COMO HUMANIDAD, NO ESTAMOS DANDO EL TESTIMONIO QUE NOS CORRESPONDE
14
de marzo de 2022
Y el ser de humanidad
se dirige, al ritmo de tambores violentos, hacia nuevas y renovadas
confrontaciones: a las guerras culturales, sociales, políticas y económicas, ya
establecidas, que –de paso- instauran el miedo social. Y todo ello se considera
la normal evolución para mejorar, para estar en mejor calidad de vida, para
lograr longevidades…
Hay “argumentos”. Pero…
argumentos ficticios.
Hoy podemos ver que
los beneficios de la guerra “normal” son unos desajustes sociales
impresionantes… y una participación cada vez menor de las sociedades, de los
individuos sociales, en lo que ocurre.
La Llamada Orante
nos… advierte, nos avisa de que la trayectoria guerrera que iniciaron los
primeros cazadores –que fueron festejados por sus logros-, los primeros
domesticadores de plantas y animales, los primeros poseedores de la tierra…
desde ellos hasta aquí, todo se ha ido realizando de igual forma, cambiando los
decorados.
Las violencias de
género: de cada cuatro mujeres, una sufrirá una violencia sexual o una
violencia por ser mujer. En el mundo. Eso supone más de 1000 millones de
mujeres. Por ejemplo. ¡Un detalle sin…! Total, somos 8000 millones…
Aproximadamente la
mitad viven con 5 dólares y medio al día. Pero esto son estadísticas, datos
que, por la costumbre de mostrar… Y los muestran –estos datos- los que no pasan
penalidad, ¡no! Son los que van a los campamentos a preguntar. Son los que se
vuelven con su Rover a estatificar, ‘estadistificar’ los resultados de campo.
Y si esos datos son…
digamos que “medianamente” alarmantes…
Sin contar –que
habría que incluirlo, ¿no?- sin contar la enfermedad como… –y es importante
este detalle- como una plaga de
exterminio. No como nos quieren –y bueno, han conseguido- hacernos
pensar: que es inevitable enfermar, el dolerse, condolerse… y hacer centros y
centros donde nos estudien, nos esculquen…
Eso: la enfermedad es
una plaga. Es como las plagas. ¿Recuerdan las plagas?, ¿la peste? Pues es eso.
Pero… se deja pasar. Como se conceptúa que es el tributo “natural” a la forma
de vivir, se acepta sin más.
Una especie guerrera,
violenta…; sin sintonía como especie sexuada; con enfermedades marcadas; con
desigualdades abismales…
¿Podemos considerar
que es parte de la evolución y que todo esto cambiará?
¡Hummm!… Es cierto,
cambiará. Pero de momento cambiará en el mismo sentido que va: con el clamor de
la peste, la guerra, el hambre…
Y si bien antes eran
clanes que –por el número de humanidades- conocían y se conocían por sus
tendencias, ahora ¿quién… quién maneja los hilos de los títeres?
Los manejadores se
conocen. Los manejados no los conocemos, pero los sentimos, los percibimos.
Y se perciben porque,
al creer –“al creer”-, al vivir en la creencia del Misterio Creador, nos
apercibimos de nuestros recursos, de nuestras naturalezas, y podemos expresar
que, como humanidad, no estamos dando el testimonio que se corresponde
con nuestra composición, con nuestro perfil.
La muerte se hace
consustancial con las colegas de la guerra, la peste–enfermedades- y… ¡el
hambre!
Sí, los famosos
cuatro jinetes del Apocalipsis. Se instauran con absoluta normalidad y hacen –los
que lo dirigen- que cada uno adopte esa capacidad de guerrear, de doler, de
languidecer, de necesidades…
Poco a poco se ha
conseguido que hasta los más menesterosos tengan ascendencia sobre otros más
menesterosos, y consigan un determinado ejercicio de poder… que implique dolor,
hambre, violencia, muerte.
¡Sin duda!... es
fácil respuesta –ante esta Llamada Orante, que nos quiere sensibilizar- es
fácil respuesta decir: “¡Bueno!, ¡qué
menos que pase esto entre 8000 millones de seres! ¡Demasiado bien vamos!”.
Además, cada cual puede decir: “No, a mí me va bien”…
¡A “mí” me va “bien”!...
¡Ya! ¿Por cuánto tiempo…? ¿En qué te va bien?
Claro, cuando el ser
pierde las aspiraciones, los ideales, los proyectos, y se queda bajo mínimos,
le va bien. Aunque en el fondo tiene una nostalgia irrecuperable. Pero “le va
bien”.
La Llamada Orante nos
implica en esta visión, sí, apocalíptica. Y que, como vemos, no es nueva; ya
empezó hace… –para nosotros, como humanidad- mucho tiempo. Para la Creación es
un instante.
De inmediato surge la
pregunta, claro: “Y ante este panorama,
¿qué hacer?”.
Nos han educado –¿verdad?-
a que intervengamos ¡en todo! Por eso surge la pregunta: “¿Y qué hacer entonces?”. Nos han culturalizado para que nos
sintamos “supermanes” o “batmanes” o “arañas”… Y la respuesta a esta pregunta
es casi siempre la misma:
“¿Qué puedo hacer yo ante esto? Pues nada. Seguir trabajando, cotizar, ahorrar lo que pueda… Bueno,
tomar algunas vacaciones de vez en cuando, pagar la hipoteca… ¿Y qué voy a
hacer? Es que, si no, me quitan la casa. Es que, si no…”.
Totalmente
domesticados. Una humanidad domesticada… con respuestas finalistas…
Eso no es propio de
seres con talento, con talentos
emanados de un Misterio Creador.
La Llamada Orante nos
avisa de estas posturas, de estas posiciones, para hacernos ver que… no es
la actitud “que yo no puedo hacer nada”
–que ésa es la que se pretende, la que pretenden-, sino que la respuesta es:
“No voy a hacer algo
ante eso y por eso. No. Voy a hacerme algo
a mí, por lo que soy, por lo que represento para el vivir, ¡por lo que creo!
No vaya a caer en la trampa de mi incapacidad, de mi inutilidad, mientras –a la
vez- me utilizan para protestar, para insultar, para alabar… –depende de lo que
interese-.
Voy a ahondar en mi ser. Voy a descubrirme en ¡la Fe! Voy
a aspirar a la liberación. No me voy a conformar con la Libertad. ¡No soy un
producto que empieza, se desarrolla, se deteriora y desaparece! No voy a caer
en la trampa de combatir lo que ya está instaurado y progresivamente
corroborado. Sin duda, me afecta; sin duda, me llega… y lo que se pretende es
que entre en esa dimensión”.
La Llamada Orante nos
llama a dimensionarnos en otras perspectivas. La Llamada Orante nos llama a
consensuarnos en nuestra convivencia. El saber que estamos en el seno de las
plagas… y, en consecuencia, ¡no actuar contra ellas!, sino actuar sobre
nosotros… para aclararnos y para desechar todos esos productos que nos han
introducido cultural, mental, psicológica y religiosamente… para que seamos lo
que somos hoy: material de desecho; un proyecto de reciclado permanente.
Y al ahondar en
nuestra naturaleza, ¡en nuestro ser y estar!, nos descubrimos en la ternura, en
la complacencia, en la flexibilidad, en el ¡rigor!, en la adaptación, en ¡la bondad!, en la misericordia y en el ¡amar convincente!… Ese que no admite
dudas. Ese Amar que, cuando florece, sólo da frutos. No es estéril.
Sí debemos
apercibirnos de esas plagas, debemos verlas en lo cotidiano, debemos verlas en
nuestras actitudes, para que podamos desprendernos de esas tendencias que, por
la forma de vivir, de producir, de relacionarse, de poseer, de rentabilizar, de
ganar, de perder…; todo eso nos da una urgente capacidad de respuesta… que nos
lleve a esas otras dimensiones. Que están ahí, que no son imposibles. Que
requieren esfuerzo, sí, pero un esfuerzo gozoso. Ese esfuerzo del hacer bien hecho. De calidad.
La silueta del “saber”
debe planear continuamente sobre todo lo que ocurre. Ese “saber” que visiona y
que… calcula; que hace una prospección para que se introduzca la cura, porque,
al “saber”, se le acopla el recurso, el medio… de ese “saber estar”, de ese “saber hacer”, de ese “saber de calidades”.
El secuestrarse, el
individualizarse, es parte de ese complot… apocalíptico. Sí; en la medida en
que el ser pierde su sociabilidad –y la pierde por la mentira, el interés, el
acopio, la competencia-… el ser se convierte en una aislada entidad egoísta,
centrípeta… incapaz de generar sosiego. Al revés: el ser se protege, se
recubre…
Somos unidades
sociales de necesidades mutuas, interpendientes. Y con ello logramos la
sintonía de ¡emociones, afectos, atracciones, respetos, cuidados!
No es una tarea, ni
obligación, para luego, para más tarde. Es un despertar de ahora: el asumir en dónde se está; el
recogerse en lo que se es; el actuar en consecuencia.
Siguiendo…
interpretando las Llamadas Orantes, que nos orientan.
Cultivando… el
descubrir el lenguaje del Misterio Creador, en esas oportunidades o situaciones
o casualidades en que nos sitúan.
“No estamos
abandonados”.
Pero debemos prestar
atención a Quien nos cuida.
La mano del Divino
está presta. Su calidez es fructífera. Su ternura, infinita. Su compasión,
permanente.
Aguarda sin tiempo.
Sabemos que ESTÁ.
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