lunes

Lema orante semanal

DE GANADORES A PERDEDORES,
PASANDO POR UNA HISTORIA DE AMOR

2 de noviembre de 2009

Pareciera que todo el Universo fuera una inmensa ruleta, con la voz omnipotente y omnipresente de lo Divino, que dijera: “¡Abran juego, señores, abran juego!”…
Y la humanidad, impenitente, apostando al cinco, al cuatro, al siete, al rojo, al negro… Siempre gana la banca…
A veces, alguno gana… ¡por poco tiempo! Volverá a apostar y volverá a perder.
-Entonces, ¿la vida es una apuesta?
-¿A-Puesta? ¿No podría haber sido puesta en otro sitio?
Y bien, ahí está el que ganó, y celebra su triunfo; y ahí están todos los que perdieron… y lloran sus desgracias. Y mientras tanto, transcurre una historia de amor... ¿Será el Espíritu Santo?
Los que pierden -que son la mayoría-, por supuesto le echan la culpa al “Gran Ruletista”, Dios. Por supuesto, Él tiene la culpa.
-¿Cómo es posible que después de ciento ochenta años vivo, ahora me dé una tos y no se me pueda curar? ¡Usted tiene la culpa, doctor…!
-Es verdad. Malditos pulmones tuyos…
Bueno, aunque seguramente, como orantes y como sanantes y sanadores, ya saben que, son perdedores, ¿no? Me imagino que ninguno de ustedes se creerá ganador... Bueno, y si se siente ganador, les advierto formalmente que están ¡en un error!
Quizás estén en una historia de amor…
-¿Otra vez?
Es que hemos dicho “de ganadores a perdedores pasando por una historia de amor”, entonces, tenemos que repetir, cada vez que pasemos de ganadores a perdedores, “por una historia de amor…” “Pasando por una historia de amor”. Cuanto más larga sea la historia de amor, más distancia habrá entre el concepto de “perder” y el concepto de “ganar”.
A lo mejor, la historia de amor es Dios. ¿Quién sabe?
Para gente tan experta y tan… ya de vuelta de todo, como ustedes, qué… ¿qué cosa nueva se les puede contar que ya no sepan?
¿Así que algunos creen que ganan? Bueno, bien. De vez en cuando, sí, sí, sí. La realidad virtual fue descubierta hace tiempo. Y, se sabe que es virtual. Lo cual no es ni bueno ni malo sino es VIR-TUAL.
Sin duda, hay personas que prefieren chicas y chicos virtuales para su divertimento, porque generan menos problemas y le huelen menos los pies… Es verdad, el sexo virtual ya existe, y no requiere cambiar ni las sábanas ni ventilar la habitación ni echar perfume… ¡nada! Tranquilamente… “tranquilo, majete, en tu sillón…”, y tú también… ¡y os lo podéis pasar estupendamente! Eso son los éxitos virtuales. Las ganancias virtuales.
¡Ay!, ¡cómo nos han engañado...!
Pero, antes de llegar a los perdedores, hay una historia de amor.
-¿Y los perdedores?
-Pues, un conglomerado de fracasados que sólo piensan en ganar algún día.
-Hombre, no, o sea, eso suena cruel. Esto… esto no se parece a una oración.
-¡Ah! ¿no? ¿Qué es una oración...? ¿Qué es? ¡¿Qué es una oración?!
¿Seguir el protocolo oficial de una bendición de religiones, gurús o patriarcas inmolados? ¿Todos muertos ya y sepultados? ¿O quizás la oración sea un momento desencarnado, en el que sacamos el alma a pasear -con una historia de amor-, para tratar de... de contactar con lo más grande de lo grande de lo grande, que algunos llaman Dios?

Claro, ciertamente, ciertamente hay que ser valiente para decir: “¡Dios mío, estoy hasta los huevos!” , porque temes que te castigue. Dios, ante esa expresión, normalmente se ríe... Vamos, me consta... Pero me consta totalmente. Muchos años ya de experiencia.
Entonces, no digan esas palabrotas, ¿verdad?, porque se van a reír de ustedes. Y que Dios se ría de uno, es grave… porque se le ocurren cosas… ¡Ahhhh! ¡Y es de un ocurrente...!
¿Y si… y si esta semana nos proponemos no ganar?
Y mientras, una historia de amor. Y... y... y nos sentimos perdedores pero... contentos.
-Hombre, ¿contentos? Alcorcón 4, Real Madrid 0. ¿Es que puede haber alguien contento después de eso? El país está de luto… Alcorcón… nadie sabía dónde estaba eso…
A ver si vamos a tener que recurrir -mientras transcurre la historia de amor-, al famoso chiste de que: “Me encanta perder, porque ganar debe de ser…” Increíble, increíble.
Pues sí, podría ser una semana interesante para no aspirar a ningún triunfo; a ninguna ganancia. Y no sentirse derrotado. Antes hemos dicho: “Derrotados pero contentos”, pero, como parece ser que… por el ejemplo del Alcorcón, no están muy contentos -los que perdieron, claro, ¿verdad?-… Aunque hay otros equipos que están acostumbrados a estas cosas y ya… “los pupas…” no sufren. Hay un equipo que se llama “El pupas”, que tiene hasta pus, últimamente. Se llama “Atlético de Madrid”. Lo digo para que los perdedores sepan lo que es bueno. Perder y perder… así, ¡a lo puro macho!, con pus y todo. Ya te gusta, ya… te encantan las escaras y las costras… Y si un día ganas, ¡te da una pena!... por el otro. Dices: “Pobrecillo, lo mal que lo estará pasando… Lo mal que lo estará pasando” . Pero, ya tienes experiencia, claro. ¡Lo que se aprende en el fútbol orante, eh!, ¿verdad?
Y alguien dirá: “Bueno, eso del fútbol orante me parece un sacrilegio... una... una barbaridad…” Pero Dios también está en el fútbol, también… sí… ¿No dice todo el mundo que Dios está en todas partes? ¿Por qué no va a estar en el fútbol? Claro…
Y mientras, una historia de amor.

Yo sé que se están poniendo nerviosos. Están esperando que les cuente algo de una historia de amor… Y estamos ahí entre los que ganan, los que pierden, los que pierden, los que ganan… ¡Madre mía!
Pues, que sepan -que sepan-, que el Vaticano -el Vaticano- ha solicitado -y ha sido aceptado- participar en el Comité Olímpico Internacional. El Vaticano. Como estado, claro. No sabemos en qué modalidad van a participar, si en la carrera de sotana corta, sotana larga… No, no sabemos. Pero ahí están, ahí están.
Así que pronto escucharemos: “Papa”: 1, “Fontana de Trevi”: 0…
¡Ayyyyy....!
Cuando, dentro de esta cultura tan vulgar -lo he dicho suave, ¿eh?: vulgar-. Cuando dentro de esta cultura tan vulgar nos planteamos, desde el punto de vista orante y Divino, el ganar o perder, pues parece que ganamos cuando Dios nos escucha y atiende nuestras súplicas. Y, parece que perdemos, cuando Dios no nos escucha, o nos escucha y se hace el sordo, o el sueco, y no atiende a nuestras súplicas. Ciertamente, según sondeos realizados en numerosos países, parece ser que, o bien es sordo, o bien es sueco. Dios, me refiero.
No sabemos si preferirle sordo o sueco.
¡Ay! Seguro, seguro que si fuera un Dios antropomórfico, diría: “Pero qué barbaridades estáis diciendo… pero yo no soy ni lo uno ni lo otro. Yo soy de Budapest”. ¡Coño!, qué sorpresa, ¿no?, ¿te imaginas? Ni sordo ni sueco, de Budapest… del Este…
-¿Del este? ¡Oh!, qué interesante… por allí sale el sol, me parece… y se oculta por el oeste… y en el norte hace frío y en el sur hace calor… Bueno, depende en dónde estés…
Y mientras tanto, una historia de amor.
De verdad… de verdad.
¿Y qué hacer, qué hacer con tanto fracaso? Porque fracasaste en la primaria, fracasaste en el bachillerato, fracasaste en los estudios superiores, fracasaste como empleado, fracasaste como amante, fracasaste…
-¿Sigo?
-Sí.
-Fracasaste como machote, fracasaste como matahombres, fracasaste como madre, fracasaste como padre, fracasaste…
-Pero, ¿no era perdedor?
-¡Ah!, bueno, sí: Perdiste como madre, perdiste como padre, perdiste como tío, perdiste como abuelo…
-Bueno, bueno, bueno, bueno, bueno… no todo fue… perder…
-¿No? ¿En qué, en qué ganó?
-¡Hombre! Gané, gané, gané, gané, gané… pues… gané, gané… Es que no me acuerdo ahora… Pero sí, hombre, hombre. Fíjate, ya me acuerdo, si no fuera por tu madre, tú no estarías aquí…
-¿Y qué? ¿Y qué ganamos con eso? ¿Qué ganamos con eso, los tres? ¡Nada!

Y mientras tanto, de verdad, una historia de amor. ¡Qué cosas!, ¿no? Es como si una serpiente se insinuara y pasara entre dos orillas. ¿Será el monstruo del lago Ness? ¿Será, como hemos dicho antes, el Espíritu Santo? ¿Será realmente una historia de amor?
Pues, probablemente -probablemente-, el hombre se debate entre sus triunfos y sus fracasos. Y mientras, transcurre una historia de amor... Parece que no he aclarado nada, pero sí, sí, sí, sí. Sí, sí, es importante porque ahora ya ha quedado claro. Lo repito:
Quizás el hombre, probablemente, oscile entre los éxitos, los triunfos y los fracasos. Y mientras tanto, entre medias, transcurre una historia de amor.
- ¡Oh! ¡Voilá… voilá… voilá, voilá! -Que no significa volar, significa como “Eureka”, en francés, ¡oh, voilá!, pero más elegante-. Claro, claro, claro, claro; lo importante no son las orillas, sino el cauce: una historia de amor.
Las orillas son el perdedor y el ganador.
Lo importante no es la cuenca, es lo que lleva la cuenca: Una historia de amor.
Lo importante es que, el sentido orante de la semana, nos incita a buscar nuestra historia de amor.
Lo importante es que no podamos quedar entretenidos y atrapados en dos pinzas mortales, como es la orilla de la ganancia, del triunfo, y la orilla del perdedor.
Lo importante es beber el agua del cauce que transcurre a través; rozando suavemente a los ganadores y perdedores, para que abandonen la orilla y se sumerjan en el caudal. Y mientras tanto, una historia de amor.

¿Cuál es mi historia de amor?
AMOR con mayúsculas, todas las letras.
Que se… que se expande en todas las direcciones.
Que no sólo -obviamente- es el amor como pareja humana o como familia o como amistad… No, no, ¡en todas sus inmensas facetas!
¿Cuál es su historia de amor?
¿Quiere usted dejar de ser un fracasado?
¿Quiere usted dejar de ser un ganador, que fracasará?
Acójase a su historia de amor. Recupere su historia de amor.

DIOS ES UNA HISTORIA DE AMOR.
Cada vez que contemplo un amanecer, se despierta una historia de amor.
Cada vez que contemplo un anochecer, me voy con ella.
¡Ay...! ¡Adiós triunfos, adiós fracasos!
El cauce, por vericuetos me lleva.
¡Adiós éxitos, adiós fallos!... ¡Pérdidas…!
Por los meandros, las cataratas y las cascadas, me deslizo,
burbujeante, espumante.
Una historia de amor, de agua, de vida, me lleva.
Ya no soy “ser de orilla”, ¡ni de una ni de otra!, impostoras eran.
Me enseñaron a atravesar el Gran Torrente, ¡cuando debería ir en el Gran Torrente!
¡Me enseñaron a ir de una orilla a otra!, cuando en verdad,
debería ser el fluir de ese líquido de amor ardiente.
¡No más desafíos de una orilla a otra!
Soy una historia de amor ¡viviente!
No solamente la historia de amor que esté viviendo sino que...
¡YO SOY UNA HISTORIA DE AMOR!
¡Y no me había dado cuenta!
A pesar del agua que me embarga diariamente.
¡Y no me había dado cuenta!
Que, como historia de amor, entonces pertenezco a la Divina Creación.
Mientras, había vivido afanado en atravesar el Gran Torrente
y llegar exhausto a una orilla o a la otra.
Y yo... ¡era una historia de amor!
Y además, ¡participaba! en una historia; ¡en historias de amor!
Con sus cuentos, sus poemas, sus fantasías…
Puedo, puedo asumir con dignidad y con criterio, que soy una historia de amor.
Y, con ello, pertenezco a la Divina Creación.
Y voy a hacer uso de ese sentir.
Y voy a caminar, cada día de los que vienen, con la sonrisa propia del enamorado,
con la alegría natural del descubridor,
con el embrujo innato de EL GRAN ENCUENTRO.
Con el sortilegio de la “suerte para siempre”.
Ya no tengo que apostar, ya no tengo que jugar.
Soy una historia de amor ¡viviente, ardiente!
¡Pertenezco al Gran Torrente!

Soy un divino hacedor de historias de amor.
No, no. No puedo dejar que ni un instante de mi vida
se convierta en una vulgar expresión.
No. Ha de ser bella la expresión,
elegante la intuición,
bonita la dedicación.
¡No me puedo olvidar de nadie!
No puedo pensar por nadie.
Amor soy yo. Y todo lo que amo y todos los que me aman.
Que son muchos más de los que pienso yo.
¡No, no cabe en el Gran Torrente una expresión de vulgar ocasión!
Que Dios se alegre, pero que no se ría de mí.
Que sin duda, me inspire,
al saber que soy consciente de que una historia de amor soy yo
y que, en mi caminar, realizo historias de amores.
Y que, en la medida en que lo incorporo
y lo realizo al andar, al vestirme, al comer, al hablar, al pensar…
¡Y NO TRAICIONO NI UN ÁPICE MI FIEL ENTREGA AMOROSA!...
En esa medida me siento en Dios. Me siento en Divino.
Me siento en la mística presencia del Misterio.
¡¡No necesito respuestas!!... ¡Aleluya!
¡¡No necesito deducciones!!... ¡Aleluya!
¡No, no, no necesito razonamientos!... ¡Aleluya, aleluya!
¡No, no necesito explicaciones...! ¡A-aleluya!
No, no necesito que me comprendan… ¡Aleeeeluyaaa!
¡No, no necesito que les parezca bien o les parezca mal!... ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
¡Soy una historia de amor viviente!
Y hacia el amor digno y sediento y ardiente,
que reclama el Dios ferviente, ¡hacia él voy!
¡YA! ¡AHORA! Y NO NECESITO ¡NADA!
Puedo ir con muchos,
podemos ir muchos juntos.
Puedo ir yo solo.
No me asustará la soledad.
¡Aleluya!

Hoy, puede empezar una historia de amor real y de verdad.
Aleluya.
Ámen
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