domingo

Lema Orante Semanal

 

RECLAMO ORANTE

26 de octubre de 2020


Y cuanto más se enzarza el desasosiego social, comunicador y de relación, más se afianza la razón del combate, la actitud de la contra, la perseverancia en el dominio…, y más humanidad arraigada, que no asume variables que no sean las que impone la autoridad.

En ese estado de… “estar”, la Llamada Orante queda relegada, y… hoy, nos reclama que es justo cuando más, más, más necesitamos de ella.

 

La capacidad de poder que ha desarrollado la especie humanidad es asombrosa. ¡Asombrosa! Sus recursos destructivos son… casi ilimitados. Y sus intenciones de control, dominio y manipulación se han generalizado. Y cada cual procura, con su estrategia –salvo excepciones-, llamar la atención, imponer su criterio, reclamar caridad, imponer actitudes, pasearse egolátricamente con la impunidad…

Y cada cual va aduciendo sus… formas: el “yo soy así”; el “ya cambiaré cuando tenga, cuando logre, cuando alcance…”.

 

El Sentido Orante, en su perseverancia, nos reclama el abandono de esas estrategias. Nos reclama nuestra consciencia de Universo. Nos reclama nuestra convivencia consentida –con-sentida-. ¡Nos reclama nuestra capacidad solidaria! Nos reclama… nuestro ¡origen Creador!, de las mil y una forma que se pudo hacer, realizar o concretar. ¡Nos reclama que todo ello es “ama-necer”! ¡Es nacer continuamente gracias a la fuerza del amor!... que el hombre también quiere poseer, tener, controlar, dominar… Y lo institucionaliza a través de leyes, contra-leyes… Prostituye su ideal, sus ideales, y los convierte en esclavos de la impunidad.

 

Ciertamente, consciente es… la Llamada Orante, de su débil vibración. ¡Es enorme en su intención! ¡Es infinita en su Amor! Pero la humanidad, ¡desconfiada, exigente e impositiva!, apenas si escucha; apenas si aprende. Y busca y encuentra refugio en su ego-idolatría, camuflada de miles de formas… totalmente egoístas.

 

Pero parece resultar casi imposible que el ser se replantee su forma, manera y actitud del “estar”; del estilo de vivir.

Y han pasado… –¡ay!- ¡han pasado enviados, avataras, santos, ritos, liturgias, religiones, filosofías, humanidades, civilizaciones!… con sus mensajes.

Y pareciera… –y evidente también resulta- que nada de eso hubiera ocurrido. Pareciera que ningún profeta habló o dijo o escribió. Pareciera que la excepcionalidad, lo imprevisible, lo inesperado, lo milagroso, nunca hubiera existido.

Allá… sí, allá, a lo lejos de la consciencia, reside el reclamo, ante… ¡lo que no se pueda lograr!, de orar para pedir, casi exigir, y culpabilizar, por supuesto, a la Creación, a lo Divino, a lo… –como se le quiera llamar- de todas las penurias que tiene el ser. ¡Por una parte se reclama el libre albedrio de hacer lo que el ser considera oportuno! Por supuesto, sin consultar con el abrigo divino –“sin consultar con el abrigo divino”-.

Veleidades de poder, vanidades de autosuficiencia… que algunos tienen la suerte de que se les aclara de golpe, para que se vea otra realidad.

 

Desde la infinitud… vibrando está la Oración.

Desde la infinitud… actúa con su sutil predicción.

Mientras desde la inmediatez de la actualidad… el ser se debate en sus contrariedades.

 

La Llamada Orante nos sugiere, sutil pero rigurosamente, el no caer en la fácil repulsa o en el fácil consentimiento. El escuchar lo que el Misterio Creador sugiere, dice y expresa cuando nos Contempla, cuando nos Medita, cuando nos Ora.

Que ese alimento transfigure nuestra presencia, configure nuestra percepción, aliente nuestra ilusión.

 

Hay que disponerse bajo la grandeza de nuestro origen, mantenimiento y presencia, para así saberse adaptar, ¡sin renunciar!… a los proyectos de ideales que sugiere la Providencia.

 

Y cada vez –como si fuera o se tratara de una carrera veloz- los obstáculos se hacen más manifiestos, y los recursos para eludirlos se hacen más humanos y menos animistas, y muy menos espiritualistas. Con lo cual se pasa a engrosar la masa vulgar del “usar y tirar”.

Y la humanidad se usa y se tira con total impunidad y frivolidad; sin ninguna belleza.

 

Y ahora la Llamada Orante se nos presente como un aviso de flash que pretende deslumbrarnos para obtener de nosotros la mejor imagen, para que se geste en cada ser su mejor versión, y saberse ligado a ese flash Creacional, desde lo Infinito.

 

Por una parte, la humanidad se siente vigorizada, supremacista y dominadora de la vida y el vivir. Pero por otra parte se siente amenazada, desconcertada, asustada… por el dominio que el hombre ejerce sobre el hombre; por la constante y perseverante actitud de controlar y vulgarizar lo cotidiano, quitándole todo sentido… de ánimo, de ánima, de humor, de amor –por supuesto-, que tiende a convertirse en una moneda: nueva, vieja o mediana…

  

Decía la plegaria: “Nuestro auxilio es el Nombre…”.

 

Pero si eso se modifica… y nuestro auxilio se convierte en el dominio alternativo según momento, circunstancia e incluso época, entonces estaremos siempre vendidos al mejor postor, al más hábil y al más dominador.

 

El Sentido Orante nos reclama que, a la hora de acudir a los “plastificados” remedios de la índole que sea, el ser debe imbuirse, antes, de su posición de Infinitudes, de Universos…

 

Las noches pretendían, con los sueños, inmiscuirse en las profundidades de la consciencia, animar la Eternidad de la vida, y ofrecer la vigilia del amanecer… como el mejor regalo de cuido, de afecto, de ¡referencia grandiosa!

Pero la consciencia ordinaria ve el sol como una reacción termonuclear, ve las estrellas como un producto de un gran disparo: Big Bang. Parece que se ha agotado la capacidad de imaginar, esa que nos hizo designar inspiradoramente el nombre de estrellas, galaxias y constelaciones –que aún permanecen “por aquello de”… pero que en realidad están ya codificadas con números y letras-.

 

Las divisiones y divisiones establecidas para establecer pequeños dominios y posesiones hacen perder la consciencia de Unidad, la consciencia de Universalidad, la consciencia de Creación. Y así, el ser ¡se secuestra a sí mismo!… y se declara autosuficiente. Y cada uno, con el “así soy yo”, arrasa su medio, su circunstancia… Y muchas veces, sin darse cuenta. Y otras muchas, sin querer darse cuenta.

 

Quizás sea la hora, desde el Sentido Orante, ¡de que cada ser asuma la responsabilidad subsidiaria de todos los desastres que hoy ocurren en la vida!

¡Quizás sea el momento de asumir la participación, la colaboración que se hace… a la destrucción masiva de lo solidario, de lo afectivo!

¡Quizás sea el momento –¡sin sentirse culpable, más bien responsable!- de asumir la evidencia de la colaboración en el ocultamiento, en el secretismo, en… la trampa!; ¡en el asegurarse!… mientras los demás queden lejos de mi posesión, de mi idea.

Quizás… sea el momento de asumir la responsabilidad personal, como humanidad, de lo que está transcurriendo, de lo que está ocurriendo en lo inmediato, en lo cercano, en lo semi-lejano…

Quizás es el momento de no evadirse, de no eludir…

Y dejar de culpar y dejar de condenar…, para empezar a construir en base a reconocerse como “participante de un desamor”. Y, a partir de ahí, recogerse en lo Orante, que nos reclama su inquebrantable y providencial asistencia.

Y así, ¡poder suspirar!… por lo bello, lo poético, lo sonriente, “lo siempre posible”, bajo el Auxilio del Misterio Creador.

 

 

 

 

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Lema Orante Semanal

 

NO HAY APARENTE PENURIA QUE NO TENGA SU RESPUESTA DIVINA

19 de octubre de 2020

 

Y habitualmente sucede que, después de un álgido proceso, de una culminación del tipo que sea, el ser, tanto biológica como psicológicamente –para, de momento, mantener para el entendimiento esas dos expresiones- tiende a decaer. Decae, como dando muestras de un gráfico que asciende, culmina, desciende y desciende… mucho, y poco a poco vuelve a ascender…

Lo que nos plantea el Sentido Orante es: ¿Eso es así? ¿O eso es algo que el sentido organizativo, poderoso e influyente de las diferentes generaciones ha ido gestando?

Y es lícito plantearse esto, puesto que existen sistemas vivientes que desde el principio están –cuando se constituyen como tal- en procesos culminantes, y permanecen en la culminación, salvo, efectivamente, acontecimientos ajenos a su organización que perturben seriamente sus estructuras y sus dinamismos.

 

El ser vivo estructuralmente más grande –no solo en tamaño sino en biodiversidad- del planeta, es la barrera de coral. ¿Y saben? Ha permanecido por infinidad de tiempo con un desarrollo evolutivo creciente, fastuoso, impresionante. Cuando se ha venido a deteriorar, no ha sido porque le tocaba deteriorarse, no, ha sido por la acción incidente, destructora, corrosiva y contaminante del ser humano. No obstante, aún se conservan… más o menos importantes barreras que tratan de sobrevivir.

Este macro-ejemplo podría considerarse como una humanidad. Sí, alberga una biodiversidad tan amplia, tan equilibrada, tan dinámica y tan creativa, que bien podría ser el comportamiento de nuestra especie: dinámico, creativo, expansivo, novedoso…

 

Pareciera, cuando se promueve esta referencia, que es inevitable –inevitable- que, al llegar a cierto nivel de expresión, se decaiga a veces hasta niveles muy inferiores, muy vulgares. Incluso se llama a estos procesos “leyes de vida”. Y aun admitiendo el llamado “cansancio”, en el tiempo recuperador no se puede –nos dice el Sentido Orante- caer en la vulgaridad que nos precedió en la ascensión a lo culminante, ¡y mucho menos más abajo!, puesto que ese periodo de descanso es un periodo de recreación, de evaluación, de valoración, de proposición, de propuestas. Luego sigue la culminación. Con otras dinámicas, sin duda, con otras ritmologías, pero no… no con un décalage de “¡ya!”; de frustración, finalmente.

Pareciera como si se hubiera introducido en la especie un ritmo de triunfo y fracaso, y para volver a triunfar hay que partir del fracaso; y para poder estar sano hay que estar previamente muy enfermo; y para poder saborear la paz hay que generar antes, previamente, la guerra.

¿Qué… qué “ley de vida” es ésa? ¿Acaso el sol se apaga por la noche? No. Es la tierra la que coquetea con su referencia.

¿Acaso no es cierto que iniciamos el otoño, y simultáneamente también la primavera?

¡No hay tregua, ni pausa! Hay permanente culminación. Y gracias a eso, el Universo se mantiene, se expresa, se muestra. Diariamente, los observadores astronómicos, astrofísicos, nos cuentan novedades tan impredecibles como decir: “Es que esto no podía ocurrir”, como recientemente la eclosión o la comunión de dos agujeros negros que produjeron una onda gravitacional hace millones de años, y ha llegado por aquí. No, eso no podía ser cierto.

Pues lo es.

El hombre, en su minúscula consciencia, cuando enfoca el “saber-poder”, pretende –y lo consigue, pero por represión-… consigue establecer leyes, mandamientos, ordenanzas; y a la vez que es sapiens se considera ¡salvaje y brutal!, porque afirma que si no es así… no se podría vivir, no se podría estar: ¡sin leyes, sin normas, sin artículos! Por eso les sorprende, a los astrofísicos incluidos –que deberían tener, se supone, una imprevisible capacidad para el asombro-, les sorprende que ocurra algo que no estaba previsto, que desafía las leyes. ¿Qué leyes?

Sí, es cierto, existen algunos ritmos y variables. Pero, aunque mucho se enfatiza sobre el origen del Universo “por-que-sí”, cuando se plantean las situaciones del todo, no… no cuadran.

Un solo detalle, ya que se menciona la astrofísica: El Sentido Orante nos recuerda que todo estaba previsto einsteinianamente para que el Universo se expandiera, pero luego existiera una fuerza de contracción y se mantuviera un equilibrio. Una magnífica ley para quedarnos todos tiesos como una estalactita o una estalagmita. Un modelo… ¡guay!

Pero el modelo “guay” de estatismo, aunque admitiendo que se expande y se contrae, se ha deshecho. Sí. No hay manera de encontrar suficiente fuerza o energía centrípeta o de contracción. No hay manera de encontrarla. Lo único que se expresa es una expansión cada vez más fuerte, cada vez más exponencialmente veloz.

¡No cuadra con la ley!

Si teníamos entre la humanidad leyes todavía más controvertidas: en la guerra, matar a un enemigo o a enemigos te supone una medalla, una medalla en el pecho, una condecoración. Pero cuando llega la paz, si matas a un enemigo te supone la cárcel, cadena perpetua o ejecución.

Y dices: “¿Pero el hecho ha sido el mismo, no?”.

Ya, pero en un caso era la rabia, la patria, la defensa, el ataque… Y en el otro caso era ya como muy así, que, que, que… que no… que sí.

Probablemente –probablemente-, si se pudieran reciclar los asesinos que en la cárcel están, si se pudieran reciclar y llevarlos en el tiempo a épocas de guerra, serían unos héroes.

¡Qué cosa!, ¿no? ¿Cuál es la ley?

El Sentido Orante nos… palpita, ¡sin leyes!

Necesitó Moisés unas tablas, para darles unas leyes que nada suponían de novedad. ¡Pero hay una particularidad! Hubo dos oportunidades. En la primera, nunca se supo cómo eran las leyes. La soberbia y vanidad de Moisés –según cuenta la historia- las estrelló contra el vellocino de oro. Luego tuvo que volver, y entonces ya le dieron unas tablas de baja calidad. Sí, sí, tablas que ya conocía todo el mundo.

No fueron novedad. El “amarás al Señor con toda tu fuerza”… ¡ya se sabía! El “no matarás”, el “no codiciarás los bienes ajenos”, etc., ¿qué aportaban?     

Hoy se sigue venerando como “La Ley”.

Sería curioso ver quién fue… –no por señalarle- sería curioso saber quién fue el primer hombre que inventó –inventó, no; “invento” es algo-, que le dio por dominar a la Creación, al Misterio Creador, a lo Divino, y empezó a hablar de “leyes divinas”.

¿En serio creen ustedes que –así, entre nosotros- Dios tiene leyes? ¿Es un jerarca jurisprudente que va señalando articulados…? Como hemos visto en una minuciosidad pequeñísima, esta Creación nos ofrece un tremendo chasco a nuestra sapiencia: ¡nada sabemos! Las leyes se pulverizan.

Al referirse a la Creación como “el Misterio Creador”, se le muestra en estas palabras –“Misterio Creador”- como algo que está fuera de nuestra consciencia. Pero, atención: fuera en cuanto a la sapiencia, pero muy dentro en cuanto a la vivencia.

Esto nos da… un sentido liberador. No recurrimos a las leyes.

Escuchamos el sentir, percibimos el fluir de las casualidades, las sorpresas, los imprevistos, los inesperados, las suertes…; el desarrollo de la bondad, del respeto, de la convivencia, de la creatividad permanente. ¡Nada de ello obedece a leyes! Todo ello es producto de inspiración; ¡de inspiración de Creación!

De ese AMAR que nos hace NACER, que nos da el despertar vigilante… luminoso.

 

Incorporar la permanente creatividad expansiva y novedosa de cada vigilia, de cada amanecer…; y descubrir, en el aparente… –“aparente”, pero hay que estar en esa actitud- descubrir, en ese aparente momento de repetición, que no es tal repetición, que hay detalles, muestras, imágenes…; y con la actitud de sabernos en otro lugar del Universo, en otro momento de la escalada amorosa…; y sentir que todo ello nos… ¡implica!... es bondad Creadora.

Es… complacencia novedosa

Es… Piedad incesante que se renueva cada instante y que nos da la trascendencia.

 

El Sentido Orante nos muestra, con nuestra actitud y atención correspondiente, cómo el aroma del día es distinto, cómo las consciencias tienen otro despertar, cómo la actitud de imaginación, de escucha… es diferente.

Contemplando nuestra posición, nos damos cuenta de nuestras variables. Esas que nos hacen ser permanentemente creativos. Esas que nos llevan a situaciones en las que, en teoría, ¡no sabemos qué decir!… Pero sí debemos saber dónde buscar, dónde preguntar.

Porque no hay aparente –“aparente”- penuria, que no tenga su respuesta divina, adecuada al momento, adecuada a las circunstancias.

 

Lo Eterno, en su infatigable cuidado, atención y… aureola hacia la vida, no la somete a un callejón sin salida. La apura, sí, la corteja, la aprisiona, la lleva al precipicio, pero no la empuja. Y si lo hace, no deja que se golpee en la caída.

Por ello, al sentir esa consciencia de innovación, cada día, sabemos que cada circunstancia que nos pueda desbordar o inmovilizar tiene su respuesta adecuada. Y la buscaremos y la encontraremos, porque nos encontrará.

Ciertamente, siempre y cuando estemos en esa disposición.

El dicho decía: “Dios aprieta pero no ahoga”.

 

El Misterio Creador, desde su profunda oscuridad, nos… ilumina. En su Sentido Orante nos… aclara.

Y es su afán recogernos en brazos, ser un embozo de nuestro ser. Y así, sentirnos recogidos, auxiliados, cuidados. Y consecutivamente tener esa actitud libertaria. Como el niño cuando juega, salta y corre: no es consciente, sin duda, del arrope del padre o la madre, que están pendientes de alguna contingencia, pero así es.

Cuando el ser llega a la madurez, va siendo progresivamente consciente de que sus juegos, sus saltos… están custodiados por un Misterio Creativo, por una Inspiración amorosa.

¡Y en sabiendo esto!, el ser se mueve como aquel infante. Pero ahora lo hace con la consciencia de que encontrará lo preciso, se expresará en lo novedoso, creerá en sus recursos, buscará y le encontrarán.

 

 

 

 

 

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Lema Orante Semanal

 

UN ESFUERZO LIBERADOR

12 de octubre de 2020

 

La Llamada Orante nos llama a remodelar nuestra actitud, posición y estilo.

“Actitud, posición y estilo”.

La actitud que se tenga ante el convivir diario. La posición que se corresponda según cualidades, capacidades, necesidades. Y el estilo: ese estilo que nos permita estar en la vibración de la belleza, en la vibración de lo amplificado, en la vibración de lo amado.

 

Y esta Llamada Orante en ese sentido, constituye un instante, un instante de CONVERSIÓN. Sí, una conversión que nos haga tener otras versiones-visiones de lo acontecido, de lo que acontece, y nos posicionemos bajo otra dinámica.

 

La especie, en su grupo dominante y conquistador, colonial y manipulador, estaba en una posición que culminó su capacidad de control. Y he aquí que el estilo de vivir dominante –insisto- colonial, impositivo, manipulador… pero que es el que lleva el ritmo y marca las secuencias de la especie de forma genérica, general –al decir de ahora, “globalizadamente”-… pues bien, ese estilo, esa manera, bajo unas circunstancias aún por aclarar, introdujo variables –variables de convivencia, siquismo, animismo, economía, sociabilidad-… variables que dieron como resultado una evidente y constatable obediencia.

Tanto es así que la definieron como “Nueva Normalidad”.

Y estamos hablando, no de María, Antonio, José… No. Estamos hablando de la especie, de la parte de la especie dominante… que, en su afán por el dominio de la propia especie, por ser ésta la más agresiva, la más violenta, la que tiene más capacidad de conquista y de manipulación… pues bien, todo esto se pone al servicio de esa “nueva normalidad”.

La mayoría de ese espectro que está bajo el orbe de lo globalizado, responde obedientemente. Repetimos.

Esto da una muestra de que las medidas que se han desarrollado como consecuencia de la evolución del estilo de vivir de la especie, han dado resultado: un mayor dominio, control, manipulación y rendimiento de la especie y, en consecuencia, de todo lo que la rodea: religiones, economías, sicologías, convivencias, costumbres…

 

El Sentido Orante no obedece a las consignas de humanidad, sino que es expresión de los designios del Misterio Creador.

No se doblega, ni se le puede vencer ni se rinde. Y con la complacencia de su Amar… llama a aclarar las nuevas situaciones, para que el orante se posicione… tenga una actitud… y desarrolle un estilo.

 

La actitud del orante, según la llamada que hace la oración, ha de ser una actitud de confianza plena en el vivir. “Confianza plena en el vivir”. Y el vivir supone asumir, la vida, como un acontecer que tiene recursos, medios, capacidades para permanecer.

Así nos lo ha hecho saber la evolución de la especie.

Amén de nuestras capacidades estructurales, funcionales, biológicas, medioambientales, con recursos más que suficientes para permanecer, además, se añaden los recursos que la propia especie ha gestado para mejor adaptarse, mejor rentabilizar su actividad, mejor nivel de libertades, convivencias etc.

Todo ello ha posibilitado las evidencias de que la especie, en su permanencia, expanda su presencia… y se posicione ante la vitalidad –o vida en sí- como algo ILIMITADO.

Esta situación nos posibilita, posibilita al orante –desde la óptica de su enseñanza, desde la óptica de su medio o de su posición media como intermediario sanador-, le capacita, insisto, para saber… y confianza plena en lo que hay, en lo que somos.

Ese camino hacia una conversión, no hacia una “nueva normalidad humana”. Una conversión que nos libere del yugo del consumo, del maltrato, de la separación, de los prejuicios, de los juicios, de los castigos.

 

Así, con esa actitud, nuestra posición es la de comprensión de lo que sucede. No enfrentamiento a lo que se impone. Una intención liberadora conversa en todo lo que se hace, bajo la referencia del Misterio Creador.

 

Así, nuestra presencia puede ser una referencia bajo otros parámetros: “conversos”, porque se convierten en versiones que se referencian en la Creación, no en los poderes que la especie ha gestado. Los tiene en cuenta. No se enfrenta.

Y así se establece un estilo, una manera de relacionarse, en la que –insisto- sin entrar en conflicto, se es capaz de versionar –dar la versión-… versionar lo que acontece bajo la referencia de Los Divino, con una óptica en la que cada uno se sienta identificado. Y que podamos alumbrar, con otras luces, las situaciones de obediencia ciega, de temor, de desespero.

 

Ese estilo convertidor, esa conversión bajo la referencia de lo Innombrable, nos capacita hacia actitudes creativas, de creativización, de… gestar recursos y posicionarse, sin enfrentarse, a otra perspectiva. Una perspectiva que no sea ¡atacable!, que puede crear curiosidad o sospecha o asombro... pero que no pone en peligro la hegemonía del poder. ¡Ni es su objetivo! El objetivo lo va marcando esa conversión permanente, esa referencia en el Misterio Creador.

No es un combate el vivir orante, es una conversión permanente, y especialmente hoy, ahora, en este tiempo que toca lidiar con el descaro más evidente que muestra el poder. En todas sus facetas.

 

Sin lugar a dudas ni planteamientos ni replanteamientos, esta conversión supone un ESFUERZO… en esa actitud, en ese estar, en ese estilo; un esfuerzo para salirse del orbe de “la gravedad” de lo que pretende controlar, dominar, manipular, esclavizar.

Y el esfuerzo viene dado por todo el estilo vivido anteriormente: acomodado… consumista… violento… ganador… competitivo… racista…

Así que, si queremos salir de esa nube tóxica que impone la “nueva normalidad”, debemos posicionarnos con la actitud y el estilo de conversión. Y eso supone un esfuerzo. Eso nos dice la Llamada Orante. Sin ese esfuerzo, caemos en la órbita gravitacional de lo impuesto. Y caeremos en el aplauso fácil al poder –hacia él-, al haber perdido nuestra actitud, nuestra posición y nuestro estilo, y al haberse sometido a los mandatos de lo prepotente.

 

Y no es difícil apercibirse de que ese esfuerzo que nos transmite hoy la Llamada Orante, no es algo novedoso o distinto. ¡No! Nos lo dice constantemente. Pero ocurre que hoy nos lo reclama, porque está en peligro –por así decirlo- nuestra identidad como Universo, nuestra disposición como servidores, nuestra capacitación como intermediarios.

 

Y en la medida en que nos profundizamos en nosotros mismos… –“en la medida en que nos profundizamos en nosotros mismos”-, encontraremos el auxilio, el cuidado… y la percepción evidente de nuestra referencia: de lo Eterno, de lo Creador. Y esto nos posibilitará ser creativos, mostrar nuevas perspectivas… que no se desconectan de lo que transcurre, pero que versionan, ¡visionan las situaciones de otra manera!

 

Los orantes no son legión. Es decir, no es un esfuerzo en el que mayorías participen, no. Son esfuerzos de “minorías”, que son las que, a lo largo del estudio de la evolución, han demostrado su capacidad de cambiar la totalidad, modificar las tendencias, abrir nuevos espacios.

Así que se base esa conversión en CALIDADES, no en cantidades. Y esa calidad de esfuerzo, que procede de nuestra naturaleza y que se mantiene y se entretiene por el Misterio Creador, hace de ese esfuerzo una complacencia, una actitud de… saberse en una posición y en un estilo que se corresponde con lo que intuimos que nos muestra el Misterio Creador a través de la Oración.

 

La importancia del detalle, el cultivo del afecto, la perseverancia en el compromiso, la fidelidad a los ideales, el cumplimiento de las promesas… todo ello, y más, constituye el ejercicio del esfuerzo. Y, a su vez, su vivencia complaciente.

Y nos refrendamos orantemente, vibrando en ese esfuerzo liberador de esa alquimia de la conversión.

 

 

 

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