domingo

Lema Orante Semanal

 

¡DÉJATE AMAR!… Y VERÁS TODO DISPUESTO

19 de septiembre de 2022

 

¿Quién nos reservó este lugar en el Universo?

¿Quién nos colocó entre el Sol, la Luna y la oscuridad?

¿Quién nos dotó de recursos, habilidades…?

¿Y quién nos dio el ánima para preguntarnos… para indagarnos… para buscarnos… para ¡buscar-LE!?

 

Y todo lo viviente se convierte en criaturas creadas.

No hay algo que surja por su propio “ardiente”. El Fuego Creador… proviene de la Misteriosa Estancia.

El atribuirnos logros es vanidad. Es no querer descubrir… la Mano Ardiente de El que hace… Del que nos lleva… Del que nos inspira… Del que nos cuida.

Cuando lo descubrimos, cuando lo reconocemos… nuestro estar, nuestro seguir, es una necesidad… ¡atrayente!

Nos ponen y nos expone y nos animan…, y lo que nos promueve es la atracción; la atracción Del que nos trae. Ello nos despierta cada mañana. También nos duerme cada noche.

Y permanentemente atraídos por el acontecer de cada día… realizamos lo que nos parece evidente. Y lo es en la medida en que vemos la traslúcida Mano de la Creación, del Misterio Reverente.

 

La sencilla sonrisa –expresión de la infinita complejidad- es una muestra del desarrollo creador de la instancia del Misterio, que se muestra sencillo, fácil, próspero y servidor.

Así, el convivir se hace fragancia. No hay demandas… sino servicios. Y todo queda realizado. Porque cada cual sabe cuál es su sendero… y no invade los pasos de otros.

El mar sabe aguardar en su cuenca. Sabe esperar a que tímidamente pisemos su orilla.

El amanecer no nos deslumbra, nos clarea… hasta hacernos resplandecientes; igual que el atardecer se hace bruma de color…

Y así acrecentamos nuestras pupilas, aminoramos nuestros haceres… y nos entregamos al sueño: ese que nos repara.

¿Quién nos repara en el sueño?

¿Acaso somos nosotros, sin consciencia, sin remedios…?

¿Quién nos repara a través de los sueños, a través de… la Nada?

¿Quién nos recompone… y nos rehace para renacer y amanecer, con el brío del descubrir, con la atracción de buscar, con la bondad de agradar?

No sentirse dueño de algo… nos hace participar de todo.

No adueñarse de… –por la ley de los hombres- de lo que nos pertenece. Mas bien cuidar todo lo que nos encontramos; agradecer todo lo que se nos da; responder con nuestra actitud: la actitud del peregrino que va camino del encuentro; “el Gran encuentro”.

No habrá error que nos reclame. No habrá tropiezo indebido. Habrá consciencia decidida que sabe escuchar… cualquier sonido, cualquier palabra. Que no entra en disputa… Que sabe en consciencia seguir la ruta del viento: el que silba… los dones de la Creación.

 

Es fácil, sí, sentirse inútil. Es fácil culparse y más fácil castigarse. Es fácil recurrir al desespero; si acaso, a despertar lástima. Es fácil ser el destructor… el destructor del entorno. Es fácil ser el que castiga y el que se autocastiga.

Todo ello es un desafío… impropio de un ser creado. Todo ello es un desatino que busca el protagonismo.

Siempre se encontrarán razones y explicaciones para llorar nuestras desdichas. Mas quedarse en ellas es renunciar a la atracción de lo Eterno; es desdecirse de la Creación permanente; es “suplantar”…

No es lícita la queja, cuando se ven los colores, se escuchan las canciones, se saborean los dulzores y se perciben los perfumes.

No es justa la queja cuando la caricia calma.

¿Acaso no son dones... ¡dados!? ¿Hemos gestado algo de lo que somos…?

Por ello, caer en… la justica, en la ley, en el premio, en el castigo… no es propio del creer. No. No tiene justificación… ante el azul del amanecer. ¡No se corresponde con el canto del jilguero!... y el vuelo esquivo de las golondrinas.

Abandonar lo siniestro… que impide el ama-necer; que lleva a las tinieblas. Somos seres de ánima luminosa… ¡creados en el resplandor!, dotados de la brillantez, esculpidos en la habilidad, diseñados para la búsqueda.

No hay mejor modelo.

Y cuando lo sentimos como don, cuando lo percibimos como derroche eterno…, la serenidad interior aparece; el ritmo se acompasa; brota la imaginación.

 

Todo se hace sin querer.

¡Déjate amar!… y verás todo dispuesto.

 

 

 

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