CADA SER ES UNA OFRENDA QUE LA CREACIÓN OFRECE A LA VIDA
25
de octubre de 2021
Y el Sentido Orante
se hace Universo cuando se expresa más allá del practicante; cuando el orante
se contempla en... su especial posición, pero referido a todas las demás
posiciones que pueda imaginar, que pueda conocer.
No se trata
exactamente de comparar, sino... más bien –en el Sentido Orante- de situarnos
referenciándonos con todo lo viviente… para que, así, la consciencia individual
se sienta en ¡comunión!... con el entorno; no reclame posiciones de privilegio;
aparte las exigencias… de poder, de influencia y de dominio.
Hoy, la especie
humanidad transita en el Misterio de la Vida, con una pluralidad infinita de
actitudes, gestos, promociones, provocaciones, ignorancias, logros y... olvidos;
que si tuviéramos –bajo el Sentido Orante-… si tuviéramos que unificar todo ese
complejo infinito de vivir, diríamos que estamos secuestrados en
hábitos, costumbres, obligaciones,
imposiciones, secuestros, persecuciones…; en ese halo de justicia que nos persigue
con la amenaza constante; en esa mentira de respuesta, de contar lo recortado…
bajo el criterio individual; secuestrados por una evolución egoísta,
partidista, sectaria.
Y no se trata de
calificar todo ello como “malo”, puesto que en ese calificativo, nos obligaría
a buscar “lo bueno”. Y en proporción, lo bueno sería muy escaso.
Superando la
dicotomía, superando la dualidad, el ser se debe posicionar en base a reconocer
sus recursos… sus capacidades… sus alianzas sinceras.
Y contemplar…
contemplar ese entorno del que no somos ajenos, sino que nosotros también
formamos entorno con respecto a otros.
Que eso,
habitualmente, se olvida.
Y con su olvido,
ensalza el protagonismo, el individualismo, la exigencia, la provocación.
Sabiéndonos entorno,
tenemos la necesidad de expresar nuestras potencias, nuestras posibilidades,
nuestros recursos…; para que, en esa medida, podamos ser referencia de otros. Y
podamos ser un entorno facilitador, auxiliador, cuidador, generoso…
Y en ese secuestro en el que el entorno y la
evolución nos han colocado… nos fijamos en los doloridos: en los doloridos
apresados, en los doloridos ingresados, en los doloridos tratados; en los doloridos
marchados…; en los doloridos perseguidos, en los criticados, en los…
castigados.
Y aparecen esas
multitudes de imágenes… en las que el vivir se identifica con dolor.
Y no estamos exentos
de ello…
Y al no estar
exentos, debemos ser motivos permanentes –como entorno- de no ser inductores,
provocadores y generadores de dolores…
Si bien, no se debe
caer jamás… en el chantaje de los
que reclaman, piden y exigen… y si no reciben, se apenan, se duelen, se
rechinan… y así se impide que el ser proyecte su identidad.
Y ese dolor de clamor
que suena… que suena con silencios, con noticias, con cuentos… debe tener una
prioridad en nuestra escucha orante, en nuestra Llamada Orante.
Y en ese sentido, el
orante se hace ofrenda, se hace recurso y medio, entorno… para –como ofrenda-
gratificar, posicionarse y mostrarse sin dolor, sin pena. Pero, para ello, cada
ser debe purificarse, sincerarse en lo que proceda, saber que cada insinceridad
u ocultamiento supone un oscurecimiento de la luz, una incipiente ceguera.
Cuando así se
promueve el ser, se hace transparente, se hace calma, se hace serenidad, se
hace alivio…
Y de no ser así, se
hace oscuro, gris, marrón… Pierde la transparencia.
Y se hace oculto, aprovechando el Misterio.
La consciencia de Universo
nos hace ser cárceles, hospitales, ejércitos, batallas, persecuciones,
interrogatorios, castigos, jueces… Y sintiéndonos en todo ello, promovemos
nuestro recurso; anunciamos nuestra filiación con el Misterio Creador; gestamos
la actitud adecuada… para el alivio, el consuelo, la calma, la disolución del
dolor.
Sí; quizás pueda
resultar estrambótico, exagerado... o incluso paranoico, el proponerse, como
unidad de vida, ser una intención y un vector que intenciona orantemente hacia
el alivio, el consuelo y la disolución del dolor. De ese dolor que nos
envuelve, en el que estamos. El que parece distribuirse por suertes,
casualidades, actitudes, nombres, países…
Si en cada Llamada Orante
nos recogemos en ser intencionados y ofrendados
seres de vida, en esa transparencia de sinceridad permanente, sin duda, esa emanación va a gestar
alivio, consuelo, amparo… y va a contribuir activamente en esa disolución del
dolor… –como expresión de todas las vicisitudes que hemos nombrado-.
El proponerse como ofrenda…
nos hace diluir nuestra importancia personal, nuestra exigencia individual. Pero
no desparece… –no, no desaparece- nuestra identidad.
Que a menudo se
presenta, la ofrenda, como ¡una negación!... de uno mismo. No. Cada ofrenda
tiene colores diferentes, aromas distintos, pero todos ellos son
reconfortantes.
En ese panorama de
dolor, nos dijeron que había que negarse a sí mismo. ¿Cómo? ¿Cómo vamos a negarnos? ¿Cómo vamos a negarnos ante
una propuesta del Misterio Creador –que es lo que somos-…? ¿Cómo vamos a negar
esa excepcionalidad?
Pero sí, en la medida
en que nos damos cuenta de ella, la tenemos que purificar. Para que, cuando se
haga ofrenda, no genere incomodidad. Sea una fuente de agua fresca. No sea el
continuo y permanente quejar…
Esas quejas que
acusan a todos… Esas quejas que condenan a todos…
No es… no es esa
actitud la que la vida nos da.
La vida nos da
agradecimiento, nos da conmoción, nos da sorpresas, nos da imaginaciones… y
capacidades para no incrementar más aún los dolores.
De ahí que al orar en
la ofrenda ante el dolor, para mitigar, calmar, amparar, aliviar, disolver lo
doliente… sin duda hay que tener y estar en una actitud… ¡creyente!...
Y saber que lo que
llamamos “todo” está en nosotros. Nosotros somos “el todo”, y a la vez somos
“la parte”.
La consciencia
creyente no duda…, no se menosprecia…, no renuncia ni acusa…
Cada ser es una
ofrenda que la Creación ofrece a la Vida. De ahí que… ofrendarse hacia la
disolución del dolor, no sea una quimera, no sea una fantasía…; una fantasía de
ilusiones imposibles.
En el cotidiano vivir
de cada día, si nos sentimos ofrenda, si ¡creemos!...
en los recursos y dones que hemos recibido, estaremos en disposición permanente,
con el gozo de lo servido, con el disfrute de lo alcanzado.
Es tiempo de sentirse
liberado a través de la consciencia de Universo… A través de sentirme más allá
de lo conocido, con la consciencia dispuesta a “lo que está por conocer”, con
el suspiro creciente de creativizar cualquier actuación… y ser la ofrenda
constante que supone la liberación:
que es el estado de consciencia que nos da la creencia de pertenecer a una
Creación sostenida y mantenida por un Misterio, de la que formamos parte… y a
la vez somos Todo con ella.
Es una forma de
expresar el Misterio, ¡para que se haga operativo!... y no permanezca como
teoría, como hipótesis.
Si emano del Eterno,
eterno soy, porque de él no puede emanar ninguna otra posición. Pero lo seré en
mi proporción, en mi disposición, en mi situación.
Ser testigo de esta…
situación, nos coloca en una constante oración, como expresión de nuestra
procedencia.
Así se gesta el
ejercicio del Misterio, la presencia de Creación constante y permanente.
Así, cada instante
nos vamos haciendo acreedores… de ser ofrenda…, de ser luz que aclara las
tinieblas…, de ser recursos que disuelven los bloqueos; que ¡sirven!… sirven… sirven.
***