domingo

Lema Orante Semanal

 

LA VIDA NO NOS PERTENECE

17 de octubre de 2022

 

Y la humanidad, en su empeño de conseguir, lograr, tener; en su empeño de cumplir sus criterios, sus opiniones… en base a ello, choca, chocan entre sí.

Y, evidentemente, los planes humanos no sintonizan con los planes de la Creación.

Se ha planteado –como humanidad- un debate, una declaración guerrera entre los planes… –insondables para nosotros, pero presentes cada día-; se ha planteado un pulso contra ellos. Y pugna, como humanidad, por modificar las referencias Creadoras.

 

La Ciencia dice: “Hay que mejorar la especie. Tiene errores en sus configuraciones”.

La Economía dice: “Hay que explotar más los recursos, y distribuirlos según merecimientos… que nosotros establecemos”.

La filosofía afirma que “es el desarrollo del ser, en el ejercicio de su libertad, el que determina cuál es su devenir”.

Y así, cada consciencia especializada justifica el pulso, el combate.

Y cada ser, a la vez, establece su criterio y su visión… y se hace terco en su concepto.

Y el logro hay que conseguirlo. Y si no se consigue es un fracaso, es un deterioro, es un…

Así, la vida, el vivir, se configura solamente cuando ocurre el éxito, la ganancia.

Y no es algo restringido a unos lugares o a unas comunidades. No. Se extiende –este planteamiento que nos muestra la Llamada Orante-, se extiende a la globalidad.

Fíjense simplemente en las pasadas pompas fúnebres de “la líder” –en cuanto a Imperio que aún se mantiene, y se prolonga en América del Norte-… las pompas fúnebres que se ensalzaron, y que reunieron a 50 jefes de Estado y gobierno de todo el mundo.

Parecen estar todos de acuerdo en que todo siga igual, ¡que nada se mueva!, ¡que es un éxito lo que se ha logrado!

Sí. Esto va más allá de un simple “cotorreo rosa”. Es una muestra del poderío global en torno a los conceptos, criterios, y maneras de estar y de vivir. Parece que nadie quería faltar a la cita.

No se trataba de un homenaje a la reina, ¡no! No. Es una exaltación al estilo de vida, a la manera de desarrollarse…

No confundirse. No había motivos históricos evidentes y relevantes para el homenaje a la monarca. No. El homenaje era a lo que se ha instaurado; el ratificarse –como comunidad humana- en el proyecto que se lleva… de predominio de lo poderoso y de la servidumbre del resto.

 

Ha “calado” este combate. Ha calado esta soberbia.

De ahí que, si nos damos cuenta de ello, se requiera una actitud y un esfuerzo… para modificar patrones de presupuestos obligados –llamados “naturales”, “razonables”-.

Se ha perdido el respeto a “el alma”… y se ha hecho un monumento al logro de la razón. Y el alma, ofendida, se oculta, se esconde y se somete a la razón. Y así el amar se confunde con el logro… y el querer se hace exigente, demandante.

 

Y cuando el alma se muestra en su consciencia de “amada” y de “amar”… pronto acude el escribano para dictar una sentencia de que “¡así no se puede andar!”, de que “¡así no se puede vivir!”, que hay unos patrones que respetar… –los que marca la autoridad-, de costumbres, familias, producciones, rentas, consumo… y un largo etcétera de “bienestar”, cargado de superfluas exigencias.

 

Y así, la calidad, la caridad, la calidez del alma se vuelve áspera, indecisa, derrotista, ‘des-almada’.

 

El paisaje orante se nos muestra… con una humanidad muy deteriorada.

 

A la hora de visionar esta versión… cada uno se pregunta cuál es, cuál puede ser mi intervención; con qué esfuerzo animo a mi alma desalmada.

No caer en otra lucha, en otra guerra en paralelo. No. Fortalecer lo animado, lo que aún vibra como esperanzado. Y promoverlo en el necesario esfuerzo… sin entablar ninguna confrontación.

 

Y en este sentido, es tiempo, es momento de agilizar los conceptos, de aclarar los prejuicios, de sintonizarse con los alientos que el vivir nos otorga.

 

La vida no nos pertenece. Somos custodios de un proyecto, de una imagen Creadora. Y debemos velar por su desarrollo.

Hacer de cada acontecer un universo….

No anclarse a hechos, a sucesos concretos.

Contemplar los alientos en su expansión, en su universo.

 

 

El empeño… el empeño en la “segura” instancia, en ¡la defensa a ultranza!, en el oír sin escucha… nos desalma más aún.

 

Sujetar la vida a “el amor hacia el alma” que el Creador-Creación promueve y provoca, es la referencia a partir de la cual evocamos nuestras consciencias, nuestros sentires.

 

Y saberse, en el amar, como un mar fecundo, lleno de recursos y de posibilidades…

Y no quedarnos, como producto del desarrollo, en un charco de agua estancada… en donde se da la ‘des-vida’: todo aquello que desvitaliza y nos aparta de nuestra consciencia saludable.

Nuestra naturaleza es de ¡mar!...; de oleaje, de acantilado, de orilla, de profundidad…

Un reflejo del Universo que nos rodea.

 

¡Ay! ¡Cómo duele el desvarío del alma confundida!... y ¡qué cerca tiene el auxilio!, si sabe ver más allá.

¡Ay! ¡Qué reclamo de silencio aúlla a lo lejos!... que el Misterio nos muestra con su casualidad, con su oportunidad…; con esos instantes de credo, del creer… más allá de la ofensa, de la incomodidad o del desacuerdo.

 

La Llamada Orante nos conmina a almarnos…; a descubrirnos en la intimidad del vivir en una esperanza permanente, en un esfuerzo avalado por la Providencia… que haga, del transcurrir, un acontecer ¡venturoso, atractivo, grato, alegre!…

¡Decididamente enamorado!

 

Aspirar a esa transparencia… en la que se asumen unos y otros, con la creencia de promoverse, de admirarse y servirse.

Sin holocaustos, sin tragedias, sin ganancias. Con el gozoso servicio de estar siempre recompensado.

 

Hacer-se Amor, por ser amado.

 

aAAAmen…

 

 

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Lema Orante Semanal

 

CADA SER HA SIDO ELEGIDO MINUCIOSAMENTE POR LA CREACIÓN

10 de octubre de 2022

 

Y la humanidad agota sus modelos de convivencia; se vuelven cada vez más sectarios… prejuiciosos… insolidarios…

Y todo ello conlleva un grado de deterioro, de corrupción de los postulados que establecieron esos modelos.

En cualquiera de las áreas que exploremos, descubrimos las mismas señales de retroceso… repetición… indolencia…

La Llamada Orante nos incita… a evaluar y valorar todo este proceso. Y, con ello, conseguir un criterio que implique una innovación, que suponga una creatividad, que alcance un convivir de esperanza.

Un proyecto que recurra a las virtudes que adornan nuestra naturaleza.

 

Y en la medida en que estos modelos se agotan –por su avaricia-, mientras lo hacen, arrastran consciencias, generan imitadores… y proyectan la incesante necesidad del miedo como motor de superación.

 

Es ese miedo que… ya desde lejanas historias, producían los dioses: esos dioses humanos que ya enfilaban la soberanía egocéntrica y ególatra del hombre.

 

Y no se puede descartar que esa antigua actitud, hoy permanezca. Y, en alguna medida, las perturbaciones se interpreten como “castigos más allá de los humanos”: castigos divinos.

 

La vida es la imaginería increíble y fantástica, absolutamente asombrosa, que se gesta desde el Misterio Creador. No conlleva en su naturaleza “el castigo”. Más bien lleva, en su naturaleza, la búsqueda, el descubrimiento, el asombro, el disfrute, la complacencia, la ternura… la Piedad.

 

Y es a esa naturaleza propia de la vida a la que tenemos que escuchar, con la que tenemos que renovar y proponer las sugerencias que el Misterio Creador nos señala; nos señala en la medida en que descubrimos lo que transcurre… y aportamos corrección, recapacitación, ¡habilitación! No, castigo. Sí, rigor… en el empeño de la entrega, de la perseverancia, de la paciencia… y de la continuidad indefinida de la Esperanza:

Esa que sabe de la Providencia.

Esa que sabe de la Caridad.

Esa que sabe del Amar sin renta.

Esa que sabe del universo de la Belleza.

 

Sometidos a un cautiverio, por nuestra propia especie, reverdece la necesidad liberadora…; la que implica la sencillez de la ignorancia atrevida: esa que no se da por “sabida”… sino por “encontrada”.

 

Nos implicamos. Nos implicamos en esa Providencia fundamental que anima a la liberación, que se apercibe de ese cautiverio, que nos dota de alas para… salir.

El mantra nos alimenta en ese sentido:

 

oAAAMMMMMMMMMM

 

La Llamada Orante nos promueve a amplificar nuestros sentidos. Y los amplificamos en la medida en que, cuando hacemos, entregamos esos sentidos a lo que se hace, y descubrimos que, en ese mismo hacer, se nos dan mensajes en base a lo hecho.

Haceres de actitud, de palabras, de gestos, de artesanía, de esfuerzo… ¡No importa qué actividad se realice!

Si disponemos nuestros sentidos, atentos, hacemos, de nuestros sentires, atenciones, y de nuestras atenciones, admiraciones… en aquello en lo que estamos implicados. Con las admiraciones vienen las emociones, las atracciones y ¡los amores!

Esos amores que son –por esa secuencia- el hilo conductor del Misterio Creador que nos anima, que nos descubre, que nos encuentra, ¡que nos reclama!...

¡Que reclama el sentido de nuestra llegada!… Porque cada ser se convierte –y hay que tomar consciencia de ello- en un enviado… que viene hacia la pulcritud, la calidad, la impecabilidad, la transparencia.

 

Cada ser ha sido elegido minuciosamente por el Misterio Creador.

 

Potenciarse en recursos es nuestro debido respeto y admiración, por la consciencia de vida que nos dan los sentidos… con esos sentires de continua admiración.

 

Piedad, piedad, piedad.



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Lema Orante Semanal

 

ES LA MISMÍSIMA CREACIÓN LA QUE NOS HA PRESTADO LA VIDA

3 de octubre de 2022

 

Nos llaman a orar… para que incidamos en descubrir nuestra naturaleza. Una naturaleza procedente de un Misterio Creador. Una naturaleza de una imaginación fantástica. Una naturaleza con recursos complejos y amplificados, con capacidad de evolución, de descubrir, de ¡asombrarse!, de reflejarse en el amor que le ha creado, y enamorarse de todo lo que le rodea.

Una naturaleza del ser que sabe que es sintonía con su especie y con todas las demás, que formamos una unidad diversa, pero unificada por la palabra “crear”.

Sentirnos creados… es descubrirnos en el insólito proceder singular, irrepetible, de unas capacidades que se han gestado… ajenas a cualquier voluntad propia. Y que luego, que luego paulatinamente, al no ser reconocidas en su origen, se van descubriendo como propias. Y así el ser se va desnaturalizando. Y se va haciendo individual. Deja de ser singular y se hace propietario…; propietario de su ser. Y con ello, adversario de su entorno.

“Propietario de su ser y adversario de su entorno”.

 

Y aunque resulta fácil mirar las estrellas…, al apoderase el ser de su naturaleza, prefiere un puñado de tierra.

 

Necesitamos, como especie, recalar en nuestra identidad… para desechar nuestra propiedad y estar verdaderamente liberados. Y no enclaustrados en nuestras leyes, nuestras normas, nuestra opinión, nuestro criterio, nuestro punto de vista… que indudablemente está, pero que no nos pertenece.

 

Es la mismísima Creación la que nos ha “prestado” la vida. Es un préstamo del Misterio Creador, en su ‘imaginería’.

Sí. Somos una imaginación… insondable.

Y es por eso que, al indagar sobre uno mismo, no terminamos, no culminamos, no conseguimos realmente saber… quiénes somos.

Tan sólo con el invento –“invento”- de la egolatría y la idolatría podemos clasificarnos, definirnos. Y, claro, ya indefectiblemente, morirnos. El mejor plan que se le puede ocurrir a una egolatría.

 

Y no se trata de sacar el látigo –como tantas veces se hace y se ha hecho- y fustigarse: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”. Y así una vez y otra vez y otra vez…

¿Y si… y si se recurre a la suavidad de la ternura? ¿Y si nos imaginamos la Misericordia generosa? ¿Y si asumimos la Piedad… condescendiente? ¿Y si estamos dispuestos a renunciar a nuestras imposiciones, intransigencias, prejuicios… y abrirnos a la escucha, al compartir, al descubrir…?

Y eso nos va a mostrar nuestra singularidad, nuestra insólita presencia, nuestra imprescindible participación, nuestra necesaria entrega.

 

 

Pudiera parecer todo ello una propuesta descorazonada. ¡No! Es una propuesta cargada de corazón.

¡Irrazonable!

Que adquiere el saber… “que adquiere el saber en cada latido”. Y así no hay error. Así no hay dualidad en el pensar y en el sentir. Así hay un sentido.

 

El sentido abarca “hacia dónde”…, “de qué manera”…, “la intención”…, “la excepción”…; que adquiere cada vez más sentido en la medida en que se comparte, se convive, se coincide… ¡o no! Pero no es motivo, en ningún caso, de agravio o desorden.

 

Somos –a la vez y simultáneamente- hormigas, hipopótamos y estrellas. Cualquier sustracción hacia un personalismo es… un fracaso.

El sentirnos integrados… –con todo lo que tenemos de capacidad para ver ‘lo creado’- nos libera del yugo de la posesión.

Y no solamente es una opinión, sino que hay que “ejercitarse” en complacerse en el entorno de nuestra especie y de otras… sin entrar en el sistemático rechazo, combate, descontento…

Cualquiera puede darse cuenta de que… estar en un sentir –“estar en un sentir”- disconforme, rabioso, impositor, desagradable, inconformista y constantemente crítico, todo ello es… ¡agotador! Es fácil darse cuenta de ello. Es agotador. ¡Agota, vivir bajo esas premisas!

Y el vivir no es agotador. Es descubridor, es clarividente, es sorprendente.

Solamente el escuchar, el ver, el saborear…, el sentir la ternura de una caricia… es suficiente para revitalizarnos y descubrir el vivir ¡con ligereza!, ¡sin limitaciones! Con la destreza innata. Con la serenidad con la que el viento lleva sus aires.

 

 

Hacer del vivir una pesada carga de responsabilidades, de ocupaciones, de imposiciones, de sufrimientos, como reglas inevitables del vivir… son las opciones que se han tomado para controlar y dominar.

Y son las que la Llamada Orante denuncia… como “anuncio” de una precisa y decidida actitud transformadora.

 

Sentires sentidos…. que dan sentido a nuestras realizaciones. Que abren continuas realizaciones… y que posibilitan esa esperanza permanente.

 

Como humanidad, hemos recorrido un camino ¡quebrado!, ¡resquebrajado!, ¡fracturado!

Y da igual quién haya escrito la Historia. Pero son quiebros y requiebros, fracturas y más… las que jalonan nuestra presencia en este Universo.

Y se ha convertido, la humanidad, en un callo de fractura que no se articula, que se duele, que el rencor la puede.

Nuestra articulada posición con la Creación, no se ha dado. Por momentos, se ha suspirado por ella, pero… no ha constituido una forma de estar. Nos articularon, como diseño, magníficamente. Y fuimos convirtiéndolo en… “damnificadamente”.

 

Y luego queremos arreglarlo con los mismos medios –aunque con distinto collar- con los que nos hemos fracturado. Con lo cual, nos convertimos en repetidos fracturados crónicos.

“Repetidos fracturados crónicos”.

 

 

Es ya –“es ya”- momento de rehabilitar…

De dar sentido a nuestras habilidades…

¡De asumir nuestras ilimitadas capacidades!...

Sabiendo de los ritmos, las pausas, las esperas, las perseverancias…

¡Somos otros, y debemos descubrirnos!...

Porque, hasta ahora, hemos sido ¡lo que otros han dicho que somos!: los que nos recibieron cuando nos estructuramos; los que nos educaron, culturalizaron, enseñaron…

No había tiempo para saber quiénes éramos. Otros ya nos decían quiénes somos. Como mucho –“como mucho”- el mote, el nombre figurado, podía darnos alguna pista de nuestra naturaleza.

 

El saber que no somos lo que somos, sino que somos “otros”, nos sitúa en la dimensión ilimitada; nos sitúa en la aventura, en el verdadero sentido, en el desprendernos de la pesada carga del protagonismo.

 

Y en contra de lo que se puede pensar como un ser quebrado, no supone, el declararnos rehabilitados rehabilitadores, un esfuerzo especial.

Es –para entenderlo mejor- el quitarse el yelmo y la armadura; esa que se llevaba en el combate para protegerse de los golpes. Que es así como se está. “Es así como se está”: yelmo, armadura, protección, lanza, ataque….

 

Aspirar el aire fresco de quién soy y no lo sabía…

Aspirar el aire fresco de quién soy y no lo sabía… es descubrirse en la humildad y en la transparencia. Es abordar la aventura, con valentía, sin busca de logros y posesiones.

Tan solo con los suspiros del aliento, que vuelan.

“Tan solo con los suspiros del aliento, que vuelan”.

 

Seamos plumas de alas… “por venir”, con un porvenir de habilidades que nos sitúen en el sueño, en los ensueños… y en las fantasías de “todo posible”; de “lo siempre posible”.

 

Sentir los sentidos latidos de cada emoción… sin el ejercicio del oficio de pensarlo.

Simplemente, orando.

 

 

 

 

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Lema Orante Semanal

 

CAUTIVOS. LO HUMANO ES UNA POSICIÓN DE TRÁNSITO

26 de septiembre de 2022

 

Desde la óptica humana, a través de la Historia –subjetiva versión del acontecer-, estamos en un momento de… confusa expresión de los fragmentos de poder que manejan, manipulan y actúan sobre todas las especies, y más significativamente –por nuestra óptica humana- sobre la nuestra propia.

 

Podría decirse que estamos –como humanidad consciente, como homo ‘sapientis’- en un estado de cautiverio.

La propia especie se ha “cautivado”, pero… lo ha hecho de doble forma: por una parte, cautiva lo suficiente como para admirarse… adularse… mostrarse…

Y por otra parte –simultáneamente- se hace cautiva de sus leyes, normas, costumbres… Leyes y más leyes.

 

La Llamada Orante nos sitúa en la consciencia de este escenario… con el sentido de que despertemos a otra consciencia que no se deje cautivar ni que quede cautiva… sino que aspire a contemplar en consciencia su naturaleza, su presencia y su sentido, como expresión de vida en este lugar del Universo.

 

Atenazados por el individualismo, el propietarismo, el autoritarismo y... esa aparente libertad que genera continua violencia, que justifica leyes de represión, de control… eso, todo ello está, y en la medida en que nos aferramos a ese acontecer, ese acontecer sucede, ocurre. Y nos… “convence”.

 

Con la Llamada Orante se sugiere que apliquemos un sentido subjetivo a toda esa confusión que constriñe… y nos abramos en consciencia a una actitud humilde, a una posición de creencia, a un asumir –en consciencia- nuestra referencia en el Misterio Creador, en la Providencia Fundamental. Esa que hace… la aparición de la casualidad, de la suerte, de la oportunidad… Esa que no permite el susto ni el miedo ante la amenaza de lo que vendrá.

Actitud… actitud de valentía, esperanza y disposición.

Saber adaptarse y configurarse sin generar aversión.

 

 

Es fácil caer en la tentación simple e inmediata de que, ante “tal” dificultad, ante “cual” carestía, debemos enfrentarnos, debemos mantener una posición de logro –de “logro”-, de hacer el esfuerzo para conseguir…

Caer en esa tentación es convertirse en un producto; en un… “usar y tirar”.

 

Y así, a la hora de manipularnos con los precios, con las dificultades, con las leyes –y etcéteras largos-… si pensamos que tal o cual carestía es “porque no hay” –sería en término simple-, buscaríamos con afán el conseguir y el lograr. Mas sabemos –pero a veces se olvida con facilidad-… mas sabemos que no hay carestía. Hay especulación. Hay aprovechamiento.

 

(Desde hace un rato, se oye un estruendo de perros ladrando)

 

Es una situación similar a la de este instante en el que la jauría muerde las palabras, desgarra el silencio, empodera a “el amo”. 

Y es fácil… y hasta perfectamente justificado el callarse, el prestar la atención a la incomodidad. Pero si, por el contrario, la incomodidad la hacemos aparente… “Aparente” en cuanto a que no es el obstáculo. Se hace evidente y obstáculo cuando contemplo esa única realidad, y parece que me secuestra el espacio de mi silencio.

 

Siguiendo en ese contexto, terminaría por recluirme y protegerme, no fuera a ser que… que llegara la manada y nos destrozara.

 

Y es bajo esa visión como se puede contemplar todo el escarnio que vocifera a nuestro alrededor; y que sólo... sólo la calma y la serenidad en la Providencia nos puede evitar el enfrentamiento, el ocultamiento, el auto secuestro, el miedo, ¡el desespero!

 

 

A lo largo del transcurrir humano, la consciencia sapiencial de nuestra especie nos ha ido, cada vez más, humanizando.

Y hemos ido perdiendo el animismo transcendente. Y nos hemos ido aferrando a nuestros descubrimientos, a nuestras reglas, a nuestros “poderes”. Cautivados por ellos… y ¡cautivos!

La Llamada Orante nos llama… a recordarnos que nuestra presencia en el milagro de la Vida es un transcurrir de testimonio, de trascendencia. Es un transcurrir sabiendo de la Providencia. ¡Es un transcurrir que busca… mantener vivo-viva la inmanencia de nuestro origen!

Y así, lo humano es un paso. Un paso para ir ¡más allá! de lo humano.

Si nos quedamos con nuestra configuración de razones, lógicas y entendimientos, estaremos anclados en residuos…

Fósiles ardientes.

Ahora bien, si nos damos cuenta –como nos sugiere la Llamada Orante- de que lo humano es una posición de tránsito, de transcurrir; que su sentido es permanecer en base a una consciencia transcendida…

Y así poder darnos cuenta de que nuestra condición humana es una condición de tránsito.

Que orantemente –bajo otra consciencia de percepción- somos unos transeúntes, nómadas que… van camino de un peregrinaje hacia lo Eterno, ¡con lo Eterno!, transcurriendo.

No es un lugar, “allí”, donde he de llegar, sino que voy con Él para culminar en Él.

Transeúntes, nómadas…

Peregrinos.

 

En consecuencia, podríamos decir que toda esta turbulencia en la que nos encontramos es producto de esa humanidad humanizada, estratificada, convencida… y en un estado de cautiverio.

 

Y darse cuenta de estar en esa posición, más que un fracaso o un dolor –que se produce, ¡claro!- es un motivo de alegría.

Sí: es darme cuenta de que, en la medida en que soy consciente de que estoy en cautiverio –porque me han cautivado-, estoy en condiciones de iniciar un proceso para liberarme.

¡Porque no he llegado a la vida para ser cautivo!

Porque la vida no es… un encierro, un drama y un terror permanente.

Es más bien un asombro, una liberación y una… inconmensurable sensación de ¡grandeza!

No puedo permitirme achicarme, aminorarme y asumirme como esclavo. Pero sí, en la medida en que descubro que lo soy, puedo iniciar mi liberación… a sabiendas de que no he nacido para ello. ¡Nadie ha nacido para ello!


 

Ya se escuchan los pájaros, y la jauría se hace eco lejano. Podemos exclamar:

 

aAAAAAAAAAAAaaaaa

 

 

***