lunes

Lema Orante Semanal

 

SOMOS ESTRUCTURAS INTER-OSMÓTICAS CON EL MEDIO

7 de junio de 2021

 

Y en la medida en que el ser se reconoce, se descubre, se... mira, con sus actitudes, sus pensamientos, sus gestos, sus costumbres, en esa medida es capaz de contemplar la incidencia de su posición con respecto al exterior, con respecto a los otros.

Porque, con harta frecuencia, el ser se queja de la respuesta del otro, y la respuesta del otro es una consecuencia de la actuación o el estar de uno. Si reconozco mis posiciones, soy capaz de… “actuar” sobre ellas; al menos, en reconocer las repercusiones que sobre el entorno van a tener.

“Reconocerse” no es un acto… de destino, según el cual, uno se reconoce que es alegre, reflexivo, obsesivo, y ya: es algo intocable.

No. En ese reconocerse, cada uno puede encontrar –hasta una cierta proporción- el origen de esa actitud. Y, sabiéndolo, puede interactuar internamente sobre su posición y, en consecuencia, variar la actitud.

Aunque es cierto que, en general, como dice el dicho: “Es más fácil mover una montaña que cambiar el carácter de una persona”.

Pero ¿por qué en cierta medida es cierto? Porque se parte de la base de que es incambiable, de que… “soy así”. Un algo estático ya establecido, rígido…

Y me dijeron un día que no cantara, y deduje que no sé cantar, pero no lo he intentado”. “Y me dijeron un día que no escribiera, y dejé de escribir cualquier reflexión”.

La interacción con el medio es “enorme”. Y cualquier tipo de conexión demuestra que incide sobre la naturaleza de nuestro ser. Y si no se está atento, se termina paralizado y encasquillado y encuadrado en una posición. Por una parte es cómodo, claro, porque “ya me conocen… ya saben cómo soy”

¡Qué aburrimiento! ¿Y así van a pasar 70-80-90-100 años…? ¿Con las mismas manías, los mismos prejuicios, las mismas rabias…?

Sí. Es lógico que también ocurra ese otro dicho –menos frecuente- que se dice: “Estoy cansado de mí mismo”. No es raro.

Ciertamente, cada ser, vehículo y equivalente de una función, tiene unos dones, pero esos se desarrollan, se transforman, se transfiguran. ¡No somos bloques marcados!

 

La misma investigación de nosotros mismos nos demuestra que –por ejemplo- ese núcleo de la célula, que era intocable, que allí no podía entrar nadie, que ese genoma estaba impoluto…, no: se interacciona con el entorno celular y con el epigenoma –que ahora resalta como un elemento fundamental-.

Somos estructuras inter-osmóticas con el medio, es decir que… que damos y recibimos e intercambiamos funciones.

 

La Llamada Orante nos incita a que reconozcamos nuestras naturalezas, que no las convirtamos en rígidas posiciones, que las hagamos crecer, adaptarse, desarrollarse e innovar…

Que cada día, ciertamente, no sea igual. Primero, porque no lo es. Y segundo, porque yo he cambiado… ¡en un detalle, en un gesto, en una opinión…!

Y en vez de pensar que he dejado de ser quien era, he empezado a ser quien debo ser. “En vez de pensar que he dejado de ser quien era, he empezado a ser quien debo ser”.

 

Puedo decirme, en el transcurso de este reconocimiento, que soy… ser. Es decir, que soy lo que me reconozco, pero... seré de inmediato otra pequeña particularidad.

Que sea un ser de… innovaciones.

Que sea un ser... con el que se puede contar… sin restricciones.

Soysea.

Que sea una actitud de disposición a la escucha, a la atención, al humor…; a la fidelidad, al cultivo de la sabiduría… y en una inclinación permanente hacia la bondad.

Que sea, ¡que sea una expresión de Amor!… que sepa mostrarse, intimarse, desarrollarse… sin miedo a la represión.

SoySea.

Soy rígido, intransigente, incompetente para cosas que me han dicho y cosas que yo he deducido.

 

Si incorporo el Soy-Sea, como una clave de tonalidades, una clave de otro nivel, que no está establecida, que no es reconocida, que se descubre cada día…

 

Y podemos asumir, en su vibración, el Soy-Sea, como algo propio de nuestra naturaleza.

 

SOOYYYYYSEAAAAAAAAA

 


***