lunes

Lema orante semanal

PRECAUCIÓN. DECLARACIÓN. CAMBIO.
7 de diciembre de 2009


El año 2009 tiene como lema “la desesperación”. Y..., probablemente, se encuentren a lo largo de los once meses que han trascurrido, muchos elementos y circunstancias que han llevado a los seres hacia puntos desesperantes.
Culmina ahora, en este mes, y toda culminación tiene su..., su momento álgido. De ahí, seguramente, la llamada orante de “la precaución”. Cuando parece que todo está culminado, aún queda mucho por culminar.

La precaución no implica inseguridad, ni miedo, ni timidez..., implica precaución. Es decir, ser mínimamente precavido. Hasta los refranes lo dicen: “Un hombre precavido vale por dos o por tres”.
¡Precaución!: “Toros Bravos”. Pues no entres así de repente, ¿no?
¡Precaución!: “Hombres feos”. Ya sabes que te puedes encontrar con cualquier cosa.
¡Precaución!: “Políticos buenos”.
¡Precaución!: “Engaños a granel”.
O sea, que, ya, a veces nos avisan...:
¡Precaución!: ¡Alto voltaje!.
¡Precaución!: Energía nuclear.
¡Precaución!: Paro.
¡Precaución!: Banqueros. Si ponen un cartel que pone: “Precaución banqueros”, tengan mucho cuidado. Porque seguro que salen con alguna hipoteca, o alguna cosa, ya puesta.
En realidad se ha creado un clima de humanidad en el que cualquier precaución es pequeña y eso induce, como decíamos hace un instante, a que se pueda producir un miedo ¡mayor! del que ya hay, una timidez mayor de la que ya existe, un recelo, una desconfianza.
Pero ahora, el sentido orante nos avisa que esta semana estamos en el mejor momento para “precavernos”, para ser “precavidos” ante determinadas cosas.
¡Precaución!: “Escalera resbaladiza”. Entonces, busca, uno, otra que no resbale, ¿no?
¡Precaución!: “Novias y novios fáciles”. Aquí cada uno puede sacar la conclusión que quiera. Pero que conste que se les ha avisado.
¡Precaución!: “Dios es raro”. Entonces a la hora de orar sean precavidos, no empiecen a pedir ya el aguinaldo, la cesta de navidad, porque es “tan raro” que a lo mejor, como decían antiguamente, nos trae carbón, pero no piedras de carbón, sino que nos tira piedras de carbón.

También podríamos decir: ¡Precaución!: “Dios anda suelto, de nada sirve refugiarse”.
Seguro que más de uno, de ustedes, pensará:
-¡Hombre! ya con todo lo que ha pasado. ¿verdad?, hemos cubierto el cupo.
-¡Ja! O no, o no. ¡Lo que puede caber en un cubo! ¡Madre mía!
De ahí la precaución, para no meter el pie en el mismo cubo donde tienen metidos el pie, otros. Cada uno se encuba como puede.
De seguro que esta semana, habrá ocasiones, motivos, ofertas, facilidades, todos los elementos necesarios para “picar”. ¡Precaución!.
Insistimos en que es una precaución sin miedo, con seguridad, con certeza, con ¡cuidado!, con prudencia..., que no solo consiste en defenderse ante un posible ataque sino que es, simplemente, no cometer equivocaciones, o errores, o fracturas que son muy propicias este mes, de este año.
Y estando culminando, un año marcado por la palabra “desesperación”, enmarcado con la palabra “crisis”, llenos de falsos y más falsos cambios climáticos, ahogados por la opulencia de los pobres bancos y cargados de decisiones políticas verdaderamente desesperantes, aquí y fuera... Ante todo eso, y ahora, de seguro que los seres habrán evaluado su aguante, valorado su posición, tanteado su seguridad, analizados sus amores, porque ante tanta turbulencia es menester proclamarse, decirse a sí mismo: ¿“quién soy”? -ante la confusión, no vaya a ser que me confundan. No vaya a ser que Dios me tome por aquél y se me caigan los pelos del pubis-.
En consecuencia, sería –como sugerencia orante- que… que cada ser hiciera una declaración. Sí, se declarara en lo que es, en cómo es, en todos los asuntos pendientes. Los momentos desesperantes..., o cercanos a ello -con la crisis de marco- son los momentos de clarificación, de limpieza de lo ¡anterior, de vacío de residuos, de prepararse para lo que pueda venir, con recursos, con medios…!
Una verdadera declaración de motivos, de intereses, de afectos, de posiciones…

Como el que se declara cuando… se siente enamorado, y saca lo mejor que encuentra, y se muestra de la mejor manera. Pero para ello, necesita… limpiar, quitar, arreglar, acomodar todo lo que tiene desproporcionadamente… “arrumbrado”.
Cuesta, sí, cuesta un… un ligero esfuerzo…, el declarar lo que… lo que no se sabe; el declarar lo que se ha ocultado; el declarar… lo que no se quería -que se supiera-; el declarar lo que ya pasó y qué más da…
- “Si le maté tan sólo hace cinco años. Ya ¿qué merito tiene decirlo ahora? Eso en su momento, pero ahora ya….”
-“Ya, pero….”
-“No, eso ya está pasado, ya se me ha pasado”
Sin duda, cada ser hace su declaración como crea que debe de hacerla. Ante sí mismo; ante varios; primero ante este, luego ante aquel, luego ante el otro… Si todo ello sirve para que cada cual sepa quién es, y los demás también, ha merecido la pena estar en el precipicio de la desesperación y en el marco de la crisis.
Todo ello va a suponer –de producirse la precaución y la declaración- un cambio. Pero un cambio –y eso es lo más significativo del mensaje orante de hoy- un cambio que NO TIENE RETROCESO. Porque la mayoría de los cambios ocurren un día, dos, tres… y luego se vuelve de nuevo al mismo riel.
No, en el marco de crisis desesperante y en el tiempo que culmina, si en precaución estamos, sabremos reconocer nuestra declaración y los consiguientes cambios que van a ocurrir por parte de uno y por parte del entorno. Y, al menos, nos vamos a sentir en NUESTRO SITIO, no fuera de onda. No. En nuestra onda. En nuestra onda, que sea capaz de sintonizar otras ondas, que sea capaz de entrelazarse con otras perspectivas. En nuestra onda, donde nos identifican, donde nos conocen, donde ¡saben! lo que somos. Y no seguir en el juego peyorativo y… y a veces lascivo del silencio, la ocultación sin palabras… siempre en la retaguardia, en la trinchera.

Las declaraciones –como su propio nombre indica- ¡aclara!, porque el ser da claridad a su identidad, da luz a su estar, a su pensar y a su hacer. Así sabemos con quien estamos.
Y hay que quitarse ese viejo prejuicio de que nos van a juzgar, y nos van a condenar, y nos van a castigar por cómo somos. No. Hombre, seguramente no nos hacen una fiesta. No, seguramente no, pero… se agradece. Pero se agradece muchísimo… el que los seres se declaren en cómo son. Aunque sus declaraciones, algunas, no nos agraden o nos incomoden o nos “corajinen”... Se agradece. Pasado un instante, se agradece. Porque ahora si entiendo, porque ahora sí comprendo tantos momentos oscuros, tantas circunstancias incomprensibles, tantos momentos pasados y dejados pasar… que no se entendían, que no se comprenden. Y que vas dejando y vas dejando, y lo que va haciendo es oscureciendo y oscureciendo la relación, haciéndola cada vez más opaca, menos transparente, menos… incentivada, menos cálida. En definitiva, desenamorada.
Por eso se agradece que, aunque la turbulencia sea incómoda, cada cual con su declaración puede reacomodarse y saber que va a empezar un cambio, un cambio de verdadera dimensión, sin marcha atrás. Un cambio de los que hace lo Divino cuando entra en nuestras almas y nos escudriña por un instante. Un cambio de los que se producen cuando sentimos el halo del Amado que, sin querer, nos ha rozado. Un cambio que ¡nunca! se olvida.

Una actitud de precaución, de declaración y de cambio en el Nombre de Lo Eterno, en el Nombre de La Creación. Y bajo ese Nombre, nada se puede ocultar… y todo se puede cambiar.
Es momento propicio, es un instante esperado: detenerse al borde del desespero para… ser lo suficientemente precavido, y con ello declararse en lo que se siente, en lo que se es y en lo que uno sabe que debe de expresar. Y ver en el horizonte de cambio, en el “Nombre de”. Y que todos nos podamos mirar sin rehuir la mirada.
Puede ser el momento esperado.

Ámen.