domingo

Lema Orante Semanal

 

UN ESFUERZO LIBERADOR

12 de octubre de 2020

 

La Llamada Orante nos llama a remodelar nuestra actitud, posición y estilo.

“Actitud, posición y estilo”.

La actitud que se tenga ante el convivir diario. La posición que se corresponda según cualidades, capacidades, necesidades. Y el estilo: ese estilo que nos permita estar en la vibración de la belleza, en la vibración de lo amplificado, en la vibración de lo amado.

 

Y esta Llamada Orante en ese sentido, constituye un instante, un instante de CONVERSIÓN. Sí, una conversión que nos haga tener otras versiones-visiones de lo acontecido, de lo que acontece, y nos posicionemos bajo otra dinámica.

 

La especie, en su grupo dominante y conquistador, colonial y manipulador, estaba en una posición que culminó su capacidad de control. Y he aquí que el estilo de vivir dominante –insisto- colonial, impositivo, manipulador… pero que es el que lleva el ritmo y marca las secuencias de la especie de forma genérica, general –al decir de ahora, “globalizadamente”-… pues bien, ese estilo, esa manera, bajo unas circunstancias aún por aclarar, introdujo variables –variables de convivencia, siquismo, animismo, economía, sociabilidad-… variables que dieron como resultado una evidente y constatable obediencia.

Tanto es así que la definieron como “Nueva Normalidad”.

Y estamos hablando, no de María, Antonio, José… No. Estamos hablando de la especie, de la parte de la especie dominante… que, en su afán por el dominio de la propia especie, por ser ésta la más agresiva, la más violenta, la que tiene más capacidad de conquista y de manipulación… pues bien, todo esto se pone al servicio de esa “nueva normalidad”.

La mayoría de ese espectro que está bajo el orbe de lo globalizado, responde obedientemente. Repetimos.

Esto da una muestra de que las medidas que se han desarrollado como consecuencia de la evolución del estilo de vivir de la especie, han dado resultado: un mayor dominio, control, manipulación y rendimiento de la especie y, en consecuencia, de todo lo que la rodea: religiones, economías, sicologías, convivencias, costumbres…

 

El Sentido Orante no obedece a las consignas de humanidad, sino que es expresión de los designios del Misterio Creador.

No se doblega, ni se le puede vencer ni se rinde. Y con la complacencia de su Amar… llama a aclarar las nuevas situaciones, para que el orante se posicione… tenga una actitud… y desarrolle un estilo.

 

La actitud del orante, según la llamada que hace la oración, ha de ser una actitud de confianza plena en el vivir. “Confianza plena en el vivir”. Y el vivir supone asumir, la vida, como un acontecer que tiene recursos, medios, capacidades para permanecer.

Así nos lo ha hecho saber la evolución de la especie.

Amén de nuestras capacidades estructurales, funcionales, biológicas, medioambientales, con recursos más que suficientes para permanecer, además, se añaden los recursos que la propia especie ha gestado para mejor adaptarse, mejor rentabilizar su actividad, mejor nivel de libertades, convivencias etc.

Todo ello ha posibilitado las evidencias de que la especie, en su permanencia, expanda su presencia… y se posicione ante la vitalidad –o vida en sí- como algo ILIMITADO.

Esta situación nos posibilita, posibilita al orante –desde la óptica de su enseñanza, desde la óptica de su medio o de su posición media como intermediario sanador-, le capacita, insisto, para saber… y confianza plena en lo que hay, en lo que somos.

Ese camino hacia una conversión, no hacia una “nueva normalidad humana”. Una conversión que nos libere del yugo del consumo, del maltrato, de la separación, de los prejuicios, de los juicios, de los castigos.

 

Así, con esa actitud, nuestra posición es la de comprensión de lo que sucede. No enfrentamiento a lo que se impone. Una intención liberadora conversa en todo lo que se hace, bajo la referencia del Misterio Creador.

 

Así, nuestra presencia puede ser una referencia bajo otros parámetros: “conversos”, porque se convierten en versiones que se referencian en la Creación, no en los poderes que la especie ha gestado. Los tiene en cuenta. No se enfrenta.

Y así se establece un estilo, una manera de relacionarse, en la que –insisto- sin entrar en conflicto, se es capaz de versionar –dar la versión-… versionar lo que acontece bajo la referencia de Los Divino, con una óptica en la que cada uno se sienta identificado. Y que podamos alumbrar, con otras luces, las situaciones de obediencia ciega, de temor, de desespero.

 

Ese estilo convertidor, esa conversión bajo la referencia de lo Innombrable, nos capacita hacia actitudes creativas, de creativización, de… gestar recursos y posicionarse, sin enfrentarse, a otra perspectiva. Una perspectiva que no sea ¡atacable!, que puede crear curiosidad o sospecha o asombro... pero que no pone en peligro la hegemonía del poder. ¡Ni es su objetivo! El objetivo lo va marcando esa conversión permanente, esa referencia en el Misterio Creador.

No es un combate el vivir orante, es una conversión permanente, y especialmente hoy, ahora, en este tiempo que toca lidiar con el descaro más evidente que muestra el poder. En todas sus facetas.

 

Sin lugar a dudas ni planteamientos ni replanteamientos, esta conversión supone un ESFUERZO… en esa actitud, en ese estar, en ese estilo; un esfuerzo para salirse del orbe de “la gravedad” de lo que pretende controlar, dominar, manipular, esclavizar.

Y el esfuerzo viene dado por todo el estilo vivido anteriormente: acomodado… consumista… violento… ganador… competitivo… racista…

Así que, si queremos salir de esa nube tóxica que impone la “nueva normalidad”, debemos posicionarnos con la actitud y el estilo de conversión. Y eso supone un esfuerzo. Eso nos dice la Llamada Orante. Sin ese esfuerzo, caemos en la órbita gravitacional de lo impuesto. Y caeremos en el aplauso fácil al poder –hacia él-, al haber perdido nuestra actitud, nuestra posición y nuestro estilo, y al haberse sometido a los mandatos de lo prepotente.

 

Y no es difícil apercibirse de que ese esfuerzo que nos transmite hoy la Llamada Orante, no es algo novedoso o distinto. ¡No! Nos lo dice constantemente. Pero ocurre que hoy nos lo reclama, porque está en peligro –por así decirlo- nuestra identidad como Universo, nuestra disposición como servidores, nuestra capacitación como intermediarios.

 

Y en la medida en que nos profundizamos en nosotros mismos… –“en la medida en que nos profundizamos en nosotros mismos”-, encontraremos el auxilio, el cuidado… y la percepción evidente de nuestra referencia: de lo Eterno, de lo Creador. Y esto nos posibilitará ser creativos, mostrar nuevas perspectivas… que no se desconectan de lo que transcurre, pero que versionan, ¡visionan las situaciones de otra manera!

 

Los orantes no son legión. Es decir, no es un esfuerzo en el que mayorías participen, no. Son esfuerzos de “minorías”, que son las que, a lo largo del estudio de la evolución, han demostrado su capacidad de cambiar la totalidad, modificar las tendencias, abrir nuevos espacios.

Así que se base esa conversión en CALIDADES, no en cantidades. Y esa calidad de esfuerzo, que procede de nuestra naturaleza y que se mantiene y se entretiene por el Misterio Creador, hace de ese esfuerzo una complacencia, una actitud de… saberse en una posición y en un estilo que se corresponde con lo que intuimos que nos muestra el Misterio Creador a través de la Oración.

 

La importancia del detalle, el cultivo del afecto, la perseverancia en el compromiso, la fidelidad a los ideales, el cumplimiento de las promesas… todo ello, y más, constituye el ejercicio del esfuerzo. Y, a su vez, su vivencia complaciente.

Y nos refrendamos orantemente, vibrando en ese esfuerzo liberador de esa alquimia de la conversión.

 

 

 

***