domingo

Lema Orante Semanal

 

TRASCENDER

5 de julio de 2021

 

La progresiva e incesante materialización en la realización cotidiana, en base a la renta, el beneficio, la competencia, la preponderancia, hace de la consciencia del estar, una permanente alerta-alarma… cargada de desconfianza y con instintos de supervivencia.

Pareciera que el dominio –por el deterioro, por la destrucción, por la imposición- se mostrara triunfante en todas las proporciones o escalas, desde las más grandes hasta las personales.

El hálito… el hálito del aliento del ánima, del espíritu, de la Creación, languidece a lo lejos…; tiembla. Y continuas muestras de un vivir por rentas, por logros… sin importar las consecuencias, nos advierten de un progresivo, rutinario, impune… movimiento de especie, que ¡asume!... asume ir desapareciendo; asume la violencia gratuita de “uno menos”. La eugenesia eutanásica se hace cada vez más evidente.

Si en algún momento hubo ideales que protestaban, que pedían, que ¡exigían!… liberarse del yugo productivista, apenas si hay recuerdos.

 

Las expectativas de este tiempo en el que estamos son preocupantes. Y nos alertan hacia la necesidad de hacernos expectativas, bajo la referencia Creacional, bajo la tutela… ¡de la vida misma!, que se sabe segura, que se sabe viable, que se sabe saludable; que se sabe capaz de transfigurarse, de transformarse, de repararse, de permanecer.

Bien es cierto que esta posición no tiene recompensa, no es ganancial, no aporta ahorros… Invierte e invierte permanentemente en la consciencia de saberse presente en un Universo Creador.

 

El Llamado Orante nos impele hacia acciones –cualesquiera que sean- que tengan ese eco trascendente, que tengan esa vibración, en la consciencia, de un sentir de Universo; de un sentir de verse y ver… la visionaria realidad, que no es [1]tangente, ¡que no es tangible!… Que es invisible. Y que es a la vez inmanente, en el estar, en el transcurrir.

 

Es… hora, ya va siendo hora de acabar con las obsesivas disputas de razones, de explicaciones, de ¡sinrazones!, que llevan a un compartir y a un convivir incómodo, desagradable, cargado de prejuicios, de juicios, de condenas, de críticas ácidas en las que no aparece la palabra amable “hacia”, el comentario grato “por”…, sino que reverdece continuamente la crítica, el descaro de acusar…

Eso es deterioro.

 

Trascender” es la posición que nos lleva a desprendernos de la queja permanente, de la incomodidad constante, ¡de las demandas impositivas!

 

Y aún… aún se está en la disposición-posición de darse cuenta.

Imperioso es el esfuerzo, cierto. Pero entre unos y otros se han de dar cuenta de la necesidad de trascender a la maquinaria maquinista, materialista y posesiva que nos inunda, que nos reclama, que nos premia, que nos castiga.

 

Las permanentes y pendientes disputas que quedan ahí latentes, incómodas, guardadas, ¡repelentes!, que tratan de no mostrarse pero… a poco avizor que se sea, se descubren, eso hay que ¡desterrarlo!, ¡diluirlo!; abrirse a esa nueva dimensión de lo transcendente.

 

Sin miedo, atreverse a expresar… ¡con vigor!... otra versión de los hechos, otra perspectiva de lo que acontece.

Advertir –a propósito de ese diálogo ácido y áspero hacia otros-… advertir que es semejante a aquel que apedrea a otros; que ve la paja en el ojo ajeno, y no, la viga en el propio.

El Sentido Orante nos previene de manera acuciante… a propósito de esta situación; que parece a veces verse lejos, pero que ¡ronda!, está. Y sin ánimo de dañar, está imbuida por un estilo de consciencia poderosa, un estilo de consciencia endiosada, encumbrada en… ¡el ego!

Esa conversión de ego en “nosotros”; esa conversión de nosotros en “Creación”; esa conversión de “nosotros-Creación”, en visiones de... ¡nuevas misiones!, de solidaria comprensión, de condescendencia… pero, a la vez, de rigurosa convicción de que la Bondad es el instrumento, y no, la vara de castigo y la bolita del premio.

 

El cuidado de la palabra… El cuidado del prejuicio, el cuidado de la condena.

Cuidado en el sentido de “no ejercicio”. No son los termómetros de la convivencia. Son los usurpadores de ella. Son los que pretenden imponer sus motivaciones, sus razones.

El asumir al otro, a los otros, con sus naturalezas, con sus actitudes, con sus posiciones, con sus realizaciones… ¡y compartir un sentir, un ideal común!, es la vía para modificar esa consciencia mercantilista… de ganancia, pérdida, razón, sinrazón, premio y castigo.

Por momentos parece imposible. Por momentos parece que la marea es tan fuerte, el tsunami es tan poderoso… que nos arrastra a casi todos. Tenemos la misión de ser un “¡casi!”, de estar en ese “¡casi!”… con una disposición relevante, reveladora, que escucha, que siente, que expresa, que favorece, que ¡contempla!, y que se ejercita en una disposición complaciente, colaboradora. Que no colabora en la distorsión, en el desentendimiento, en el mirar hacia otro lado cuando se requiere, en la disputa fácil para la apariencia.

¡Casi todos!, pero “casi”…

“Casi” ha de tener la convicción rigurosa y complaciente de ver a “todos”, y de sentirse “casi”.

Y ejercitarse en ello, en el “casi”, sin vergüenza, sin temor a… –seguramente- ser criticado; a ser acusado de estar fuera de la realidad, fuera de… –¡fuera!, ¡fuera!-… y llegar a querer seducirnos por un empleo, una pensión o una seguridad a medio o corto plazo, que nos garantice la vulgar existencia de un tránsito mortuorio. Y que reconocerán como lo evidente, lo natural, lo propio. Y lo ofrecerán como lo que ha de asumirse. Y parecerá dorado y sensato, y puede hacer… ¡puede hacer que el “casi” sea cada vez menor! Pero la marea arrastra, clama y vocifera en su desespero.

 

Con la atención presta, con la certeza de la Benevolencia Creadora, con la inspiración creativa que no busca renta, con la disposición disponible de lo evidentemente necesario, con la aceptación complaciente de los “otros”… y el compromiso fiel de evolucionar, de modificar, ¡de restar gravedad y sumar entusiasmo!

“Restar gravedad y sumar ¡entusiasmo!”.

 

Hay que prestar atención; cada vez más atención.

Trascender, es la actitud.

Creativizarse sin compensación, es la disposición…

La convicción de una Providencia inagotable, que nos contempla.

El Aliento certero del Misterio Creador que nos acoge, con su Piedad infinita.

 

¡Ten Piedad!

 

Certezas se harán las consciencias que sientan la Benevolencia y la Providencia, cuando transciendan a cada acción, cuando sientan el Amor Creador… y dejen de egolatrizarse con la asediada incidencia del “ganar”.

 

Disolver la estaca que se clava como… inevitable.

 

 

 

 

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[1] “Tangente”: que toca

viernes

Lema Orante Semanal

 

LA HUMANIDAD SE HA HECHO AJENA A TODO LO VIVIENTE

28 de junio de 2021

 

Tierno se muestra el amanecer con sus claridades, con sus nuevos sonidos, con sus nuevos cantos. Los verdes resplandecen… y cambian de tonos. La suave brisa se desplaza según nuevos caminos.

Mientras, el ser de humanidad despierta y entra en su vigilia. En la vigilia de la luz.

Y despierta con sus preocupaciones, con sus planificaciones, con sus estrategias, con sus humores…

Y pareciera que es… un día más, igual que otro.

Y pareciera que todo es crónico.

Y todo marcha hacia el desespero, la preocupación, el problema, la dificultad.

La humanidad se ha hecho ajena a todo lo viviente, al llegar a dominarlo, a controlarlo, a manipularlo… Y se refugia en su especie, como la forma más culminante de la arrogancia de su poder.

Y éste trata de convencer a aquél; aquél trata de dominar al otro; el otro establece un miedo: la incapacidad que le da la escena de ser… el protagonista.

Son muy diversas, y diríamos que casi infinitas, las variables que se suceden en una especie umbilicalizada, egolatrizada… Y que cuando se produce algún movimiento de sintonía, de comunicación, de preocupación por el entorno, se hace, sí, ocurre, pero la mayoría de las veces, acompañado del interés, la ganancia, la seguridad… y un largo etcétera que condiciona ese interés por ese entorno, y lo salpica de timidez o de miedo o de arrogancia o de triunfo…

Toda la biodiversidad entusiasta de los primeros claros de la vigilia, queda abolida por el interés y la exigencia de cada ser.

Puede resultar exagerado, sí, pero… si honestamente el ser se visiona dentro de la humanidad en la que habita, no tendrá muchas dificultades en descubrir que quiere esto, aquello y lo otro; que rechaza esto, aquello y lo otro; que le gusta más esto o aquello; que entra en una dualidad constante.

 

El ser –como vida referenciable- ha “desconectado” su posición con respecto a la Creación. Se ha declarado en huida ante el Misterio Creador.

Busca encontrarse a sí mismo… y exigir lo que necesita, lo que precisa.

 

Las incapacidades, las inutilidades, las dificultades… y ese largo etcétera por conseguir solucionar, abruman al ser. Pero se auto-abruma él mismo. Porque, en realidad, le pide al mundo que sea hecho a imagen y semejanza de él.

Y quiere que aquello sea verde o marrón, y quiere que aquél cante más o menos, y quiere que el otro obedezca, y quiere que aquél no tenga humor…

¿Resulta exagerado…? ¿O es una preocupación constante el querer –“querer”, ¿eh?- el querer que los aconteceres sean, y las personas sean… lo que cada uno piensa que deben ser.

 

Y no se percata, el ser, de que ha sido creado con unos recursos, unos medios, unas posibilidades; que ha sido puesto ahí, en ese lugar, en esa comunidad, en ese país, en esa… especial y excepcional posición. Y “excepcional”, porque no hay otra igual.

La condescendencia que tiene la Creación hacia lo creado es… INSUPERABLE.

Y en la medida en que el ser se asume y se adapta a sus recursos, a sus medios, a sus capacidades… y deja de compararse y deja de exigir, pedir y ¡sufrir!… porque las cosas no son como quiere que sean, y deja –en consecuencia- de ejercer en lo que es y para lo que ha sido creado; en la medida en que se recupera la unicidad, la excepcionalidad, lo extraordinario de cada ser, cada uno se sentirá en la plenitud y, antes de querer, dará, en base a sus recursos, sus dones…

Dará… bajo la referencia de ese Misterio, bajo la referencia de que todo está dispuesto para que el equilibrio, la armonía, lo imprevisible, lo inesperado, lo sorprendente, la suerte, la imaginería, la fantasía… pueda ejercitarse.

Esto puede resultar muy parabólico y muy exagerado, como la posición del principio pero en el sentido opuesto. Pero está ahí, y por momentos los seres despuntan en lo que son… y los demás descubren su valía y su necesidad.

 

Es preciso recabar en las capacidades, en el impulso y en el entusiasmo que cada ser tenga.

Es preciso vivirlo con la humildad necesaria para no aspirar al continuo triunfo o éxito o logro, sino al continuo darse según la referencia, comunicarse, aceptarse, adaptarse… y así evolucionar en la realización, sin sentimientos de “querencia”; con la certeza de que la Llamada Orante estará ahí, ESTÁ AHÍ, presente.

Y cuando la demandamos por necesidades, acude de inmediato. Y nos orienta, aunque no sea a nuestro gusto.

 

Nunca estamos solos, merced a nuestras capacidades. Siempre está el Aliento prometedor, evidente y sugerente.

Pero ocurre que el ser se obsesiona consigo mismo y con lo que otros dicen que sea; otros te dicen cómo y otros te dicen por qué… y muy pocos se reservan en lo que son… y aceptan lo que el otro es.

 

Es la hora –¡urgente!- de la necesidad de dar cumplimiento a nuestras identidades, gestadas desde el Misterio Creador.

Es la hora de asumir nuestras capacidades, y desarrollarlas.

Es la hora de ¡sincerarse!... sin comparaciones.

Es la hora de descubrirse en la unicidad, en la excepcionalidad, y en lo único que es cada ser.


 

Es AHORA, en la hora…

No hay “luego”.

Es muy tarde.

 

 

 

 

 

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miércoles

Lema Orante Semanal

 

SOMOS LA SIMULTÁNEA CONVIVENCIA DE UN PEREGRINAJE

21 de junio de 2021

 

Condicionados por lo llamado “pasado”, el presente se limita y limita lo futuro.

“Esclavos del tiempo”.

Se justifica lo presente, por lo ocurrido. Y se afronta el futuro, condicionado.

En esa escolta de pasado y futuro, el presente se hace… muy esquivo, muy dudoso.

 

Las diferentes “categorías temporales” nos limitan, desde la óptica de la consciencia amplificada. Y bajo ella –esa óptica amplificada de la Llamada Orante-, no se nos presenta el pasado como condicionante permanente del presente, y casi paralizante futuro. Se nos presenta como un eterno presente. Pero un presente que no es lo que llamamos “presente”, aquí, ahora, sino… más bien una fusión de lo que llamamos “pasado, presente y futuro”.

La “clave” –entre comillas- es que lo pasado no ha pasado, en el sentido de que ahí quedó y ya no… ¡No! ¡Está!...

Todo está para hacernos eternos. Todo está para hacernos infinitos.

Al preguntarnos por el Misterio Creador, sin principio ni fin, todo lo que ocurre-transcurre, permanece.

¿Para qué –si no- está la memoria?, ¿los recuerdos? Si hubieran pasado, habrían desaparecido de nuestra consciencia. En cambio, permanecen, igual que cuando es posible imaginar el futuro.

 

Si nuestra referencia orante es intemporal, sinespacio, porque continuamente se crean inagotablemente nuevos espacios, no podemos excusar nuestro cotidiano estar bajo la condicionante vivencia de otro tiempo. Porque… no es otro tiempo.

Somos todo lo que transcurrimos. Y nuestra referencia Creacional nos permite fundirnos.

No es una tarea fácil, puesto que hemos sido acondicionados en el “espacio-tiempo-velocidad-gravedad”. Hemos sido educados culturalmente en lo caduco: en lo que aparece, crece, decrece y desaparece. Y nuestra actitud responde a ese modelo.

Si, en cambio, situamos el modelo bajo las premisas creacionales –sin principio ni fin-… no tendremos condicionantes en cada actuación. Seremos itinerantes peregrinos que en cada actuación se presentan novedosos, diferentes, competentes, creativos.

No somos la sucesiva sumación de acontecimientos. Somos la simultánea convivencia de un peregrinaje.

“Somos la simultánea convivencia de un peregrinaje”.

 

Así podríamos atrevernos a decir que somos “a imagen y semejanza” del Misterio Creador.

Y es la actitud que mantengamos ante la sorpresa de cada día, y que a la hora de actuar, pensar, hablar, decir… ¡rechacemos vivencias que condicionen!... y, en consecuencia –habitualmente- ¡repitan la misma secuencia!

Y más bien, por el contrario, la respuesta sea novedosa, aunque se tenga –por supuesto- la simultánea presencia de los recuerdos.

 

La vida es una simultánea corporación de procesos, que se confabulan para permanecer.

 

Con el modelo de sucesión de acontecimientos, logramos explicar la velocidad, la ley de la gravedad… y los procesos en los que convivimos, desde al amanecer hasta el anochecer… Y si nos fijamos, son modelos estáticos, modelos fijos. Justo todo lo contrario de lo que nosotros mismos hemos evidenciado, de que estamos en un modelo en perpetuo movimiento, en continua expansión, en permanente creación de nuevas dimensiones. Pero, desgraciadamente, eso se queda en la especulación, se queda en… ¡la fantasía! Y es por “la gravedad”; no sólo la fuerza de gravedad que nos mantiene sujetos, sino por el significado que damos a la sumación de efectos.

Le damos un significado “acumulativo”. Y, claro, nos convertimos en un vaso que se llena; y cuando se rebosa… estalla, se rompe.

En cambio, si somos el caño de una fuente, no poseemos el caudal, sino que somos el caudal que transcurre.

 El problema es cuando queremos poseer ese caudal. El problema es cuando hacemos la presa –nunca mejor dicho: prisión-, la presa de agua, y el caudal se estanca, y el caudal se modifica, y el caudal se propulsa… según nuestra actitud rentista.

La sumación de vivencias llena al ser… de posesiones. “Y posee un episodio depresivo, y posee un episodio de angustia, y posee problemas convivenciales, y posee…”.

Y así, la persona queda “poseída”. Sí. Y eso es lo que suele definirse: “¡es que soy así!”. “Un poseído”… como humanidad. La humanidad está sometida a una posesión de acúmulos de aconteceres que justifican sus interminables repeticiones y errores.

 

La Llamada Orante nos recuerda que el acúmulo permanente y persistente de errores… se hace horror y se hace fracaso… y se hace “desaparición”.

La vida es algo… ¡tan diferente! a lo que se nos ha condicionado… que es urgente el replantearse la actitud y disposición en el cotidiano acontecer, para no ser un posesivo almacenador de recuerdos… y esclavizarse; hacerse preso de ¡la propia vida! Esa que se nos presenta, ¡simultáneamente!, de una manera asombrosa.

Porque a la vez que el agua transcurre…, los seres vivientes de los océanos se resplandecen en su armonía.

¡Y a la vez!... –y a la vez- la flor se hace nueva; el cereal se cimbrea en el viento.

Y a la vez, el carbón se hace diamante.

Y todo se hace simultáneo…; “irrepetible”.

Por ser un movimiento Creador, pueden ser “parecidos”, “similares”, pero… irrepetibles.

 

Es necesario amplificar nuestra percepción, para descodificarnos de los poderes posesivos… y abrirnos a las actuaciones creativas, novedosas, diferentes.

 

Nuestra propia constitución conformada alberga ¡millones!... de posibilidades… inagotables en su relación con el entorno.

 

Es evidente que nuestra memoria-recuerdo nos hace conscientes, no de todo lo que transcurre, sino de fracciones representativas de nuestra presencia en la vida; de nuestros deberes. Y por mucho que queramos acumular, acumulamos fracciones necesarias para no repetirnos y para ser creativos.

Y así, ese pasado no condiciona el presente, sino que advierte que no se puede… ni se debe intentar repetir o condicionar el presente. El pasado es una presencia de advertencia… que nos hace un presente renovador, para que todo se convierta realmente en un “sin tiempo”, que bien podríamos llamar “futuro”, puesto que es Misterio lo que nos aguarda en el transcurrir… “a imagen y semejanza de”.

 

Buscamos vibrar… con la amplificación de nuestra consciencia, bajo el instrumento del mantra, en esta Llamada Orante que nos urge a posicionarnos bajo otra perspectiva.


 

Piedad… Bondadosa…

 

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martes

Lema Orante Semanal

 

LA LLAMADA ORANTE NOS ADVIERTE SOBRE EL ENSIMISMAMIENTO

14 de junio de 2021

 

 

Y con las “ansias” de alcanzar, lograr, conseguir… suelen ocurrir torpezas y se suelen contraer deudas.

Torpezas de relación, de comunicación, de necesidades, de planteamientos…

Deudas de… afectos, deudas de dedicación, deudas de intenciones, deudas de proyectos…

Lo cual, en un principio, suele producir… como el adicto al juego: “A ver si me recupero”. Y se empeña en alguna apuesta arriesgada… que normalmente no sale. Con lo cual, la situación pasa a ser de impotencia, de incapacidad…; de una sensación de inutilidad. Y fíjense que todo empezó con entusiasmo, con ansias de alcanzar, lograr, conseguir…

Y luego las torpezas, las deudas…; luego el recuperarse… como sea; luego decaer…; y luego sentirse inútil, incapaz.

Este es un ciclo que, con intensa frecuencia, se desarrolla en los estilos de vida competitivos… ‘aspirativos’… triunfalistas…

 

Y todo ello se centra en la capacidad del “yo”, del “ego”, de los propios recursos…; de los consejos sociales de muy diversa índole, desde amistades hasta intimistas posibilidades… que aconsejan y que abruman los oídos del que sólo confía en sí mismo.

La Llamada Orante nos advierte sobre el ensimismamiento.

El contemplarse sólo en los logros, en los alcances… y en todo lo que ello conlleva, hace que el ser ignore su microcosmos y, por supuesto, no conceda en realidad –aunque lo diga-, “en realidad”, ninguna opción a ese milagro permanente que nos llama, a esa Oración que nos ¡sorprende!, y nos advierte y nos orienta.

 

El ser se radicaliza cada vez más en sus posiciones… –¡de cualquier tipo!- y se siente poseedor de verdades “objetivas”. Y aunque en teoría entienda que todo es subjetivo, en la práctica, la intransigencia y la crítica es la habitual confabulación.

Una crítica que necesita de un radicalismo, y un radicalismo que necesita de una critica… para mantener un “yoísmo”, un ensimismamiento de la personalidad, del carácter, de la forma.

Y curiosamente, en esa tendencia, en ese “yoísmo”, en esa prepotencia, es difícil –por no decir dificilísimo- que el ser acepte o asuma alguna participación en errores, en deudas, en compromisos… ¡No! Su radicalismo le sitúa por encima de cualquier situación.

Y no hay razones ni lógicas… para modificar esas posturas.

 

El Sentido Orante y la Llamada Orante no razona, no explica, no…

¡Transmite!… Invoca… ¡Descubre! ¡No tiene pretensiones! Por ello es –sin duda, y sin radicalismos- el mejor referencial para… verse.

Y en principio, no afanarse en resolver las deudas. ¡No! Afanarse en no contraer otras nuevas. Y en esa medida se resolverán las pendientes; las tibieces que quedaron atrás.

De igual forma, los errores… –subjetivos todos ellos, por supuesto- deben referenciarse en torno a nuestras capacidades; con lo cual, si ajusto mi capacidad a los requerimientos propios y del entorno, la posibilidad del error es mínima.

 

Los modelos referenciales que se toman habitualmente, de aquél, del otro o del otro, para… cada uno en su posición, hacer lo mismo o lograr lo mismo… esos modelos referenciales no son sinceros. No parten del auto-aprecio y el reconocimiento de los dones propios, sino que se inclina, o se deja inclinar en exceso, por la opinión ajena, el punto de vista del otro… En definitiva, un poco “una veleta que cualquiera sopla y la desvía”. No se atreve a mantenerse fiel… a su función, ¡a su creencia!

 

En la medida en que esto –todo ello- se descubre, que nos lo descubre la Llamada Orante, debemos “futurizarnos” de manera inmediata.

Si esperamos a tener todos los útiles y necesidades para iniciar la marcha, nunca se iniciará.

Ahora bien, si la empezamos de nuevo cada día, bajo el auspicio, bajo la sombra de la Providencia, bajo ese… –permitamos- amor incondicional que nos brinda el vivir, cada día, entonces nos hacemos permanentes “futuros”, que es como anular el tiempo. Es como decir: vivir lo que aún no se ha vivido, lo que aún no ha llegado.

Asumirnos como viajeros de luz y, por tanto, peregrinos que reconocen sus tropiezos y sus deudas… y no buscan rehabilitarse con un golpe de suerte, sino que se rehacen porque aceptan la mano de la Creación, que levanta, que promueve, que ayuda.

 

Invertir en lo nuevo… del futuro de cada día, bajo la referencia del Misterio Creador, nos hace verdaderos intermediarios de ese Misterio.

Nos dota de la fuerza para... ajustarnos a nuestras “necesidades reales”.

 

Cada Ama-necer supone un nuevo futuro.

Las deudas y las torpezas a redimir… se irán resolviendo en la medida en que transcurre ese futuro, bajo otras perspectivas, sin el ansia de llegar, alcanzar, lograr, conseguir…

 

Si en cada amanecer asumimos el amparo de “el Nombre…”, si asumimos “el Auxilio”, las iniciativas de futuro se harán prestas, se harán frescas, se harán sin las rémoras ni los condicionantes pasados… con la confianza de sentirse intermediarios.


 

Ámen.

 

 

 

 

 

 

 

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lunes

Lema Orante Semanal

 

SOMOS ESTRUCTURAS INTER-OSMÓTICAS CON EL MEDIO

7 de junio de 2021

 

Y en la medida en que el ser se reconoce, se descubre, se... mira, con sus actitudes, sus pensamientos, sus gestos, sus costumbres, en esa medida es capaz de contemplar la incidencia de su posición con respecto al exterior, con respecto a los otros.

Porque, con harta frecuencia, el ser se queja de la respuesta del otro, y la respuesta del otro es una consecuencia de la actuación o el estar de uno. Si reconozco mis posiciones, soy capaz de… “actuar” sobre ellas; al menos, en reconocer las repercusiones que sobre el entorno van a tener.

“Reconocerse” no es un acto… de destino, según el cual, uno se reconoce que es alegre, reflexivo, obsesivo, y ya: es algo intocable.

No. En ese reconocerse, cada uno puede encontrar –hasta una cierta proporción- el origen de esa actitud. Y, sabiéndolo, puede interactuar internamente sobre su posición y, en consecuencia, variar la actitud.

Aunque es cierto que, en general, como dice el dicho: “Es más fácil mover una montaña que cambiar el carácter de una persona”.

Pero ¿por qué en cierta medida es cierto? Porque se parte de la base de que es incambiable, de que… “soy así”. Un algo estático ya establecido, rígido…

Y me dijeron un día que no cantara, y deduje que no sé cantar, pero no lo he intentado”. “Y me dijeron un día que no escribiera, y dejé de escribir cualquier reflexión”.

La interacción con el medio es “enorme”. Y cualquier tipo de conexión demuestra que incide sobre la naturaleza de nuestro ser. Y si no se está atento, se termina paralizado y encasquillado y encuadrado en una posición. Por una parte es cómodo, claro, porque “ya me conocen… ya saben cómo soy”

¡Qué aburrimiento! ¿Y así van a pasar 70-80-90-100 años…? ¿Con las mismas manías, los mismos prejuicios, las mismas rabias…?

Sí. Es lógico que también ocurra ese otro dicho –menos frecuente- que se dice: “Estoy cansado de mí mismo”. No es raro.

Ciertamente, cada ser, vehículo y equivalente de una función, tiene unos dones, pero esos se desarrollan, se transforman, se transfiguran. ¡No somos bloques marcados!

 

La misma investigación de nosotros mismos nos demuestra que –por ejemplo- ese núcleo de la célula, que era intocable, que allí no podía entrar nadie, que ese genoma estaba impoluto…, no: se interacciona con el entorno celular y con el epigenoma –que ahora resalta como un elemento fundamental-.

Somos estructuras inter-osmóticas con el medio, es decir que… que damos y recibimos e intercambiamos funciones.

 

La Llamada Orante nos incita a que reconozcamos nuestras naturalezas, que no las convirtamos en rígidas posiciones, que las hagamos crecer, adaptarse, desarrollarse e innovar…

Que cada día, ciertamente, no sea igual. Primero, porque no lo es. Y segundo, porque yo he cambiado… ¡en un detalle, en un gesto, en una opinión…!

Y en vez de pensar que he dejado de ser quien era, he empezado a ser quien debo ser. “En vez de pensar que he dejado de ser quien era, he empezado a ser quien debo ser”.

 

Puedo decirme, en el transcurso de este reconocimiento, que soy… ser. Es decir, que soy lo que me reconozco, pero... seré de inmediato otra pequeña particularidad.

Que sea un ser de… innovaciones.

Que sea un ser... con el que se puede contar… sin restricciones.

Soysea.

Que sea una actitud de disposición a la escucha, a la atención, al humor…; a la fidelidad, al cultivo de la sabiduría… y en una inclinación permanente hacia la bondad.

Que sea, ¡que sea una expresión de Amor!… que sepa mostrarse, intimarse, desarrollarse… sin miedo a la represión.

SoySea.

Soy rígido, intransigente, incompetente para cosas que me han dicho y cosas que yo he deducido.

 

Si incorporo el Soy-Sea, como una clave de tonalidades, una clave de otro nivel, que no está establecida, que no es reconocida, que se descubre cada día…

 

Y podemos asumir, en su vibración, el Soy-Sea, como algo propio de nuestra naturaleza.

 

SOOYYYYYSEAAAAAAAAA

 


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