domingo

Lema Orante Semanal

 

Dominio, envidia, deuda y consumo

30 de diciembre de 2024

    La Llamada Orante nos muestra que el transcurrir de humanidad de hoy es básicamente un transcurrir de dominios; dominios dominantes, dominadores, dominados…

    Y de eso hay que apercibirse: de esa convivencia social, política, económica, religiosa, espiritual, geográfica. En todas ellas el dominio tiene el sello de calidad.

    Sí… El hecho de dominar regiones, región, lugar, grupos, personas… –da igual la proporción- indica respeto y supone calidad.

    En principio, la calidad era más bien caridad, era más bien emoción, era más bien evidencias constatables de función, de… Sí. Quizás. Y quizás en algunos ámbitos siga siendo así, pero… ya no es así.

    El dominio se hace tan fuerte que establece sus normas de calidad. Y si el ser no está suficientemente despierto, es probable que acepte multitud de situaciones, decisiones, historias, leyes que, en un primer momento, no… no las aceptaría. Pero como vienen de… el dominio, y éste, evidentemente, tiene sus tentáculos poderosos…

    Si nos fijamos muy, muy someramente en nuestra pequeña, limitada y concreta cotidianidad, en la que no somos alcaldes, ni directores, ni propietarios, ni dominadores –no, simplemente estamos-, verán que se encuentran con dominios que hacen que se tenga una postura, una actitud, un gesto… diferente; que no sea una respuesta clara y evidente, sino que, debido al dominio que éste, aquél o el otro tiene por su experiencia, por su edad, por… ¡buah!, luego después se pueden enredar lo suficiente.

    El dominio dominante, dominador, dominado, es un obstáculo muy severo para proseguir. Es como si la cadena de la bicicleta se hubiera enredado, y le damos, y a veces coge el piñón, pero otras veces… –la rueda, el plato- pero otras veces no, y no, no va.

    Junto al dominio… gravitan como dos satélites imprescindibles para entender la evolución de la humanidad: la envidia y la deuda.

¡Oh!

Sí.

    La deuda viene dada –y viene sintonizada con la envidia- en base a querer, a querer, a querer, a querer y… y no poder. Y quedan deudas. Y a prometer, y a prometer, y a prometer y no cumplir. Y quedan deudas.

       Y… envidiosamente, las necesidades del querer son envidias solapadas en las que se demanda aquello, lo otro, lo otro, lo de más allá –que es posible que excepcionalmente esté en nuestro camino y tengamos que asumirlo, ¡claro, claro que sí!-, pero cuando hablamos de “envidia” hablamos de que no está en nuestro… “off the records”, no está en nuestro… No. Empezamos a querer lo de aquél, lo del otro, o lo más parecido a aquello, a lo de más allá…

    Pero, bueno, lo cierto es que, el endeudamiento… –sin recurrir a la deuda internacional-…

    ¿Saben? El mundo, o sea, lo que se dice “el mundo”, la población mundial, tiene una deuda de unos 100 billones. Es una cifra que… les puedo poner mil; nos da lo mismo, ¿verdad?, para las cifras que manejamos nosotros. Pero toda la humanidad tiene una deuda económica. Lo gracioso es: tiene una deuda, ¿con quién? Con nosotros mismos, claro. Y eso es difícil de solucionar, salvo que entremos en conflicto.

    O sea que la deuda no es un fantasma. No, no. No, no. Es un producto interior bruto que se ha consumido antes de producirse. Y que, igual que ese parámetro, ocurre lo mismo con el estar cotidiano. De ahí que tengamos que mantener una propuesta de austeridad, de lo imprescindible, de lo necesario… No para disminuir la deuda humana, no. Evidentemente, con eso se puede colaborar poco. Pero sí como “un estilo de”... diferente, diferente.

    Ustedes sabrán –claro- que, en estos días, las familias se endeudan para la comida de Nochebuena, para el Año Nuevo, para los regalos, para… ¡Se endeudan! Porque la envidia y el requerimiento de sus propios poderes, de sus propios quereres, así lo exigen.

    ¿No resulta un poco dramático…?

    Si fuera de carácter “loco”, pues tendría una explicación. Incluso sería divertido. Pero, no: es de carácter “cuerdo”. Hay que pedir, prometiendo devolver con un interés... ¡Guau!

    Dominados, con la envidia y la deuda, ¿en qué… en qué epígrafe se pone el animismo, la espiritualidad…? ¿En qué lugar?

¿Añadimos la religión? Ya no.

    Consume mucho el dominio dominante, dominador, dominado; consume mucho la envidia; y consume muchísimo la deuda. En definitiva, tenemos –de todo ello- otro rodeado problema:el consumo.

Y lo cerramos ahí, ¿verdad?

    Es como una palangana grande: sería el consumo; y el patito sería la envidia, la deuda sería el barquito, y el dominio sería el agua.

¡Ah!...

    Apenas si hay espacio. Cuando se meta el niño en el barreño, para bañarse, va a ser difícil, ahí, cantarle una nana.

    De igual manera, cuando el adulto se sumerge en el consumo, y está matizado por la envidia, la deuda…, y dominado por sus dominancias, apenas hay sitio para animarse a otras instancias, a otras dedicaciones, a otras funciones.

    El dominio, la envidia, la deuda, el consumo, ocupan todo el espacio.

    Y lo curioso es que, probablemente –lo dejamos así: “probablemente”-, la mayoría de los seres no son conscientes de ese dominio, de esa envidia, de esa deuda, de ese consumo. No. Lo llevan como algo natural, porque se ha conseguido que sea así. Se ha conseguido –merced a las instancias del poder-, se ha conseguido que eso sea lo propio, lo llevadero, lo estructural.

    .- ¿Cómo es que no tienes deudas? ¿Cómo es que has cumplido todas tus promesas? ¡No fastidies! ¡Habrá un dominio sobre algo o sobre alguien!, ¿no? ¡Por lo menos sobre tu perro!

.- Pero es que no tengo perro.

.- Bueno, pues tendrás algún otro animal.

.- No, no tengo animal.

    Es difícil, sí, encontrar seres que no estén envueltos en esa maraña de deudas: deudas de promesas, deudas de… afectos…

    ¿Cómo… –nos plantea la Llamada Orante- cómo vive el amor dominado, dominante y dominador? ¿Cómo vive el amor de envidia? ¿Cómo vive el amor de... –¡uf!- de ¡deudas!? ¿Cómo vive el amor de consumo?

    El caso es que el amor ¡vive ahí! Hay amor. Y se consume. Y promete y promete y promete, pero no cumple… Y envidia y envidia, y prefiere aquél, aquello, aquello, aquello, aquéllas, aquéllos, éstos, los otros… Y está permanentemente en esa...

    Y, por supuesto, establece un dominio; a veces podría decirse que “para mantener su postura”. No es preciso.

    Pero, como podemos suponer –así, a groso modo, ¿verdad?-, un amor endeudado, envidioso, consumista y dominador… ¿verdad que resulta un poco… así como...?

    Pero ése es el que “funciona” –entre comillas, “funciona”-. ¡Esa es la muestra! ¡Por eso en esa muestra no puede haber una ternura!, ¡no puede haber una dulzura!, ¡no puede haber algo que trascienda!

    Y en ello nos tenemos que fijar; de ello nos tenemos que dar cuenta. Para que podamos establecer esas pequeñas correcciones que nos permitan justamente escuchar la Llamada Orante.

    Y posicionarnos de otra manera. ¡Así!

    Cuando una partícula subatómica se posiciona de otra forma –por un campo electromagnético o por alguna otra incidencia-, se modifica todo el panorama de su entorno.

    Sí. Igual, igual, igual, igual ocurre con el ser de humanidad. Cuando éste modifica uno de estos parámetros que hemos dicho: dominio, envidia, deuda, consumo –modifica ¡uno!, o sea, deja de ejercer, se dispone de otra manera-, la resultante es muy diferente.

    Y en esa resultante –“y en esa resultante”- es cuando aflora…

    Y esto es lo importante: no quedarse en la descripción de lo duro y áspero.

    Cuando se modifica esa pequeña cosa, lo importante es que aflora nuestra bondad, aflora nuestra disposición, aflora nuestra entrega, aflora nuestro amar sin condición.

    Aflora realmente la consciencia de que soy habitante de Universo, aflora mi cumplimiento de “lo que salga por mi boca, que solo siente mi corazón, se ha cumplido a rajatabla por mi cuerpo y por mi intención”. ¡Aflora!...

    Es fácil… darse por vencido. Sí. Es relativamente fácil admitir que…

    “¡Bueno! Estamos en este mundo… Este mundo es así… Hay corrupción; ¿por qué no me voy a corromper yo un poquito? Hay trampas; ¿por qué no voy a hacer trampas un poquito? Hay infidelidades; ¿por qué no voy a ser un poco infiel, si me da un beneficio? Hay robos; si no son muy grandes tampoco es tan malo, porque yo también lo necesito…”.

    Y así, nos vamos fácilmente justificando.

    Tenemos una capacidad justificativa, los seres humanos, increíble. Quizás por todas las penurias que se han pasado a lo largo de milenios. Pero no tenemos que caer en ellas.

    La Llamada Orante nos sitúa en ese ámbito en el que la humanidad se mueve, y nos alerta sobre cuatro aspectos muy concretos que los tenemos permanentemente en nosotros, a nuestro alrededor, y que… ¡y que son los que precisamente obstruyen nuestro animismo, nuestra oración, nuestra comprensión, nuestro cambio, nuestra disposición en otra dimensión!

    ¡Que es lo que busca la Oración!: “sintonizarnos con la dimensión Creadora”.

    Estamos con bordes de guerra continuamente. Sí. Diríamos que “bordes” serían todas esas escotaduras humanistas que nos perfilan.

    Y no hay lugar donde no tiemble el fusil, la pistola…; donde el miedo no se haga… tiritante.

    Sí. Si cogiéramos a cualquier ser humano de cualquier lugar… –aunque habría diferencias, claro, sí, pero el marco-, el marco de su “aura” –para entendernos mejor- es guerrero. No es luminoso, no es beatífico, no es bondadoso. Es chispeante, es fogoso, es alternante…

    Y la guerra se nos ha ido incrustando. No ahora, claro; desde Caín y Abel o desde las Termópilas… –¡quién sabe!-.

    Tampoco nos sirve de mucho… por qué apareció esa faceta de violar, de agredir, de dañar; por pensamiento, palabra, obra u omisión. No necesariamente hace falta una bayoneta ni una pistola.

¡Ah!

    Por eso el escote, el recorte del ser, es un escote y un recorte guerrero.

    Esto es entrando en otro plano de la Llamada Orante de hoy. En otro plano en el que debemos considerar cómo, en todo ese sistema de guerras en las que me siento agredido y tengo que responder, y es legítimo que responda, porque si no, a lo mejor me agreden más, o si no, incluso a lo mejor acaban conmigo… tengo que saber defenderme.

    Pero si no hubiera agresión no se precisaría la defensa.

    Y, en cualquier caso, el concepto guerrero empieza, se desarrolla y culmina con… dolor de dolores.

No es bondad, no.

    Ya con lo vivido, deberían excluir a todos aquellos que piensan como gobernantes o expresan algo referente a la guerra. Deberían ser destituidos. Solo con lo vivido en propia carne o en otros lugares.

¡La guerra!...

    ¿Cuántas veces no se ha declarado la guerra a alguien?

    A lo mejor nunca les ha ocurrido. ¡Qué bien! Pero es posible que sí.

¿De qué les ha servido…?

    De una atención, de una alerta, de un daño, de un dolor…

Y eso ¿ha solucionado algo?

    Sí; podemos decir que no, claro. Otros dirán: “Sí. Gracias a… el castigo, gracias a la guerra, tuvimos que liberar y liberamos a tal país. Y ahora viven mucho mejor”.

    No hablan de los que dejaron de vivir, y cómo lo dejaron. Pero, en fin, hoy por hoy la guerra es un justificante necesario. Y nos compete a todos.

¿Y qué decir?

    Como opinión simple, orante, la guerra anula nuestros sentidos afectivos, bondadosos, generosos, y nos convierte en racistas, en guerreros.

    Y empleamos a lo divino como fuerza de ayuda.

No está mal.

    Podemos decir “ésa no es mi guerra”, como si con ello nos liberáramos del sentimiento guerrero. El sentimiento guerrero que probablemente se desencadenó a través del cazador, y después a través del dominador, del masculino sobre el femenino…

    Ese sentimiento de guerra, de posesión, de dominio… está ahí; está ahí como pidiendo quedarse. Y, de hecho, parece que se ha quedado, puesto que hay suficientes guerras –así, guerras de ruido- en muchos países. Pero lo más preocupante es la guerra que cada uno establece consigo mismo y contra los demás.

    Sobre ello tenemos que incidir, porque está ahí. Porque nos llaman a la venganza, nos llaman a la revancha, nos llaman a...

    No dejemos que nuestras instancias de Amor se hagan guerreras.

    No permitamos que sean filos de dolor y palabras de ofensa.

    Todo ello derrite el Amor… y lo convierte en un arma.

Y deja de ser liberador…

Pierde su fe, su esperanza.



***

 

 

 

 

Domination, envy, debt, consumption

2024-12-30

    The Prayerful Call shows us that the passing of humanity today is basically a passing of dominions; dominant dominions, dominator, dominated…

    And we must be aware of this: of this social, political, economic, religious, spiritual, geographic coexistence. In all of them, domination has the seal of quality.

    Yes... The fact of dominating regions, region, place, groups, people... –no matter the proportion- indicates respect and implies quality.

    In principle, quality was more about charity, it was more about emotion, it was more about verifiable evidence of function, of... Yes. Perhaps. And perhaps in some areas it is still like that, but... it is no longer like this.

    Domination becomes so strong that it establishes its quality standards. And if the being is not sufficiently awake, it is likely to accept a multitude of situations, decisions, stories, laws that, at first, it would not... it would not accept them. But since they come from… domination, and this, evidently, has its powerful tentacles…

    If we look very, very briefly at our small, limited and concrete daily life, in which we are not mayors, nor directors, nor owners, nor dominators –no, we simply are-, you will find dominions that make you have a different… posture, attitude, gesture; that is not a clear and evident response, but rather, due to the dominance that this one, that one or the other has due to their experience, due to their age, due to…wow!, then later they can become sufficiently entangled.

    The dominant dominion, dominator, dominated is a very severe obstacle to continue. It is as if the bicycle chain had become tangled, and we push it, and sometimes it takes the sprocket, but other times… –the wheel, the plate- but other times it doesn’t, and no, it does not go.

    Along with domination… two satellites gravitate like essential satellites to understand the evolution of humanity: envy and debt.

Oh!

Yes.

    Debt is given –and is tuned to envy- based on wanting, wanting, wanting, wanting and… and not being able to. And debts remain. And promising, promising, and promising and not fulfilling. And debts remain.

    And… enviously, the needs of wanting are overlapping envies in which we demand this, that, the other, and the beyond –which may exceptionally be in our path and we have to accept it, of course, of course we do!-, but when we talk about “envy” we talk about that it is not in our… “off the records”, it is not in our… No. We begin to want that which belongs to that one, the other, or the closest thing to that, the beyond…

    But, well, the truth is that indebtedness… –without resorting to international debt-…

    You know? The world, or rather, what is called “the world”, the world population, has a debt of about 100 billion. It is a figure that… I can give you a thousand; it makes no difference to us, right?, for the figures that we handle. But the whole of humanity has an economic debt. The funny thing is: it has a debt, with whom? To ourselves, of course. And that is difficult to solve, unless we enter into conflict.

    So, debt is not a ghost. No, no. No, no. It is a gross domestic product that has been consumed before being produced. And, just like that parameter, the same thing happens with daily life. That is why we have to maintain a proposal of austerity, of the essential, of what is indispensable and necessary… Not to reduce human debt, no. Obviously, we can do little to help about that. But as a different “style of”...

    You know –of course- that, these days, families go into debt for Christmas Eve dinner, for New Year's, for presents, for… They go into debt! Because envy and the demand of their own powers, of their own desires, demand it.

    Isn't it a bit dramatic…?

    If it were of a “crazy” character, then it would be an explanation. It would even be funny. But, no: it is of a “sane “character. You have to ask, promising to return with interest... Wow!

    Dominated, with envy and debt, where... where do we put animism, spirituality...? In what place?

    Should we add religion? Not anymore.

    The dominant dominion, dominator, dominated consumes a lot; envy consumes a lot; and debt consumes a lot. In short, we have –out of all that - another surrounding problem: consumption.

    And we close it there, right?

    It's like a big basin: it would be consumption; and the little duck would be envy, the debt would be the little boat, and the domain would be the water.

Ah!...

    There is hardly any room. When the child gets into the tub to bathe, it will be difficult to sing him a lullaby.

    Likewise, when the adult is immersed in consumption, and is influenced by envy, debt…, and dominated by his dominances, there is hardly any room to animate itself to other instances, other dedications, other functions.

    Domination, envy, debt, consumption, takes up the whole space.

    And the curious thing is that, probably –let's leave it like this: “probably”-, the majority of beings are not aware of that domination, envy, debt, consumption. No. They take it as something natural, because it has been achieved that way. It has been achieved –thanks to the instances of power-, it has been achieved that this is what is proper, what is bearable, what is structural.

    .- How is it that you don't have debts? How is it that you have kept all your promises? Wow! You should have a dominion over something or someone, right? At least over your dog!

    .- But I don't have a dog.

    .- Well, then you will have some other animal.

    .- No, I don't have any.

    It is difficult, yes, to find beings who are not involved in that tangle of debts: debts of promises, debts of... affections...

    How... -the Call to Prayer presents to us- how does dominated, dominant and dominating love live? How does the love of envy live? How does the love of... -ugh!- of debts live!? How does the love of consumption live?

    The fact is that love lives there! There is love. And it consumed. And it promises and promises and promises, but it doesn't fulfil... And it envies and envies, and it prefers that one, the other, those, those others, these, the others... And it is permanently in there...

    And, of course, it establishes a dominion; sometimes it could be said, “to maintain one’s position.” It is not necessary.

    But, as we can suppose –roughly speaking, right?-, an indebted, envious, consumerist and domineering love…does not look a bit like… ?

    But that is the one that “works” –in quotation marks, “works”-. That is the sample! That is why in that sample there cannot be tenderness! There can’t be sweetness! There can’t be that transcendence!

    And that is what we have to pay attention to; we have to be aware of. To be able to establish those small corrections that allow us to justly listen to the Prayerful Call.

    And to position ourselves in a different way. Like that!

    When a subatomic particle is positioned in a different way –by an electromagnetic field or by some other incident-, the whole panorama of its surroundings is modified.

    Yes. The same, same, same, same happens with the being of humanity. When it modifies one of these parameters that we have mentioned: domination, envy, debt, consumption –it modifies one!, that is, it stops exercising it, it is arranged in a different way- the result is very different.

    And in that result –“and in that result”- is when it emerges…

    And this is the important thing: not to remain in the description of the hard and rough.

    When that small thing is modified, the important thing is that our goodness emerges, our disposition emerges, our dedication emerges, our unconditional love emerges.

    The awareness that I am an inhabitant of the Universe really emerges, my fulfilment of “whatever comes out of my mouth, which only my heart feels, has been fulfilled strictly by my body and by my intention”. It emerges!...

    It is easy… to give up. Yes. It is relatively easy to admit that…

    “Well! We are in this world… This world is like this… There is corruption; why should I not be corrupted a little? There is cheating; why should I not cheat a little bit? There are infidelities; why should I not be a little unfaithful, if it gives me a profit? There are thefts; if they are not very big it is not so bad either, because I need it too…”.

    And so, we easily justify ourselves.

    We human beings have an incredible capacity for justification. Perhaps due to the all the hardships that have been endured over the millennia. But we do not have to fall into them.

    The Prayerful Call places us in that sphere in which humanity moves, and alerts us to four very specific aspects that we have permanently within us, around us, and that… and that are precisely those that obstruct our animism, our prayer, our understanding, our change, our disposition in another dimension!

    That is what Prayer seeks: “to tune us into the Creative dimension.”

    We are constantly on the edges of war. Yes. We would say that “edges” would be all those humanistic notches that define us.

    And there is no place where the rifle, the pistol… does not tremble; where fear does not… become shivering.

    Yes. If we were to take any human being from any place… –although there would be differences, of course, yes, but the framework- the framework of his “aura” –to understand us better- is warlike. It is not luminous, it is not beatific, it is not kind. It is sparkling, it is fiery, and it is alternating…

    And war has become embedded in us. Not now, of course; since Cain and Abel or since Thermopylae… –who knows!-.

    It is not of much use to us either… why did this facet of violating, of attacking, of harming appear; by thought, word, deed or omission. A bayonet or a gun is not necessarily needed.

Ah!

    That is why the cleavage, the cut of the being, is a cleavage and a warrior cut-out.

    This is entering into another plane of today's Prayerful Call. On another level, we must consider how, in this whole system of wars in which I feel attacked and I have to respond, and it is legitimate for me to respond, because otherwise, maybe they attack me more, or, maybe they even finish me off… I have to know how to defend myself.

    But if there were no aggression, defence would not be necessary.

    And, in any case, the warrior concept begins, develops and culminates with… pain of pains.

    It is not kindness, no it isn’t.

    Already with what they have experienced, they should exclude all those who think like rulers or express anything concerning the war. They should be dismissed. Only with what they have experienced in their own flesh or in other places.

War!...

    How many times has war not been declared on someone?

    Maybe it has never happened to them. How nice! But it is possible that it has.

    What good has it done to them…?

    Of attention, an alert, damage, pain…

    And has it solved anything?

    Yes; we can say no, of course. Others will say: “Yes. Thanks to… punishment, thanks to the war, we had to liberate and we liberated such a country. And now they live much better”.

    They do not talk about who stopped living, and how they stopped. But, anyway, today war is a necessary justification. And it concerns us all.

    And what can we say?

    As a simple, prayerful opinion, war nullifies our affective, kind, generous senses, and turns us into racists, into warriors.

    And we use the divine as a force of help.

    It is not bad.

    We can say “that is not my war,” as if by doing so we were freeing ourselves from the warrior feeling. The warrior feeling that was probably unleashed through the hunter, and then through the dominator, the masculine over the feminine…

    That feeling of war, of possession, of domination… is there; it is there as if asking to stay. And, in fact, it seems it has remained, since there are enough wars –well, wars of noise- in many countries. But the most worrying thing is the war that each one establishes with himself and against others.

    We have to insist on this, because it is there. Because we are called to revenge, we are called to retaliation, we are called to...

    Let us not allow our instances of Love to become warriors.

    Let us not allow them to be blades of pain and words of offense.

    All this melts Love… and turns it into a weapon.

    And it stops being liberating…

    It loses its faith, its hope.







***