HOY, LA ORACIÓN SE PRESENTA INCÓMODA
9 de mayo de 2022
La comunidad humana –quizás
por la evolución y la trayectoria “compleja”, y por su capacidad cognitiva- ha
buscado, hasta ahora, el desarrollo de la
comodidad.
Que es como decir:
cómo doy el Do.
Cómo doy el Do, que
implica importancia personal, nota musical, etc. Comodidad.
El camino hacia ella
no ha estado exento de dificultades. Pero lo que podría ser una imprescindible
adaptación, se convirtió en una necesaria y exigente adquisición: la comodidad.
Y con ella, toda la órbita de la consciencia cognitiva, afectiva, racional,
lógica, espiritual, económica, social… y un largo etcétera, se fue “acomodando”…
–no adaptando- acomodando y acomodándose según el gusto y la necesidad de
grupos, comunidades, individuos, etc.
Y la capacidad ‘inventativa’
se puso al servicio de “el menor esfuerzo”. ¡Oh, sí! ¡Oh, sí! ¡Oh, sí! Si antes
te replanteabas tal o cual situación difícil, compleja, ahora se corta,
simplemente. Empieza a ser in-cómoda.
No se acomoda a mis… gustos –sí, en el fondo es así-.
¡Ah! Pero ¿y dónde
está la capacidad evolutiva, adaptativa, regeneradora de nuevas capacidades? ¡No!
Se va quedando paulatinamente abolida. Se le da un tiempo prudencial: 15 días,
20, un mes…; a veces se llega a dos y a tres años…
Pero, pasada una
cierta temporalidad, se reniega del progreso cotidiano, se deniega la
creatividad y la capacidad resolutiva,
la capacidad reparadora… y se opta
por la “aparente novedad”, cómoda, fácil.
Esta posición de
especie crea permanentemente efectos secundarios que rebotan unos contra otros,
que desorientan cualquier proyecto… y que, además, lo más significativo es que
establecen prioridades de comodidades, hasta –no es el culmen, no, pero…- el
ejemplo de padres que adoptan niños, ¿verdad?, y que luego no les gustan y los
devuelven.
.- ¿Cómo?
.- Sí. Los devuelven porque les han salido un poco contestones
o…
Eso ocurre. Es un
ejemplo. Insisto: no es el culmen. El culmen es la cotidianidad de la comodidad, y perderse la oportunidad de
descubrirse con capacidad para
resolver, para reanimar, para reparar… un proceso; el que sea.
En ese ámbito, claro,
la relación… –y ésta es la consideración que nos hace la Llamada Orante, con
esta introducción- en ese aspecto, obviamente, la escucha orante se hace
francamente incómoda: “Que hablen mal de
mí, en público, no me gusta”. Cada cual se lo toma como una afrenta, y no
gusta.
Esto va generando un
tipo de relación de la comunidad humana, con el Misterio Creador, que, como
dice el refrán: “Sólo se acuerdan de
Santa Rita cuando truena”; es decir, cuando las cosas están muy difíciles,
y ya la comodidad no sirve, ni los recursos están porque han sido abolidos.
Entonces se pide la ayuda, el milagro, la intervención divina…
Justo por comodidad
se ha colocado a lo Divino en el plano de la necesidad urgente. Mientras tanto,
no te necesito. Es, en definitiva, una idolatría… producto de la comodidad.
El lenguaje divino
del Misterio Creador se escribe diariamente.
¡Se escribe
diariamente lo que acontece! Y lo que acontece se sucede por la intervención directa
de la Creación, del Misterio Creador. Que nos va poniendo una serie de
situaciones, dificultades, incomodidades, etcétera, para que sepamos,
aprendamos cómo solventarlas. No nos pone la posibilidad de robar para ver si
somos buenos ladrones, sino que nos pone la posibilidad de robar “para ver” –para
ver, entre comillas- que somos capaces de ser honestos.
No nos pone la
posibilidad de unas vacaciones o de un retiro para evadirme de la incomodidad o
del estrés. No. Nos lo pone para que recapacitemos en nuestros recursos.
La comodidad genera
esa intención de placer… que
globalmente se convierte en el placer “vacacional” –por ejemplo- o el placer
“evasivo”: “Me evado de esta situación
que me resulta incómoda”.
Pero con un placer…
evasivo. Como las drogas de evasión ¿no? Unos serán con chocolate, otros con
marihuana, otros con alcohol, otros con sexo…
¡Bueno! Hay una
variedad de placeres. Están ahí; ahí, dispuestos. Los hemos ido creando, como
especie. Están ahí, a la orden del día.
Y a la hora de
proponerse cómo solventar situaciones, inmediatamente el sujeto toma la vía del
placer. De ese placer. Que requiere, claro, un mantenimiento cómodo. Cuando
deja de producirle placer de mantenimiento cómodo, pues cambia inmediatamente a
otra situación. A ritmos muy personales. Muy personales.
La Llamada Orante nos
advierte de esta posición, puesto que el ejercicio vivencial de ella coarta la capacidad regeneradora, incapacita la creatividad cotidiana, impide la capacidad cognitiva de conocer.
Y, en consecuencia, hace del vivir un placentero saltarín, siempre insatisfecho
y siempre estancado en sus “bienes y derechos”.
Orantemente, este
resultado resulta triste y desolador. Y más aún cuando la Llamada Orante
propone un ‘essssfuerzo’, y las personas se asustan ante el ‘esssfuerzo’ que
propone la oración, como si se fueran a romper; como si se fuera a escalar el
Everest.
El ES-Fuerzo es la
inspiración de la Fuerza Creadora.
Supone un “disponerse
a” –¡por favor!-… un disponerse a
ser un servidor de la Creación, un promotor de la vida, ¡un rescatador de
imposibles!…
¡Porca miseria! ¡¿Cómo vamos a seguir insistiendo
en los mismos modelos que nos petrifican?!
Pero es… pero es así.
Y si no hay una ‘dis-posición’ a la
escucha –diríamos a nivel del I Ching:
a “la escucha obediente”-, cualquier acción o actividad que se desarrolle,
estará siempre gestada por el preámbulo del placer vacacional, del placer
instantáneo; como el café, instantáneo: la evasión. Pero no es una evasión como
“La Gran Evasión”, que se escapa del dictatorialismo, de la imposición. ¡No! Es
la evasión de cualquier ‘in-comodidad’
–volvemos con la palabra, claro-.
Y muestra de todo
ello es que cada vez –como se ve socialmente en las comunidades más avanzadas-
se vuelve al pasado: las modas, los tipos, los estilos… ¡Qué horror! –desde la óptica
Orante-. Se vuelve a decir que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Y los
envites que, lo que viene, que lo que ocurre, nos hace, se postergan; se
apartan.
.- No, no. Esto es un problema.
.- Ya…
Problema significa:
solución.
Solución implica:
cálculo, estudio, introspección, evaluación de intimidades…
¡Pobre Sigmund Freud!
¿En qué quedaron todos sus análisis…?
En esqueletos
aparentes para formulismos verbales… y nada más. El inconsciente, el
subconsciente, el Ego, el Yo, el Superyó… todo eso está bien, pero… para
charlar. Y salvo su auge inicial, después se quedó en la cómoda posición del diván y las charlas de “la gauche divine” –o “la izquierda divina”-. Pero a nivel de
consciencia de Universo, de Creación, ¡de verdadero A-MOR!, no. Ahí se llegaba
a un punto en el que lo que implicaba ello era un salto de lo libertino a lo liberador.
.- ¿Cómo?…
Sí, sí. Implicaba…
implica un salto en el ejercicio de amar: de lo libertino, divertido,
placentero, complaciente, a un salto hacia lo liberador. Que se mueve en
otro nivel que resuelve, que afronta
el problema –como un matemático- y lo resuelve… por Amor, con Amor.
Obviamente, en ese
sentido del confort, del bienestar… pues obviamente, para favorecer la
aparición de la prostitución sólo quedaba identificar amor, con sexo. Y se
consiguió. Evasión-placer fácil-dinero… ¡Qué vulgaridad! Pero ahí está,
extendido.
La comodidad en el
Amar conlleva un costumbrismo… aburrido. E inmediatamente busca una
complacencia ‘fàsil’ –‘fàsil’ es fácil, pronunciado en catalán-.
Ese dicho
norteamericano: “It’s not my problem”.
No es mi problema.
Y si llega mi
problema, ya buscaré cómo evadirme del problema: con un seguro de vida, con un
seguro de entierro, con unas vacaciones en el mar, con una aventura amorosa…
¡Hay multitud de
ofertas!: masoquistas, sadomasoquistas, con colores, sin colores, con
bombillas, sin bombillas, con aparatitos, sin aparatitos…
Cierto es que, en esa
evolución, no es difícil que la carga propagandística de esa comodidad, de ese
bienestar, de ese confort, sea tremenda. ¡Tremenda! Y empieza desde la más
tierna infancia, cuando “todos los
niños en Francia sabían hablar francés”. Es una poesía que casi
todos conocerán:
Admiróse
un portugués
al
ver que, en su tierna infancia,
todos
los niños de Francia
sabían
hablar francés.
“Arte
diabólico es
–dijo
torciendo el mostacho-
que
para hablar en gabacho…”
Y así sigue, no lo
vamos a terminar.
Pero, sí, el
portugués se admiró de que los niños chiquitillos en Francia sabían hablar
francés. Por supuesto, el español no cuenta.
Es impresionante la
demanda de comodidad. ¿Saben? –un hecho que seguramente casi todos conocerán-: la
inclusión del mando a distancia ha supuesto –y supone- un aumento de un kilo de
peso al año, para los que ven habitualmente la televisión –que son la mayoría
de los seres humanos-.
En España se consumen
de 4 horas y media a 5, diarias, en televisión, en una población de 47 millones
de habitantes. No vale decir: “Pero yo no
veo televisión”. Usted no la verá, pero la mayoría sí.
Y ciertamente es tan
fuerte que… con esa presión, es fácil que la persona no se dé cuenta. Entre que
no se dé cuenta y que no quiere darse cuenta, se acomoda; se libra del
problema o… lo que sea incomodidad. Y, ¡hala!, “vacaciones en el mar”.
La resultante es las
sociedades que vemos, los gobernantes que tenemos, las leyes que se crean. ¡Y
todos nos tenemos que dar por aludidos!, ante esta sugerencia de reflexión que
nos hace la oración. ¡Todos nos damos por aludidos!, en diferentes niveles y en
diferentes cosas. Y si no nos damos por aludidos es que no hemos escuchado la
oración o no queremos escucharla o nos resulta ¡incómoda!
¡Ah!, ¡por cierto!
Dios nunca ha sido cómodo. ¡Nunca! Pero nunca ha sido el castigador, el que
está con el ojo avizor para dispararnos. No.
Está bien eso que
dijeron de que “Dios es Amor”. Está bien. Pero no especificaron un poco más… y
enseguida sacaron al demonio para crear esa dualidad, y se inventaron las
tentaciones para crear otra… ¡otra comodidad!
Pero, sí: dentro del
régimen de la “comodidad”, la comunidad humana ha hecho un Misterio Creador “a
su imagen y semejanza”: cómodo. Que cuenta con él para algunas cosas; para
otras no. Es un prêt à porter.
¡Qué bárbaro!...
Descarnada
se presenta la oración hoy. Descarnada, como abriendo el corazón de los seres,
quitándoles la avaricia, el albedrío, el libertarismo acomodaticio, el “es mi cuerpo”, “es mi vida”, “es mi, mi, mi…”. Sí; se presenta la oración, incómoda.
Porque esgrime el arte de Amar como ese prana capacitante de gestar
permanentemente magias milagrosas.
Y nos descarna para que veamos, sintamos y
nos preguntemos por el ánima de nuestros amores… a nuestros cuidados, nuestras
entregas, nuestros servicios, nuestras capacitaciones, nuestras dedicaciones,
nuestros… ¡proyectos! Como para advertirnos que, sin ese Amar extraordinario, excepcional, no es posible recrearse,
no es posible creativizarse. Tan solo es posible acomodarse.
Y que, evidentemente,
en ese mundo de acomodación, cualquier actitud de esfuerzo para mantener la
llama viva de lo descarnado supone una renuncia a esa comodidad complaciente, ‘fàsil’.
Pero ciertamente, o
en verdad, cuando el ser de esperanza, cuando el ser de fidelidad guarda sus
recursos y su confianza en el Misterio Creador, ciertamente deja de ser
problema, deja de ser comodidad necesitada, y empieza a ser novedad innovada,
incomodidad creativa.
Y fíjense –nos dice
también el descarnado Sentido Orante de hoy- con qué facilidad ha resuelto, la
comodidad, los efectos secundarios que produce: “Perdón; lo siento”. “Perdón; lo siento”. “Perdón; lo siento”. ¿Qué
“dón”? ¿Qué “per”? ¿Qué, qué siente? ¿Qué-qué-qué siente?
Claro, esas
corrientes religiosas que llegaron perdonando los pecados: “Ego te absolvo a peccatis
tuis, in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen”. ¡Y ya está! Entonces: “Perdón. Disculpa. Perdón”.
¿Te acaba de dar un
golpe? “Disculpa. Perdón”.
¡O no!... Porque, a
veces, ¡o no! Ni siquiera esa palabra. Pero es la habitual. Es la coletilla fàsil del placer mundano inmediato, para
salir de cualquier problema… o cualquier movimiento liberador que me impida mi
libertinaje: “Perdona, disculpa.
Disculpa, lo siento”.
No… no. No se puede
admitir, ¿verdad? Porque, como se ve, es otro facilitarismo, otra comodidad que
se ha buscado la misma comodidad para seguir en el imperio de los gustos, las
sensaciones, las…
Los ejemplos de estas
situaciones –de esta situación que vive la comunidad humana- son muy obvios. Y
como se decía: nos compete a todos; a cada cual en su posición.
Y, por supuesto, no
se trata de entrar en el sacrificio, en el sufrimiento, en…
¡No, no, no, no! El
hecho de que el Misterio Creador jamás sea cómodo no significa que nos lleve a
la dolencia permanente. Eso para el martirio está bien. Pero el Misterio Creador
no busca martirios, ¡no! Promueve liberaciones. Pero para ello, dada nuestra
capacidad cognitiva, necesitamos ¡esfuerzos!, ¡dedicaciones!…; abandonar las
comodidades… y la evasión fácil. Y todo ello a través de la materia prima del
AMAR.
No hay fórmulas. Hay
dedicación, hay propuestas, hay intenciones.
Lo que la comunidad
humana ha podido lograr no ha sido en base a evasiones, no ha sido en base a
facilitarismos. ¡No! Ha sido en base a vocaciones, amorosas vocaciones, que han
supuesto ¡años!, ¡intenciones!
Y eso lo tienen muy
cerca, porque están aquí. Y esto es una muestra.
Se descarna la
oración para hacernos partícipes del Amor Creador que se derrama sobre nosotros
para alertarnos; para que cada uno, en su situación, abandone el libertarismo
cómodo del bienestar y del confort y asuma el sentido Liberador… que supone la
entrega cognitiva y consciente y sensitiva hacia proyectos creativos, de ¡belleza!,
¡de arte!
Que la Piedad adorne
el descarnado Mensaje Orante.
Y que la generosa
Providencia nos ampare en su Misericordia.
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