lunes

Lema orante semanal

LA HUIDA

9 de noviembre de 2009

Quizás sea un transcurrir o una marcha la que realiza… el ser, en su presencia en este lugar del universo.
Pero en ese “
quizás”… probablemente sea una huida.
Huye de lo que es. Huye de donde está. Huye de los conflictos. Huye de los contratiempos. Huye como... no exactamente como un ave migratoria, que lo hace por instinto…
¿De qué, realmente, huye el ser?
¿Será que huye de Dios?... y de inmediato se lo vuelve a encontrar.
Y sigue huyendo, y vuelve a ocurrir lo mismo.
Dios, en forma de obstáculo, dificultad, persona, animal, cosa, idea, concepto...

Dicen –¡dicen!- que huir es de cobardes. ¿Será ésta una especie cobarde? ¿Eso es malo? ¿O tiene que haber de todo?

Cierto es que, en esa sensación de huir, hay como un morbillo… –“mor-billo”, es decir, morbo pequeño- un morbillo de que me he escapado. Me he escapado… Me he escapado… ¡Mira qué mala suerte que el planeta es redondo! ¡Vuelvo al mismo sitio otra vez!
Unos huyen de su pasado. ¡Otros huyen de su presente! Otros huyen de lo que sienten…
Pero es como pretender huir de la noche. Llega con su rigor y su magnificencia. Por muchas bombillas que encendamos, sabemos que es de noche.
Y, claro, en la huida, va con síntomas de ansiedad, de un poquito de angustia, un poquito de desesperación, un poquito de insomnio, un poquito de cansancio, un poquito de vejez, un poquito de hartura, un poquito de…
Eso sí, hay que camuflar la huida diciendo:
“No, voy a ver si… me adentro… en un país pobre para hacerme santo”.
¡Pero para que sigan los pobres igual, claro! Por cierto, cien millones… o ciento y pico millones de nuevos pobres, miserables, en este añito que llevamos. Ya hemos pasado de los mil y pico. ¿Qué sería de los santos si no existieran los pobres? ¡No habría santos, coño!
¿Y qué es mejor, que haya santos… y pobres, o que no haya santos y no haya pobres? ¿Quién no ha soñado con curar a los negritos? ¡¡A todos!! Luego uno se da cuenta de que eran muchos. ¿Quién no ha soñado con ir a América –¡América!- a cuidar a los salvajes, ¡a los indígenas!, los cholitos… y ser… ¡el príncipe de Gales! ¡Con traje y todo!
Claro, a lo mejor es que no se tiene la suficiente valentía para resucitar a una anciana moribunda, como es Europa, y entonces hay que ir a la materia joven para así sentirse uno importante, ¡importado!, transportado, ¡¡teletransportado!!... o
abducido –que suena mejor-.
Se huye, sin duda, de la apatía, de la falta de creatividad, del afrontar lo que llega cada día. Unos huyen en avión; otros, en coche; otros, andando; otros… drogando… Luego hay un poquito por ahí con…. La cifra oficial de fumadores de ¡porros!... es de ciento sesenta y seis millones; ¡la dieron ayer! ¡Oye, cómo los cuentan!, ¿eh? ¿Qué sistema emplearán, eh? Así, pero perfecto, ¿no? ¡Nos da la sensación de que son más! Sólo ciento sesenta y seis millones…
Entonces, unos huyen así, con el fragor de la… “Mari-juana” –que no es Mari ni Juana-…
¡Qué vida tan rara!, ¿no? Bueno, rara no. Porque lo raro es original; es nuevo, es sorprendente… ¡No! Es… ¡es una mala vida!
-¿Mala vida?
Sí.
Huir, ya sea con papeles o sin papeles… ¡Porque hay que ver lo importantes que son los papeles! ¡Madre mía!
“Y han llegado doscientos inmigrantes sin papeles”.
Y uno, así, si fuera extraterrestre, diría:
“¿Y han llegado sin papeles? ¿Y qué papeles tienen que traer? ¿Hay que viajar con papeles? ¿Qué papeles? ¿Qué son los papeles?
¿Hay que deforestar el planeta y hacer pliegos y pliegos de papel, y viajar con ellos, o cómo?”
Es una terminología… ruin, cutre, asquerosa, ¿no?
-¿Tienes papeles? ¿Tú tienes papeles?
¡¡Colas y colas de papeles, con papeles y sin papeles!!... ¡Con sobornos, sin sobornos!; ¡con coimas, sin coimas!; ¡con corrupción, sin corrupción!
Unos huyen por delante y unos huyen por detrás; ¡o unos huyen con los pies por delante, y otros huyen con el culo por detrás!
Pero la huida parece… ser, ¡desde hace tiempo!, el deporte planetario de esta especie.

Es de insistir el hecho de que, a veces –¡muchas veces!-, se camufla la idea con… eso que hemos dicho: lo de los santos que buscan la santidad a través de sus sacrificios, sus dolores, y en el fondo son neocolonialistas asquerosos… que no valen “p’a n’a”… sino que… como no pueden sobresalir en su nivel, pues... abusan de los demás.
Pero claro, eso, cuando uno mismo a sí mismo se camufla, pues no se ve; a no ser que topes en el aeropuerto con un sicoanalista, y te vea… y dice:
-Pero tú, ¿de qué huyes?
-¿Yo? No, no. Yo… ¡yo voy a hacer el bien allende los mares!
-¡Ah! Allende los mares… vas a hacer el bien. ¿Te ha llamado alguien?
-Pues no. ¡Voy yo por mi propia cuenta! Para eso yo soy santo. ¡Santo es el Señor, Dios del universo! ¡Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria! ¡Hossana en el cielo! ¡Bendito el que viene… –checo, yugoslavo, español…- en el nombre del Señor!
-¿Todavía existe eso?
- ¡Sííííí, hombre! ¿Cómo no va a existir? ¡Si eso es genético!
-¿Genético?...
-Bueno… Como ahora todo es genético… ¡pues debe de ser genético!

Ése sí que es un pequeño problema, el camuflar y embadurnar tanto la realidad que, el ser, piensa que va de trekking y aventura, ¡y resulta que lo que está es huyendo! ¡Ohhhhh!… ¡Siguiendo la “Ruta del Quetzal”, con Miguel de la Cuadra Salcedo! ¡En busca terrenos indómitos!… De verdad, ¡cuántas chorradas se hacen diariamente.
Pero no son actos creativos, contemplativos, divertidos… No, no; son… ¡atropellos de huída! Y huir y huir y huir…

Y así como el soldado en el fragor de la batalla, cuando ve las cosas feas tiene que huir, y ya si sigue huyendo y le siguen persiguiendo, llega un momento en que ya no puede huir más: “Mira, me rindo”.
- Pues quedas detenido, ¡por Talibán!
¡Claro!, porque aquí… todos los que huyen, son Talibanes.
Antes, no hace mucho… –pero ustedes son muy jóvenes- los comunistas y los rusos eran los malos. ¡Pero eran malísimos!, ¿eh? En las películas… y como hablaban en ruso… ¡eran malos!… ¡¡Buah!... ¡buah!... ¡Buah!… Y los comunistas –¡guau!-, en cuanto se descuidaban, les veías el rabito. ¡Malísimos! ¡Eran malísimos, malísimos!... los Marxistas ésos, Leninistas. Luego Lenin cayó en desgracia… y sólo era un Marxista. Y luego cayó en desgracia el pobre Marx… y se quedaron en Socialistas.
O sea, todo el mundo huye de lo que puede ser algo de veracidad.
Pues eran malísimos, de verdad; ¡eran malísimos! Pero ahora los malísimos son los Talibanes. Que en versión vasca son los Abertzales. ¡Fíjense que suena parecido: Talibanes, Abertzales… Y el justiciero de honor: Baltasar Garzón.
Es como las películas malas del Oeste. Hay algunas buenas, pero… pero ¡las malas!... –salvo las de John Ford, que eran buenas, ¿verdad?– pero las malas; como las películas malas del Oeste. Como “El bueno, el feo y el malo”... ¡Que no era tampoco tan mala!…
Estamos convencidos de que Baltasar, el Rey Garzón, se levanta con la música:
“¡Tiroriroriiiiii, ta, ti, taaaa!...” (Banda de la película “El Bueno, el feo y el malo”) ¡Qué obsesión tiene ese muchacho! ¡Qué personajes! ¡Qué privilegio tenemos de vivir un país así, con personajes tan…. insólitos! De verdad…
¿De qué huirá Garzón? ¿Del inglés? ¡Ahhh!... ¡Huye del inglés!, que no ha podido aprender inglés… ¡Aaaah!... ¡De verdad!... Porque, como hemos descubierto, el único juez que hay en España es Garzón. ¡No existe ningún otro! ¡Ningún otro! ¡Ah, no! ¡Sí! Existe el marido de Marlaska. ¡Digo, no!; ¡Marlaska y su marido! Ya son tres.

Entonces, claro, los malos huyen. Y los buenos –los teóricos buenos, claro por supuesto, que no saben que son malos-… ¡Ay, qué cosa!, ¿no? Fíjate, tú te crees que eres bueno, ¡y resulta que no sabes que eres malo! ¡Persigues a los que son malos!
En resumen se podría decir:
“Así no hay quien viva, ¿eh?”
Pues… ¡por ahí, por ahí le anda!

Friedrich Nietzsche declaró: “Dios ha muerto, y lo han matado los creyentes”. Entonces… 1800… aquello era un escándalo. ¡Pero parece ser que resucitó! Y ahora, el hombre huye de él. Dice: “¡Si a éste… no hay quien lo mate!”

¿Será algo así?… ¿Que Dios ha muerto porque… lo mataron los hombres, al ver lo que suponía… convivir con Él, y lo incómodo que resultaba no poder… hacer… lo que cada uno quería; al verse inmiscuidos en un proceso inmenso, y preferir tener un proceso pequeño, pero ser cola de ratón y no cabeza de león?
¿Será que luego, después de ver que aquello no funcionó, entonces se huye y se huye y se huye?...
La huida, como una posición de vida.

El sentido orante nos advierte de esa posición de huida. De esa posición de huida que el hombre ha ido gestando como consecuencia de la huida que estableció con lo Divino, con lo… Creativo, con la Creación; refugiándose en sus recursos, vanidades, gustos…; dejando de abordar sus… posibilidades de grandezas, impresiones, sorpresa; siguiendo la técnica de que “más vale pájaro en mano que ciento volando” o “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Se ha ido, poco a poco –como especie-, faltando el respeto a sí misma y, obviamente, dando la espalda a la Creación.

Es como si entrara en una casa sin ser invitado y forzara la puerta y exigiera pan, vino, alimento y cobijo. Luego, a lo mejor, lo disfraza de turista o de investigador, o de misionero o de… ¿o de qué?

Una vez… un señor –español- se fue en busca de la vedad, como es lógico, a la India. Y, lo que es la suerte –¿verdad?-, lo que es la suerte, fue a parar donde un Gurú que le recomendaron. Ya saben que India es el país que más Gurús por metro cuadrado tiene del mundo, ¿eh? –“Gurulandia”, le llamamos–. Bueno, el caso es que llegó así, a un famoso Gurú. Y dio la casualidad… –lo que es la suerte, ¿eh?- de que el Gurú… –puesto que el español, obviamente, no hablaba inglés– el Gurú sí hablaba inglés, ¡pero hablaba también un poco español! ¡Mírate tú qué suerte! ¡Qué suerte tenía el adepto… que, huyendo de la malaria mental europea y española, encontró el Ashram de su vida! Esto es una historia real, lo que pasa es que la estoy recreando un poco.
Entonces, cuando ya tuvo la ocasión de hablar con… el Santón Gurú, y el Gurú se enteró de que era español -más que nada por eso del inglés y tal, ¿no?-, el Gurú le preguntó:
- Pero ¿qué hace usted aquí, en la India?
- ¡Hombre!... Vengo a buscar la espiritualidad… la verdad, la santidad… Me han hablado mucho de usted… Que, vamos, en cuanto me toque, ¡me voy a quedar... más reluciente que un sol!
Y entonces el Gurú le preguntó:
- ¿Usted conoce a los místicos españoles?
¡Jo! ¡Qué golpe bajo!, ¿eh? ¡Qué golpe bajo! Y obviamente el español no los conocía, claro. Le tuvo que recordar -¡hay que ver!, ¡qué mala suerte!- el Gurú…; le recordó a Santa Teresa, a San Juan de
la Cruz… a… bueno, a todos los místicos españoles. Dice:
- Yo creo que no le compensa venir a la India, ¿eh? Aquí va a tener que aprender hindi… o sánscrito, lo cual… dado su nivel de inglés, me parece difícil. Obviamente, va a tener que vivir al estilo hindú, lo cual, dado el nivel de las letrinas que tenemos aquí, ¡lo va a pasar mal! Yo, sinceramente, le recomiendo que se vuelva a España y… conozca lo que tiene. Yo poco le puedo enseñar.
¡Una historia real!
Evidentemente este hombre español tuvo muchísima suerte, porque dio con un Gurú honesto, honrado, sensato.
No les cuento más de la historia porque se pueden deprimir, pero se lo pueden imaginar.
A veces… a veces se tiene la suerte de que, efectivamente, el teórico buscador –que resulta que era una huída- tiene la circunstancia de que le dicen, le expresan o le orientan de:
“Bueno, pero tú… ¿tú a dónde vas? ¿Qué haces aquí?” Y la persona puede darse cuenta, ¡puede darse cuenta!
Y, al darse cuenta y dejar de huir –probablemente alguno de ustedes ya lo sepa, pero… ¡no se pueden ni imaginar la cantidad de energía, de esfuerzo, de mentalismo, de espíritu y de ánima que se consume para huir!-, ¡claro!, cuando eso deja de ocurrir, el sujeto se vuelve... ¡no
Spider-Man, pero… por ahí, por ahí le anda! ¡Hormiguer-Man! o algo… Sí, porque se encuentra, de repente, con una cantidad de recursos, que antes los empleaba para huir de las novias, de los novios, del padre, de la madre, del amigo, del hermano… ¡Prrffff!... Y ahora resulta que toda esa energía… ya no la emplea para huir.
Y esto no significa ¡que no se vaya a mover de su sitio y que tenga que vivir siempre en
la Calle del Pez nº 4!… ¡No, no, no!... no, no, no… ¡Puede ir donde le dé la gana!, pero… sin huir. ¡Sin colonizar! ¡Sin imponer!
¡Porque ya no lo necesita! Porque sabe que la huida –en verdad- era un “dar la espalda” a la verdadera vida; ¡a ésa que
da siempre la cara… al universo, a la Creación! Esa vida que vino enmascarada en cometas, meteoritos, y que cayó en este lugar del Universo y fue capaz de germinar y dar… y dar estas estructuras, estas configuraciones, conglomerados de soplos que terminamos llamando “vida”.

Realmente vivir… ¡vivir!, implica mirar eternamente hacia el Cielo. ¡Como si estuviéramos acostados y todos los sentidos se dirigieran hacia lo infinito! No alcanzara nuestra vista, ni nuestro olfato, ni nuestro gusto, ni nuestro oído a percibir esa inmensidad.

Cuando la huida se convierte en ¡ser!, en ¡estar!, en ¡dar!… el ser se ve liberado del aspecto de renunciar a su verdadera dimensión espiritual.
¡Se
reconoce en su ser! ¡Se sabe en su estar! Y en su dar… es el servicio el que le impulsa a expresar ¡a expresarse!
En la huida no está el
ser, ni está su estar, ni está su dar. Está el egocentrismo personal.

En la medida en que ¡nos dejamos encontrar!... –y siempre nos encuentran-, en la medida en que descubrimos lo que somos y estamos en base a la necesidad, todo el esfuerzo por huir ¡se diluye! Y la experiencia de lo Divino, ¡el sentido de la Santidad! y el abrazo de lo auténtico, nos acerca a eso que llamamos “verdad”.
¡No hay sucedáneos ahí! ¡No hay suplantaciones! No hay equivalentes.
Hay
autenticidad, lo que realmente identifica a la Divinidad.
Es
o sí es VIDA.

Amen.

***