domingo

Lema Orante Semanal

 

Hay ansias para que todo sea diferente, y a la vez todo sigue igual

11 de septiembre de 2023

 

Hay ansias para que todo sea diferente, y a la vez, todo sigue igual.

Seguro que el miedo atenaza cualquier variable que no sea la estable conocida, aunque el aullido de otras perspectivas no pueda acallarse del todo, puesto que es parte integral de nuestra naturaleza; de nuestra pertenencia al Universo.

 

Y si cabría esperar que después de la protesta, la crítica y la queja, el ser iba a modificar sus patrones... no es así en la mayoría de los casos, sino que –por el contrario- se afianza en el desespero y se acomoda en el continuar... parecidamente igual.

La Llamada Orante nos advierte de esa composición de respuestas. Respuestas desmembradas que a su vez reclaman conciliación, reconsideración y... decidida comunión.

 

Capaces –como humanidad- de pronosticar las amenazas de desastres, pero incapaces de modificar los patrones en los que lo humano contribuye a tal desespero.

Parecen conocerse las causas que nos llevan al deterioro. Pero, a la hora de modificarlas, se buscan remedios para continuar con la misma actitud.

 

Variar el rumbo no implica negación, no implica sacrificio, no implica enfrentamiento, no implica traición ni deslealtad. Supone acogerse al viento favorable... para hacer posible la travesía, gracias a la comunión con lo Providencial.

 

 

La consciencia se encuentra atascada en su propósito liberador.

Considera grandiosos los éxitos obtenidos, las comodidades producidas, los placeres de la posesión, el deleite del control...

Pero es incapaz de ver que, detrás de todos esos logros, ha habido un... un “algo más” que no es de nuestra propiedad; un misterio que nos hace “vislumbrar”... lo que vulgarmente consideramos grandioso, pero que tiene su trasfondo universal.

Pero, al asumir el protagonismo, no se ve, y se atribuye la obtención de esto o de aquello a nuestras facultades, sin intuir que estas facultades han sido habilitadas y capacitadas por el Misterio Creador, y para enseñarnos que, detrás del logro y el triunfo –y con su esplendor- está el residuo del deterioro, de la esclavitud.

¿Será...?, ¿será, esto, una muestra providencial para que el ser aprenda, descubra, sortee los prejuicios de la importancia personal... y entre en los conceptos, ideas, proyectos... del desarrollo universal? Ese que, con la muestra de esplendor teóricamente atribuida a nuestra facultad, nos enseña el esplendor en el que tenemos que –todos- estar.

 

 

En un reciente acontecer astrofísico, se nos comunicaba que una nave de procedencia hindú aterrizaba en el polo sur de la luna. Y lo hacía con suavidad, y ponía allí el tecnológico movimiento para explorar.

Y, obviamente, hubo aplausos y vítores por los componentes humanos que propiciaron este viaje.

Y “es bien”. Pero... surgió otra opinión, y el primer ministro dijo: “Esto no es un éxito de India. Es un éxito, un logro de la humanidad”.

 

Y podríamos añadir otro tercer nivel: “Es una permisividad de la Providencia”.

En este caso, por tratarse de este ejemplo. Pero igual podríamos aplicarlo a cualquier situación.

 

Salir del protagonismo personal, hacerse humanidad y reconocer la impronta providencial es... es situarse en la Creación. Es un logro en la evolución de la consciencia.

 

 

Podemos estar pendientes de nuestra pierna, de nuestro brazo o de nuestra espalda, pero también podemos... tomar consciencia del tímido canto, del insinuante sonido de los pájaros... ahora mismo.

A la vez, podemos escuchar el trasiego de eco de vehículos que van y vienen...

Y, con todo ello, configurar... configurar la evidencia... a propósito del cuidado que nos prestan.

 

Y atreverse así a subir los peldaños, sin quedarnos en ninguno...; confluirlos en una sola propuesta: “vida eterna”.

 

Hay montañas inmensas..., pero ninguna se acerca a las estrellas.

Hay profundidades marinas, pero... sin agua, no tendrían sentido.

 

Adherirse a lo concreto, a la razón de propiedad, de conocimiento, es desconocerse como ser de Universo..., y es quedarse atrapado en la parcela de un residuo.

 

La Llamada Orante se hace el gran embudo que nos abduce hacia las esencias de nuestro ser; hacia los componentes de la Creación.

Y bajo esa configuración estructural, nuestro hacer, nuestro ser y estar, se hacen inevitablemente creativos, innovadores; esperanzas realizadoras continuas.

Hace, de nuestra consciencia, una búsqueda entusiasta ante cualquier dificultad.

No afronta los inconvenientes como fatalismos irresolubles, sino como elementos a sortear..., ya que hay senderos, entre las dificultades, que nos conducen a la libertaria activación de nuestro Universo.

 

El reconocer la Piedad que se derrama sobre nuestras posiciones... es un bálsamo que nos permite la ilusión, la creencia, el entusiasmo de vivir...; el darse cuenta de la permanencia del Amor Eterno que nos corteja... y hace posible el soplo de la vida.

 

 

 

 

 

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