martes

Lema Orante Semanal

 

LA CONSCIENCIA SE LIBERA CUANDO NOS REFERENCIAMOS EN EL MISTERIO CREADOR

6 de junio de 2022

 

Incontables –por su número- son los detalles que inciden en cada actividad humana.

También, para cada ser, son incontables de no comunicar, de no hablar, de no decir, de no expresar… multitud de detalles que, por norma, costumbre, religión, sociedad…          –prejuicios, en definitiva-, se quedan acantonados en la consciencia cotidiana.

Podría casi decirse que el ser de humanidad es una estructura… bastante incompleta.

Entre lo que tiene que desechar, y no puede percibir y no puede evaluar –por su número- y lo que tiene que callar-ocultar –por su condición social, personal, etcétera-, está en una situación de continente-contenido… muy lábil.

Podría decirse –no como defensa, pero sí como posibilidad- que “el ser humano no está hecho para este mundo”.

¡No, no acaba de… cuajar! Historiamos diferentes culturas y diferentes aconteceres, y repite y repite los errores, los horrores, los terrores, las huidas, los fracasos…

Para compensar, establece las virtudes según su conveniencia, pero… sin certeza.

 

Quizás éramos otra realidad. Y por… misteriosos designios de la Creación, nos vimos envueltos en esta situación: en un ánima encarnada que siempre anda desorientada, despistada, contrariada con sus músculos, tendones, espaldas, piel y mucosas, y su ánimo fantástico, sensacional, extraordinario, lúdico… que está, sí, está por ahí, pero claro, cuando quiere revivirlo, vivirlo o plasmarlo, se encuentra con el codo, la muñeca, la rodilla… ¡Qué barbaridad!

Por eso se puede decir que “no estamos hechos para esto”.

Sin duda, es consolador, por una parte. Sí. Y… decepcionante, por otra.

¿Cómo la Creación ha permitido semejante… semejante representación de la vida? Que hace des-vida, que hace des-amor, que hace desespero.

Sin duda es Misterio. Pero… debería ser –el asumir el Misterio- una capacidad para conseguir un criterio, una forma de convivir en esta… dualidad ¡presa! Sí: presa.

En otras ocasiones ya se ha expresado: preso, mentalmente; preso, emocionalmente; preso, vitalmente.

Y en aparente cadena perpetua.

Lo de “aparente” es una aspiración, pero en realidad es “libertad condicional” –la cual se salta permanentemente-.

 

Es una bonita reflexión orante para comenzar una nueva semana… Porque nos sitúa, probablemente, en nuestros orígenes más misteriosos, y nos anima –¿”anima”?-, sí, nos anima a proyectarnos…; a proyectarnos de tal forma y manera que no vivamos con la consciencia encarcelada, sometida, huida, infiel.

 

Quizás, quizás por esa condición de no estar en nuestro medio auténtico, se producen todas esas trasgresiones, que las aceptamos como … “inevitables”. Y esa es una palabra ¡terrible!, ¡terrible!, ¡terrible!

Cuando se llega a una situación –del tipo que sea- y se plantea como inevitable, hemos perdido la capacidad, en ese instante, de restituir, de reparar, de mejorar, de cambiar, de reflexionar, de replantear, de rehabilitar, de recapacitar… ¡ufff!

Si no estamos capacitados para vivir en estas condiciones, tenemos que ahondar en “bajo qué condiciones” estamos capacitados.

Lo más fácil y evidente es ver –y no es difícil- que nos sobra el cuerpo; sí: eso que tiene cabeza, tronco y extremidades.

Y en cambio, nos sentimos, en la consciencia sin estructura, sin materia –o lo que se llama “estructura y materia”-, nos sentimos realmente… “desbridados”, es decir, sin… sin límites. Con todas las capacidades. Ejercitándonos en consciencia.

 

Esta sugerencia orante nos permite… –como seres y como intermediarios- considerar, en todos los que encontramos y con los que nos encontramos, su vertiente de consciencia, su vertiente de ánima.

Razón tienen cuando se dice que es el principal objetivo para… tratar, mejorar, aliviar, calmar, amparar… al ser.

 

Asumir nuestra identidad como una naturaleza anímica, ‘almada’, amada… y considerar nuestra concretización como un… accidente misterioso… pero que está ahí, ¡claro!

Pero un accidente se puede rehabilitar, recomponer, operar, calmar, mejorar… claro. Y eso se puede hacer con nuestro… esencial y primigenio origen: almado, amado, ansiado, anhelado.

 

La Llamada Orante nos invita a hacernos “infinito”, no a finiquitarnos en nuestra encarnación.

 

Si asumimos la naturaleza de nuestra alma-consciencia, como la auténtica, sabremos estar presentes en lo que “ahora toca”, “ahora sucede”.

Y con nuestra ánima almada… haremos que la estructura encarnada se muestre dócil, flexible, obediente.

 

Lo almado deja de ser “armado”.

Y la consciencia deja de ser… encarcelada.

 

Y sí, debemos cuidar nuestro soma, nuestra estructura, pero en base a nuestra almada-amada consciencia.

Cuando damos respuestas estructuradas, estamos dando respuestas concretas…; estamos dando respuestas prácticas; estamos sometidos a la carne: a las órdenes del alcaide de la prisión.

Nos hacemos imposibles.

Y entonces caemos en… “los condicionantes de la forma”. Y abandonamos las capacidades de lo sutil, de lo almado, de lo que en realidad da expresión a lo estructurado.

Pero por la condición de estar aquí, bajo esta representación… el alma, en su desespero, busca… la protección de su forma…

Y cae en la materialización.

Y lo que era en el principio “ánima almada”, se convierte en estructura que busca asiento, apoyo, trabajo, rendimiento, producción, ahorro… y un largo etcétera material.

Sí: la estructura ha sometido al ánima almada. Y cuando el ánima almada está en un proceso de excepción, de novedad, de imprevisible evolución…, el entorno, la estructura, la materia reclama sus demandas: reclama su casa, su maleta, su sueldo, su… ¡posesión!, su seguridad, su pareja, sus hijos… convertido todo ello en un consumado proceso que, en resumen, nace, crece, se desarrolla, envejece y muere.

¡Triste historia! ¡Que no es la historia!

Pero se ha visto ¡tantas veces!, se ha dicho ¡tantas veces!, se ha avisado ¡tantas veces!... desde nuestros queridos ancestros: padres, madres, colegios… ¡Trauma tras trauma!, ¡alma golpeada una y otra vez!... para encerrarla entre músculos y tendones, entre vísceras, sangres y linfas.

Y así el alma se siente –en la estructura- enjaulada, y busca definitivamente salidas ya estipuladas, estructuradas. Y así transcurre la especie.

Y por todo ello, el Sentido Orante nos reclama una y otra vez… que retomemos nuestra filiación con lo Eterno, ¡y sepamos ver las señales que nos muestra!... ¡y dejemos de decidir en base a lo encarnado de nuestra presencia!... ¡y sigamos los signos que nos aventuran!…; no las conocidas propuestas.

El vivir el Sentido Orante almado-amado es… liberarse.

El vivir el entramado racional-lógico, esperado-esperable, admitible-admisible… es condenarse.

Y puede parecer una palabra exagerada. ¡Bueno!… Obsérvese lo que pasa diariamente.

 

Los ejemplos son tan súper abundantes, como las incidencias de las que escuchábamos al principio.

A durísimas penas rescatamos algún ejemplo… algún ejemplo virtuoso que nos referencie, que nos haga permanecer en la consciencia almada, y no en la corporalidad armada: esa que se hace soberbia, vanidosa y… y con capacidad para todo.

 

Quizás, en esa posibilidad de… encaramarnos a nuestra verdadera naturaleza, esté la historia de nuestro transcurrir. Y digo “quizás” porque… es de obligado cumplimiento, para no resultar radical, pero con la consciencia creyente y certera de que nuestra naturaleza es almada-amada. Y que en ella está nuestro transcurrir liberador.

Podríamos –y podemos- sintetizar el mantra.

 

aAAALLLLLLLLLLMMMMMaaa

 

 

La consciencia almada se apercibe de ser amada por la Creación.

La consciencia almada sabe intermediar en esa experiencia, con su capacidad de amante.

Y ha de hacerlo con la fidelidad de lo revelado, para que sea auténtico. Sin ese aval, será… circunstancial, ocasional; sujeto a las contingencias de lo material.

 

La consciencia se libera en la medida en que nos referenciamos en el Misterio Creador.

En la medida en que secuestramos nuestra consciencia en la estructura presencial –en esa medida-, las acciones estarán encaminadas a la obstrucción, dificultad, inconveniencia…

 

Abrir la ventana de la consciencia, hacia lo Eterno…

 

Hacer prioritaria nuestra almada presencia… con la sensible oración que nos orienta.

 

 

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