LA
VIDA SE DA Y NO SE DETIENE
6
de septiembre de 2021
La actividad de
nuestros sueños, fantasías y emociones ha ido marcando el sentido de nuestro
hacer. Seguramente son las conexiones que el Misterio Creador establece con
nuestras… criaturas, con nosotros.
Las ayudas de las
razones, las lógicas, las demostraciones, los descubrimientos… deberían
asombrarnos. Porque no es algo logrado directamente por el hombre. Es algo que “se
deja descubrir” por parte de la Creación.
El Sentido Orante nos
recuerda… que nuestra posición en el vivir no es el protagonismo. Es la
intermediación: ser vehículos entre el cielo y la tierra, para crear la
comunión entre la humanidad. La imaginación y el sentir son lo que nos va a
proporcionar la intuición y la clarividencia para la decisión justa.
El ser “intermediario”
supone un nomadismo espiritual; una aceptación de nuestra condición, en la
humildad y en la perseverancia; un saber mirarnos con respeto, puesto que la
existencia y el vivir de cada ser es imprescindible y necesario.
Y en ese sentido, no
existen funciones más importantes que otras, si bien, en nuestro estado de consciencia,
evaluamos “mejores” unas que otras, por el interés, por la productividad, por
la renta y por el beneficio. No son los aliados adecuados para la vida del
ánima.
El sentirse y el
vivir servicial en lo que… presentimos que son nuestras capacidades, es la vía
de la decisión; es la que nos permite saber que estamos en el rumbo adecuado.
Desde el Misterio
Creador… se nos llena el alma, porque se nos AMA y se nos insufla el arte
creativo: esa disposición a descubrir…
la más elegante y bella manera de estar, de actuar.
Y en ese ser y actuar…
debemos estar atentos para no
generar ninguna opresión, obligación, castigo, premio. Y sí saber que nuestra
posición facilita la libre expresión de los demás; ayuda a generar la
importancia del detalle; nos promueve hacia lo solidario… y hacia la capacidad
de admirar a los otros, despojándonos así del hedonismo y la importancia
personal.
Convivir –hoy- y compartir, no es tarea fácil. Y no lo es, por
el olvido que hace el ser de su herencia espiritual con respecto al Misterio
Creador. Y no lo es, porque cada ser se erige en referencia y desprecia al
entorno. Y es prioritario y fundamental que el hombre recupere su capacidad
asociativa, sus recursos colaboradores, su atención complaciente a las
necesidades.
Una “comunión de
servicios” que satisface a todos… y que gesta una comunidad de ¡bondad! Ahí no
hay error.
Pero el estar atento
y alerta para saber nuestra posición intermediaria, peregrina, anónima e
ignorante…
Sí, ignorante porque…
nos proveen, nos posibilitan, nos capacitan, aunque tengamos la idea personal
de que somos nosotros.
Si asumimos nuestro
microcosmos, si asumimos nuestra imagen y semejanza con el Misterio Creador,
cuidaremos de nuestras palabras, sabremos mantener la serena escucha,
actuaremos con generosidad, sin agravios comparativos.
La vida se da y
no se detiene. Y bajo esa
referencia, debemos acomodar nuestra consciencia… y ajustarnos a ese ritmo de
lo que se da y no se detiene, que es el vivir… Pero un vivir sin reproches, sin
reclamos, sin quejas; con responsabilidad alegre y compartida.
Cada cual tiene su
parcela de cultivo… Y cuando se juntan todos ellos, se genera el más increíble
jardín.
Bajo esta imagen,
cada hacer responsable y gozoso tiene un sentido grandioso: “el infinito jardín”. Saberme pieza indispensable en esa
Creación. Saber que la confianza infinita, sobre mí se derrama.
Soy auxilio, remedio
y recurso a la vez. “Auxilio, remedio y recurso a la vez”.
Y así, nada nos
faltará.
En el tiempo que nos
toca vivir, es frecuente la pérdida de entusiasmo, la tristeza, la depresión,
la angustia, la ansiedad, el desespero… Todo ello nos aparta de nuestra
referencia con la Creación. Debemos permanecer en un recuerdo permanente a
propósito de nuestra filiación, sabiendo que nuestro Auxilio es el Nombre
del Misterio Creador. Y que está
¡ahí!...
¡Que se hace presente
e interno cuando lo invocamos!…
Que se hace alivio,
consuelo y rigor a la vez…
Que apuesta por la Misericordia,
y no por el castigo.
La Piedad, caricia
del Eterno, está siempre cerca.
Su consuelo es dulce.
Su aliento es… terso.
Su ternura es… un
suspiro continuo de Amor.
Saber que desde lo
infinito de lo Eterno nos aman, nos capacita para poder expresar nuestros
recursos amorosos con fidelidad, con entrega, con pasión, con ternura.
Es urgente esta
realización.
Porque el hombre se
ha convertido en el principal enemigo del hombre. El ansia de poder… ha desencadenado
una violencia inaudita que nos hace estar en la resistencia, en el aguante.
Es un rumbo hacia el
desespero.
La Llamada Orante nos
alerta para que seamos oraciones
vivientes… que permanentemente recordemos el auxilio que tenemos, y no
caigamos en la tentación del poder, del reclamo… y sí optemos por el servicio, por el intercambio, por lo solidario.
Atentos y alertas
para no suplir las acciones de otros, para no entrar en los espacios de
servicios de otros. Pero a la vez estar –en esa atención- para servir si fuera
necesario. La excepción siempre debe estar presente.
Es impulso –es
impulso- ofrecernos en todo, estar en todo; entendiéndose por “todo”… querer
abarcarlo. Mas ésa no es nuestra función. Nuestra disponibilidad debe saber
descubrir nuestra parcela. Y en la medida en que se comparte la experiencia de
unas con otras, así estamos en comunión con el Todo. Mas si cada cual guarda
para sí su experiencia, su saber, su descubrir… se establece la disputa; se
instaura el combate del conocimiento.
El sentir el “es-fuerzo”, como expresión de
nuestra capacidad, de nuestro recurso de fuerza, es necesario vivirlo. También
nuestra disposición a una dosis de sacrificio… con bondad…; sin reclamo de
aplauso.
Y así como parte de
humanidades viven con esa actitud de sacrificarse, no es… -no es-, no es la
posición adecuada. No saben del disfrute de la complacencia, del descubrir de
la pasión…
El sacrificio es ese
plus de servicio… que va más allá de lo justo, para convertirse en “extraordinario”.
Y ese “pequeño
detalle extraordinario” es una semilla de millones de flores, de infinitas
sorpresas… ¡gratificantes! Es así como ahora nos demanda el Misterio Creador,
por la situación en la que estamos transcurriendo.
Mantener las
posiciones que nos han llevado a esta convivencia corrosiva… no es de la
naturaleza de la vida. Es el cultivo de la muerte. Muerte que, aunque no
exista, se propone como propuesta; como signo de dominio y de… principio y fin.
Caer en esa dimensión,
que nos ha llevado a este tiempo de destrucción, tóxico, es dejar de reconocer
nuestra comunión con lo Eterno; sentirnos “independientes”; no asumir y aceptar
la interpendencia.
La evolución humana
nos ha ido adoctrinando paulatinamente… ¡con miedo! “Con miedo”. Y no es ésa la
versión auténtica de nuestra ánima, que, cómo ánima, en el amor se cultiva. Y
el Amor… “no tiene miedo”.
Y en la medida en que
se ama… sin límites, sin espacios, sin ¡tiempo!, con actualidad permanente, el
miedo no tiene presencia.
Ahora bien, si el
amar es compartimentar espacios, delimitar actuaciones, sectorizar emociones –en
definitiva, parcializar y parcelar la emoción-, entonces entraremos en el egoísmo
partidista, en la renta “necesaria”… y en las previsiones de “seguridad”,
acrecentando así el miedo y apartándonos de la instancia de Amor.
Apartarse de situarse
en prototipos de estilos de lo que va a ocurrir, de lo que ocurre, de lo que
ocurrirá… Si somos una entidad insólita, única e irrepetible, imprescindible y
necesaria, no estamos sujetos a ningún plan “habitual”.
Esa continua
referencia: “Porque la mayoría…; porque
en la mayoría de los casos…”, es una referencia a pensamientos, actitudes,
que no tienen ningún sentido ¡libertario!; que son esclavistas; que ya están condenados
por su etnia o por su posición cultural, social o religiosa. “Es que la mayoría”… Cada ser es
insólito, imprevisto e inesperado, imprescindible y ¡necesario! No se debe uno
encuadrar, ni encuadrar a nadie, en esa corriente de “la mayoría”.
La “solidaria
comunión”, con el respeto de la excepcionalidad de cada ser, es la posición de
fuerza… que no se deja arrastrar ni por mayorías ni por minorías.
Implorar… no es una
debilidad.
Suplicar… no es un
defecto.
Implorar y suplicar a
la referencia del Misterio Creador… es una necesidad,
mientras no alcancemos una consciencia plena contemplativa.
Imploremos y
supliquemos en el mantra.
aAAAAAMEnnnnn
***