lunes

Lema Orante Semanal

 

Esperanza confiada en que mi búsqueda será encontrada

6 de marzo de 2023

 

La vida se establece, en este lugar del universo, de una manera especial; “especial” en cuanto a que no conocemos otra referencia.

Y lo que es común a toda forma de vida es que cada ser es una entidad necesitada.

Unos necesitarán plancton, otros necesitarán humedad, otros necesitarán frío, otros necesitarán grano, otros…

Así que el vivir se convierte en un continuo reclamo de necesidades, que van ‘osmotizándose’ con otras. Y lo que necesita uno, no lo necesita el otro y lo puede dar aquel. Y así, en una carambola infinita, viven, sobreviven y superviven, desde alacranes en el desierto, hasta microscópicas estructuras en el fondo de los volcanes.

 

La Llamada Orante nos hace esta introducción para preguntarnos: ¿Cuáles son las necesidades del ser?

Aún no sabemos cuáles son nuestras necesidades alimentarias, ni los tipos –por ejemplo, por ir a lo más concreto y material-. Y cada uno esgrime sus hipótesis y los regímenes y… Todo un complot sin fundamento. El único criterio válido es que cada ser precisa de una especial alimentación, en base a su especial microbiota. No deberíamos ingerir los mismos alimentos.

Aunque esto, evidentemente, en más de 8.000 millones de seres, se hace imposible, es como la base para estructurar y estructurarnos en preguntarnos a propósito de nuestras necesidades. Que se satisfarán por el servicio de otros. Y nosotros satisfaremos las necesidades, con nuestros servicios, a otros. Y así, en carambolas ‘inseguibles’, se establecen las necesidades de cada ser.

 

Casi pareciera –“casi pareciera”- que cada ser precisa de un universo diferente.

Y ciertamente en algunos aspectos así lo es, pero tiene un universo compartido que le permite, precisamente, obtener esa necesidad específica.

Nos podemos parecer mucho unos a otros en determinadas facciones, pero habrá un punto de distinción: en la costumbre, en el pensar, en el hacer, en el estar.

Esto nos puede llevar a pensar que es prácticamente imposible engranar tantas variables.

Y ahí podemos cometer el primer error, bajo la idea del Sentido Orante. Y es que, por nosotros mismos, por cada ser, no es posible encontrar ese engranaje. Ese engranaje viene dado por la Creación, viene dado por un Misterio de comunión entre los seres. Nosotros podemos disponernos de la mejor manera, pero los planes Providenciales pueden salir por cualquier dimensión.

 

Si nos disponemos en actitud de búsqueda de nuestras necesidades, bajo el Sentido Orante, deben estar guiadas por la consciencia de dejarse encontrar.

Y así nos encontrarán de esta manera, de aquella o de la otra; a veces parecido a lo que buscábamos, pero nunca exactamente igual.

Sí; se dijo: “Buscad y hallaréis”. Pero hallaréis porque os encuentran, no por la capacidad que podamos tener, que es universalmente limitada; vitalmente, ilimitada.

No está en contradicción. La contradicción ocurre cuando el ser se secuestra en sus tendencias y quiere que el mundo esté a su medida. Y no es difícil descubrir que no está a nuestra medida. Entendiéndose por “mundo” todo el conjunto de relaciones que tenemos con el medio.

 

Y al hilo de la cita bíblica, viene otra cita en la que los apóstoles se quejaban de qué iban a comer, qué iban a vestir, y se les dijo que, efectivamente, les iban a encontrar:

“¿Por qué os preocupáis? ¿No veis que ese pajarillo tiene todo lo que precisa y necesita? ¡Cuánto más, vosotros…!”.

Pero esa consciencia de buscar y dejarse encontrar, que permite asumir las necesidades y –sobre todo- conseguir remediarlas para continuar...

Porque en la medida en que las necesidades no se remedian –no se pone el medio para que no persista la necesidad-, en esa medida en que no se remedian, el ser se estanca, se bloquea, se “reniega”.

Ha confiado tanto en él, y nada en lo que entre él y todo el entorno estaba, que permanece constantemente insatisfecho.

Y es ahí donde se ve cuál es la actitud de la humanidad en global: un ser vivo necesitado, que busca anhelante su criterio para que éste sea satisfecho. Y al no ocurrir esto –puesto que solo cuenta con “él”-, la insatisfacción se hace presente, la aversión, la contradicción, los prejuicios… Y la vida se convierte en una caravana de fracasos.

Y fácilmente se entra en el desespero y en el enfado y en el reclamo continuo y permanente: porque no he sabido pedir; porque no he sabido dejarme descubrir; porque he insistido en mi criterio; porque he obligado a mi ser; porque no me he dejado llevar por el fluir natural; porque he dejado de ser humilde en mis posiciones, en mis necesidades y en mis peticiones; porque me he vuelto exigente, egoísta y demandante.

Y claro, nos encontramos con una humanidad insatisfecha.

Y la Oración nos viene a situar en una disposición de curiosa búsqueda, de asumir nuestra sublime ignorancia, el acoplarnos a nuestra inocencia. Y buscando así, nos van a encontrar. Y “nos van a encontrar” significa que va a aparecer ese engranaje, esa necesidad, esa función, fracción, elemento, que se acople a la necesidad, para que ésta deje de reclamar... y hagamos una expansión y un progreso cotidiano.

 

 

A la hora de que cada ser se plantee sus necesidades, evidentemente, pueden ser infinitas. Pero, bajo el Sentido Orante –bajo la esencia de nuestro ser- ¿cuáles son, o cuál es la necesidad a partir de la cual el ser descubre otras necesidades? Pero ya tiene el basamento.

 

Probablemente, la mayoría de los seres estarían de acuerdo en asumir que nuestra         –“nuestra”- necesidad es la de sentirnos amados. Sentir que alguien me ama. Y para ello disponemos de algo elemental, transcendental: el Misterio Creador. Es decir, el hecho de estar vivo es que alguien nos ha amado.

Como cuando repetimos: en el Ama-necer, nacemos porque nos aman.

Esa es la necesidad básica, fundamental, importante, transcendente… –pónganla en el sitio que quieran-.

Porque, al sentirme amado, soy capaz de amar...

 

Y de ahí descubro que lo necesitado depende de un servidor...

 

Y al sentir que mi amor es necesitado por otro, por otros, entro en una cadena de sintonías que me han estado encontrando, que se han establecido antes de que yo existiera.

 

La consciencia de que eres necesitado, de que te necesitan –sin que ello implique ninguna obligación, ni ningún dominio ni control- es como esa consciencia que tiene la madre, de alimentar a su bebé: no tiene que aprenderlo; sale. Y es consciente de que es necesitada.

 

Si alineamos –en el sentido del Amar- nuestras necesidades, iremos encontrando “a lo necesitado”, porque él nos encontrará. Y no, no, no será en vano nuestro esfuerzo y nuestra intención o dedicación. Pero sí saber que hay… hay… El que Es, Lo que Está: El Misterio Creador, que es el que hace posible esa mezcla, esa simbiosis, esa conexión.

 

Si mantenemos esa posición, que diríamos “de Fe”, las necesidades que surjan –que surjan- encontrarán siempre alivio, consuelo, ayuda. Y una larga cadena de posibilidades.

 

Nuestro Auxilio es la consciencia de sentirnos Amados.

Y con ella, nuestras necesidades se van satisfaciendo.

Y si tenemos la humildad y la sumisión suficientes, nos asombrará la manera en que nos encuentran, en que aparece algo más que lo que buscábamos, que lo que necesitábamos. Y ese “algo más” no significa que sea “más” de lo que buscaba, no, sino que lo que encontré –que se dejó encontrar, que me buscaba-, no solamente satisface –bajo esas premisas de humildad y sumisión- la necesidad, sino que la adorna con otros elementos; le añade otras facetas.

 

Y ahí podemos ver la lluvia de providencias, la lluvia de promisiones que gravita sobre la Vida.  Que hace llover cuando se precisa, que seca la tierra cuando se necesita, que hace frío o viento cuando es preciso.

Y así, cualquier otro elemento.

Pero ocurre –cierto es- que, como dicen: “Nunca llueve a gusto de todos”.

Si tenemos la vanidad, la soberbia, el orgullo, y no hay humildad, sumisión, intención, dedicación… evidentemente, todo lo que transcurra será ¡insuficiente!, ¡quejumbroso!, ¡inadecuado!, ¡injusto!

 

La soberbia del saber ha llenado el sentir de nuestro amor. Lo ha hecho razonable, importante, ganador, dominador y controlador.

Y así se encuentra lo que se quiere, no lo que se ama. Y se encuentra y se logra lo que se quiere, en base a la voluntad del poder, la incidencia violenta, el pensar egoísta y la actitud de retener.

 

Con estas coordenadas diversas, es preciso plantear, replantear, reconsiderar el nivel de nuestras necesidades.

Y muy probablemente, bajo estas perspectivas, las necesidades se irán solventando, con el esfuerzo del entusiasmo, de la curiosidad, del disponerse.

 

Resulta “maravillosamente sorprendente” la cantidad de recursos propios –de identidad- y del entorno, de que dispone cada ser, cuando plantea sus necesidades en base a la humilde ignorancia inocente de su actitud de búsqueda.

 

Y es así que, mágicamente, aparecen las sorpresas, los imprevistos, lo que no se tenía en cuenta, lo que no se evaluaba, lo que no se consideraba, lo que no se creía.

Y ese cúmulo de aconteceres, son los representantes de “los que nos buscan”, de “los que nos encuentran”, de “lo que se deja encontrar” por nuestro afán y nuestros recursos.

 

La esperanza confiada en que mi búsqueda será encontrada, es la síntesis de mis necesidades, que en el Amar tienen su origen, su manifestación, su culminación.

 

Esperanza confiada en que mi búsqueda será encontrada.



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