DEMASIADO TARDE
PARA LOS ARREGLOS. AHORA, LA CONVERSIÓN
1º
de agosto de 2022
Los arreglos se nos
muestran tardíos. Las dificultades y obstáculos que mortifican el vivir, suelen
buscar… soluciones momentáneas.
Y así, se cronifica
la consciencia. Nuestra ánima, nuestra alma se tortura y… no encuentra su
lugar.
La Llamada Orante nos
propone la conversión.
El arreglo es tardío, momentáneo y
parcial.
Cuando –en cambio-
nos convertimos –es decir, nos hacemos otra versión de nosotros mismos, nos
hacemos en un nuevo renacer-…, nos situamos en una versión –Con-Versión- en una versión que… se relaciona, se alinea
con nuestro proyecto universal.
Puede sonar muy
fantástico, el hablar de un proyecto “universal”… pero no olvidemos que somos
habitantes del Universo, así que todo nuestro transcurrir es un “proyecto
universal”.
Cuando ese proyecto
lo centramos en nuestros pies, se convierte en un proyecto “terrestre”, y el
cielo desaparece. Cuando lo situamos en nuestras manos elevadas al cielo,
nuestro proyecto se hace celeste.
Es una necesidad de
la Creación, del Universo, el que cada ser aparezca en un lugar de este
espacio. El Misterio Creador así lo decide.
Si sentimos que somos
ese proyecto necesario para el
transcurrir de la vida, nos veremos como un proyecto universal.
Cada ser vivo es una
pieza del puzle, necesaria para el
transcurrir del vivir. No hay algo que sobre; más bien la abundancia nos rodea.
Pero cuando el ser se
cierra sobre su consciencia y somete su alma a los logros cotidianos de poder,
saber, tener, alcanzar, dominar… apresa su alma en un lugar estrecho. Y así se
encarcela y deja de ver la luz… y se somete a la oscuridad del dominio, del
poder, del éxito y del fracaso.
En la con-versión
se exaltan los ideales, se deja el lastre de las razones. El ser se dispone a
ser y a cumplir con la necesidad de “por qué ha llegado”.
Cada ser llega para
cumplir. Y viene dotado de recursos.
Pero habitualmente se
enreda en sus “valores”… y guerrea con el entorno, sin darse cuenta de que
tiene un lugar específico que le corresponde, en donde puede desarrollar lo que
es.
Así la conversión nos da la versión auténtica de nuestra
naturaleza.
En las cárceles del
alma, sólo se reclaman necesidades. En cambio, en la conversión sin rejas, sólo se busca realizar y calmar otras
necesidades.
El ser converso se pone al servicio de las
demandas. Y debe discernir cuáles son las auténticas demandas que le
corresponden… y no dejarse llevar por las demandas de adulación egoísta, que
sólo buscan apropiarse de nuestras facultades.
Y en nuestro servicio
converso, nunca anularemos las capacidades del necesitado; al revés: trataremos
de que vea cuál es su servicio, cuáles son sus deberes.
En la conversión, nos descubrimos como
intermediarios de la voluntad del Misterio Creador, de las instancias divinas.
Eso nos proporciona
la visión de Universo.
Y así, cada acción
estará intencionada bajo la guía de la Providencia.
Providencia: esa
fuerza del Misterio Creador que nos provee; que nos da las casualidades, las
suertes, las oportunidades… Ese “toque” que nos sitúa más allá de nuestras
posibilidades. Ese “toque” que nos muestra que somos llevados.
Y en ese convertirse…
también es posible escuchar el piar de los pájaros e interpretar su lenguaje.
Darnos la oportunidad de poetizar nuestra consciencia: que seamos poemas vivos
que… conmueven el alma. Y la conmueven en el disfrute, en el gozo, en la
claridad.
Sí, los arreglos llegan
tarde. La conversión nos reclama.
Es así que la Llamada
Orante nos advierte, nos corteja, nos previene…; nos sugiere para que asumamos
la verdadera versión de nuestra presencia.
Que nos apartemos del
error de la ganancia, que alejemos el error de la posesión, que apartemos el
error del poder, que alejemos el error de la violencia, que apartemos el error
del “querer” –una posesión camuflada-, y asumamos el misterio del Amar –una
posición inesperada que se referencia con el Misterio Creador-.
La actitud conversa
que nos sugiere la Llamada Orante… es la urgencia de salir de la cárcel del
alma. Es esa versión que uno mismo tiene, de sus desesperos, de sus
desobediencias vitales…; de su “sentirse fuera” del espacio en el que el ánima
reclama.
El ser de humanidad
ha querido hacerse cargo de la vida, pero ha demostrado que no es capaz, porque
no es suya, no le corresponde.
Y al hacerse “cargo
de la vida”, la controla, la manipula, la castiga, la pelea… Lo que se vive hoy
en día cotidianamente.
Una pena.
¡La vida aspira a la
concordia, a la sintonía, al esplendor, a la excepción, a lo extraordinario, a
lo singular! ¡No admite lo vulgar, lo obligado, lo acostumbrado!
¡La vida es una
permanente y continua innovación! ¡Y como seres vivos, tenemos que dar
testimonio de ello… y no quedarnos anclados en las obligaciones culturales, sociales, familiares… etcéteras!
Somos liberados seres
del Misterio Creador. ¡Y bajo esa convicción, podemos convertirnos!
Y hoy en día, la vida
reclama esa conversión, ese idilio
permanente del ser, con la Creación.
Eso que nos hace
posible ser ¡creativos!, ¡innovadores!, ¡generadores de esperanza!
Demasiado tarde para
los arreglos. “Ahora”, la Conversión.
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