Anónimos
9 de octubre de 2023
Cada mañana, al
despertar, nos presentamos ante la Creación, nos presentamos ante el Universo,
nos presentamos ante el Misterio de vivir.
Y todo ello... es una
presentación de anónimos.
Sí. Y nos ponemos
nombres y sonidos y… Pero, ante la Creación, ante el Misterio Creador, ante el
Universo, ante el Despertar, cuando nuestros sentidos se abren, ¿quiénes somos...?
Anónimos. Nadie.
Esto puede resultar
descorazonador, puesto que en la era de la importancia personal, sentirse o ser
denominado “anónimo”... es como una degradación.
Pero es evidente que,
a la hora de presentarme ante el Misterio, la Vida, la Luz, al presentarme ante
ello, me presento, ¡he despertado!
Y como yo, miles de
miles de millones de seres vivos, que sé –además- que estamos conectados. Y
también sé que cada uno va a cumplir un sentido.
Pero ante la Luz, el
Misterio Creador y el Despertar, soy un
anónimo.
Esta posición... nos
sitúa en la evidencia de que lo que va a trascurrir es Misterio, es algo que no
sabemos ni comprendemos; que, evidentemente, para nuestro código de razón, de
lógica y tal, sí; ahí…, para eso nos vale ser María, Eufrasio o López, sí,
pero… eso no es.
Al descubrirme como
anonimato, en mi presencia, estoy asumiendo la acción del Misterio Creador, de
la Luz, del Despertar; como tres facetas, por hacerlo más entendible, pero en
realidad es una sola: Misterio.
La Llamada Orante nos
promueve a que, cuando empecemos hoy a hacer nuestros planes, nuestros
proyectos… que les demos un grado de anonimato, en el sentido de que todo lo
que nos transcurra, nos toque, propongamos, decidamos, está, está, está
conectado, está influenciado, está inducido por el Misterio Creador.
Ciertamente nos quita
protagonismo, pero a la vez nos exime de esas responsabilidades tan exageradas
que asumen las importancias personales, según lo cual, las cosas, “sin mí”, no serían igual...; “sin aquél”, no serían igual...
Somos todos
imprescindibles y necesarios, claro, pero desde el anonimato.
Al asumir nuestra
posición anónima, podemos percibir –al menos- la posibilidad de percibir cómo...
cómo nos llevan, cómo las casualidades son causalidades, cómo las suertes, las
imprevistas situaciones, nos conducen a... ciertas experiencias y vivencias que
nos sorprenden.
Nuestro propio
cuerpo, también, se hace eco de cada momento. Y nos reclama sueño o agilidad o
quietud...
O nos llama con
dolor, con urgencia...
O se exalta con
alegría... con ¡gozo!...
Y, evidentemente, en
la medida en que amplificamos nuestra consciencia, en la medida en que nos
hacemos a otras perspectivas, nos vamos dando cuenta de que estamos en el seno
de un magma inabarcable, fantástico... Y que, realmente, lo que podemos hacer –hacer,
hacer, hacer- es contemplar lo que se hace, porque lo que se hace está inducido
por el Misterio.
Entonces, mientras
nosotros creemos que hacemos, contemplamos lo que hacemos y podemos “mejorar” –bajo
nuestra óptica- nuestro hacer. Y bajo ese sentido anónimo contemplativo,
podemos “ver” –en el sentido figurado- esas fuerzas y esas llamadas que nos
llevan a comportarnos de esta o de aquella otra forma.
Sí. Soy un anónimo
habitante del Universo...
Y en la medida en que
desciendo de ese criterio, empiezo a tomar forma, actitud, estilo, nombre,
apellido, profesión… ¡Está bien!...
Pero ese “está bien”...
tenemos que aspirar a que sea bondadoso. Y para ello tenemos que tener en
cuenta, en nuestro estar-hacer, nuestro anonimato, y saber que somos piezas que
mueve la Especie Vida, el Misterio Creador del Universo, con su Luz.
No es una negación de
nuestra presencia. ¡En absoluto!
Es posicionarnos... –”posicionarnos”-
en esta Especie Vida.
Si miran una foto
antigua de un grupo de personas, de hace... una foto de hace 50 años, por
ejemplo, y observan a los protagonistas de la foto, ¿alguien sabría decir
quiénes son? Una foto tomada al azar. Pues seguramente no. Y veremos caras
sonrientes o serias o cabizbajas o altaneras o… ropajes diversos...
Y preguntaremos:
.- ¿Qué fue de ellos?
.- ¿De ellos? ¿De éstos de la foto...? Pues eso: la foto.
.- Pero ¿dónde están?
.- No lo sé.
.- Pero ¿ya no están?
.- Aquí no.
.- Pero ¿quiénes eran?
.- Anónimos... Gente que pasaba por allí... Y eran
personas que tenían su historia personal, sus secretos, sus misterios, sus
ocultamientos, sus prejuicios, sus... ¡bahhh!
.- ¿Qué fue de
todo eso?
.- Nada.
¿Merece la pena vivir
con secretos, con ocultamientos, con mentiras, con…? ¿Mereció? ¿Mereció la
pena, ahora que vemos la foto? ¿Influyó eso, en quién? En el de al lado, sí; en
el de enfrente, en el cercano, pero... ¿y en la Luz? ¿Y en el Misterio Creador?
¿Y en el Universo? ¿En qué medida influyó?
No... No... No lo sé.
¡Ay! Cuando se deja
de ser importante... parece como si desaparecieran.
.- Y éste de la foto, del final, ¿quién...?
.- No... ¡Es que no lo conozco!
.- Entonces no existe, ¿no?
.- Bueno, existiría, pero ya no puede existir, porque
esta foto es de hace 50 años, y el aspecto de este señor es de 70...
.- Pero él se sintió protagonista y ayudó a su familia y
fue buen amigo...
.- Sí. Suponemos.
.- Sí. Suponemos. ¿Y...?
.- Nada.
Ante esa situación
podemos decir:
.- Entonces, ¿la vida es inútil?
.- ¡Hombre! Si se pone usted así, sí. Es inútil.
.- ¿Inútil...? ¿Y por qué?, ¿por qué existe?
.- ¡Ah! Pregúntelo al responsable: al Misterio. Pregúntele.
.- Pero útil, útil para hacer, para cambiar el Universo,
para cambiar la Luz, para Despertar, ¿es útil?
.- No, no, no, no. O sea, que no; que es inútil.
.- Eso es como decir que somos unos inútiles.
.- ¡Hombre! Tampoco hay que exagerar, pero sí, desde el
punto de vista universal, lo somos. Pero desde el punto de vista ya provincial,
provinciano –¿verdad?-, con el río al lado y la casita, entonces somos muy
importantes.
.- Entonces, será mejor quedarse con lo importante que
con lo anónimo.
.- ¿Tú crees...?
.- ¿Te trae algún inconveniente ser importante?
.- Muchos.
.- ¡Ah! ¿Y si eres anónimo...? ¡No se entera nadie de
nada!...
.- Bueno... ¿Algún inconveniente?
.- No, pero.. ¿y
yo?
.- ¡Ah!, ¿tú? ¿Tú...? Tú eres uno más del cuadro, de la
fotografía. Pero visto ahora, en la inmanencia del tiempo, no estás.
.- ¡Wow! Ahora sí que me he perdido.
.- Sí. Que sí, estás en la foto –en otra foto ahora-,
pero dentro de 100 años, la foto... ya, se te verá y no se te verá, ¿entiendes?
.- ¡Qué cruel es la vida entonces!, ¿no?
.- ¿Cruel...? ¿Cruel? ¡Ah, claro! Desde el punto de vista
de mi cultura, ética y de todos mis dominios y todas mis definiciones, es
totalmente cruel. ¡Claro que sí! Es inútilmente
cruel.
Pero, como la noche
nos enseñó las estrellas, la inmensidad de la oscuridad, y sabemos que estamos
ahí, quizás haya que buscar otras palabras –another
words-, otras palabras para... para
sintonizarnos. Por eso la propuesta orante era: anónimos.
Y se insiste en que,
en la medida en que aplicamos esa visión, nuestras acciones, nuestras
posiciones... cambian. Y como decíamos, empezamos a percibir esas fuerzas –que
llamamos “fuerzas”-, esas influencias que nos perfilan en nuestras actitudes.
Y podemos llegar a
sentirnos... anónimos habitantes
del Universo cuya función desconocemos. Tratamos de escudriñarla y
buscarle los pies al gato, pero el gato no tiene pies, tiene patas.
.- ¡Ah! Por eso nunca lo encontramos, ¿no?
.- ¡Claro!
.- Pero no puede ser una cuestión “semántica”,
simplemente.
.- No, no lo es, pero... es un útil para poder asumir el
silencio; el cual, hasta se ha hecho popular cuando se recuerda: “¡Ay!, ¡qué
bonito has estado callado! ¡Qué oportuno has estado guardando silencio!”. Y
otras veces es al revés.
Sí. El silencio, Verbo
Creador del Misterio, se nos abre ante nosotros para que... brotemos, pero lo
hagamos con estilo, elegancia, belleza, discreción; con perfume… que nos alivie
cualquier roce.
Y lo “maravilloso”
que resulta que, viendo al gato, al perro, a la avispa, a la mariposa, a la
mujer, al hombre, al niño… resulta maravilloso –desde la óptica de impregnarme
del Misterio-... resulta maravilloso contemplar:
si nada somos, si inútiles permanecemos, ¿cómo es que estamos, y anónimos
somos? ¡Increíble!
Cualquiera de
nosotros pensaría que no nos vamos a dedicar a hacer cosas inútiles. No nos
vamos a dedicar a... no sé, a criar hormigas. Tenemos que hacer cosas útiles,
cosas buenas; desarrollo, evolución, logros…
Por momentos tenemos
que decir: “¡Ay!, qué diferentes somos al lugar en donde habitamos”.
¿Cómo es posible que
procedamos de ahí, de ese Misterio...? De esa Luz, de esa Vida, de ese
Despertar.
Y luego caigamos en...
un dinero más, un dinero menos...; una preocupación más, otra menos… ¡Vanidades!
Sí, pero los
prácticos dirán: “Pero eso es lo que está: la vanidad; disfrazada de bondad, de maldad,
de crueldad, de... ¡bueno!, importancias, importancias e importancias”.
Ya. Sí. Me puedo
quedar ahí, pero entonces es inútil orar. Y más que inútil es... inadecuado. Se podría aprovechar ese
tiempo para producir. Sería más rentable.
Ahora bien, sin ánimo
de comparación... –simple evidencia- cuando recogemos el fruto orante y
actuamos en consecuencia, ¿acaso no es cierto que nuestras acciones, posiciones
y actitudes se amplifican...? Nuestros resultados mejoran. Nuestra
productividad se incrementa. Nuestras necesidades se satisfacen.
Y somos, desde
nuestro anonimato, una poesía, un verso que el Misterio Creador emite.
Y así nos vemos como
reflejo de esa Creación:
Un suspiro misterioso...
que vaga aparentemente sin sentido... pero que está impregnado de un perfume.
Que emite unas
bondades... invisibles.
Flor sin pétalos... y
frutos sin semilla.
Aire de alivio.
***