jueves

Lema Orante Semanal

 

La propuesta de la Llamada Orante es pasar de lo creíble a lo increíble

22 de mayo de 2023

 

 

Nos llaman hacia la renovación permanente, entendiéndose por ello la escucha, la atención de los sentidos... y la transparencia de los sentires.

Con esa actitud, nuestro ser de universo –como es- vibra en sintonía con la Creación.

Vibrar en sintonía con la Creación es sentirse constantemente creado, igual que constantemente nuestras células se reparan, se modifican, se reproducen, se comunican...

 

Al sentirnos escuchas creadas, creadoras, nos hacemos antenas de las vibraciones de la Creación, que en nuestro ámbito se plasman en detalles, casualidades, improvisaciones, sorpresas, imaginaciones, expresiones artísticas.

Si nos hacemos plena escucha de “Quien nos llama”, de “Lo que nos llama”, amplificamos nuestras consciencias; que, en equivalente a nuestras estructuras, amplifican los recursos de las mismas.

 

Ello nos lleva a recordar que somos ilimitados; no en poder, no en gloria, no en dominio, no en control, sino en trascendencia que transita, ‘in-agotable’.

 

Pertenecer a la Creación, ser expresión de ella, nos hace creativos.

Y en esa medida podemos ver nuestras aportaciones diarias.

Pero también –y ello es fundamental para nuestro entusiasmo, nuestra dedicación- para darnos cuenta de la inmensidad y grandeza del inabarcable... ¿lugar? –¿se podría decir?- en el que nos encontramos, en este Universo de infinitas muestras, con el que apenas especulamos en torno a su dinámica.

Y lo situamos ahí como algo separado...

Y somos... eso. Somos ese Universo. Estamos hecho de ello. No estamos separados. No hay algo que esté separado. Todo está conectado.

 

Y hoy, cada vez más, podemos ver las repercusiones casi inmediatas de nuestras minúsculas acciones. Las distancias se acortan, por no decir que muestran su inexistencia.

No hay distancias. En lo Infinito no puede haber distancias, ni espacios ni tiempos ni velocidades.

Todo ello son conceptos que elabora el ser para darse una explicación...; para poder, con ello, manejar, manipular y controlar su hábitat... y proclamar sus verdades: esas que esgrime la ciencia, con sus fórmulas, con sus demostraciones, con sus experimentos... pero que no se atreven a expresar la vanidad del tiempo, espacio, velocidad...

Recursos de acomodo... para poder desarrollar la importancia personal, como especie, como grupo, como individuo.

 

La Llamada Orante nos llama a “suspendernos”; a ser esas antenas, esos receptores de lo Eterno. En consecuencia, mensajeros creativos, espontáneos.

Y así es como surge la fantasía, la imaginación, “lo increíble”...; para situar, con esa palabra, la verdadera dimensión de seres de Universo, que no se basa en creencias demostradas, especuladas, calculadas...

 

Todo ello, sin duda, merece respeto...

Pero, en la consciencia orante, todo ello es inexistente.

Somos consistencia de Amor mantenido, sostenido, entretenido... Y en el ejercicio reflejo de ello está la expresión que llamamos “vida”.

Si hacemos de nuestro vivir una expresión de la percepción amorosa de nuestra Creación..., estaremos en sintonía con lo creado y con el Misterio Creador.

 

Nos hacemos visionarios permanentes, sin perder nuestra condición de transeúntes de un lugar.

Y por ello, “saber estar”. Un saber estar, que viene dado por esa intención creativa, como muestra de amor.

 

Si asumimos nuestra escucha... en la dimensión de lo “inexplicable”, y sin que ello suponga una renuncia, nos convierte en un descubrimiento permanente de nuestra naturaleza, y de toda la naturaleza que nos contornea.

 

Así podríamos decir que la propuesta de la Llamada Orante es pasar de lo creíble a lo increíble.

Sí. Disolver esas barreras, esos estatus, esas normas, esas reglas que establecen lo que hay que creer y lo que no hay que creer.

¿No es acaso nuestra mayor sensación de entusiasmo, el contemplar lo increíble?

 

Al modificar nuestros patrones... y disolver los barrotes del entender, del saber, del comprender, nos hacemos fluidos en tránsito, fluidos renovables, fluidos “increíbles”.

 

Y es así que, cuando hablamos de lo increíble, es porque no tenemos recursos para explicar, para razonar, para entender.

Podría decirse que esta versión es “locura”... puesto que no se hace responsable de lo descubierto, establecido, ordenado...

Y no es así.

¡Por supuesto que se toma consciencia de lo establecido, de lo ordenado, de lo estipulado, de lo mandado...! Pero todo eso ¡no soy yo! Yo soy otra realidad diferente. Igual que todos los demás seres. Pero hemos pactado esas coordenadas, para diseñar un camino de autonomía, dominio, control...; un camino que no se corresponde, bajo el Sentido Orante, con nuestra naturaleza. Porque, en ese caminar, hemos arrasado y estamos arrasando, peleando, violentando, envidiando, discutiendo... y un largo etcétera de ‘in-convenientes’.

¡Y resulta que habitamos en un Universo conveniente!... y decidimos aposentarnos en un espacio conveniente.

 

Las palabras se hacen cortas.

Los silencios, en cambio, se hacen... eternos.

Pero a su vez, el silencio nos da el soporte para expresarnos.

Pero somos silencio... incomprensible.

¡Increíbles!

 

"Al-ivio" es constatar que estamos gracias a que somos. Y así no estamos sujetos al dogma del estar, sino a las frecuencias del ser: esas que nos hacen excepcionales, increíbles. Y por ello el estar se modifica.

 

Recogerse en ello, en todo esto que nos transmite la Llamada Orante, es notar, percibir, sentirse diferente a como me sentía.

En la quietud de mi silencio, las armonías de mi ser transforman mi estar... y me hacen unitario con la Creación.

 

Nos expresamos, nos sintonizamos, nos disolvemos y nos hacemos fluidos.

 

Las acuarelas se despiertan con el agua.

Cuando llega la luz... se hacen colores.

Cuando se hace presente la luz trascendente, desaparecen las imágenes.

Por allí transitó una acuarela.

 

 

 

 

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