Creacionalmente somos configuraciones sin miedo
12 de mayo de 2025
Sí es posible, sí es posible que estemos atravesando, como humanidad, una estancia de miedo superior a la que nos antecede en otras historias. Una estancia de miedo a nivel… mucho más amplificada que en otros momentos graves –como guerras mundiales, etcétera- que se concentraban más en los horrores.
En el transcurrir actual, el miedo es el leitmotiv de cualquier comunicado.
La Llamada Orante nos advierte a propósito de los miedos; que, por una parte, se… –por así decirlo- se heredan de los contextos familiares, educativos, culturales, económicos, espirituales… Hay una disposición a sostenerse en el miedo, incluso también a producirlo como mecanismo de defensa, aunque ahora se llama “de disuasión”: “Ladro y te asusto para disuadirte de que me puedas tú atacar”.
Y así, poco a poco, las poderosas influencias creadas en base al estilo de vivir se han manifestado con el miedo por delante.
Creando susto, temor, aislamiento, individualismo… y búsqueda de seguridad.
Haciendo que el ser renuncie a su libre expresión, que sea obediente a los temores, a los miedos propagados… y quede ahí secuestrado, entre los miedos heredados y los miedos circunstanciales que cada día van surgiendo.
La pregunta evidente es: “¿Por qué? ¿Por qué ese miedo?”.
Y la otra pregunta también evidente: “¿Qué hacer ante ese miedo generalizado en todas las áreas?”. Miedo a comer esto o aquello, miedo a respirar en tal o cual ambiente, miedo a dormir con tal o cual almohada, miedo a hacer o no hacer ejercicio, miedo a… Es interminable la lista de avisos.
Quizás el origen de ese miedo surgió cuando alguien se sintió superior a otro. Y el otro aceptó esa superioridad. Y a partir de ahí se fue encadenando una serie de miedos que se vieron rentables, puesto que al que recibía ese miedo se le recluía, se le aislaba, se le hacía obediente.
Hay que preguntarse: “La materia viviente, la vida en general, ¿se gesta por el miedo o se gesta por la concordia, por el acuerdo, por la necesidad de infinitos componentes que se sienten atraídos para configurar y conformar las diferentes e infinitas variables en las que se muestra la vida?”.
La vida es un acontecer solidario, comunitario… y de una atracción sensible; que en diferentes momentos se le puede llamar de diferentes formas, según la especialidad de bioquímico, biólogo, médico, antropólogo… Pero esa afinidad de atracción es Misterio Creador, es Amor.
Y así, una molécula con otra, un radical con otro –por cifrar aspecto bioquímico simple, pero se puede ampliar a un grupo, una comunidad, personas-, se sienten atraídos.
En todo ese proceso no hay miedo. Si hubiera… o si fuera el miedo un acontecer institucionalizado en la vida, no hubiera sido posible que apareciera ésta.
Y esta consideración resulta significativa a la hora de plantearse los miedos propios y los miedos inducidos por el entorno. Si sabemos que creacionalmente somos configuraciones sin miedo, y éste aparece como una variable –debido a la acción de infinitas posibilidades- que se da en la vida gracias al Misterio Creador, estaremos en una actitud –si asumimos que somos entidades sin miedo- estaremos en una actitud de permanente sintonía con todo lo que nos vamos encontrando, sin advertirnos, sin avisarnos, sin: ¡cuidado, cuidado, cuidado!
Una cohorte de cuidados, derivados del miedo, se establece como una vía de prevención… que termina formando una estructura con defensa, con ataque.
Desde la eternidad de la vida, ésta se hace infinita gracias a que no anida en ella el miedo; porque éste paraliza, impide el desarrollo, acude a la defensa… y el combate queda como vía de solución –¿solución?- a esa diversidad incontable de miedos.
Si asumimos –según nos muestra el Misterio Creador- que somos producto de una expresión solidaria, comunitaria, de atracción permanente gracias a lo que genéricamente podemos llamar “amor” –sin ahondar en ello-, tenemos una primera forma de qué hacer ante la aparición de este llamado “miedo”: reconocernos en nuestra identidad.
No existe –salvo en la manipulación del estilo de vida que se ha ido creando-, no existe un ser conformado, superior a otro.
Pero ocurre que cuando alguno pierde su identidad, su capacitación, su asumir lo que es, entonces, sí: siempre aparecerá –gracias a nuestra pérdida de identidad- un depredador.
Y ese miedo, ese reconocerse inferior, traerá consigo todas las angustias, ansiedades, preocupaciones y desarreglos en todos los niveles, y hará que el ser busque la evasión o la confrontación: o confronta con un sentido de poder, o se evade y huye permanentemente a través de la propia huida, o a través de alcohol, drogas… y unas variables desquiciantes productos del miedo.
La Llamada Orante proclama, en el orar, la forma, la manera de entrar en ese “no-miedo”; la forma, la manera de asumirse en lo que se es y en lo que se va siendo. No somos un proyecto acabado. Somos un proyecto amplificado, un proyecto novedoso, un proyecto descubridor.
Habitamos en el infinito. No puede ser de otra manera.
Y es así que la Llamada Orante se convierte en un oasis en donde se recoge el agua bendita: esa que purifica, esa que nos transciende, nos transfigura… y nos permite ser entidades liberadoras.
Bien es cierto –“bien es cierto”- que estamos rodeados de amenazas reales que aprietan –sí- y que desafían nuestra posición liberadora, nuestra posición bendita.
Y son entidades de poder… en lo económico, en lo social, en lo político, en lo afectivo, en lo emocional, en lo espiritual. Ya las religiones, por ejemplo, se encargan de amedrentarnos con el mismísimo Misterio Creador, que nos va premiando y castigando dependiendo de lo que hagamos.
Empleando un argot muy simple, diríamos: “¿Es que no tiene otra cosa que hacer? ¿Es que la naturaleza del Misterio se gesta sólo para nuestra especie?”. ¡Por favor!
Decía la plegaria: “Nuestro Auxilio es el Nombre ‘de’…”, que es una invitación clara hacia el orar.
Y es que, con el auxilio, estamos en permanente sintonía con ese manantial, con esa agua bendita de ese oasis.
Habrá y hay, siempre, motivaciones racionales, lógicas, entendibles, comprensibles… para defenderse del miedo.
Y con ellas tenemos que tener mucho cuidado, porque nos pueden armar, nos pueden separar, nos pueden recluir.
Y es ahí cuando la bendición de nuestra naturaleza, cuando nuestro auxilio acude para que esas “razonables” preocupaciones, angustias, ansiedades, tristezas, se disipen, porque son producto de una trayectoria de poder. Y la trayectoria del ser, como expresión de materia viviente, no es poder; es manifestación: una réplica del Misterio Creador.
Y al decir “una réplica”, evidentemente nos referimos a una muestra, como es la vida, que nos embarga y nos cautiva. Pero que no pretende ser, ni declararse, poderosamente divina, poderosamente dominante, poderosamente… ¡no! Sí, asombrosamente sorprendida; sí, asombrosamente agradecida; sí, asombrosamente enamorada de ser. “Enamorada de ser”.
Así que… empezar cuanto antes a eliminar esas minusvalías generadas por el poder en general; incluso el poder propio.
Es el momento de diluir esas temerosas posiciones que sólo ayudan a que las actitudes de poder se ejerciten aún más.
Estamos pasando las penalidades de un desierto –sin agua, sin alimento-… hasta que aparece el lugar, el punto, el manantial, el oasis.
Y así como nos cuentan que, con ese golpe de bastón, de las piedras surgió el agua, con ese golpe de consciencia descubrimos la oración: el oasis del alivio. Pero de un alivio no momentáneo, sino de un alivio esperanzador, creyente, creciente, amplificado, que nos hace ser seres liberados y en consecuencia solidarios, convivenciales y amantes de las virtudes.
No hace falta culpar, señalar; que es una forma de ejercer miedo y poder.
Como cuando nos recomendaban:“por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”. Nos hacían generar miedo y nos sentíamos culpables, y con ello ejercíamos, y señalábamos y culpábamos a otros. Y así, una cadena interminable.
Liberarse de señalar, de culpar; liberarse de ejercer un poder y, en consecuencia, estar, cada uno con su identidad, en una universalidad de la vida; en una diversidad complaciente.
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Creatively we are fearless configurations
2025-05-12
Yes, it is possible, yes, it is possible that as humanity, we are going through a period of fear greater than that which precedes us in other histories. A period of fear at a level... much more amplified than in other serious moments –like world wars, etcetera- that were more focused on the horrors.
In today's world, fear is the leitmotiv of any communication.
The Prayer Call warns us about fears; that, on the one hand, they are... –so to speak- inherited from family, educational, cultural, economic, spiritual contexts... There is a disposition to hold on to fear, even to produce it as a defence mechanism, although it is now called "of deterrence":"I bark and frighten you to dissuade you from attacking me".
And so, little by little, the powerful influences created by lifestyle have manifested themselves with fear at forefront.
Creating fright, fear, isolation, individualism... and a search for security.
Making the being renounce its free expression, to be obedient to fears, to propagated fears... and to be sequestered there, between the inherited fears and the circumstantial fears that arise every day.
The obvious question is: "Why? Why this fear?”.
And the other obvious question: "What to do in the face of this generalised fear in all areas?”. Fear of eating this or that, fear of breathing in this or that environment, fear of sleeping with this or that pillow, fear of exercising or not exercising, fear of... The list of warnings is endless.
Perhaps the origin of this fear arose when someone felt superior to another. And the other accepted this superiority. And from there, a series of fears began to develop that were seen to be profitable, since the one who suffered that fear was confined, isolated and made obedient.
We must ask ourselves: "Is living matter, life in general, born out of fear, or is it born out of concord, agreement, the need for infinite components that are attracted to configure and shape the different and infinite variables in which life appears?”.
Life is an event of solidarity, community... and of a sensitive attraction; which at different times can be called by different names, according to the speciality of biochemist, biologist, doctor, anthropologist... But this affinity of attraction is Creative Mystery, it is Love.
Thus, one molecule with another, one radical with another –to put it in simple biochemical aspect, but it can be extended to a group, a community, people- they are attracted to each other.
In this whole process there is no fear. If there were... or if fear were an institutionalised occurrence in life, it would not have been possible for this to appear.
And this consideration is significant when we consider our own fears and the fears induced by the environment. If we know that creatively we are fearless configurations, and fear appears as a variable –due to the action of infinite possibilities- that are given in life thanks to the Creator Mystery, we will be in an attitude –if we assume that we are fearless entities- we will be in an attitude of permanent harmony with everything we encounter, without warning, without: watch out, watch out, watch out!
A cohort of care, derived from fear, is established as a means of prevention... which ends up forming a structure with defence, with attack.
From the eternity of life, it becomes infinite thanks to the fact that fear does not nest in it; because fear paralyses, prevents development, resorts to defence... and combat remains as a way of solution –solution?- to this countless diversity of fears.
If we assume –as the Creator Mystery shows us- that we are the result of a communal expression of solidarity and permanent attraction thanks to what we can generically call "love" –without delving too deeply into it- we have a first way of what to do when faced with the appearance of this so-called "fear": to recognise ourselves in our identity.
There is no such thing –except in the manipulation of the lifestyle that has been created- there is no such thing as a conformed being, superior to another.
But it happens that when someone loses their identity, their ability, their acceptance of who they are, then, yes: there will always appear –thanks to our loss of identity- a predator.
And this fear, this recognition of oneself as inferior, will bring with it all the anxieties, anguish, worries and disorders at all levels, and will make the being seek evasion or confrontation: either it confronts with a sense of power, or it evades and flees permanently through its own flight, or through alcohol, drugs... and some unhinged variables as result of fear.
The Prayerful Call proclaims, in prayer, the form, the way to enter into this "no-fear"; the form, the way to assume oneself in what one is and in what one is becoming. We are not a finished project. We are an amplified project, a new project, a discovering project.
We dwell in infinity. It cannot be otherwise.
And so, the Prayerful Call becomes an oasis where holy water is collected: that which purifies, that which transcends us, transfigures us... and allows us to be liberating entities.
It is quite true –"it is true"- that we are surrounded by real threats that squeeze –yes- and challenge our liberating position, our blessed position.
And they are entities of power... economically, socially, politically, emotionally, spiritually. Religions, for example, are tasked with intimidating us with the very Creator Mystery itself, which rewards and punishes us depending on what we do.
To use very simple slang, we would say: "Doesn’t it have anything else to do? Is the nature of the Mystery gestated only for our species?”. Please!
The prayer said: "Our Help is the Name 'of'...", which is a clear invitation to pray.
And the fact is that, with the help, we are permanently in tune with that spring, with that blessed water of that oasis.
There will always be, and there always are, rational, logical, understandable, comprehensible motivations... to defend oneself against fear.
And we have to be very careful with them, because they can arm us, they can separate us, they can seclude us.
And that is when the blessing of our nature, when our help comes so that those "reasonable" worries, anxieties, concern, sadness, dissipate, because they are the result of a trajectory of power. And the trajectory of being, as an expression of living matter, is not power; it is manifestation: a replica of the Creator Mystery.
And when we say "a replica", we obviously mean a sample, as life is, that overwhelms and captivates us. But which does not try to be, nor declare itself to be, powerfully divine, powerfully dominant, powerfully... no! Yes, astonishingly surprised; yes, astonishingly grateful; yes, astonishingly in love with being. "In love with being".
Thus... start as soon as possible to eliminate these handicaps generated by power in general; even one's own power.
It is time to dilute those fearful positions that only help power attitudes to be further exercised.
We are going through the hardships of a desert –no water, no food-... until the place, the spot, the spring, the oasis appears.
And just as we are told that, with that stroke of the cane, water emerged from the stones, with that stroke of conscience we discover prayer: the oasis of relief. But not a momentary relief, but a hopeful, believing, growing, amplified relief, which makes us liberated beings and consequently beings of solidarity, of coexistence and lovers of virtues.
There is no need to blame, to point fingers; that is a way of exercising fear and power.
Like when we were advised: “because of my fault, because my fault, because of my great fault". They made us generate fear and we felt guilty, and with that we acted, and we pointed and blamed others. And thus, an endless chain.
To free ourselves from pointing fingers, from blaming; to free oneself from exercising power and, consequently, to be, each one with its own identity, in a universality of life; in a complaisant diversity.
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