CAUTIVOS. LO HUMANO ES UNA POSICIÓN DE TRÁNSITO
26 de septiembre de 2022
Desde la óptica
humana, a través de la Historia –subjetiva versión del acontecer-, estamos en
un momento de… confusa expresión de los fragmentos de poder que manejan,
manipulan y actúan sobre todas las especies, y más significativamente –por
nuestra óptica humana- sobre la nuestra propia.
Podría decirse que
estamos –como humanidad consciente, como homo ‘sapientis’- en un estado de cautiverio.
La propia especie se
ha “cautivado”, pero… lo ha hecho de doble forma: por una parte, cautiva lo
suficiente como para admirarse… adularse… mostrarse…
Y por otra parte –simultáneamente-
se hace cautiva de sus leyes, normas, costumbres… Leyes y más leyes.
La Llamada Orante nos
sitúa en la consciencia de este escenario… con el sentido de que despertemos a
otra consciencia que no se deje cautivar ni que quede cautiva… sino que aspire
a contemplar en consciencia su naturaleza, su presencia y su sentido, como
expresión de vida en este lugar del Universo.
Atenazados por el
individualismo, el propietarismo, el autoritarismo y... esa aparente libertad
que genera continua violencia, que justifica leyes de represión, de control…
eso, todo ello está, y en la medida en que nos aferramos a ese acontecer, ese
acontecer sucede, ocurre. Y nos… “convence”.
Con la Llamada Orante
se sugiere que apliquemos un sentido subjetivo a toda esa confusión que
constriñe… y nos abramos en consciencia a una actitud humilde, a una posición
de creencia, a un asumir –en consciencia- nuestra referencia en el Misterio
Creador, en la Providencia Fundamental. Esa que hace… la aparición de la
casualidad, de la suerte, de la oportunidad… Esa que no permite el susto ni el
miedo ante la amenaza de lo que vendrá.
Actitud… actitud de
valentía, esperanza y disposición.
Saber adaptarse y
configurarse sin generar aversión.
Es fácil caer en la
tentación simple e inmediata de que, ante “tal” dificultad, ante “cual”
carestía, debemos enfrentarnos, debemos mantener una posición de logro –de “logro”-,
de hacer el esfuerzo para conseguir…
Caer en esa tentación
es convertirse en un producto; en un… “usar y tirar”.
Y así, a la hora de manipularnos
con los precios, con las dificultades, con las leyes –y etcéteras largos-… si
pensamos que tal o cual carestía es “porque no hay” –sería en término simple-,
buscaríamos con afán el conseguir y el lograr. Mas sabemos –pero a veces se
olvida con facilidad-… mas sabemos que no hay carestía. Hay especulación. Hay
aprovechamiento.
(Desde hace un rato, se oye un estruendo de perros
ladrando)
Es una situación
similar a la de este instante en el que la jauría muerde las palabras, desgarra
el silencio, empodera a “el amo”.
Y es fácil… y hasta
perfectamente justificado el callarse, el prestar la atención a la incomodidad.
Pero si, por el contrario, la incomodidad la hacemos aparente… “Aparente” en
cuanto a que no es el obstáculo. Se hace evidente y obstáculo cuando contemplo
esa única realidad, y parece que me secuestra el espacio de mi silencio.
Siguiendo en ese
contexto, terminaría por recluirme y protegerme, no fuera a ser que… que
llegara la manada y nos destrozara.
Y es bajo esa visión
como se puede contemplar todo el escarnio que vocifera a nuestro alrededor; y que
sólo... sólo la calma y la serenidad en la Providencia nos puede evitar el
enfrentamiento, el ocultamiento, el auto secuestro, el miedo, ¡el desespero!
A lo largo del
transcurrir humano, la consciencia sapiencial de nuestra especie nos ha ido,
cada vez más, humanizando.
Y hemos ido perdiendo
el animismo transcendente. Y nos hemos ido aferrando a nuestros descubrimientos,
a nuestras reglas, a nuestros “poderes”. Cautivados por ellos… y ¡cautivos!
La Llamada Orante nos
llama… a recordarnos que nuestra presencia en el milagro de la Vida es un
transcurrir de testimonio, de trascendencia. Es un transcurrir
sabiendo de la Providencia. ¡Es un transcurrir que busca… mantener vivo-viva la
inmanencia de nuestro origen!
Y así, lo humano es
un paso. Un paso para ir ¡más allá! de lo humano.
Si nos quedamos con
nuestra configuración de razones, lógicas y entendimientos, estaremos anclados
en residuos…
Fósiles ardientes.
Ahora bien, si nos
damos cuenta –como nos sugiere la Llamada Orante- de que lo humano es una
posición de tránsito, de transcurrir; que su sentido es permanecer en base a
una consciencia transcendida…
Y así poder darnos
cuenta de que nuestra condición humana es una condición de tránsito.
Que orantemente –bajo
otra consciencia de percepción- somos unos transeúntes, nómadas que… van camino
de un peregrinaje hacia lo Eterno, ¡con lo Eterno!, transcurriendo.
No es un lugar, “allí”,
donde he de llegar, sino que voy con Él para culminar en Él.
Transeúntes, nómadas…
Peregrinos.
En consecuencia,
podríamos decir que toda esta turbulencia en la que nos encontramos es producto
de esa humanidad humanizada, estratificada, convencida… y en un estado de
cautiverio.
Y darse cuenta de
estar en esa posición, más que un fracaso o un dolor –que se produce, ¡claro!-
es un motivo de alegría.
Sí: es darme cuenta
de que, en la medida en que soy consciente de que estoy en cautiverio –porque
me han cautivado-, estoy en condiciones de iniciar un proceso para liberarme.
¡Porque no he llegado
a la vida para ser cautivo!
Porque la vida no es…
un encierro, un drama y un terror permanente.
Es más bien un
asombro, una liberación y una… inconmensurable sensación de ¡grandeza!
No puedo permitirme
achicarme, aminorarme y asumirme como esclavo. Pero sí, en la medida en que
descubro que lo soy, puedo iniciar mi liberación… a sabiendas de que no he
nacido para ello. ¡Nadie ha nacido para ello!
Ya se escuchan los
pájaros, y la jauría se hace eco lejano. Podemos exclamar:
aAAAAAAAAAAAaaaaa
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