TRASCENDER
5
de julio de 2021
La progresiva e
incesante materialización en la realización cotidiana, en base a la renta, el
beneficio, la competencia, la preponderancia, hace de la consciencia del estar,
una permanente alerta-alarma… cargada de desconfianza y con instintos de
supervivencia.
Pareciera que el
dominio –por el deterioro, por la destrucción, por la imposición- se mostrara
triunfante en todas las proporciones o escalas, desde las más grandes hasta las
personales.
El hálito… el hálito
del aliento del ánima, del espíritu, de la Creación, languidece a lo lejos…;
tiembla. Y continuas muestras de un vivir por rentas, por logros… sin importar
las consecuencias, nos advierten de un progresivo, rutinario, impune…
movimiento de especie, que ¡asume!... asume ir desapareciendo; asume la
violencia gratuita de “uno menos”. La eugenesia eutanásica se hace cada vez más
evidente.
Si en algún momento
hubo ideales que protestaban, que pedían, que ¡exigían!… liberarse del yugo
productivista, apenas si hay recuerdos.
Las expectativas de
este tiempo en el que estamos son preocupantes. Y nos alertan hacia la
necesidad de hacernos expectativas, bajo la referencia Creacional, bajo la
tutela… ¡de la vida misma!, que se sabe segura, que se sabe viable, que se sabe
saludable; que se sabe capaz de transfigurarse, de transformarse, de repararse,
de permanecer.
Bien es cierto que
esta posición no tiene recompensa, no es ganancial, no aporta ahorros… Invierte
e invierte permanentemente en la consciencia de saberse presente en un Universo
Creador.
El Llamado Orante nos
impele hacia acciones –cualesquiera que sean- que tengan ese eco
trascendente, que tengan esa vibración, en la consciencia, de un
sentir de Universo; de un sentir de verse y ver… la visionaria realidad,
que no es [1]tangente, ¡que no es tangible!… Que es invisible. Y que
es a la vez inmanente, en el estar, en el transcurrir.
Es… hora,
ya va siendo hora de acabar con las obsesivas disputas de razones, de
explicaciones, de ¡sinrazones!, que llevan a un compartir y a un convivir
incómodo, desagradable, cargado de prejuicios, de juicios, de condenas, de
críticas ácidas en las que no aparece la palabra amable “hacia”, el comentario
grato “por”…, sino que reverdece continuamente la crítica, el descaro de
acusar…
Eso
es deterioro.
“Trascender” es la posición que nos lleva a desprendernos de la
queja permanente, de la incomodidad constante, ¡de las demandas impositivas!
Y aún… aún se está en
la disposición-posición de darse cuenta.
Imperioso es el
esfuerzo, cierto. Pero entre unos y otros se han de dar cuenta de la necesidad
de trascender a la maquinaria maquinista, materialista y posesiva que nos
inunda, que nos reclama, que nos premia, que nos castiga.
Las permanentes y
pendientes disputas que quedan ahí latentes, incómodas, guardadas, ¡repelentes!,
que tratan de no mostrarse pero… a poco avizor que se sea, se descubren, eso
hay que ¡desterrarlo!, ¡diluirlo!; abrirse a esa nueva dimensión de lo
transcendente.
Sin miedo,
atreverse a expresar… ¡con vigor!... otra versión de los hechos, otra
perspectiva de lo que acontece.
Advertir –a propósito
de ese diálogo ácido y áspero hacia otros-… advertir que es semejante a aquel
que apedrea a otros; que ve la paja en el ojo ajeno, y no, la viga en el
propio.
El Sentido Orante nos
previene de manera acuciante… a propósito de esta situación; que parece a veces
verse lejos, pero que ¡ronda!, está. Y sin ánimo de dañar, está imbuida por un
estilo de consciencia poderosa, un estilo de consciencia endiosada, encumbrada
en… ¡el ego!
Esa conversión de ego
en “nosotros”; esa conversión de nosotros en “Creación”; esa conversión de “nosotros-Creación”,
en visiones de... ¡nuevas misiones!, de solidaria comprensión, de
condescendencia… pero, a la vez, de rigurosa convicción de que la Bondad es el
instrumento, y no, la vara de castigo y la bolita del premio.
El cuidado de la palabra…
El cuidado del prejuicio, el cuidado
de la condena.
Cuidado en el sentido
de “no ejercicio”. No son los termómetros de la convivencia. Son los
usurpadores de ella. Son los que pretenden imponer sus motivaciones, sus
razones.
El asumir al otro, a
los otros, con sus naturalezas, con sus actitudes, con sus posiciones, con sus
realizaciones… ¡y compartir un sentir, un ideal común!, es la vía para modificar esa consciencia mercantilista…
de ganancia, pérdida, razón, sinrazón, premio y castigo.
Por momentos parece
imposible. Por momentos parece que la marea es tan fuerte, el tsunami es tan
poderoso… que nos arrastra a casi
todos. Tenemos la misión de ser un “¡casi!”, de estar en ese “¡casi!”… con una
disposición relevante, reveladora, que escucha, que siente, que expresa, que
favorece, que ¡contempla!, y que se ejercita en una disposición complaciente,
colaboradora. Que no colabora en la distorsión, en el desentendimiento,
en el mirar hacia otro lado cuando se requiere, en la disputa fácil para la
apariencia.
¡Casi todos!, pero “casi”…
“Casi” ha de tener la
convicción rigurosa y complaciente de ver a “todos”, y de sentirse “casi”.
Y ejercitarse en
ello, en el “casi”, sin vergüenza, sin temor a… –seguramente- ser criticado; a
ser acusado de estar fuera de la realidad, fuera de… –¡fuera!, ¡fuera!-… y
llegar a querer seducirnos por un empleo, una pensión o una seguridad a medio o
corto plazo, que nos garantice la vulgar existencia de un tránsito mortuorio. Y
que reconocerán como lo evidente, lo natural, lo propio. Y lo ofrecerán como lo
que ha de asumirse. Y parecerá dorado y sensato, y puede hacer… ¡puede hacer
que el “casi” sea cada vez menor! Pero la marea arrastra, clama y vocifera en
su desespero.
Con la atención
presta, con la certeza de la Benevolencia Creadora, con la inspiración creativa
que no busca renta, con la disposición disponible de lo evidentemente
necesario, con la aceptación complaciente de los “otros”… y el compromiso fiel
de evolucionar, de modificar, ¡de restar gravedad y sumar entusiasmo!
“Restar gravedad y
sumar ¡entusiasmo!”.
Hay que prestar
atención; cada vez más atención.
Trascender, es la
actitud.
Creativizarse sin compensación,
es la disposición…
La convicción de una
Providencia inagotable, que nos contempla.
El Aliento certero
del Misterio Creador que nos acoge, con su Piedad infinita.
¡Ten Piedad!
Certezas se harán las
consciencias que sientan la Benevolencia y la Providencia, cuando transciendan
a cada acción, cuando sientan el Amor Creador… y dejen de egolatrizarse con la
asediada incidencia del “ganar”.
Disolver la estaca
que se clava como… inevitable.
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