya puesta.
En realidad se ha creado un clima de humanidad en el que cualquier precaución es pequeña y eso induce, como decíamos hace un instante, a que se pueda producir un miedo ¡mayor! del que ya hay, una timidez mayor de la que ya existe, un recelo, una desconfianza.
Pero ahora, el sentido orante nos avisa que esta semana estamos en el mejor momento para “precavernos”, para ser “precavidos” ante determinadas cosas.
¡Precaución!: “Escalera resbaladiza”. Entonces, busca, uno, otra que no resbale, ¿no?
¡Precaución!: “Novias y novios fáciles”. Aquí cada uno puede sacar la conclusión que quiera. Pero que conste que se les ha avisado.
¡Precaución!: “Dios es raro”. Entonces a la hora de orar sean precavidos, no empiecen a pedir ya el aguinaldo, la cesta de navidad, porque es “tan raro” que a lo mejor, como decían antiguamente, nos trae carbón, pero no piedras de carbón, sino que nos tira piedras de carbón.

También podríamos decir: ¡Precaución!: “Dios anda suelto, de nada sirve refugiarse”.
Seguro que más de uno, de ustedes, pensará:
-¡Hombre! ya con todo lo que ha pasado. ¿verdad?, hemos cubierto el cupo.
-¡Ja! O no, o no. ¡Lo que puede caber en un cubo! ¡Madre mía!
De ahí la precaución, para no meter el pie en el mismo cubo donde tienen metidos el pie, otros. Cada uno se encuba como puede.
De seguro que esta semana, habrá ocasiones, motivos, ofertas, facilidades, todos los elementos necesarios para “picar”. ¡Precaución!.
Insistimos en que es una precaución sin miedo, con seguridad, con certeza, con ¡cuidado!, con prudencia..., que no solo consiste en defenderse ante un posible ataque sino que es, simplemente, no cometer equivocaciones, o errores, o fracturas que son muy propicias este mes, de este año.
Y estando culminando, un año marcado por la palabra “desesperación”, enmarcado con la palabra “crisis”, llenos de falsos y más falsos cambios climáticos, ahogados por la opulencia de los pobres bancos y cargados de decisiones políticas verdaderamente desesperantes, aquí y fuera... Ante todo eso, y ahora, de seguro que los seres habrán evaluado su aguante, valorado su posición, tanteado su seguridad, analizados sus amores, porque ante tanta turbulencia es menester proclamarse, decirse a sí mismo: ¿“quién soy”? -ante la confusión, no vaya a ser que me confundan. No vaya a ser que Dios me tome por aquél y se me caigan los pelos del pubis-.
En consecuencia, sería –como sugerencia orante- que… que cada ser hiciera una declaración. Sí, se declarara en lo que es, en cómo es, en todos los asuntos pendientes. Los momentos desesperantes..., o cercanos a ello -con la crisis de marco- son los momentos de clarificación, de limpieza de lo ¡anterior, de vacío de residuos, de prepararse para lo que pueda venir, con recursos, con medios…!
Una verdadera declaración de motivos, de intereses, de afectos, de posiciones…

Como el que se declara cuando… se siente enamorado, y saca lo mejor que encuentra, y se muestra de la mejor manera. Pero para ello, necesita… limpiar, quitar, arreglar, acomodar todo lo que tiene desproporcionadamente… “arrumbrado”.
Cuesta, sí, cuesta un… un ligero esfuerzo…, el declarar lo que… lo que no se sabe; el declarar lo que se ha ocultado; el declarar… lo que no se quería -que se supiera-; el declarar lo que ya pasó y qué más da…
- “Si le maté tan sólo hace cinco años. Ya ¿qué merito tiene decirlo ahora? Eso en su momento, pero ahora ya….”
-“Ya, pero….”
-“No, eso ya está pasado, ya se me ha pasado”
Sin duda, cada ser hace su declaración como crea que debe de hacerla. Ante sí mismo; ante varios; primero ante este, luego ante aquel, luego ante el otro… Si todo ello sirve para que cada cual sepa quién es, y los demás también, ha merecido la pena estar en el precipicio de la desesperación y en el marco de la crisis.
Todo ello va a suponer –de producirse la precaución y la declaración- un cambio. Pero un cambio –y eso es lo más significativo del mensaje orante de hoy- un cambio que NO TIENE RETROCESO. Porque la mayoría de los cambios ocurren un día, dos, tres… y luego se vuelve de nuevo al mismo riel.
No, en el marco de crisis desesperante y en el tiempo que culmina, si en precaución estamos, sabremos reconocer nuestra declaración y los consiguientes cambios que van a ocurrir por parte de uno y por parte del entorno. Y, al menos, nos vamos a sentir en NUESTRO SITIO, no fuera de onda. No. En nuestra onda. En nuestra onda, que sea capaz de sintonizar otras ondas, que sea capaz de entrelazarse con otras perspectivas. En nuestra onda, donde nos identifican, donde nos conocen, donde ¡saben! lo que somos. Y no seguir en el juego peyorativo y… y a veces lascivo del silencio, la ocultación sin palabras… siempre en la retaguardia, en la trinchera.

Las declaraciones –como su propio nombre indica- ¡aclara!, porque el ser da claridad a su identidad, da luz a su estar, a su pensar y a su hacer. Así sabemos con quien estamos.
Y hay que quitarse ese viejo prejuicio de que nos van a juzgar, y nos van a condenar, y nos van a castigar por cómo somos. No. Hombre, seguramente no nos hacen una fiesta. No, seguramente no, pero… se agradece. Pero se agradece muchísimo… el que los seres se declaren en cómo son. Aunque sus declaraciones, algunas, no nos agraden o nos incomoden o nos “corajinen”... Se agradece. Pasado un instante, se agradece. Porque ahora si entiendo, porque ahora sí comprendo tantos momentos oscuros, tantas circunstancias incomprensibles, tantos momentos pasados y dejados pasar… que no se entendían, que no se comprenden. Y que vas dejando y vas dejando, y lo que va haciendo es oscureciendo y oscureciendo la relación, haciéndola cada vez más opaca, menos transparente, menos… incentivada, menos cálida. En definitiva, desenamorada.
Por eso se agradece que, aunque la turbulencia sea incómoda, cada cual con su declaración puede reacomodarse y saber que va a empezar un cambio, un cambio de verdadera dimensión, sin marcha atrás. Un cambio de los que hace lo Divino cuando entra en nuestras almas y nos escudriña por un instante. Un cambio de los que se producen cuando sentimos el halo del Amado que, sin querer, nos ha rozado. Un cambio que ¡nunca! se olvida.

Una actitud de precaución, de declaración y de cambio en el Nombre de Lo Eterno, en el Nombre de La Creación. Y bajo ese Nombre, nada se puede ocultar… y todo se puede cambiar.
Es momento propicio, es un instante esperado: detenerse al borde del desespero para… ser lo suficientemente precavido, y con ello declararse en lo que se siente, en lo que se es y en lo que uno sabe que debe de expresar. Y ver en el horizonte de cambio, en el “Nombre de”. Y que todos nos podamos mirar sin rehuir la mirada.
Puede ser el momento esperado.

Ámen.

Lema orante semanal

CUALQUIERA

30 de noviembre de 2009

Cualquiera pudo ser; aquel, aquel otro… Cualquiera.
Cualquiera te traiciona; Antonio, María, Luis… Cualquiera.
Cualquiera te abandona.
Cualquiera…
Cualquiera es aquella parte, aquella otra y aquella otra, que aún no son ni partes.


Especie de cualquieras, que... cuando parecen tener nombre, se hacen, se rebajan a cualquiera.

Y llega un cualquiera o una cualquiera y… ¿y dónde queda todo lo que había, lo que era, lo que suponía...?

“Cualquiera puede hacer esto o aquello…”

“Cualquiera te puede robar o engañar. Es fácil.”

“Sí, como si fuera un cualquiera: Luis, Antonio, María…”
“Cualquiera puede ser…”


Aún no se ha llegado –salvo excepciones- a dejar de ser “cualquiera”. Y la Humanidad se ha encargado de poner nombres y distintivos y banderas y estandartes para diferenciarse unos de otros. Pero, o te tratan como “cualquiera”, o tratas como “cualquiera”.
No hay méritos acumulados; no hay –ya- buenos recuerdos; no quedan –apenas- expectativas de lo que ocurrió, de lo que pudo ser y no fue… porque cualquiera puede llegar a ser, sin serlo...

Cualquiera te miente, te oculta…
Como cualquiera, quien más dice que es y representa, hace cualquier cosa.
¿Será que por haber tanto “cualquiera”, cualquier cosa puede pasar?
¿Será que el esfuerzo de toda una vida, en cualquier momento se puede truncar?
¿Será que “cualquiera” es una fuerza especial que actúa en cualquier momento y lugar? Y nos puede convertir en sádicos, en malévolos, en ¡estúpidos! o en impresentables.
Quizás la ambición por ser algo o alguien –que no sea cualquiera- hace que cualquiera aparezca.

Y dicen los anuncios: “Cualquiera puede optar a…”; “Cualquiera puede tener un…”; “Cualquier puede llegar a…”
¿Quién es un “cualquiera” o una “cualquiera”? ¿Es una Fuerza que en cualquier momento se la invoca o se la pide o se la llama para hacernos cualquiera, para poder hacer cualquier cosa que nos apetezca, qué queramos…?
¿O cualquiera es esa fuerza que -residual pero activa-, que está ahí, en su anónima vulgaridad… capaz de convertirnos en cualquier cosa? Basta una orden de vanidad, basta una orden de soberbia, basta una orden de mando, basta una orden de egoísmo… y “cualquiera” se hace cargo de nosotros.
¡Cualquiera!, sí, esa fuerza que hace al ser, vulgar; que no merece ni nombre.

Debería el ser considerar que puede convertirse en “cualquiera”.
Debería Antonio, María, José… considerar que pueden ser, en algún momento, “cualquiera”.
Debería de tenerse muy en cuenta esa Fuerza llamada “Cualquiera” que, durante milenios, actúa y hace de esta especie “cualquier” cosa; capaz de hacer cualquier barbaridad, o capaz de promover cualquier sutil desastre; capaz de recordar todo lo nefasto y perder la memoria ante lo hermoso, lo bello, lo beneficioso…
Puedes pasar de ser una persona influyente, amorosa, querida, piropeada, alagada… a ser un “cualquiera”. Porque cualquier… idea ha surgido; porque cualquier… elemento ha aparecido, y de ser el principal, pasas a ser el perro de la esquina… o peor: ni eres. Y eso a cualquiera le puede pasar. ¡Ay!
Tanta lucha y pelea por ser alguien…, y te convierten o te haces un cualquiera.

Habrá que dejar la vulgar opción del abandono, para que la Fuerza de “cualquiera” no aparezca.
Habrá que abandonar la vanidad, la petulancia, la soberbia, el coqueteo, el… el mareo mental, para evitar que cualquiera surja con fuerza, y cualquier… vulgar decisión te inunde, te lleve, te haga, cualquiera.
Si todo se convierte en cualquiera, cualquier cosa será. Nada especial espera. Tan sólo un trozo de… de deteriorada realidad.

Dejar de ser cualquiera es, quizás, un momento importante, y ahora más. Pasar a ser cada quien lo que es, el que es. Y cultivarse en su virtud, en su servicio, en su generosidad. Dejar atrás la amorfa forma de lo “cualquiera”.
¡Ser!, en verdad, un reflejo de la divinidad…, que no es “cualquiera”.
Ser, ciertamente confianza; ser, ciertamente, amistad; ser, ciertamente, amante; ser, ciertamente, “colaborante”; ser, ciertamente, fiel.


Convertirse en auténticos y únicos en dónde no pueda existir cualquiera.

Hacer de la vida un estilo, una ética, una misión, un viaje; una postura impecable que anime a unos y otros para sentirse liberado, y no atrapados a circunstancias, conceptos y momentos, cualquieras.
Que la trayectoria del viento libre, ¡limpio! y transparente, no se vea o pacificada por cualquier vanidad, por cualquier circunstancia.

Al menos, aspirar a dejar de ser cualquiera; a dejar de ser una potencia cualquiera. A reconocerse y descubrirse como un ¡nombre!; como un ¡nombre! que la Creación a cada cual le dio, para que fuera un reflejo de ella, no para que fuera “cualquier” cosa.

Es momento de aspirar sin premio, de aspirar humilde, de aspirar sumiso…, de aspirar a recuperar la naturaleza que nos corresponde como humanidad.

¡¡No somos como cualquiera!!

Ese afán contagioso de que cualquiera puede ser cualquiera; ese afán contagioso de vulgaridad por donde quiera. No es la naturaleza verídica del ser. Es el afán poderoso de los hombres; que entre unos y otros se convierten en cualquieras, y cualquiera puede mandar, cualquiera puede ordenar, cualquiera puede manejar, cualquiera puede manipular. Porque siempre existirán cualquieras que se han conformado con ser cualquieras, y se les puede… cualquier cosa realizar.

Y así se pretende convertir en cualquiera, cualquier situación; y transformarla en un vulgar silencio sin aclaración; en una ostentosa mentira de vulgar aprovechamiento.

Desde la oración se ¡reclama! la naturaleza de amor del ser, ¡que no es cualquiera!; ¡que es el Dios vivo, que palpita en las estrellas!; ¡que es el Dios vivo que hace las mareas!; ¡que es el Dios vivo que contempla desde las montañas!; ¡que es el Dios vivo que nos regala el alimento del agua! ¡Es el Dios vivo que nos lleva a la fantasía! ¡Es el Dios vivo que nos reclama! ¡No es cualquiera!
Y como herederos…, como sustancia destilada de ello, no podemos asumir ser “cualquieras”; no podemos declararnos cualquier poder o cualquier impuesto, o cualquier decisión. Ahí está el halo de amor que nos contempla; ahí está el halo vibrante que cada cual experimenta.


Caer en suplantar tanta grandeza es… cualquier -de cualquiera- vulgaridad. Sea en lo pequeño o sea en lo grande. Suplantar la impecable transparencia del vuelo de la vida, ¡es grave!
No vale cualquiera.


Ámen.


Lema orante semanal

AMORES, LÁGRIMAS Y SONRISAS

23 de noviembre de 2009

Muy probablemente todos los seres de humanidad pasan, en algún momento, mucho tiempo o poco, por estas tres experiencias.
Aman a sus maneras, lloran en sus formas y sonríen... en sus ocasiones.
Es posible dejarlo como elementos naturales, consubstanciales con la vida. Pero, en esta llamada orante, los vamos a percibir como sagrados; y el que sean sagrados, no significa que sean serios.
No podremos, no debemos perder la sonrisa. El que sea sagrado, no significa que las lágrimas sean de dolor por sistema. El que sea sagrado, no significa que los amores tengan que “sacramentalizarse”. El que sea sagrado, implica que el amor sea de la ¡grandeza! del universo. Si no, no merece la pena.
Que las lágrimas sean el sentido del ánima. Que sean lágrimas de alma. Hay otras, que son de circunstancias, de momentos. Y que la sonrisa, que sea sagrada, significa que sea ese reconocerse como un “todo”, reconocerse una particular singularidad de un “todo”, unido a todos los posibles elementos.
Que mi sonrisa por ser sagrada no se agota en el que la ve, en el que la oye, sino que se que ¡todos! la van a compartir.
Que mis lágrimas temblorosas, no se agotan ni en mi alegría ni en mi pena, sino que cualquiera que las intuya, las comparta.
Que el amor, al sentirlo con una mirada sea suficiente para conturbar nuestro cuerpo.
Así, en esas frecuencias va el amor como sagrado, las lágrimas sagradas, las sonrisas sagradas, por el hecho de evocarlas como oración.
De seguro que en los próximos días, en esta semana, habrá ocasión para evaluar los amores y ver si están dentro de las perspectivas, de las totalidades, si realmente conmueven o tan sólo son tibios. Entonces, no son amores.
Y cada día, una lágrima aflora por alguna razón. Quizás, salta como un trampolín al exterior o quizás queda contenida por la ¡emoción!
Que le demos, que le demos en ese instante, el recuerdo orante de lágrima que como Dios se cimbrea sobre nosotros para conmover nuestras almas.
¡Ay! y si hay que saltar del trapecio y precipitarse a las comisuras de la boca, porque las lágrimas buscan escape par sentirnos desahogados, que no lo impidamos por el falso pudor, por la falsa cultura. Dejemos que afloren como nacen las fuentes. Dejemos que broten como los manantiales. De seguro que aclararán nuestra mente, la apaciguarán, le darán la suficiente ternura, para poder suspirar con el aliento necesario para despertar a la esperanza.
Y cuanto, cuanto trabajo cuesta el sonreír sin pudor; bien podría ser un, un tiempo de demostrar nuestras sonrisas, bien podría ser un momento -un momento- ante tanto caos de despropósitos, una sonrisa ¡por amor de Dios! Una sonrisa ¡por favor!
Puede ser que cueste y cueste mucho; más... si somos “es-fuerzo”, si somos “fuerza”, si somos “fuerza” de herencia creadora, la sonrisa estará presta, el motivo para provocarla será claro; y hasta se puede llegar a que el sonreír sea necesario.
Y al orar, como… anónimos creyentes, el amar es la constante que nos coloca en esa posición de locura.
Lo…cura… Ese, ese sentir de amor capaz de sanar cualquier amargura; ese amor loco que ha estado contenido, apresado, secuestrado por miles de razones, que no se le ha dado cauce y que se ha buscado equivalentes parecidos, semejantes…; ese amor que profundo y de entrañas, no se ha atrevido a brotar, a pesar de tantas primaveras.
En el orar, en el sentir de esta semana, puede ser el tiempo favorable, puede ser el momento de descubrir las falacias, las auto mentiras, los auto engaños, los sucedáneos, los parecidos…, y atreverse, como el ave que se lanza desde la cima hacia el aire inconsistente y ¡vuela! Y comprobar, y comprobar con sonrisas y con lágrimas, cómo el amor realmente vuela; loco, a lo mejor, como la brisa desatada en un instante, pero enseguida la lo-cura acude a nosotros y nos sana, ¡nos llena!
Ese amor que llena y a la vez –increíble- a la vez nos deja vacíos para llenarnos de forma infinita, para que no tenga límite, para que no tenga tapadera.
Ese amor orante que abarca cada respiración…, cada sabor…, cada mirada…,¡no lo retengan por más tiempo! Ese amor es salud, es la lo-cura necesaria para disolver definitivamente el diálogo de violencia; es la locura necesaria para aspirar a ¡todo!, sentirse ¡todo!
Sonreír como el bebé que, cuando esboza su carcajada, hasta el último dedo del pie se mueve. Todo él es una sonrisa.
Llorar y sentir la lágrima, contenida o fuera, y que nuestro cuerpo tiemble.
Y en amando, ni una sola reserva. Vacíos y llenos a la vez.
Decían que: “una imagen valía más que mil palabras”. Una sonrisa vale unas diez mil.
Decimos que una lágrima es una estrella que se ha escapado de nuestro cuerpo, pero hay tantas…
Exclamamos, cuando amamos: ¡No puedo vivir sin ti! ¡NO PUEDO VIVIR SIN TI! Que sea cierto, que el amor que se sienta sea absolutamente imprescindible para vivir y se pueda exclamar sin rubor: ¡Es que no puedo vivir sin ti! ¡Necesito tu mirada, necesito tu aliento, necesito tu preocupación, necesito tu cercanía, necesito oír tu voz! Mi vida es una necesidad permanente de amar.
¡Y puedo señalar mis amores, aquí y aquí y allá! Y sin ellos… no existo. No puedo vivir sin ti. Se me agotan las lágrimas, desaparece mi sonrisa.
No podemos vivir sin amarnos. Y enfermamos y nos dolimos y nos sufrimos cuando entibiamos ese afecto, ese cariño; no ha llegado aún a ser amor, pero cuando llega a ser pleno, no hay factor ni factores en contra. Todo es favorable.
¡Déjense enamorarse del amor! Es decir, dejen que el impulso diario resurja, aunque estén vacíos y llenos a la vez. Como si volvieran a empezar.
Bien merece, bien merece -ahora que el año culmina- hacer que brote el amor ¡de verdad! ¡Ése que hace un tremor! El amor de verdad, que resucita de los amores banales. Bien es el tiempo ahora.
Sin duda, la sonrisa nos acompañará como la música de fondo, la música estelar que nos delata que enamorados estamos del amor. Y si nos preguntan, nos emocionamos y somos capaces de llorar.
Y pasa aquí, en Moscú, en Groenlandia, en Irak… En todo aquel lugar donde a cada ser humano, con sus grandes dificultades, le toca… saborear la vida.
Es una oración de universo; una oración de búsqueda de lo que nos sea común y de lo que podamos compartir anónimamente, sabiendo que no será inútil nuestra sonrisa -aunque no haya nadie delante-, ni nuestras lágrimas; menos aún, nuestros amores.
Pero que no se disimule, que no se escamoteen, que no parezcan escondidos o vergonzosos, que se hagan expresión de la fe, que sean experiencias de lo que resucita… después del deterioro que ya no sirve, que ya ha dado su último aliento como abono.
Amores, lágrimas y sonrisas. Una propuesta orante sagrada para compartir en el Todo de la humanidad.
Ámen.

Lema orante semanal

CONVICCIÓN, CONFLUENCIA, COMPARTIR
16 de noviembre de 2009

Convicción, como aquel sentir de certeza... en el que no hay oscuridades a la hora de ejercitarse.
Confluencia, a la hora de coincidir. Como las aguas de un río que confluyen en algún lugar, con otro, para hacer un gran río.
Compartir, sabiendo que en la medida en que... “lo propio” es “de otro”, y lo “de otro” es “propio”, dejamos de poseer.
Convicción, como resultado de ir agrupando argumentos en torno a un mismo sentido.
Confluir, en la idea de no sentirse aislado, no sentirse ajeno, si no sentirse arropado, congregado.
Compartir, sabiendo que pertenezco a un todo y que, en esa pertenencia, nada poseo; y todo es disponible según necesidades.
Convicción, expresada en las palabras que siente el alma; en las palabras que están llenas de contenido; en las palabras que se defienden solas.
Confluir, en los verbos que indican acciones similares, que se complementan, que se ofrecen unos a otros.
Compartir, sabiendo que lo que dejo de hacer lo hace el otro, y viceversa.
Confluir, como si... se fueran almas gemelas que se les ocurren las mismas cosas. Pero que, en realidad, lo que sucede es que han seleccionado el mismo sentido.
Compartir, como experiencia de salir juntos.
Confluir, como experiencia de los mismos humores.
Convicción, de saber que lo ideado, lo soñado, es ya una realidad; ya es una evidencia. El querer tener una muestra material será o no, necesario.
Compartir, en el sentido de saber que no hay tabiques, no hay muros, no hay separaciones, no hay límites.
Confluir, sabiendo que “mi” fuerza, la del otro, la del otro, la de aquél, van hacia el mismo mar.
Convicción, de saber que al haber ocurrido tal intención, es señal de que: necesario es su proceso, su realización, su testimonio. Y en base a esa necesidad se sabe que habrá fuerza suficiente para ejercitarla.

Compartir, sabiendo que la otra parte es la única parte, y es la parte de Creación, de creatividad, de Universo, de Dios.
Confluir, sabiendo que el sentido de la marcha va hacia lo Eterno, va hacia lo Divino. Y en ese ir no lo veo lejano, sino que estoy llegando continuamente.
Convicción, ¡ayyy!, sabiendo que no es mía. Sabiendo que un remolino de Amor se ha fijado en mi persona, en la de aquél, en la del otro; nos ha envuelto y nos ha proyectado...
Convicción sí, la de la Creación que nos mantiene y sigue confiando.
Confluencia, sí, porque cada “aparente” parte es tan sólo una expresión del “Todo”.
Compartir, sin que haya algo partido, sino más bien todo fundido.
Convicción, de sentirse íntimos.
Confluencias, de sentirse mezcla.
Compartir, de saber ir juntos.



Ámen.


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Lema orante semanal

LA HUIDA

9 de noviembre de 2009

Quizás sea un transcurrir o una marcha la que realiza… el ser, en su presencia en este lugar del universo.
Pero en ese “
quizás”… probablemente sea una huida.
Huye de lo que es. Huye de donde está. Huye de los conflictos. Huye de los contratiempos. Huye como... no exactamente como un ave migratoria, que lo hace por instinto…
¿De qué, realmente, huye el ser?
¿Será que huye de Dios?... y de inmediato se lo vuelve a encontrar.
Y sigue huyendo, y vuelve a ocurrir lo mismo.
Dios, en forma de obstáculo, dificultad, persona, animal, cosa, idea, concepto...

Dicen –¡dicen!- que huir es de cobardes. ¿Será ésta una especie cobarde? ¿Eso es malo? ¿O tiene que haber de todo?

Cierto es que, en esa sensación de huir, hay como un morbillo… –“mor-billo”, es decir, morbo pequeño- un morbillo de que me he escapado. Me he escapado… Me he escapado… ¡Mira qué mala suerte que el planeta es redondo! ¡Vuelvo al mismo sitio otra vez!
Unos huyen de su pasado. ¡Otros huyen de su presente! Otros huyen de lo que sienten…
Pero es como pretender huir de la noche. Llega con su rigor y su magnificencia. Por muchas bombillas que encendamos, sabemos que es de noche.
Y, claro, en la huida, va con síntomas de ansiedad, de un poquito de angustia, un poquito de desesperación, un poquito de insomnio, un poquito de cansancio, un poquito de vejez, un poquito de hartura, un poquito de…
Eso sí, hay que camuflar la huida diciendo:
“No, voy a ver si… me adentro… en un país pobre para hacerme santo”.
¡Pero para que sigan los pobres igual, claro! Por cierto, cien millones… o ciento y pico millones de nuevos pobres, miserables, en este añito que llevamos. Ya hemos pasado de los mil y pico. ¿Qué sería de los santos si no existieran los pobres? ¡No habría santos, coño!
¿Y qué es mejor, que haya santos… y pobres, o que no haya santos y no haya pobres? ¿Quién no ha soñado con curar a los negritos? ¡¡A todos!! Luego uno se da cuenta de que eran muchos. ¿Quién no ha soñado con ir a América –¡América!- a cuidar a los salvajes, ¡a los indígenas!, los cholitos… y ser… ¡el príncipe de Gales! ¡Con traje y todo!
Claro, a lo mejor es que no se tiene la suficiente valentía para resucitar a una anciana moribunda, como es Europa, y entonces hay que ir a la materia joven para así sentirse uno importante, ¡importado!, transportado, ¡¡teletransportado!!... o
abducido –que suena mejor-.
Se huye, sin duda, de la apatía, de la falta de creatividad, del afrontar lo que llega cada día. Unos huyen en avión; otros, en coche; otros, andando; otros… drogando… Luego hay un poquito por ahí con…. La cifra oficial de fumadores de ¡porros!... es de ciento sesenta y seis millones; ¡la dieron ayer! ¡Oye, cómo los cuentan!, ¿eh? ¿Qué sistema emplearán, eh? Así, pero perfecto, ¿no? ¡Nos da la sensación de que son más! Sólo ciento sesenta y seis millones…
Entonces, unos huyen así, con el fragor de la… “Mari-juana” –que no es Mari ni Juana-…
¡Qué vida tan rara!, ¿no? Bueno, rara no. Porque lo raro es original; es nuevo, es sorprendente… ¡No! Es… ¡es una mala vida!
-¿Mala vida?
Sí.
Huir, ya sea con papeles o sin papeles… ¡Porque hay que ver lo importantes que son los papeles! ¡Madre mía!
“Y han llegado doscientos inmigrantes sin papeles”.
Y uno, así, si fuera extraterrestre, diría:
“¿Y han llegado sin papeles? ¿Y qué papeles tienen que traer? ¿Hay que viajar con papeles? ¿Qué papeles? ¿Qué son los papeles?
¿Hay que deforestar el planeta y hacer pliegos y pliegos de papel, y viajar con ellos, o cómo?”
Es una terminología… ruin, cutre, asquerosa, ¿no?
-¿Tienes papeles? ¿Tú tienes papeles?
¡¡Colas y colas de papeles, con papeles y sin papeles!!... ¡Con sobornos, sin sobornos!; ¡con coimas, sin coimas!; ¡con corrupción, sin corrupción!
Unos huyen por delante y unos huyen por detrás; ¡o unos huyen con los pies por delante, y otros huyen con el culo por detrás!
Pero la huida parece… ser, ¡desde hace tiempo!, el deporte planetario de esta especie.

Es de insistir el hecho de que, a veces –¡muchas veces!-, se camufla la idea con… eso que hemos dicho: lo de los santos que buscan la santidad a través de sus sacrificios, sus dolores, y en el fondo son neocolonialistas asquerosos… que no valen “p’a n’a”… sino que… como no pueden sobresalir en su nivel, pues... abusan de los demás.
Pero claro, eso, cuando uno mismo a sí mismo se camufla, pues no se ve; a no ser que topes en el aeropuerto con un sicoanalista, y te vea… y dice:
-Pero tú, ¿de qué huyes?
-¿Yo? No, no. Yo… ¡yo voy a hacer el bien allende los mares!
-¡Ah! Allende los mares… vas a hacer el bien. ¿Te ha llamado alguien?
-Pues no. ¡Voy yo por mi propia cuenta! Para eso yo soy santo. ¡Santo es el Señor, Dios del universo! ¡Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria! ¡Hossana en el cielo! ¡Bendito el que viene… –checo, yugoslavo, español…- en el nombre del Señor!
-¿Todavía existe eso?
- ¡Sííííí, hombre! ¿Cómo no va a existir? ¡Si eso es genético!
-¿Genético?...
-Bueno… Como ahora todo es genético… ¡pues debe de ser genético!

Ése sí que es un pequeño problema, el camuflar y embadurnar tanto la realidad que, el ser, piensa que va de trekking y aventura, ¡y resulta que lo que está es huyendo! ¡Ohhhhh!… ¡Siguiendo la “Ruta del Quetzal”, con Miguel de la Cuadra Salcedo! ¡En busca terrenos indómitos!… De verdad, ¡cuántas chorradas se hacen diariamente.
Pero no son actos creativos, contemplativos, divertidos… No, no; son… ¡atropellos de huída! Y huir y huir y huir…

Y así como el soldado en el fragor de la batalla, cuando ve las cosas feas tiene que huir, y ya si sigue huyendo y le siguen persiguiendo, llega un momento en que ya no puede huir más: “Mira, me rindo”.
- Pues quedas detenido, ¡por Talibán!
¡Claro!, porque aquí… todos los que huyen, son Talibanes.
Antes, no hace mucho… –pero ustedes son muy jóvenes- los comunistas y los rusos eran los malos. ¡Pero eran malísimos!, ¿eh? En las películas… y como hablaban en ruso… ¡eran malos!… ¡¡Buah!... ¡buah!... ¡Buah!… Y los comunistas –¡guau!-, en cuanto se descuidaban, les veías el rabito. ¡Malísimos! ¡Eran malísimos, malísimos!... los Marxistas ésos, Leninistas. Luego Lenin cayó en desgracia… y sólo era un Marxista. Y luego cayó en desgracia el pobre Marx… y se quedaron en Socialistas.
O sea, todo el mundo huye de lo que puede ser algo de veracidad.
Pues eran malísimos, de verdad; ¡eran malísimos! Pero ahora los malísimos son los Talibanes. Que en versión vasca son los Abertzales. ¡Fíjense que suena parecido: Talibanes, Abertzales… Y el justiciero de honor: Baltasar Garzón.
Es como las películas malas del Oeste. Hay algunas buenas, pero… pero ¡las malas!... –salvo las de John Ford, que eran buenas, ¿verdad?– pero las malas; como las películas malas del Oeste. Como “El bueno, el feo y el malo”... ¡Que no era tampoco tan mala!…
Estamos convencidos de que Baltasar, el Rey Garzón, se levanta con la música:
“¡Tiroriroriiiiii, ta, ti, taaaa!...” (Banda de la película “El Bueno, el feo y el malo”) ¡Qué obsesión tiene ese muchacho! ¡Qué personajes! ¡Qué privilegio tenemos de vivir un país así, con personajes tan…. insólitos! De verdad…
¿De qué huirá Garzón? ¿Del inglés? ¡Ahhh!... ¡Huye del inglés!, que no ha podido aprender inglés… ¡Aaaah!... ¡De verdad!... Porque, como hemos descubierto, el único juez que hay en España es Garzón. ¡No existe ningún otro! ¡Ningún otro! ¡Ah, no! ¡Sí! Existe el marido de Marlaska. ¡Digo, no!; ¡Marlaska y su marido! Ya son tres.

Entonces, claro, los malos huyen. Y los buenos –los teóricos buenos, claro por supuesto, que no saben que son malos-… ¡Ay, qué cosa!, ¿no? Fíjate, tú te crees que eres bueno, ¡y resulta que no sabes que eres malo! ¡Persigues a los que son malos!
En resumen se podría decir:
“Así no hay quien viva, ¿eh?”
Pues… ¡por ahí, por ahí le anda!

Friedrich Nietzsche declaró: “Dios ha muerto, y lo han matado los creyentes”. Entonces… 1800… aquello era un escándalo. ¡Pero parece ser que resucitó! Y ahora, el hombre huye de él. Dice: “¡Si a éste… no hay quien lo mate!”

¿Será algo así?… ¿Que Dios ha muerto porque… lo mataron los hombres, al ver lo que suponía… convivir con Él, y lo incómodo que resultaba no poder… hacer… lo que cada uno quería; al verse inmiscuidos en un proceso inmenso, y preferir tener un proceso pequeño, pero ser cola de ratón y no cabeza de león?
¿Será que luego, después de ver que aquello no funcionó, entonces se huye y se huye y se huye?...
La huida, como una posición de vida.

El sentido orante nos advierte de esa posición de huida. De esa posición de huida que el hombre ha ido gestando como consecuencia de la huida que estableció con lo Divino, con lo… Creativo, con la Creación; refugiándose en sus recursos, vanidades, gustos…; dejando de abordar sus… posibilidades de grandezas, impresiones, sorpresa; siguiendo la técnica de que “más vale pájaro en mano que ciento volando” o “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Se ha ido, poco a poco –como especie-, faltando el respeto a sí misma y, obviamente, dando la espalda a la Creación.

Es como si entrara en una casa sin ser invitado y forzara la puerta y exigiera pan, vino, alimento y cobijo. Luego, a lo mejor, lo disfraza de turista o de investigador, o de misionero o de… ¿o de qué?

Una vez… un señor –español- se fue en busca de la vedad, como es lógico, a la India. Y, lo que es la suerte –¿verdad?-, lo que es la suerte, fue a parar donde un Gurú que le recomendaron. Ya saben que India es el país que más Gurús por metro cuadrado tiene del mundo, ¿eh? –“Gurulandia”, le llamamos–. Bueno, el caso es que llegó así, a un famoso Gurú. Y dio la casualidad… –lo que es la suerte, ¿eh?- de que el Gurú… –puesto que el español, obviamente, no hablaba inglés– el Gurú sí hablaba inglés, ¡pero hablaba también un poco español! ¡Mírate tú qué suerte! ¡Qué suerte tenía el adepto… que, huyendo de la malaria mental europea y española, encontró el Ashram de su vida! Esto es una historia real, lo que pasa es que la estoy recreando un poco.
Entonces, cuando ya tuvo la ocasión de hablar con… el Santón Gurú, y el Gurú se enteró de que era español -más que nada por eso del inglés y tal, ¿no?-, el Gurú le preguntó:
- Pero ¿qué hace usted aquí, en la India?
- ¡Hombre!... Vengo a buscar la espiritualidad… la verdad, la santidad… Me han hablado mucho de usted… Que, vamos, en cuanto me toque, ¡me voy a quedar... más reluciente que un sol!
Y entonces el Gurú le preguntó:
- ¿Usted conoce a los místicos españoles?
¡Jo! ¡Qué golpe bajo!, ¿eh? ¡Qué golpe bajo! Y obviamente el español no los conocía, claro. Le tuvo que recordar -¡hay que ver!, ¡qué mala suerte!- el Gurú…; le recordó a Santa Teresa, a San Juan de
la Cruz… a… bueno, a todos los místicos españoles. Dice:
- Yo creo que no le compensa venir a la India, ¿eh? Aquí va a tener que aprender hindi… o sánscrito, lo cual… dado su nivel de inglés, me parece difícil. Obviamente, va a tener que vivir al estilo hindú, lo cual, dado el nivel de las letrinas que tenemos aquí, ¡lo va a pasar mal! Yo, sinceramente, le recomiendo que se vuelva a España y… conozca lo que tiene. Yo poco le puedo enseñar.
¡Una historia real!
Evidentemente este hombre español tuvo muchísima suerte, porque dio con un Gurú honesto, honrado, sensato.
No les cuento más de la historia porque se pueden deprimir, pero se lo pueden imaginar.
A veces… a veces se tiene la suerte de que, efectivamente, el teórico buscador –que resulta que era una huída- tiene la circunstancia de que le dicen, le expresan o le orientan de:
“Bueno, pero tú… ¿tú a dónde vas? ¿Qué haces aquí?” Y la persona puede darse cuenta, ¡puede darse cuenta!
Y, al darse cuenta y dejar de huir –probablemente alguno de ustedes ya lo sepa, pero… ¡no se pueden ni imaginar la cantidad de energía, de esfuerzo, de mentalismo, de espíritu y de ánima que se consume para huir!-, ¡claro!, cuando eso deja de ocurrir, el sujeto se vuelve... ¡no
Spider-Man, pero… por ahí, por ahí le anda! ¡Hormiguer-Man! o algo… Sí, porque se encuentra, de repente, con una cantidad de recursos, que antes los empleaba para huir de las novias, de los novios, del padre, de la madre, del amigo, del hermano… ¡Prrffff!... Y ahora resulta que toda esa energía… ya no la emplea para huir.
Y esto no significa ¡que no se vaya a mover de su sitio y que tenga que vivir siempre en
la Calle del Pez nº 4!… ¡No, no, no!... no, no, no… ¡Puede ir donde le dé la gana!, pero… sin huir. ¡Sin colonizar! ¡Sin imponer!
¡Porque ya no lo necesita! Porque sabe que la huida –en verdad- era un “dar la espalda” a la verdadera vida; ¡a ésa que
da siempre la cara… al universo, a la Creación! Esa vida que vino enmascarada en cometas, meteoritos, y que cayó en este lugar del Universo y fue capaz de germinar y dar… y dar estas estructuras, estas configuraciones, conglomerados de soplos que terminamos llamando “vida”.

Realmente vivir… ¡vivir!, implica mirar eternamente hacia el Cielo. ¡Como si estuviéramos acostados y todos los sentidos se dirigieran hacia lo infinito! No alcanzara nuestra vista, ni nuestro olfato, ni nuestro gusto, ni nuestro oído a percibir esa inmensidad.

Cuando la huida se convierte en ¡ser!, en ¡estar!, en ¡dar!… el ser se ve liberado del aspecto de renunciar a su verdadera dimensión espiritual.
¡Se
reconoce en su ser! ¡Se sabe en su estar! Y en su dar… es el servicio el que le impulsa a expresar ¡a expresarse!
En la huida no está el
ser, ni está su estar, ni está su dar. Está el egocentrismo personal.

En la medida en que ¡nos dejamos encontrar!... –y siempre nos encuentran-, en la medida en que descubrimos lo que somos y estamos en base a la necesidad, todo el esfuerzo por huir ¡se diluye! Y la experiencia de lo Divino, ¡el sentido de la Santidad! y el abrazo de lo auténtico, nos acerca a eso que llamamos “verdad”.
¡No hay sucedáneos ahí! ¡No hay suplantaciones! No hay equivalentes.
Hay
autenticidad, lo que realmente identifica a la Divinidad.
Es
o sí es VIDA.

Amen.

***

Lema orante semanal

DE GANADORES A PERDEDORES,
PASANDO POR UNA HISTORIA DE AMOR

2 de noviembre de 2009

Pareciera que todo el Universo fuera una inmensa ruleta, con la voz omnipotente y omnipresente de lo Divino, que dijera: “¡Abran juego, señores, abran juego!”…
Y la humanidad, impenitente, apostando al cinco, al cuatro, al siete, al rojo, al negro… Siempre gana la banca…
A veces, alguno gana… ¡por poco tiempo! Volverá a apostar y volverá a perder.
-Entonces, ¿la vida es una apuesta?
-¿A-Puesta? ¿No podría haber sido puesta en otro sitio?
Y bien, ahí está el que ganó, y celebra su triunfo; y ahí están todos los que perdieron… y lloran sus desgracias. Y mientras tanto, transcurre una historia de amor... ¿Será el Espíritu Santo?
Los que pierden -que son la mayoría-, por supuesto le echan la culpa al “Gran Ruletista”, Dios. Por supuesto, Él tiene la culpa.
-¿Cómo es posible que después de ciento ochenta años vivo, ahora me dé una tos y no se me pueda curar? ¡Usted tiene la culpa, doctor…!
-Es verdad. Malditos pulmones tuyos…
Bueno, aunque seguramente, como orantes y como sanantes y sanadores, ya saben que, son perdedores, ¿no? Me imagino que ninguno de ustedes se creerá ganador... Bueno, y si se siente ganador, les advierto formalmente que están ¡en un error!
Quizás estén en una historia de amor…
-¿Otra vez?
Es que hemos dicho “de ganadores a perdedores pasando por una historia de amor”, entonces, tenemos que repetir, cada vez que pasemos de ganadores a perdedores, “por una historia de amor…” “Pasando por una historia de amor”. Cuanto más larga sea la historia de amor, más distancia habrá entre el concepto de “perder” y el concepto de “ganar”.
A lo mejor, la historia de amor es Dios. ¿Quién sabe?
Para gente tan experta y tan… ya de vuelta de todo, como ustedes, qué… ¿qué cosa nueva se les puede contar que ya no sepan?
¿Así que algunos creen que ganan? Bueno, bien. De vez en cuando, sí, sí, sí. La realidad virtual fue descubierta hace tiempo. Y, se sabe que es virtual. Lo cual no es ni bueno ni malo sino es VIR-TUAL.
Sin duda, hay personas que prefieren chicas y chicos virtuales para su divertimento, porque generan menos problemas y le huelen menos los pies… Es verdad, el sexo virtual ya existe, y no requiere cambiar ni las sábanas ni ventilar la habitación ni echar perfume… ¡nada! Tranquilamente… “tranquilo, majete, en tu sillón…”, y tú también… ¡y os lo podéis pasar estupendamente! Eso son los éxitos virtuales. Las ganancias virtuales.
¡Ay!, ¡cómo nos han engañado...!
Pero, antes de llegar a los perdedores, hay una historia de amor.
-¿Y los perdedores?
-Pues, un conglomerado de fracasados que sólo piensan en ganar algún día.
-Hombre, no, o sea, eso suena cruel. Esto… esto no se parece a una oración.
-¡Ah! ¿no? ¿Qué es una oración...? ¿Qué es? ¡¿Qué es una oración?!
¿Seguir el protocolo oficial de una bendición de religiones, gurús o patriarcas inmolados? ¿Todos muertos ya y sepultados? ¿O quizás la oración sea un momento desencarnado, en el que sacamos el alma a pasear -con una historia de amor-, para tratar de... de contactar con lo más grande de lo grande de lo grande, que algunos llaman Dios?

Claro, ciertamente, ciertamente hay que ser valiente para decir: “¡Dios mío, estoy hasta los huevos!” , porque temes que te castigue. Dios, ante esa expresión, normalmente se ríe... Vamos, me consta... Pero me consta totalmente. Muchos años ya de experiencia.
Entonces, no digan esas palabrotas, ¿verdad?, porque se van a reír de ustedes. Y que Dios se ría de uno, es grave… porque se le ocurren cosas… ¡Ahhhh! ¡Y es de un ocurrente...!
¿Y si… y si esta semana nos proponemos no ganar?
Y mientras, una historia de amor. Y... y... y nos sentimos perdedores pero... contentos.
-Hombre, ¿contentos? Alcorcón 4, Real Madrid 0. ¿Es que puede haber alguien contento después de eso? El país está de luto… Alcorcón… nadie sabía dónde estaba eso…
A ver si vamos a tener que recurrir -mientras transcurre la historia de amor-, al famoso chiste de que: “Me encanta perder, porque ganar debe de ser…” Increíble, increíble.
Pues sí, podría ser una semana interesante para no aspirar a ningún triunfo; a ninguna ganancia. Y no sentirse derrotado. Antes hemos dicho: “Derrotados pero contentos”, pero, como parece ser que… por el ejemplo del Alcorcón, no están muy contentos -los que perdieron, claro, ¿verdad?-… Aunque hay otros equipos que están acostumbrados a estas cosas y ya… “los pupas…” no sufren. Hay un equipo que se llama “El pupas”, que tiene hasta pus, últimamente. Se llama “Atlético de Madrid”. Lo digo para que los perdedores sepan lo que es bueno. Perder y perder… así, ¡a lo puro macho!, con pus y todo. Ya te gusta, ya… te encantan las escaras y las costras… Y si un día ganas, ¡te da una pena!... por el otro. Dices: “Pobrecillo, lo mal que lo estará pasando… Lo mal que lo estará pasando” . Pero, ya tienes experiencia, claro. ¡Lo que se aprende en el fútbol orante, eh!, ¿verdad?
Y alguien dirá: “Bueno, eso del fútbol orante me parece un sacrilegio... una... una barbaridad…” Pero Dios también está en el fútbol, también… sí… ¿No dice todo el mundo que Dios está en todas partes? ¿Por qué no va a estar en el fútbol? Claro…
Y mientras, una historia de amor.

Yo sé que se están poniendo nerviosos. Están esperando que les cuente algo de una historia de amor… Y estamos ahí entre los que ganan, los que pierden, los que pierden, los que ganan… ¡Madre mía!
Pues, que sepan -que sepan-, que el Vaticano -el Vaticano- ha solicitado -y ha sido aceptado- participar en el Comité Olímpico Internacional. El Vaticano. Como estado, claro. No sabemos en qué modalidad van a participar, si en la carrera de sotana corta, sotana larga… No, no sabemos. Pero ahí están, ahí están.
Así que pronto escucharemos: “Papa”: 1, “Fontana de Trevi”: 0…
¡Ayyyyy....!
Cuando, dentro de esta cultura tan vulgar -lo he dicho suave, ¿eh?: vulgar-. Cuando dentro de esta cultura tan vulgar nos planteamos, desde el punto de vista orante y Divino, el ganar o perder, pues parece que ganamos cuando Dios nos escucha y atiende nuestras súplicas. Y, parece que perdemos, cuando Dios no nos escucha, o nos escucha y se hace el sordo, o el sueco, y no atiende a nuestras súplicas. Ciertamente, según sondeos realizados en numerosos países, parece ser que, o bien es sordo, o bien es sueco. Dios, me refiero.
No sabemos si preferirle sordo o sueco.
¡Ay! Seguro, seguro que si fuera un Dios antropomórfico, diría: “Pero qué barbaridades estáis diciendo… pero yo no soy ni lo uno ni lo otro. Yo soy de Budapest”. ¡Coño!, qué sorpresa, ¿no?, ¿te imaginas? Ni sordo ni sueco, de Budapest… del Este…
-¿Del este? ¡Oh!, qué interesante… por allí sale el sol, me parece… y se oculta por el oeste… y en el norte hace frío y en el sur hace calor… Bueno, depende en dónde estés…
Y mientras tanto, una historia de amor.
De verdad… de verdad.
¿Y qué hacer, qué hacer con tanto fracaso? Porque fracasaste en la primaria, fracasaste en el bachillerato, fracasaste en los estudios superiores, fracasaste como empleado, fracasaste como amante, fracasaste…
-¿Sigo?
-Sí.
-Fracasaste como machote, fracasaste como matahombres, fracasaste como madre, fracasaste como padre, fracasaste…
-Pero, ¿no era perdedor?
-¡Ah!, bueno, sí: Perdiste como madre, perdiste como padre, perdiste como tío, perdiste como abuelo…
-Bueno, bueno, bueno, bueno, bueno… no todo fue… perder…
-¿No? ¿En qué, en qué ganó?
-¡Hombre! Gané, gané, gané, gané, gané… pues… gané, gané… Es que no me acuerdo ahora… Pero sí, hombre, hombre. Fíjate, ya me acuerdo, si no fuera por tu madre, tú no estarías aquí…
-¿Y qué? ¿Y qué ganamos con eso? ¿Qué ganamos con eso, los tres? ¡Nada!

Y mientras tanto, de verdad, una historia de amor. ¡Qué cosas!, ¿no? Es como si una serpiente se insinuara y pasara entre dos orillas. ¿Será el monstruo del lago Ness? ¿Será, como hemos dicho antes, el Espíritu Santo? ¿Será realmente una historia de amor?
Pues, probablemente -probablemente-, el hombre se debate entre sus triunfos y sus fracasos. Y mientras, transcurre una historia de amor... Parece que no he aclarado nada, pero sí, sí, sí, sí. Sí, sí, es importante porque ahora ya ha quedado claro. Lo repito:
Quizás el hombre, probablemente, oscile entre los éxitos, los triunfos y los fracasos. Y mientras tanto, entre medias, transcurre una historia de amor.
- ¡Oh! ¡Voilá… voilá… voilá, voilá! -Que no significa volar, significa como “Eureka”, en francés, ¡oh, voilá!, pero más elegante-. Claro, claro, claro, claro; lo importante no son las orillas, sino el cauce: una historia de amor.
Las orillas son el perdedor y el ganador.
Lo importante no es la cuenca, es lo que lleva la cuenca: Una historia de amor.
Lo importante es que, el sentido orante de la semana, nos incita a buscar nuestra historia de amor.
Lo importante es que no podamos quedar entretenidos y atrapados en dos pinzas mortales, como es la orilla de la ganancia, del triunfo, y la orilla del perdedor.
Lo importante es beber el agua del cauce que transcurre a través; rozando suavemente a los ganadores y perdedores, para que abandonen la orilla y se sumerjan en el caudal. Y mientras tanto, una historia de amor.

¿Cuál es mi historia de amor?
AMOR con mayúsculas, todas las letras.
Que se… que se expande en todas las direcciones.
Que no sólo -obviamente- es el amor como pareja humana o como familia o como amistad… No, no, ¡en todas sus inmensas facetas!
¿Cuál es su historia de amor?
¿Quiere usted dejar de ser un fracasado?
¿Quiere usted dejar de ser un ganador, que fracasará?
Acójase a su historia de amor. Recupere su historia de amor.

DIOS ES UNA HISTORIA DE AMOR.
Cada vez que contemplo un amanecer, se despierta una historia de amor.
Cada vez que contemplo un anochecer, me voy con ella.
¡Ay...! ¡Adiós triunfos, adiós fracasos!
El cauce, por vericuetos me lleva.
¡Adiós éxitos, adiós fallos!... ¡Pérdidas…!
Por los meandros, las cataratas y las cascadas, me deslizo,
burbujeante, espumante.
Una historia de amor, de agua, de vida, me lleva.
Ya no soy “ser de orilla”, ¡ni de una ni de otra!, impostoras eran.
Me enseñaron a atravesar el Gran Torrente, ¡cuando debería ir en el Gran Torrente!
¡Me enseñaron a ir de una orilla a otra!, cuando en verdad,
debería ser el fluir de ese líquido de amor ardiente.
¡No más desafíos de una orilla a otra!
Soy una historia de amor ¡viviente!
No solamente la historia de amor que esté viviendo sino que...
¡YO SOY UNA HISTORIA DE AMOR!
¡Y no me había dado cuenta!
A pesar del agua que me embarga diariamente.
¡Y no me había dado cuenta!
Que, como historia de amor, entonces pertenezco a la Divina Creación.
Mientras, había vivido afanado en atravesar el Gran Torrente
y llegar exhausto a una orilla o a la otra.
Y yo... ¡era una historia de amor!
Y además, ¡participaba! en una historia; ¡en historias de amor!
Con sus cuentos, sus poemas, sus fantasías…
Puedo, puedo asumir con dignidad y con criterio, que soy una historia de amor.
Y, con ello, pertenezco a la Divina Creación.
Y voy a hacer uso de ese sentir.
Y voy a caminar, cada día de los que vienen, con la sonrisa propia del enamorado,
con la alegría natural del descubridor,
con el embrujo innato de EL GRAN ENCUENTRO.
Con el sortilegio de la “suerte para siempre”.
Ya no tengo que apostar, ya no tengo que jugar.
Soy una historia de amor ¡viviente, ardiente!
¡Pertenezco al Gran Torrente!

Soy un divino hacedor de historias de amor.
No, no. No puedo dejar que ni un instante de mi vida
se convierta en una vulgar expresión.
No. Ha de ser bella la expresión,
elegante la intuición,
bonita la dedicación.
¡No me puedo olvidar de nadie!
No puedo pensar por nadie.
Amor soy yo. Y todo lo que amo y todos los que me aman.
Que son muchos más de los que pienso yo.
¡No, no cabe en el Gran Torrente una expresión de vulgar ocasión!
Que Dios se alegre, pero que no se ría de mí.
Que sin duda, me inspire,
al saber que soy consciente de que una historia de amor soy yo
y que, en mi caminar, realizo historias de amores.
Y que, en la medida en que lo incorporo
y lo realizo al andar, al vestirme, al comer, al hablar, al pensar…
¡Y NO TRAICIONO NI UN ÁPICE MI FIEL ENTREGA AMOROSA!...
En esa medida me siento en Dios. Me siento en Divino.
Me siento en la mística presencia del Misterio.
¡¡No necesito respuestas!!... ¡Aleluya!
¡¡No necesito deducciones!!... ¡Aleluya!
¡No, no, no necesito razonamientos!... ¡Aleluya, aleluya!
¡No, no necesito explicaciones...! ¡A-aleluya!
No, no necesito que me comprendan… ¡Aleeeeluyaaa!
¡No, no necesito que les parezca bien o les parezca mal!... ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
¡Soy una historia de amor viviente!
Y hacia el amor digno y sediento y ardiente,
que reclama el Dios ferviente, ¡hacia él voy!
¡YA! ¡AHORA! Y NO NECESITO ¡NADA!
Puedo ir con muchos,
podemos ir muchos juntos.
Puedo ir yo solo.
No me asustará la soledad.
¡Aleluya!

Hoy, puede empezar una historia de amor real y de verdad.
Aleluya.
Ámen
* * *
*

Lema orante semanal

ACOMODACIÓN.

ACOMODARSE.

RENTA.

26 de octubre de 2009



Conviene no confundir con la adaptación, necesaria para amplificar solidariamente nuestras funciones. La adaptación como fenómeno evolutivo, en el que se aúnan -solidariamente- fuerzas, para mejor resistir y sobrevivir, aportando cada ser lo mejor de sus recursos.
Bien distinto es el acomodarse.

Tiene un parecido con la adaptación, en la medida de que ha encontrado un espacio de bienestar, confort... Pero tiene el handicap de que, probablemente, se aproveche de esa adaptación, se ¡quede! -mental y físicamente- en ese acomodo; y sea el acomodo un estancamiento, aunque en principio pudiera parecer una adaptación.
También, casi unido al acomodo: la RENTA.


Es decir, aquel tipo de beneficio que se obtiene con la habilidad del acomodo, y que ocupa gran parte de la actividad del ser. Y que se empieza a valorar como fenómeno de utilidad -la renta- la rentabilidad del ser... Cuando, en realidad, lo que hay que evaluar es la habilidad y la utilidad del ser.
Cuando la humanidad se acomoda, también acomoda su referencia espiritual. Y va creando, poco a poco, su “imagen divina” acomodada a su vivencia cotidiana.
La renta -o vivir de las rentas- es, igualmente, esa actitud de “hamburguesa”, de “burguesía” en la que, conseguido un pequeño esfuerzo, eso produce y renta, como para no hacer ningún esfuerzo más.


En la medida en que el ser se acomoda, va asumiendo comodidades que van aboliendo creatividades. Va generando costumbres que se van convirtiendo en leyes y, de forma culminante, obliga a su entorno a que garantice su comodidad.
Hay un interés de renta -especial- para calcular cómo obtener lo suficiente para acomodarse de manera establecida. Es-tablecer. En la medida en que el ser se establece -como una “tabla”-, todo lo relaciona con un festín, con una fiesta en torno a una mesa. Es el hombre-mesa-rentable-acomodado ; sólo le faltan las sillas.
La cultura de humanidad -en base al hedonismo, al egoísmo, y a la egolatría-idolatría en que se mueve- busca esa estabilización, esa acomodación, con la mayor renta posible. Lo cual, ocasiona la mayor esclavitud posible al entorno y, obviamente, imposibilita los mecanismos evolutivos.


La rentabilidad termina exigiendo, pidiendo y rogando a la Creación, los favores y los recursos que no puede obtener por el esclavismo del entorno. Hace de Dios una renta fija.
Lo Divino, no es acomodo. Es sorpresa, imprevisibilidad, cambio permanente.
Lo Divino no busca la renta de lo humano, sino su cauce hacia la fusión con la Eternidad.
Como seres de “Herencia Divina”, debemos tener especial cuidado y alerta con la renta y con el acomodo -dos espacios del ser muy propios del logro de la “sociedad del bienestar”; a costa de los demás, por supuesto... Pero, un aquietamiento en el proceso de descubrimiento hacia la verdad-.

¡PIEDAD !

Universario de Tian - Llamada Orante

PERMANECER, OFRECER, SERVIR

12-10-2009

Y aquello que permanece, en alguna medida es reflejo de Lo Eterno.
Aquello que permanece, y no solamente está sino que se expande, crece y se muestra, es una respuesta a la cobertura de Lo Eterno.

Aquello que permanece con su inspiración inicial y con inspiraciones continuas que acrecientan su estancia, es, sin duda, una motivación de Lo Eterno.
Aquello que permanece sin exigencias, sin reclamos, sin imposiciones, ¡con rigor!, es un intento evidente de las muestras que da Lo Eterno.
Permanecer en esas características, es muestra de una OFRENDA.
Permanecer con las circunstancias que nos rodean, y evidenciar que lo idealista es posible, es ofrecer… ofrecer una minúscula... –pero, “ofrecer”- una minúscula posibilidad de otra posible civilización; de otra posible perspectiva que, sin establecer rupturas ni enfrentamientos, brota como una nueva hierba en el campo.

Cierto que se la puede cortar, se la puede arrancar, se la puede arrasar, se la puede ignorar; pero, posibilidad hay de que se la pueda mirar, observar, ver su comportamiento, saborear, ver sus efectos. Y, en la medida en que ofrece variables diferentes, desconocidas, en esa medida es posible, también, que se la respete; se le permita crecer.
En la medida en que se ofrece en un doble sentido –como ofrenda, teniendo la referencia en la Creación; y como ofrecimiento, mostrando esa referencia en el hacer diario-, en esa medida, ofrecer supone un aporte, supone un crecimiento, supone un camino hacia otras dimensiones.

Hay una sintonía en las Creaciones, que hace que se conviertan –las diferentes manifestaciones- en servidores útiles hacia el desarrollo de la vida.
Podemos presenciar tres tipos –tres tipos- de servicios:
Aquello que se hace y sirve –sirve para unos, para otros-, es de utilidad.
Aquello que se hace, sirviendo a una necesidad.
Y una tercera opción, que es el asumir el servicio como una forma de estar; con alerta, con alarma, con rigor. De tal forma que, ese estatus de servidor, no se convierta en la utilidad, el recurso, el basurero, el lamento… sino que, más bien, en esa posición de servidor se marque un sentido de crecimiento, de desarrollo, de ideación.
NO SOMOS UNA PROPUESTA DE SERVICIO SACRIFICADO HACIA LOS NECESITADOS.
Somos una expresión servicial de los designios de Lo Divino y, en consecuencia, no buscamos la renta y el beneficio; ni menos aún el aplauso de sacrificarnos “por”...
Como servidores de Lo Eterno, se promueven las bondades, las virtudes, los disfrutes... los haceres gozosos. Expresar, en definitiva, lo que sentimos que la Creación nos brinda.

Cada vez hay más servicios hacia la pobreza y la miseria, y cada vez hay más pobres y situaciones miserables. ¿De qué se trata? ¿De servir a la pobreza para que continúe existiendo...?
El servicio en la referencia Divina, se expresa ante la demanda de una necesidad... que hay que valorar; que hay que evaluar. No vaya a ser un aprovechamiento o una vanidad personal. Y, en la medida en que el servicio es adecuado, el necesitado se colma; y, en su plenitud, se desarrolla y se hace servidor de otros.

Servicios, ofrecimientos y permanencia, han sido tres características que la escuela Neijing ha ofrecido desde sus comienzos. Y que se han plasmado recientemente, desde hace 15 universarios, en este lugar.

Este lugar que, sin duda, representa una inspiración Divina; que hay que tener presente para sentirse intermediarios en la medida en que trascurrimos a través de él.


Cuatro intensos, muy intensos años, supusieron la plasmación de esta inspiración. Fue lo fácil. Luego venía lo verdaderamente complejo y difícil: mantener la inspiración, en las paredes, en las pinturas, en las limpiezas, en la producción que –desde este aparente sedentarismo que supone la construcción-, podría emanar.
Y así ha sido y así es: un afán, una ebullición y una constante transformación, cambio, mutación; y ofrecimientos a los que buscan, a los que traen, a los que necesitan.
Lo difícil y complejo sigue siendo difícil y complejo, y no se puede descender ni un ápice la alerta, la atención, la custodia y el cuidado, porque la tentación de vulgarizar, de cotidianizar, de acostumbrarse, es fácil. Y es casi una exigencia del entorno.
Sin dejar de ser la inspiración inicial, como manifestación, Tian se ha convertido en una expresión de continuo y permanente suspiro, inspiración y muestras de búsquedas. Es un punto de referencia que no se ha sedentarizado; que tiene una posición geográfica, pero no una sedentarización, puesto que, de él, beben todos los nómadas.
Seguir cada día es, sin duda, el abrirse a un nuevo universo cada amanecer; con la disposición de purificar lo pasado, argumentar lo futuro y buscar la transparencia del presente.
¡Hacer validar diariamente las palabras!
¡Ser un comprometido de lo que se dice!, en privado o en público.
La Fuerza que imprime una estructura aparentemente estable pero, en realidad, enormemente... fugaz..., supone un compromiso diario, de los que trascurren y están, de ser fieles reflejos de lo que se expresa, de lo que se escucha, de lo que se aprende. Si no, ¿qué sentido tiene estar? No es un espacio de disputa, de intercambio de opiniones. Es un tránsito de purificación espiritual. Es descubrir otras opciones. Es empezar a aprender, realmente, a amar.
Por eso aquí difícilmente caben las mentiras. Mucho más difícil caben las traiciones. Todavía más difícil caben las presiones o las imposiciones.
No hay espacio para influencias, favoritismos o privilegios.

Tian es una novedad en la historia de la humanidad.

No tiene antecedentes.
No procede de ninguna raíz.
No es una escisión de ningún movimiento.
No representa a ninguna fuerza o poder.
¡No es equiparable a ninguna otra realidad!
Sin duda, tiene rasgos y características de humanidad. Pero, sin dudas, su sentido es de eternidad, de Creación, de creatividad. De expresión clara y decidida hacia ¡una nueva humanidad! Con criterios capaces, posibles y argumentados, de cualquier situación o probabilidad.
Por eso, a estas alturas, podemos expresarnos como una minúscula civilización. Como un ínfimo brote que hay que cuidar, perseverar y cultivar, con el máximo rigor; ese rigor que da el orar, el investigar, el aprender, el compartir, el convivir... ¡sin ninguna ley!, ¡sin ninguna obligación!, ¡sin ningún precepto!, ¡sin ninguna prohibición!
Los recursos emanan de lo virtuoso de cada ser; y de la voluntad expresa de compartir, de idear en común.
Tan solo han transcurrido unos instantes en lo que supone quince años de universario. Pero, sin duda, han sido tan intensos –y lo son-, que pueden llenar muchas vidas.
Debemos felicitarnos en el nombre de “el Eterno”, por haber permitido, con su infinita bondad, el que persevere la idea, el proyecto, con sus recursos, novedades…
Y el hecho de percibirnos como una posible probabilidad, nos coloca en el asombro, en la gratitud. Porque, sin duda, si no es por la Fuerza que nos cobija, nuestras voluntades nada podrían hacer. Pero están y hacen; pero hacen en el sentido “de”.
Gracias, a la Providencia.
Gracias infinitas, a las Fuerzas que nos cobijan y que nos permiten un nuevo universario, una nueva presencia en el Universo, con referencias de historias que son siempre presentes.
Damos la bienvenida a las personas que acuden hoy, en este Universario, o que circunstancialmente transcurren hoy con nosotros.
El Eterno, bendice.
Ámen
*****

Lema orante semanal

PALABRAS
19 de octubre de 2009

¡Dad! Dad porque… todo te lo dieron.
¡Dad!, porque… sin ello… nada se hubiera hecho.
¡Dad!, al menos, una limosna.

¡Escuchad!... porque la vida… habla.
¡Escuchad!, porque el roce suave… de las estrellas, transmite.
¡Escuchad!, porque… cuando late el corazón, “habla” de su amor.

¡Sonreíd!... por necesidad; por instinto; por… regocijo de los otros.
¡Sonreíd!, por el agrado .

¡ Amable !: similar a la policromía de la hoja en otoño.
¡Amable!: aire fresco que “anima”.
¡Amable!: un retoño de afecto… que camina.

“Flexible”: una curva del viento.
¡Flexible!: una fuerza sin… oposición.
¡Flexible!, como el barro fresco que se deja moldear.
¡Flexibles!: nubes que... se acomodan a los… momentos del tiempo.

¡Ca-alma!: alma serena.
¡Calma!: sueño de infante.
¡Calma! El ave se retira.
¡Calma! La noche se precipita. Sin ruido.
¡ Ins piración! ¡Siempre!
¡Inspiración!... de oscuridad.
¡Inspiración! : novedades.
¡Inspiración!: ¡descubrimientos!
¡Inspiración!: ¡Te encontré!... Me descubriste.

¡Sed!...
¡Búscame!, agua bendita. Mi hambre, por tu… sencillez, grita.
¡Déjate encontrar… por mi sed!…
Tú eres… ¡la única que puede!... calmar mis ansias.
¡Sed!... de eternidad.
¡Sed!, de lejanías.
¡Sed!... de infinitos.
¡Todo cabe en mi sed!... para ser, como el agua: ¡Eterna!

¡Contigo!
¡Contigo, amor Divino, me expando!
¡Conmigo!, amor de ombligo, me pierdo.

¡Contigo!, amor mudo –amor mudo-, todo lo escucho.
¡Conmigo!, amor querido, todo… se ahoga.
¡Contigo!, amor… sin renta, ¡todo se acrecienta!
¡Conmigo!, amor de pago, llega la ruina.

¡Contigo!... los caminos son… infinitos.
¡Conmigo!, el camino es ¡torpe!
¡Contigo!, te siento .
¡Conmigo!, me ausento.

“Milagro”… ¡te llamo!
Milagro… ¡te pido!
¡Milagro!, me rondas.
¡Milagros, ocurren!
Milagros, ¡urgentes!
¡Milagros!… silenciosos ¡y suaves!

¡Milagros!... que se deslizan patinando… sin chocarse.

¡Dispuesto! ¡Sí!
“Dispuesto”: en su sitio.
¡Dispuesto!: lo que se disponga.

¡Essspero! Sin… ¡quejas!
Espero, sin… la muestra de la humildad; mudo.
¡Espero!... a que lo sublime, aparezca…
y cante.
Espero tu… llegada presta...
Sin prisas.

¡Ven!... ¡Voy!... “Encuentro”.
¡Ven!... ¡Voy! “Concilio”.
¡Ven!... ¡Voy! “Auxilio”.
¡Ven!... Voy… “Consuelo”.

El sonido se escucha y luego se expresa:

IAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
IAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
IAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
( Se repite 17 veces)

Silencio.