domingo

Lema Orante Semanal

 

La Llamada Orante nos encuentra para insinuar el rumbo, la tendencia

18 de diciembre de 2023

 

Y el poder se impone y exige competición. E implica distorsión de convivencia, y la esgrima, en una diversificación enorme, de la violencia. Sí, “la esgrima de la violencia”, porque ésta se muestra con estilete, con espada, con hacha, con daga, con puñal. Y con miradas, con gestos, actitudes; con desprecios, con prejuicios, con condenas.

Se impone, sí, se impone el poder de cada gesto, con el marchamo de la violencia, para conseguir el triunfo, la ganancia, el poseer.

Y, claro, así el ser se siente importante, opulento, con pleitesías alrededor...

 

Y todo ello implica “cotidianeidad”: un descuido, y lo poseído se desprende.

 

Y la crónica de todo este precipitado contexto nos lleva al éxito. Sí. Como especie, cada cual –y en grupo, y en zonas, y en países- consigue este descubrimiento o aquél o el otro, en base a esa importancia de... no ya de buscar y de encontrar, sino de tener.

Y eso, en la mirada miope del que combate, es todo el universo. Es todo el mundo. Es lo único que hay.

Entre la vida, que es “sangre, sudor y lágrimas” y “you can do it” –“tú puedes, tú puedes, tú puedes”-, el universo se reduce a la calle, a la empresa, a la casa, al vehículo, al consumo, a la inversión.

 

Nos muestra, la Llamada Orante, este panorama; que, si bien se conoce, sí, pero se… se infravalora –se infravalora a la hora de tenerlo en cuenta-.

Pero ¿cuánto tiempo hace que no miramos las estrellas, o nos impresiona la flor, o hacemos un canto, o hacemos una conciliación o reconciliación?

 

Desprenderse de ese modelo de impositiva ganancia, de logro posesivo, de discernir...

Discernir –en conductas, en actitudes y en gestos- la violencia: ese brazo ejecutor del poder, por envidia, por comparaciones, por… ¡Ah!, sí. Las justificaciones se volvieron aguijones de estímulos –como banderillas negras- para mantener la bravura y el descaro.

 

Y ya en genérico, el entorno te pide...; te pide valorar tu ímpetu, tu rabia, tu prejuicio, tu radicalismo hacia cualquier posición.

Y así como el entorno nos provoca, también podemos promovernos en ‘desprovocarnos’; en mostrar a la provocación, a la justificación para la violencia, mostrarle una actitud sin rencor, sin controversia, ¡sin defensa!

Y pareciera que no es posible, ante un ataque, no defenderse. Quedarás dañado, quedarás herido…

Esa es la propuesta del movimiento del poder. Pero no hay que especular mucho para darse cuenta de que puedo eludir esa violencia, puedo responder con benevolencia.

Y puedo situarme en disposición de comprensión, de entendimiento de por qué éste, aquel o el otro están enfadados con la vida, con su vida, con su cuerpo, con su forma, y van dando bandazos por cualquier sitio que pasen: porque les carcome la envidia, y el no tener el poder de poseer la importancia y el don que otros tienen.

Apartarse, sí, ¡sin huida! –aunque no hay que desecharla- ante esas provocaciones oficiales, naturales. “El arte de la evasión”: el estar sin combatir, eludiendo el golpe, y a la vez –“y a la vez”-, manifestando lo que uno es.

 

La Llamada Orante nos sitúa, en consecuencia, con otra actitud, gestualidad, intención, visión, opinión... en la que no se busca la ganancia a través de la violencia.

No es “ganancia” la que nos da la vida, sino el transcurrir de ella –de la vida-. Y, consecuentemente, entraremos en otra disposición: en esa indiferencia.

En esa indiferencia virtuosa y bondadosa; no, despreciable, despreciadora o –en definitiva- defensora con ataque. No. Pero sí hay que mostrar, ante la iniquidad de la violencia, ante el reclamo de la posesión, ante la imposición de la moral y de la regla, sí hay que mostrar –en esa indiferencia- la identidad de nuestra universalidad, la presencia eterna de nuestro transcurrir, la evidente relatividad subjetiva, la capacidad infinita de la esperanza, el arte de la espera sin desespero.

Hay recursos. Hay recursos para ser... –para ser- una muestra de Universo Creador, una muestra del Misterio Creador que nos ampara.

 

La Historia, la que se cuenta, la que se da por “verdad”, justifica plenamente la escalada de ganar, por los logros conseguidos para la minoría capaz: esa que aspira a dominar, controlar, manipular.

 

Pocos son los que oran en el sentido de la bondad. Muchos son los que imploran... la ganancia, el triunfo y el poder de su verdad.

 

 

La Llamada Orante nos encuentra para insinuar el rumbo, la tendencia; para agilizar la escucha, para evitar el dogma, para disolver la imposición y la posesión... y abrirse a la comprensión, al compartir, a la convivencia, a la respetuosa... admiración.

Sí: respetuosa admiración.

A ser capaces de ver la virtud, la disposición y la actitud de nuestro entorno.

Somos capaces de admirar la virtud... y relacionarnos con ella, haciéndonos indiferentes ante el defecto, el desafecto, el rechazo.

¡Y hay que ejercitarse para ello! Hay que promoverse en esa disposición. Porque es la que evita el desgaste, el roce, la confrontación, la destrucción, la opresión.

Y la Especie Vida busca la simbiosis, la sintonía, la armonía.

Y gracias a ello, la vida se da. “Y gracias a ello, la vida se da”. Con lo cual, hay más que motivos y motivos para modificar, convertir la posición de defensa, ataque, logro o posesión, en admiración, relación, convivencia, respeto... y evolución.

 

Se han confabulado las capacidades de los seres, sus recursos y sus medios, y se han implosionado para mostrarse en aplausos permanentes.

La figura humilde del desapercibido... no tiene consistencia.

Y esto motiva, a lo ganador, a promoverse en la lucha. Y a incitar a la defensa para establecer el combate.

Hay que andar prestos, despiertos... para no convertirnos en gatillo defensor, que luego será triunfador... y se aplaudirán sus logros o incitará para que lo aplaudan.

 

 

Cerrar los poros a la vanidad, a la razón. A esa razón impositiva que manda, que ordena...; que afirma tener la verdad, porque otro la dijo, porque aquellos la publicaron, porque los otros la impusieron.

Abramos los poros hacia la sinceridad, hacia las evidencias, hacia la escucha y hacia el “congeniar”; sí, el hacer la genialidad de lo creativo, de lo novedoso. Atreverse a improvisar... y a aportar lo que permanentemente nos asiste, invisible e impredecible, pero que ahí está: ese Misterio Creador, en su Providencia, en su casualidad.

 

Al menos, al menos vernos –“por instantes”- como seres de intimidad que no intimidan; como seres de respeto que no ofenden; como seres amables que no reclaman.

 

Que el silencio de la escucha de todos los sentidos... sea el descubrimiento y admiración mutuas –y admiraciones mutuas- que nos permitan ir juntos en esa Providencia de Fe en el Amor, que marca la Especie Vida.

 

Ámen.

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