sábado

Lema Orante Semanal

 

LA ABUNDANCIA DE LA VIDA RECLAMA LAS BONDADES DE LO VIVIENTE

23 de octubre de 2023

 

Y a propósito de “orar”... –dícese de expresión espiritual, religiosa, encaminada a sintonizarse con lo divino- pues bien, parece que esas comunicaciones dan como resultado que... musulmanes, judíos y cristianos –los grandes monoteístas del planeta- estén en una vorágine de despropósitos, de engaños, de juegos de poder...

Los cristianos se debaten en Europa, mientras que en Oriente Medio lo hacen musulmanes y judíos; en el nombre de su fe, sin duda, aunque impulsados por... sí, motivos políticos, económicos... Pero quienes manejan esas terribles situaciones, lo hacen gracias a las creencias que sustentan esas poblaciones.

 

Y las plegarias se hacen exigentes para el triunfo en el combate...; imploradoras para recuperar territorio o personas...

Cada ser busca su recompensa más allá de sus posibilidades.

 

En última instancia, la responsabilidad recae en lo divino, por permitir, consentir que el ególatra e idólatra humano no se escuche, y decida sus diferentes visiones con una manera de violencia descomunal.

 

Sin duda, el creyente, por su consciencia egolátrica personal, no puede por menos que responsabilizar a la Creación de todos estos acontecimientos –en última instancia, ¿eh?-.

Pero, curiosamente, no invoca a lo divino para buscar, hablar, compartir, observar, calcular y organizar una convivencia... ¡sensata! No. Para ello emplea su razón, su lógica, sus intereses, sus propiedades...

 

Y lo curioso de estas situaciones de dramas entre creyentes es que, al analizar –y no es nada difícil, ni complicado, ni de erudición superior, ¡no!-... al analizar cómo fueron surgiendo estas barbaries, es fácil descubrir cuándo empezaron, cómo comenzaron: tensamente, tímidamente, provocativamente; y así sucesivamente fueron creciendo.

No, no ha sido una explosión repentina de fe, de unos creyentes contra otros. ¡No! Han sido años de cultivo de odios, rencores, envidias, mentiras…

 

Así que resulta impropio al creyente, responsabilizar al Misterio Creador de todos estos aconteceres que nos afectan… a todos.

 

La Llamada Orante nos hace estas pequeñas reflexiones... para que, al sintonizar con su llamada, mantengamos esa fidelidad a la transmisión, a lo que se nos promueve, a lo que se nos abre.

 

Y así –sin duda- ante la rabia belicosa, resplandece una luminaria que pone en evidencia lo demagógico y absurdo de ese comportamiento de violencia extrema, de dominio, control, manejo, manipulación.

 

Pareciera que, como humanidad consciente, precisáramos colocarnos al borde del precipicio para darnos cuenta de que podemos caernos.

Y entonces, advertirnos de que no debemos continuar por ese camino, sino buscar otras sendas que se adentren a tierra firme.

 

El sol continúa con su propósito de amanecer. La semilla, con su empeño de abrirse al canto del viento. Las estrellas parpadean sin cesar y se mueven. Y una revolcada Creación se agita vigorosa; permite que la expresión de la especie vida se muestre en todas sus dimensiones... en infinitas variables.

Como seres de Universo, habitantes de él, debemos contemplar todo el acontecer, y no quedarnos en el secuestro parcial de intereses, costumbres, normas….

 

Desde ese plano del ser de Universo, no es propio de la especie vida tomar partido por contingencias, si bien, eso no nos evita el sufrir, pero no condenamos. Porque es la condena la que gravita entre unos y otros, como defensa, como ataque...; como legítima defensa, como reacción a ofensas...

 

Nada de ello se justifica en los Reinos del Amor del Alma.

 

Y es ahí, en esos Reinos del Amor del Alma, en donde debemos pronunciarnos.

Pronunciarnos en ese estar cotidiano, en ese hacer que nos corresponda...; y, en consecuencia, con la vitalidad de la vida en sí, que implica sonrisa, humor, juego.

 

Podría parecer irresponsable que, ante los desquiciantes muestrarios que se nos ofrecen, el reír, el sonreír, el ser amable... no se corresponde. Deberíamos estar crispados, enrabietados y enfrentados, para dar cauce al salvaje afán de poseer, dominar, manejar y manipular, para sentirnos ¡creadores!...; que en el fondo es en lo que vibra ese ser de humanidad que, consciente de sus capacidades y de sus posibilidades, se arroga la primacía de la sabiduría, el dominio y… ¡y la ley!, que le permite someter –cada uno en su plano- a los que no piensan como ellos.

 

Y cada uno se puede preguntar: “¿Y dónde está, en todo esto, la misericordia, la bondad, el perdón?”.

¿Por qué se hace esa pregunta a propósito de lo que ocurre?

Y el creyente ha de preguntarse: “¿Cómo ejerzo, yo, la misericordia que sobre mí se derrama? ¿Cómo ejerzo, yo, la bondad que sobre mis capacidades me adorna? ¿Cómo ejerzo el privilegio de poder alimentarme, culturalizarme? ¿Cómo ejerzo mi capacidad de descubrir? ¿Y cómo ejerzo... mi bondad servidora de amar sin reclamo?”.

 

Y ésta es una sugerencia significativa de la Llamada Orante; porque, con facilidad asombrosa, el ser vuelca todas las necesidades, todas las críticas y todas las opiniones, sobre aquellos que están en conflicto.

Es una forma deliberada –digamos que “inconsciente”; ¡bueno!- de evitar el compromiso personal diario.

 

El caldo de cultivo de la violencia desatada está en todos los continentes, de unas formas u otras.

Sin duda, se avecina una marea de olas... ¡abrumadoras!

Los timbales de la extinción se propagan... y se anuncian como “liberadores”.

 

Saber escuchar... –sí- saber escuchar esa llamada extraordinaria que no tiene explicación, y que nos conduce a la devoción, a la admiración, a la ilusión y a la fantasía, mientras que aquellas llamadas explicativas, entendibles, razonables y lógicas, nos hacen marea de ¡golpe!; nos hacen vientos sin silbidos.

 

Despertar a la consciencia de que uno, en su acción, en su posición, en su decisión... incide sobre todos. Y que nuestro “ser y estar” no se refiere y no se reduce al entorno cercano. ¡No! Se expande.

Y nuestra plegaria de Universo no se agota en las palabras que se escuchan, sino en la intención con que se viven... y se expanden... y retocan la vida.

Es creerse –como somos- intérpretes de ese Misterio Creador.

 

Que cada ser de humanidad ejercite su mensaje mesiánico... ¡anónimo!, pero evidente y eficaz. Porque somos Creación de Amor necesitada... para ser un reflejo del Misterio.

 

Es hora de mostrar nuestras mejores galas, nuestras virtudes, adornos de la Creación.

Descubrir su proyección y su capacidad de servicio.

Y hacerlo con exquisita selección.

Sí. Para que la pulcritud y el sentir intencionado... no se vea expuesto a cualquier vulgaridad, a cualquier “destrozo razonable”.

Sí. Es deber del emisario cuidar su mensaje... y que vaya al destinatario.

 

La abundancia de la vida reclama las bondades de lo viviente, el cobijo, el apoyo y el cuidado permanente, a sabiendas de su expansión constante... y de la comunión reinante; aunque no se vea, aunque no se toque, aunque no se mida, pero… incluso se sabe. Pero se ignora... por no ser posesivamente operativa.

 

 

 

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