EL MISTERIO
CREADOR NO ES UN PODER. ES UN GENERADOR DE MISTERIOS
27 de junio de
2022
Y las sociedades humanas se han
constituido de tal forma y manera que entre sus características está el tener…
–sí, “tener”- tener una referencia divina, superior, trascendente… etc.
Fijémonos en que es algo que se gesta
por la organización social, cultural, económica… No es algo que emane del ser
–salvo excepciones- como parte de su naturaleza.
Claro está que el ser tiene esa
instancia de consciencia de ser creado, de estar religado, ligado, conectado
con el Misterio Creador. ¡Claro que está eso! Sin ello, no estaríamos en vida. “No
estaríamos”.
Pero ocurre que… esa instancia está –por
así decirlo- casi abolida, y ha sido progresivamente sustituida por tótems o
figuras muy explicadas, muy redactadas, con preceptos, mandamientos, y toda
minucia y detalle, desde… cómo vestirnos, cómo comer y comer…
Se van constituyendo esas
‘re-ligiones’ que interpretan lo divino; lo interpretan, lo estudian, lo
traducen, como si fuera una materia más de investigación, de…
Y en base a ello establecen un
programa, unos ritos, unas iniciaciones, unas estudiadas propuestas… que las
muestran como emanadas del Misterio Creador, pero que en realidad están… –no
hace falta investigar mucho- están propuestas por las diferentes sociedades que
han ido gestando líderes… ascetas… peregrinos… brujos, chamanes, etc.; ese “etcétera”
que trata de interpretar los aconteceres bajo una óptica de “el gran creador”
que nos vigila, que nos cuida –bueno, según esté del humor-, nos premia…
En realidad, la consciencia
primigenia de sentirnos filiados con el Misterio Creador, se convirtió en una
faceta más del convivir diario. Estamos hablando de grandes proporciones. Un
convivir diario en el que, ¡bueno!, serás –en nuestro entorno- bautizado, harás
la primera comunión… y probablemente algún otro sacramento, como el matrimonio
o el orden sacerdotal…
Todo está escrito –es curioso, ¿no?-:
desde las tablas de la ley, hasta… la llegada al cementerio.
Y todo ese proceso humano se ha ido
propagando, adiestrando, acostumbrando, repitiendo…
Y fíjense bien: como era típicamente
humano, y como es típicamente humano, la humanidad se comporta, pues… de la
manera en que ha sido educada: lo prioritario es ganar, tener, alcanzar,
lograr, poseer… Todo esto, entre medias de alguna plegaria y… algún enfado por
lo que no ha salido bien.
Así
que… la comunidad humana tiene vivencias,
consciencias y referencias de algo que ella misma ha ido gestando, en virtud de
la necesidad de un orden social,
cultural, político, económico, religioso…
Pero, todo ello, no se corresponde
con esa instancia primigenia de nuestra referencia en el Misterio creador.
En la medida en que nos damos cuenta
de ese acondicionamiento, que nos lleva… –por supuesto- a las normas sociales,
a lo bueno, a lo malo, a la ética, a la estética, todo ello en el nombre de la Creación,
de Dios o de… –depende ya del tipo de creyente-…
En consecuencia, la Llamada Orante
nos hace una llamada para “desparasitarnos” de unas creencias estructuradas,
calculadas, diseñadas y establecidas por el hombre, que no son las que se corresponden con las vivencias del ser en torno
al Misterio Creador.
El Misterio Creador, desde su Misterio…,
no se estructura. No tiene escalafón. Carece de reglas, de normas…
Y, como bien se puede ver, las leyes-normas
que otros han usurpado, que han “parasitado” lo auténtico, han “creado” –entre
comillas “crear”-… han creado una comunidad de vida, violenta, prejuiciosa,
envidiosa, ‘inconviviente’, en permanente enfrentamiento, insolidaria.
Si por algún momento esas leyes
divinas hubieran estado filiadas con el Misterio Creador, evidentemente nuestra
evolución como especie no hubiera sido ésta: esta que tenemos ahora; esta que
vivimos ahora; esta que nos amenaza continuamente, entre nosotros mismos, con
leyes, normas, costumbres, castigos, ¿premios…?
Una sociedad… o sociedades que se
dicen “creyentes”, y están pendientes de sus ganancias, de sus pérdidas, de sus
impuestos, de sus inspecciones, de sus revisiones, de sus caducidades, de…
¡Horror!...
Eso
no emana de lo Divino.
El Misterio Creador, desde… tooodas las partes…
Porque no está situado allí en el
cielo, ¿verdad? No está sentado en un trono. Todo esto son modelos que se han
ido creando, antropomórficos, que en principio podrían valer –“podrían valer”-
para aprender y educar, pero luego se instauran como verdaderos patrones
existenciales.
Y aparecen infiernos, y aparecen
purgatorios, y aparecen cielos… y autores que revelan que han sido iniciados en
esas percepciones, visiones…
Y lo que realmente vemos en todo ello
es un escalafón humano que, en definitiva, se referencia con el Poder.
Y ése es el punto en el que inciden todos los organigramas sociales: “el
gran poder de Dios”.
¡Por favor!... El Misterio Creador no
es un poder.
Es un generador de… misterios –entre
ellos, la vida-. Es un cuidador de desarrollos, de procesos. No sabemos cómo,
de qué forma y de qué manera. Y, en principio, no es de nuestra esfera.
Es como una criatura recién nacida,
que se pregunte por las cualidades de su padre, de su madre o del que tenga
cerca que le hable. No... no está en esa perspectiva. Come, duerme y evacúa. Es…
¡es un tubo!... que se va complejizando.
Extrapolando esa idea en el infinito Universo…
tenemos que desposeer de cualidades humanas al Misterio Creador. ¡Él no es
poder! ¡Él no ejerce su poder! Él extiende su Creación. Él la dota de recursos.
Él interviene permanentemente, y deja sus huellas entre casualidades, suertes,
coincidencias, imprevistos e inesperados.
Él –por seguir todavía con esta
denominación- nos ha gestado un Universo –donde habitamos- ‘im-presionante’.
Y fuera del que habitamos, lo que
podemos intuir es: “excepcional”, “extraordinario”… Se nos acaban las palabras.
Cualquier atributo de nuestras
palabras humanas, que le pongamos al Misterio Creador, es… no solamente una
ofensa, sino que es un despropósito.
Por eso, cuando nos llama a orar, nos
ilustra sobre aspectos que nos pueden –y de hecho es así- ayudar a cambiar
nuestra perspectiva y nuestra visión de lo que es vivir, de lo que supone convivir,
de cómo asumir el sentir… y de qué
manera descubrir su presencia en nuestro diario acontecer.
La vivencia-experiencia de sentirnos
atraídos por sonidos, formas, colores…
La atracción que podamos experimentar
hacia seres constituidos, y hacia los de nuestra propia especie, eso nos
debería dar una pista, ¿verdad? Más que una pista, es un gran lugar de
aterrizaje.
Porque, a poco que nos demos cuenta
de nuestras atracciones, de que nos sentimos atraídos por el mar, por el calor,
por el frío, por la humedad, por los grillos, por las mariposas, por la
montaña, por el valle, por…
Estamos en una permanente atracción.
Y gracias a esa atracción es que
transcurrimos en nuestra vida.
¿Hay algún lugar en nuestro cuerpo,
que se encargue de las atracciones…? –desde el punto de vista material, claro-.
No lo encontraremos.
Porque no se condensa de manera
palpable.
Se expresa de manera atractiva –“atractiva”:
que nos atrae-.
En definitiva –sin ser ningún final-,
nuestro sentir, que es un despertar a una atracción, es la atracción que ejerce
el Misterio Creador sobre nosotros.
Porque somos en Él, estamos en Él… y
somos su expresión -como otras criaturas-.
Sea cual sea la posición que
adoptemos, nos sentimos atraídos por esa posición. Y así vemos cómo cada ser
tiene diferentes atracciones.
Es una muestra de la Infinita
Presencia.
Y esa atracción… ¿qué genera en
nuestra consciencia sensitiva?
Genera gusto, complacencia, alegría…
Genera un estado de mantener, de
cuidar y conservar esa atracción. Que luego vemos que son ¡muchas! Que no se
reducen a un elemento, a una persona o a una situación, sino a multitud de
detalles.
En todos esos detalles “atractivos”…
se nos refleja el Misterio Creador.
Evidentemente, esto nos quita un
cierto… –bueno, “un cierto”…- un total
protagonismo.
Pero… es que nunca hemos sido
protagonistas. Nos hemos embaucado, como humanidad virtual, en ese dicho de “el
libre albedrío”; en ese lecho que nos permite ser ¡crueles!, que nos permite
cualquier tipo de barbarie. Como somos “libres”…
¡Qué forma de interpretar la libertad!
Si me considero un ser de expresión
de un Misterio Creador… y, en consecuencia, me siento ligado, atraído por él en
sus infinitas manifestaciones, no preciso de libertades, de logros ni de
alcances.
Y al decir “no preciso”, se entiende
que no es mi prioridad.
Evidentemente, sí, buscaré el pozo
que me dé el agua… y buscaré el fruto que me alimente. Pero cada vez que
encuentre el manantial, cada vez que, atraído por el hambre, encuentre el
fruto, el tubérculo o las hojas para comer, veré, en ese acontecer, la
expresión que… enamoradamente… me
muestra el Misterio Creador.
¡Sí! Si tuviéramos que buscar alguna
palabra, tendríamos que decir que ese Misterio Creador está profundamente
enamorado de la vida. ¡Intensamente y específicamente!, de cada ser. Es un
misterio, claro, sí. Pero eso se siente cuando uno consiente que la referencia
del estar, del ser, del transcurrir, es ese Misterio.
Cuando soy capaz de ver, en la cara,
en el sonido, en las muestras de otro, la presencia del Misterio, que me atrae
a través de otros.
EnnnnnnnMiiiiiiiiiiii…
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