ORIGINALIDAD, SENTIDO UNIVERSAL Y POSICIÓN TRASCENDENTE
20
de junio de 2022
Cierto es que, cada
ser, se muestra como una originalidad irrepetible; con múltiples parecidos, con
signos comunes…, pero cada ser tiene un ánimo, un sentir, un hacer… “peculiar”.
Ahora bien. Cierto es
también que es fácil refugiarse en la “originalidad” que cada uno posee –y más
que poseer, que es- y en base a ello
dar una respuesta que obliga, que impone, que exige.
Es ahí donde la Llamada
Orante nos incide hoy, para que seamos capaces de añadir, a esa “originalidad”…
–que la Creación ha querido que sea así-, un sentido universal y una posición
transcendente.
“Sentido universal”
en el aspecto del estar, de sentirse
miembro de una especie, de sentirse parte de una expresión de la vida, de
amplificar nuestra originalidad hacia espacios… nuevos.
Lo original no es estático. Se interpreta
habitualmente que “esto es así, y ya”; y “esta
persona es así, y ya”. Bajo esa actitud nos hacemos deterministas. Pero esa no es la
verdadera naturaleza. La verdadera naturaleza, en la originalidad, es la
evolución, la amplificación, la innovación…
En definitiva, la
Creatividad.
Por eso, el ampararse
en que “yo soy así”, tiene su parte de cierto, pero su parte
absolutamente incierta, y es el negarse a amplificar-creativizarse en el estar.
Eso, por una parte. Por
otra parte, la Llamada Orante nos habla de la trascendencia. Sería la parte del ser, ya que el estar lo situamos en lo creativo, partiendo de la
originalidad, de la excepcionalidad.
Ese “estar” se hace y tiene la vocación de trascender.
Sí. Nuestra
transitoriedad por diferentes espacios… se da gracias a la trascendencia. Creamos
en ella, o no, está ahí, porque es la que nos permite despertar… almarnos…
admirarnos… asombrarnos.
Así que nuestra
originalidad creativa se ‘con-funde’ –en el sentido de fundirse- con una
actitud transcendente.
Habitualmente, esta
palabra queda grande, holgada y… Pero hay un dicho, muy simple, que se dice –depende
de quién, se dice con sentido, o por norma o por costumbre- que nos da un toque
transcendente: cuando, al hacer esto o aquello, o al superar esto o lo otro,
añadimos “gracias a Dios”, como
dándonos cuenta –consciente o subconsciente o inconscientemente- de que, si no hubiera sido por, teóricamente,
ese plus –digo “teóricamente” porque es lo que es: bajo nuestra óptica racional
sería un plus-, sin ese “plus” no se hubiera conseguido, logrado, adquirido y
posibilitado tal o cual acontecer.
También desde la
óptica del “gracias a”, aparece, obviamente:
“desgraciadamente, Dios no ha querido que…”,
como si el Misterio Creador hoy nos diera, mañana nos quitara, pasado nos
impusiera…
Es una idea primitiva
y de causa-efecto. Pero cuando asumimos nuestra originalidad, expandimos
nuestra expresión en lo creativo, y así estamos como artistas de la vida, nos
damos de inmediato cuenta de que algo
más que nuestras habilidades son las que están presentes, y son las que
logran y alcanzan.
El darse cuenta de
ello es lo que nos inicia en la transcendencia.
Y ese inicio en la
transcendencia es lo que nos da la posibilidad de hacer, de cada acto, de cada
acción, de cada actitud…, un momento único, irrepetible, inolvidable.
Y así debemos
asombrarnos de nosotros mismos, y asombrarnos –obviamente- de todo el entorno. Y
empezar a ver la excepcionalidad de cada ser, la originalidad de sus
posiciones, e interactuar transcendentemente; porque “eso”, “aquello” o “lo
otro” que me gusta o no me gusta, es una instancia transcendida de la Creación.
Resulta difícil
asumir determinadas actitudes o posiciones de unos y otros. Pero cuando
creativizamos nuestro estar y transcendemos nuestro ser… y nos sentimos una
expresión de lo Eterno –de ahí nuestra originalidad-, entonces contemplamos a
los otros, a los de más allá, a los distintos, a los diferentes… los
contemplamos con respeto, con asombro; quizás –o sin quizás- por lo
incomprensible, lo inaceptable, lo terrible que pueda resultar, para nuestra
consciencia, tal o cual acción, tal o cual ser.
Pero cuando
conseguimos… –“gracias a Dios”- cuando conseguimos, en actitud, esa posición,
nos damos cuenta de la enseñanza que cada ser, en su… estricta originalidad,
nos proporciona. Son los peldaños y los pasos que nos permiten la expansión, la
evolución, esa creatividad.
La puesta en práctica
de estas directrices nos permite… –además de universalizarnos- nos permite des-limitar; es decir: borrar el
límite. Esa universalidad no se agota en nuestro espacio-tiempo de este lugar
del Universo, sino que esa universalidad se amplifica en la Creación.
Y en esa Creación y
en ese creer… entramos en la posición de la Mística; de ese Misterio grandioso
que late.
Con una creatividad
expansiva, con una transcendencia emotiva, con una universalidad creadora y con
una experiencia mística de asumir todo el Misterio… con todo ello tenemos un
basamento, un molde. Pero un molde que no es fijo. Es un molde “moldeable” –valga
la palabra-; unas coordenadas, en definitiva, que nos muestran cuál es… cuál es
la dimensión de nuestro transcurrir.
Que no pasamos por
pasar, sino que… pasamos con ‘con-sentido’. “Pasamos con ‘con-sentido’”.
Y asumidos como
místicos… –sin ánimos comparativos, sino por la propia naturaleza que nos
adorna pero que debemos ejercitar- asumidos como místicos, entramos en lo
imprevisible. Pero entramos en ello con una actitud de confianza, con una
obediencia gozosa.
Y así, todo lo que
vaya a transcurrir lo incorporamos en consciencia, con una “misticidad”… que
nos libra de la insidiosa razón de “los porqués”.
Contemplar nuestra
originalidad supone una actitud de honestidad… en la que nos referenciamos con
el entorno y nos posicionamos en el “deber” que nos corresponde según las dotes
que hemos recibido. Y a partir de ahí, empezar a dotar, a nuestro
espacio-tiempo-estar, a dotar de originalidad,
nuestra función.
En principio debe ser
fácil, puesto que si somos seres originales –sea cual sea la posición que nos
corresponda según espacio-tiempo-, debemos estar originalmente. Y así nuestro
hacer será… y tendrá esas características que dotamos por nuestra singularidad.
Y así se va
esgrimiendo y desarrollando lo creativo.
Y cuando situamos esa
originalidad en lo Universal, en principio en nuestro pequeño universo, y luego
en el Universo insondable, nos damos cuenta de la necesidad que estamos realizando…; para la que estamos dispuestos.
Ahí sentimos la Transcendencia.
Es decir, nuestra
originalidad va mas allá del tiempo y espacio del momento.
Se reconoce en una
Creación.
Con esa visión,
visionamos todo el entorno y vemos la transcendencia que tiene cada acontecer…
sin despreciar ninguna posición.
Abiertos a lo
posible, a lo posibilitante, nos sentimos en el Misterio.
Nos hacemos místicos…
sin que sea una propuesta ni una intención de lograr.
Y expresamos, toda
esta disposición, en el mantra que nos recoge, que nos envuelve en este molde
liberador.
iiiIIIIIIIIiiiiiIIIIIIIiiiiiiiIIIIIIII
Silencio.
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