lunes

Lema orante semanal

ACOMODACIÓN.

ACOMODARSE.

RENTA.

26 de octubre de 2009



Conviene no confundir con la adaptación, necesaria para amplificar solidariamente nuestras funciones. La adaptación como fenómeno evolutivo, en el que se aúnan -solidariamente- fuerzas, para mejor resistir y sobrevivir, aportando cada ser lo mejor de sus recursos.
Bien distinto es el acomodarse.

Tiene un parecido con la adaptación, en la medida de que ha encontrado un espacio de bienestar, confort... Pero tiene el handicap de que, probablemente, se aproveche de esa adaptación, se ¡quede! -mental y físicamente- en ese acomodo; y sea el acomodo un estancamiento, aunque en principio pudiera parecer una adaptación.
También, casi unido al acomodo: la RENTA.


Es decir, aquel tipo de beneficio que se obtiene con la habilidad del acomodo, y que ocupa gran parte de la actividad del ser. Y que se empieza a valorar como fenómeno de utilidad -la renta- la rentabilidad del ser... Cuando, en realidad, lo que hay que evaluar es la habilidad y la utilidad del ser.
Cuando la humanidad se acomoda, también acomoda su referencia espiritual. Y va creando, poco a poco, su “imagen divina” acomodada a su vivencia cotidiana.
La renta -o vivir de las rentas- es, igualmente, esa actitud de “hamburguesa”, de “burguesía” en la que, conseguido un pequeño esfuerzo, eso produce y renta, como para no hacer ningún esfuerzo más.


En la medida en que el ser se acomoda, va asumiendo comodidades que van aboliendo creatividades. Va generando costumbres que se van convirtiendo en leyes y, de forma culminante, obliga a su entorno a que garantice su comodidad.
Hay un interés de renta -especial- para calcular cómo obtener lo suficiente para acomodarse de manera establecida. Es-tablecer. En la medida en que el ser se establece -como una “tabla”-, todo lo relaciona con un festín, con una fiesta en torno a una mesa. Es el hombre-mesa-rentable-acomodado ; sólo le faltan las sillas.
La cultura de humanidad -en base al hedonismo, al egoísmo, y a la egolatría-idolatría en que se mueve- busca esa estabilización, esa acomodación, con la mayor renta posible. Lo cual, ocasiona la mayor esclavitud posible al entorno y, obviamente, imposibilita los mecanismos evolutivos.


La rentabilidad termina exigiendo, pidiendo y rogando a la Creación, los favores y los recursos que no puede obtener por el esclavismo del entorno. Hace de Dios una renta fija.
Lo Divino, no es acomodo. Es sorpresa, imprevisibilidad, cambio permanente.
Lo Divino no busca la renta de lo humano, sino su cauce hacia la fusión con la Eternidad.
Como seres de “Herencia Divina”, debemos tener especial cuidado y alerta con la renta y con el acomodo -dos espacios del ser muy propios del logro de la “sociedad del bienestar”; a costa de los demás, por supuesto... Pero, un aquietamiento en el proceso de descubrimiento hacia la verdad-.

¡PIEDAD !