ESTAMOS, COMO HUMANIDAD, VIVIENDO UNA TRANSITADA Y
CONVULSA INSEGURIDAD
3
de mayo de 2021
Y la vida de humanidad, se ha ido llenando de temores y desconfianzas.
Temores por… lo que
se desconoce, temores por lo que se conoce pero… se acepta o se rechaza según
interese.
Temores por no ser
fiel al criterio, a la propia opinión, a la propia palabra.
Y la desconfianza
viene… consecuentemente, al suponer en los demás los mismos temores
–ciertamente probables-.
Una desconfianza, además,
a nuestro propio saber… porque ¡se ha mentido tanto!, que resulta a veces
difícil discernir, en una situación, cuál opción es la sincera y cuál es la
falsa.
Basta fijarse en la
historia; ¡en cualquier historia! Hay excepciones, pero… en cualquier historia,
pasado un tiempo histórico, aparecerán nuevas versiones que obviamente darán
por falsas las anteriores.
Estamos, como
humanidad, viviendo una transitada y
convulsa inseguridad: el miedo a perder lo que se tiene, el temor a no
conseguir lo que se propone…
La consciencia de
humanidad se ha ido rodeando de pilares carcelarios. Y ha dejado de confiar,
temerosa, en la evidente muestra de la vida: esa vida que palpita en cada palmo
de tierra, en cada ola del mar, en cada pájaro que vuela. Pareciera como si la
humanidad se hubiera desconectado de todo su entorno, en términos genéricos y
en términos particulares después.
Como si –y
evidentemente así se ve- se hubiera perdido el contacto.
Y ya se ha creado el
segundo Ministerio para la Soledad. El primero surgió en Inglaterra, con nueve
millones de personas declaradas “solas”, y con el consiguiente y desolador
panorama. Y recientemente Japón lo inaugura, con la proporción de que en el 2040,
el 40% de la población vivirá sola.
Y para defenderse de
esa situación, se hace toda una promoción apoyando ese mini-espacio para “uno
solo” –ese restaurante para mesas de “uno solo”, esas raciones de comida para “uno
solo”-… como un culto a la soledad; como una medida para sobrellevarla.
La especie está
enmarcada en una realidad comunitaria, social. Es absolutamente imprescindible
la sintonía con el entorno. En todos los aspectos. Aunque la voluntad y la
razón, con su temerosa actitud desconfiada, trate de evitarlo.
Casi se podría decir,
en tono jocoso, que el ser humano dirá: “¡Jamás
pactaré con otro ser humano! Sí lo haré con la lechuga, con la naranja, la
mandarina, las piedras, la tierra, el río… –¡bueno!, depende de lo que llueva-”.
La venta sistemática
de seguridades ha proporcionado, además, una dependencia casi… ¡casi carcelaria!,
a todo tipo de recursos.
Hay suficientes
ofertas para que el ser sea incapaz de crearse a sí mismo sus medios, recursos,
etc. En consecuencia, necesita esclavizarse en el trabajo para poder lograr o
conseguir lo que necesita.
Constituyéndose así
en una fábrica –cada ser-… una fábrica de consumo.
La Llamada Orante nos
impele a recoger esta situación y darle una respuesta de posición,
completamente diferente. Empezando por la confianza plena en la Creación, ¡que
no es un ente hipotético, teórico, que unos lo cogen, otros no…; unos tienen fe
mañana, otros tienen hoy…; unos creen, otros no creen…!
¡Qué displicencia
egolátrica ignorante es ésa…?
¡Es evidente que se
dieron las condiciones “X” para que surgiera la vida! ¡No la creamos nosotros!
Y para que se diera ¡en abundancia!, y casi –y digo “casi” porque el nivel de
destrucción es tan alto…- casi de inagotables recursos.
Pero si nos empeñamos
en poseerlos, en controlarlos, en dominarlos, en no dejar que esos recursos
fluyan, y tomar de ellos solamente lo necesario… entonces los haremos, en base
a nuestro consumo, “finitos”.
El asumir –¡pero no
como una carga!, no como un “ya veremos”,
¡no!- como una evidencia, esa confianza sin
temor… a eso que llamamos “Creación”; que nos desborda. Y por ello
encontramos ese nombre acotado de “Misterio Creador”: tan solo una descripción
para situarnos en la ignorancia… como punto de partida, y en la evidencia, como
punto de movimiento.
Ya amanece, y no es
por nuestra fábrica, no es por nuestra empresa, no es por aquel poderoso. No,
no…
Ya templa el clima, y
la mariposa se regocija en el polen…
Y las golondrinas
acuden puntuales a su cita.
No podemos perder la
perspectiva de Universo… Es la que nos da un orbe de ignorancia y un
sobrecogimiento de fantasía, a la vez que nos asegura nuestra estancia.
Con ese soporte
estelar… o Divino –si lo prefieren- está garantizado lo seguro, lo confiable,
lo certero, lo Creador, lo ¡Providencial!,
que con sus signos, sus casualidades, sus suertes y sus coincidencias, nos da
una y otra vez un lenguaje.
Si ese orbe de Universo
está palpitante, nuestro latido será acorde con ello. Y, sin comparaciones, cada
uno se sentirá y se expresará sinceramente en su estar, en su recurso… Y se
dará cuenta de que la confianza mutua conlleva logros, conlleva alegrías,
conlleva vibraciones novedosas, innovaciones, ¡expectativas que se abren… en
todas las fantasías!
El silencio nos
cobija con su manto de Lenguaje Creador. Nos abre un espacio para nuestra
imaginación. Pero a la vez, habla. No precisa del sonido.
El brindar la ocasión
para que nuestra elucubración surja es su forma de promovernos. Sin ello no
sería posible descubrirnos.
aaaaAAAAAAAAAMmmmm
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