EL
“NUEVO MUNDO” ESTÁ EN NOSOTROS
25 de abril de
2022
Incisivas se muestran las amenazas,
los posibles martirios, las desgracias.
Amenazantes se proclaman los posibles
peligros.
No hay tregua para la sonrisa, para
el canto, para el baile; no están las plazas, para las celebraciones.
Hacia cualquier dirección se
encuentran los obstáculos, las dificultades… adornadas con mentiras, engaños,
apariencias monstruosas o apariencias débiles y pobres.
Cifras y cifras engalanan los
proyectos, las propuestas, los pronósticos; y las estadísticas vuelan sobre
nuestras cabezas haciendo picos de escalador: llegando a cimas increíbles –¡que
hasta creemos que hemos llegado!- o cayendo a abismos profundos, inesperados.
A la vez, un día se descubre lo que
estaba cubierto, y se crea una posible esperanza que… ¡habrá que ver!, ¡habrá
que esperar!, y habrá que seguir buscando…
La mayoría de las veces se perderá en
el olvido, en la burocracia de los papeles o en la extinción de los dineros.
¡Ay!... Un vivir progresista, un
vivir progresivo e intensamente acorralado, en el que la ley te cuida –castigándote,
claro-; en el que la ley te protege –castigándote, claro-; en el que la ley vela
por tus derechos –torciéndote, claro-.
Los dineros tintinean a la vez ante
cualquier paso. Y reclaman sus derechos.
Los impuestos se imponen sin la menor
bondad: ¡es para el progreso común!… que nunca se verá.
Y el despertar de cada día es marcado
por los gobiernos. Y hoy es de noche, en un amanecer que ayer era de día. Pero
es por nuestro bien –nos aseguran-. Para que tengamos ahorros para el futuro,
cuando la vejez nos atosigue.
La mentira es un código natural: son
los progresivos avances que tuvo el humano en la antigüedad, para engañar a sus
presas, someterlas, controlarlas, dominarlas, cazarlas. Es natural.
Y se nos va haciendo natural el
constreñido carácter. Se nos va haciendo natural la colapsada sinceridad. Se
nos va haciendo natural el ocultado momento: ese de inspiración o de aliento.
¡Clama el Universo! Sí; clama el Universo
ante este punto insignificante –pero evidente- que se erige en protagonista;
protagonista destructor, endiosado protector.
Clama la Creación al ver un Universo
que, a pesar de tener el recurso bondadoso, la llamada de aliento, la bondad de
la ayuda, el servicio evidente, la constancia de ser amado y cuidado… ¡reclama
a la Creación!
El Misterio Creador reclama al ser,
tambaleándole, para que retome su posición. Para que haga de su consciencia una
verdadera depuración. Que ¡basta ya de residuos y de salpicadas incoherencias!
Que es “llamada a la consciencia”, para que ¡se entusiasme por vivir!, se
apasione por estar, se ilusione por cada instante.
Sea transparente como el cristal… y
pueda dejar pasar la luz, ¡y dejar que su luz traspase!
¿Será momento de derribar murallas
mentales, bloques de hormigón armado… que nos protegen? ¿Será momento de perder
la propiedad que nos atenaza? ¿Será momento de sentirse realmente cuidado, por
el hecho de ser consecuente con lo pensado…?
¿Será momento de suspirar por lo
anhelado y de promoverse en el cuidado…?
¿Será que llegan los instantes en los
que cualquier presentación de dolor, drama o tragedia pueda verse como un aviso
para rescatar recursos, y exponerlos y darlos y ofrecerlos y realizarlos, para
que todo ello sea una comedia, una risa…?
Que no sea tan cara, ¡tan cara!, la
alegría.
Que la boca que se llena de amor y de
enamorado sea parca en la palabra, ¡en esa
palabra!, y cuando la exprese, sea realmente contundente, solvente, fiel, y
proyectada sin dificultades, sin miedos –pequeños, medianos o grandes-.
¡Basta!, basta ya de esperar que el
mundo cambie… para que, al cambiar el mundo, nosotros cambiemos…
¿Qué es el mundo?
¿Realmente el mundo es el poder de
los apoderados…? Y eso no cambiará, porque es su naturaleza, el apoderarse,
empoderarse y alcanzar la máxima presión.
Esperémonos a nosotros mismos. Esperemos
a ejercitarnos en los proyectos, en las fantasías, en las vivencias del día a
día: el testimonio de lo que nos corresponde.
Esa
es una espera.
Una espera realmente de esperanza,
porque podemos comprobar, cada segundo, la llegada del “nuevo mundo”; del “nuevo
mundo” de… reparar lo estropeado, de recuperar lo olvidado, de ponerse al día
en lo pendiente, de ajustarse a la demanda.
El “nuevo mundo” está en nosotros.
Y cuando nosotros recurrimos a
nuestros recursos, como seres de vida, y los ejercitamos con la pureza, la
convicción, el respeto y la claridad del hacer, del decir, del pensar, del
sentir… no habrá ningún obstáculo insalvable. ¡Ninguno!...
Porque estamos siendo fieles reflejos
testimoniales de nuestro origen.
Estamos siendo la luz viajera del
Misterio Creador.
Dejar, dejar de enfrentarse a uno
mismo, y pasar a ejercitarse, ¡uno mismo!, en lo que sabe que se precisa de él
mismo, y que precisan los demás, de él. ¡Basta de quejarse de lo que soy y cómo
soy, sabiendo cómo debo ser!
¿No será acaso más fácil mostrarse en
lo que soy, que empeñarse en el modelo que nos dicen que debemos ser?
“Decididos aprendices del vivir…,
humildes receptores del sentir…, sumisos captadores del acontecer… y creativos
replicantes de la Creación”.
No hay error.
Y así nos aproximamos a disolver la
discordia; a dejar de asustarse por el temor circundante; a buscar la sonrisa y
el humor… ante la dificultad o la inconveniencia.
Así, saber que la semilla germinará…
porque es su vocación “brotar”.
Igualmente, así nuestra consciencia
reverdecerá. No sólo en primavera, sino también se hará presente en otoño, en
invierno, en estío, en verano. Matizará sus verdes, modulará sus esperanzas,
pero será continuamente un testimonio de amor ¡por vivir!…
Por vivir ese acontecer
indescriptible, indefinible, desconocido… pero que se mantiene. ¡Lo mantienen!...
Lo mantiene ese Misterio Creador que nos provoca al orar, ¡que nos cimbrea al
amanecer!... para que hagamos, de la vigilia, una verdadera sorpresa ante la
llegada de la luz.
Que nos sintamos luz y seamos
proyecto de ella. ¡Y nos proyectemos con ella!
Que nos conozcan, sin pretender que
lo hagan, y que nos veamos sin buscar contemplarnos.
¡Ay! Que ese “hacer sin querer
debiendo” se demuestre… ¡infatigable! ¡Exultante!
¡Exultante por lo que va a acontecer!...
Novedoso por lo que voy a descubrir.
Sin el agobio de la prevención, el
cuidado… del “¿qué va a pasar?”. Quitándose
el parapeto de la retaguardia constante.
Abrir, sí; abrir –sí- nuestras
consciencias, para poder asumir, no solamente nuestro transcurrir y el
transcurrir de nuestro entorno, sino asumir el transcurrir de la vida: del
pájaro carpintero que golpea incesante el tronco para hacerse su nido; de la
selva que cubre los cielos y se hace oculta.
Asumir y tomar consciencia de la
desigual y desenfrenada dispersión de posibilidades, ¡que atenaza, que
persigue, que agobia!... Pero, todo ello, asumirlo… ¡como propio! ¡Sí! ¡Porque
en nosotros también hay bombas, guerras, hambre, barreras, murallas!...
¡Claro! Tenemos los equivalentes. Por
eso podemos, en consciencia, “sentir” lo que en otros pasa. ¡Y podemos aprender
en cabezas ajenas!...
Cada cual tiene todos los equivalentes que tiene cada ser, en lo más escondido y
recóndito de este lugar de vida.
Y es así que, entonces, asumimos un
carácter de Universo, un carácter de Creación, una decisión de evolución, de
cambio, de transformación, de replanteamiento.
¡Es así como somos capaces de re-capacitarnos!...
y adquirir habilidades que nos habiliten
para nuevos y continuados procesos.
No somos ajenos a ningún esclavo,
porque también tenemos nuestras esclavitudes.
Hemos de atrevernos a exclamar que “Nuestro
Auxilio es el Nombre”, el sentirse
vehículo, vínculo o intermediario del Misterio Creador, y ver su huella en cada
acontecer casual, circunstancial, ocasional, imaginario.
¡Está escribiendo continuamente a
nuestro alrededor! ¡En nuestros sueños, en nuestras fantasías, en los detalles
que acontecen cada día!
No miremos hacia otro lado.
Atendamos a la demanda de la
Creación, que nos recuerda permanentemente nuestra posición.
Que nos alienta.
Abrirse a verlo. Abrirse a verlo, y
no mirar hacia otra dirección: esa otra que conduce a la egolatría, idolatría
y… la importancia personal; que reclama sus derechos, sus posiciones, sus
posesiones, sus…
Más bien, acomodarse, adaptarse y…
transfigurarse hacia seres que en verdad sirven, que en verdad liberan, que
ciertamente ¡participan!
“Participan”.
Un ¡Ay!... un “Ay” que… que nos habla
de que “hay”. Hay lo que precisemos.
Un ¡Ay! que nos habla de en dónde
podemos encontrar.
Un ¡Ay!... que se recrea.
Un ¡Ay! que siente.
Y al sentir, se da a conocer… y se ofrece.
¡Se hace ofrenda de vida!...
¡Ay!...
***