LA LLAMADA ORANTE NOS REMITE A LA CALMA
21
de marzo de 2022
La incitación de
humanidad es perseverante y… desesperante.
Probablemente, el
estilo de vivir de los logros, las posesiones, las ganancias… se encuentra cada
vez con más competencia. La competitividad es cada vez más… persistente. Hasta
el punto de que se induce casi individualmente, a cada uno, a que alcance
nuevas cotas.
La calma se hace
ausente.
Predomina lo
insistente.
Lo creativo cada vez
es más… escaso. Y se muestra como “creativo” lo repetitivo, y se tiende a
recurrir a lo antiguo haciéndolo novedoso.
La Llamada Orante nos
remite a la calma. A una calma que supone una actitud sin encumbramiento, sin
ganancia.
Con presencia
testimonial austera.
Cierto es que la “majestuosidad”
del Misterio Creador es exuberante. Pero ello lo es como muestra de su infinita
grandeza, no como referencia a conseguir, a lograr, a poseer.
Esa calma reclamante,
orante, no es una calma de tibieza o de indiferencia. Es una calma expectante
que aguarda su momento; que sabe esperar…
Que da la pausa
necesaria para contemplar, ¡un mínimo!
El apresurado empeño
por lograr… contrae el contagio de la prisa, de tal forma que no hay tiempo
para sonrisas, no hay instantes para re-calmar la calma.
La exigencia, la
exigencia permanente de resultados, de eficacias… condiciona la creatividad de
lo nuevo; condiciona las capacidades de las propuestas.
La valía se hace
escasa, y la tortura se hace larga.
Esa tortura de
exigencia propia y del entorno.
Cada vez el ser de
humanidad se secuestra más en sus seguridades, en sus decisiones… recatadas y
recogidas.
Son caldo de cultivo
para nuevas tristezas; renovadas depresiones.
La calma orante se
precisa… para que surjan las vivencias innatas de nuestras referencias… y se tenga la sensación de certeza, con las decisiones
consensuadas.
El rescate individual
del desasosiego… conlleva una visión de lo que acontece, una calma que nos
reclama… y un inicio de innovación ¡propio y compartido!, ¡conjugado!
Compartido y
conjugado con otros… para que poco a poco se geste un sentir común.
Estamos en una hora
que no admite recesos en cuanto a… renovación y rebelión del transcurrir
impositivo.
Pero ese nuevo ‘pre-supuesto’,
con la calma anunciada… debe saber estar a la velocidad adecuada.
La calma del
silencio… es el preámbulo de la escucha.
Es la atención al
detalle.
Y el descubrir la
naturaleza de lo que transcurre.
Que la calma humilde,
en piedad, sea el “AHORA” renovado… ante la conmoción persistente.
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