domingo

Lema Orante Semanal

 

En mi sentido de descubrirme en el referencial Creador, soy una Piedad permanente

13 de marzo de 2023


 

Y, progresivamente, y ampliamente, la referencia que maneja el ser es la referencia de él mismo, bien sea proyectada en otros, o bien sea admirada de otros o hacia otros; en cuyo caso, las pautas, las inspiraciones, los proyectos se focalizan exclusivamente en lo referente a la opinión, el criterio y el punto de vista del poderoso o lo poderoso de turno.

La referencia “fuera de”... se hace cada vez más lánguida. Y aunque alcancemos conocimientos astronómicos que nos datan en una época y nos auguran un desarrollo planetario X, la vida –en consciencia- de la humanidad, se centra en su propia dimensión.

Una dimensión –y ahí nos llama el Sentido Orante- que tiene como objetivo, desde el sentido de la Oración, el ser un testimonio y un reflejo de nuestro origen, de nuestro proyecto, diseñado no por nosotros, sino por ese Misterio Creador.

Esa es la referencia que, en consciencia –salvo excepciones-, es la que hace posible nuestro reflejo de nuestro origen, que luego es interpretado como personalismos, capacitaciones, pero desligado de cualquier origen ‘extra-ordinario’.

 

En la medida en que introducimos la variable referencial diferente a la impuesta por otro semejante, nuestras perspectivas, nuestras esperanzas... se hacen diferentes; aspiran a los llamados “imposibles”; suspiran por los fantásticos escenarios.

 

Pero ciertamente ocurre que el desarrollo egolátrico ha idolatrado a la acción humana.

Y en unos tiempos las religiones, y ahora las ciencias y sus tecnologías, ocupan el punto referencial. Y las ideas de ternura, suavidad, fantasía, pasión, son sustituidas por rendimiento, eficacia, legislación, orden, seguridad...

 

 

La Llamada Orante nos incita a percibir y a fijarnos en los atributos del Misterio Creador que hay, que están en cada ser con el que nos relacionamos, encontramos, percibimos, descubrimos...

Y es así como nuestras referencias se hacen distintas. Sin excluir, por supuesto, excepcionales aconteceres que se pueden dar en virtud del Misterio Creador.

Pero si puedo –puedo- ver en el otro, en los otros, el vestigio –no como resto sino como intervención- de lo Divino, estaré en disposición de variar mis referenciales.

Y no por ello se va a perder la atracción, la admiración, la pasión, la entrega, la conjunción, la convivencia. Al revés: se hace más trascendente, más significativa.

 

Ver “a tu través” la trascendencia divina, supone el asombro; supone el colocar nuestra consciencia en un lugar desconocido, sí, pero a la vez filiado por la configuración de los otros; por nuestra propia configuración.

 

Y es así que, para situarse en esas coordenadas, es preciso despojarse de los prejuicios, de las condenas, de las acusaciones.

 

 

Y no es cuestión –pues es la actitud a veces fácil- de romper, cortar, entrar en oposición con lo que se vive, con lo que se siente.

Hay que ver más allá de lo que hay y de lo que nuestros sentidos nos aportan.

 

Y es así como progresivamente podemos situarnos en la referencia del Misterio Creador, a través de percibirlo en los otros, en nosotros.

 

Así nos vemos en una unidad y a la vez en una pluralidad, que demuestra la creativa e incesante presencia de lo Divino.

 

 

En concreto, para nuestro orbe, debería ser “fácil” –entre comillas- descubrirnos referenciados con otras dimensiones, puesto que convivimos con la idea del ser como “un soplo”; del ser, como un soplo inmortal que se configura por alientos que transcurren por vías... y se entrecruzan y se conectan de manera mágica, inesperada.

 

Y además, todo ello bajo criterios y referencias extraordinarias... mutantes...

Estructuras sin armazón, pero que están... y que han perdurado a lo largo del tiempo.

Y que asumimos como revelaciones, y en base a ello especulamos, investigamos, buscamos, interpretamos...

 

 

Bajo ese prisma de soplo late una Eternidad.

Con un impulso que nos trae y nos lleva en una permanente e insistente contemplación.

 

 

La Llamada Orante nos insiste en que seamos –¡y somos!- capaces de ver más allá, puesto que trabajamos con ese “más allá”, puesto que diagnosticamos con ese “más allá”, puesto que tratamos con ese “más allá”; de equilibrar, de buscar la referencia del ser, de situarlo en la Eternidad... para que las potencialidades de nuestras configuraciones tengan un sentido de equilibrio, tengan la referencia del permanente Misterio, que –como bien se expresa- “al no saber su nombre lo llaman Dao”.

 

Disponerse a ver la virtud en los otros. Disponerse a asombrarse de la fantasía de la Creación. Disponerse a ser el actor, entre actores, de un mensaje.

Verse entre mensajeros, nos permite desligarnos de las raíces de la importancia personal, de la ego-idolatría de nuestras capacidades. Y así nos adentramos en ser ligeros poetas del aliento; ligeros poetas del aliento, que se admiran, que se ofrecen, que se dan. Y cada uno se descubre en esa trascendente y excepcional vivencia de la vida, haciendo de ésta una eternidad que se desliza... hacia la contemplación eterna.

 

 

Y, para evitar errores de interpretación, decir que no se trata de negarse, sino más bien de amplificarse –si le queremos poner palabras-. No se trata de impedir nuestra realización. Se trata de buscar el sentido de la misma.

 

Las premisas que muchas veces se han proclamado como “negarse a sí mismo”, no son la estrategia de la Creación. Se trata de asumirse a sí mismo con la naturaleza de nuestra procedencia.

 

El Cielo nos contempla y nos entretiene. Y lo hace con la vida que nos mantiene.

Sentirse expresión del Misterio Creador, es descubrir la acción del Misterio de la Vida en todo lo que nos rodea... y en uno mismo.

 

 

Ejercitarnos hoy en nuestras referencias trascendentes, supone el ejercicio cotidiano de la Piedad: esa disposición, esa actitud a saber alquimizar, transfigurar cualquier situación, y darle un sentido liberador, sin quedarnos en lo descriptivo y lo condenatorio.

 

En mi sentido de descubrirme en el referencial Creador, soy una Piedad permanente.




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