ES DE UNA INMEDIATEZ URGENTE SER TESTIMONIO DE
POSIBILIDADES
22
de febrero de 2021
En las tinieblas que
ahora se ciñen sobre la humanidad, aún pueden conducirnos a oscuridades…
Y aún más: fruto de
un estar preponderante, exigente, egoísta, hedonista y explotador, la versión,
el entendimiento y el sentir sólo ven la tiniebla, la oscuridad… y algo más.
La claridad de la
luz, la transparencia de lo luminoso, la visión del detalle, la visión de lo… ¡diverso
y diverso!… se va perdiendo. Se está perdiendo.
Y florecen los
determinismos desesperados, las visiones de “sin” remedio, ”sin”
salida. Y todo ello se convierte en una autoagresión, además de en una
desconfianza hacia el entorno.
Así planteadas las
situaciones, la Llamada Orante nos sugiere, nos recuerda la memoria paradisíaca;
nos recuerda los recursos incontables; nos recuerda las capacidades que están
ahí y que se han vuelto turbias, pero es posible aclararlas.
En este Llamado Orante
se nos reclama que memoricemos ese teórico pasado, pero sobre todo ese
anhelante futuro; que, aunque se presenta gris, sin atractivos, sin
posibilidades, oscuro, decepcionante... pero cada uno de los seres dispone de
recursos… –nos recuerda la Llamada Orante- como para no perderse en la neblina
de la queja, en el comentario permanente del deterioro…; y abrirse al
reconocimiento propio, sin mentirse. ¡Con decisión, con valentía, convicción y
esperanza!
Sí, es obvio y
evidente que cuando el entorno se hace cruel, cuando la burocracia nos envuelve
en disquisiciones imposibles, cuando los mandos engañan y cuando se nos muestra
‘amplificadamente’ la catástrofe, es fácil caer en el desespero, en la
tristeza, ¡en la melancolía!
Y decir “fácil” quiere
decir que esas fuerzas... esas fuerzas están ahí con una potencia que… hay que
reconocerlo: son muy poderosas.
Y decir “qué fácil es
caer en la tristeza y la melancolía” es decir que no… no se recuerda, no se actualiza nuestra capacitación.
La turbulencia de lo
nebuloso y de lo oscuro, nos envuelve. Y si no se está alerta, nos convence.
Y es “fácil” hacerse…
–otra vez entre comillas “fácil”- hacerse de la turba de la oscuridad, del sinsentido,
de “sin salida”, de lo imposible… olvidando que hemos posibilitado, a través de
la Providencia, el llegar a establecer la especie ¡en todos los rincones!; a
establecer una… –sí- una hegemonía destructora.
Pero por encima de la
catalogación está el que la Creación nos ha –digamos- “permitido alcanzar esa
posición”. Nos dotó de recursos para defensa, ataque, cuidado, reserva, ¡dominio!...
Y en vez de emplearlo
en sintonía, en armonía, en equilibrio, en ósmosis con el medio, se derivó a
una suplantación Providencial… y a un criterio razonable de certeza: que
ocurriría, que transcurriría y que sucedería según la voluntad del libre
albedrío del hombre.
Reconocer nuestra filiación con el Misterio Creador,
sentirnos vibración de Eternidades… aunque el entorno sea ¡poco visible!, aunque la oscuridad se haga muy
patente… y nuestra visión se cierre casi en ceguera…
Es ahí, ¡es ahí donde
parpadea la luciérnaga de la Providencia!, donde llama y canta la misteriosa
sugerencia de la casualidad, de la suerte, de lo imprevisto, de lo inesperado.
Recurrir a nuestras
instancias creadoras… nos hace presentarnos como creativos, recursivos y ‘posibilitantes’
aclaradores de ¡tinieblas! No están, los ojos, capacitados para ver en la
oscuridad. No están, los ojos, preparados para abrirse camino entre la niebla. Más
bien, las pupilas del Eterno se abren, se cierran… ante la presencia de la luz.
Aún no están listos
nuestros oídos, para escuchar los cantos del silencio. Pero recursos tienen.
Aún no está dispuesto…
el poder percibir el perfume del Amor del Eterno.
Aún no… –pero está
dispuesto- saborear el alimento sin forma. El alimento del abrazo. El alimento
de un sonido que dice sssssssí.
Y aunque no esté
disponible, pero está… la percepción de que una caricia es la envoltura
clarividente del Amor que derrocha lo Eterno.
Es en consecuencia, deber… –aunque aún no estén dispuestas
las posibilidades-, saber que están. ¡Y que en cualquier momento nos dan el
reflejo suficiente para que nuestra pupila se sorprenda!… y contemple y sienta
el aleteo de las alas de la mariposa.
No es aún pronto,
tampoco tarde, ¡pero sí es inmediato!, el reencontrarse con nuestra propia
presencia, como vida y como existencia.
¡Sí es inmediato!...
darse cuenta de que recursos hay, disponibles y en potencia, para abrirse paso
entre las tinieblas egoístas, soberbias y domesticadoras; para abrirse paso en
la palabra sincera, en la actitud firme… no rígida, convincente.
El dejar de propalar
una y otra vez las deficiencias, las incomodidades, hacerse eco de quejas
infinitas –dejando de hacer-, y ser testimonio de posibilidades, es de una
inmediatez… urgente. ¡Ur-gente!
Las llamadas de
atención que permanentemente caen sobre todos, en un afán de mayor dominio, mayor
control, mayor castigo, deben interpretarse como el preludio de otras
respuestas que no sean la amedrentada actitud del susto, el miedo, el terror, ¡el
horror!... aunque entre tinieblas, oscuridades y otras cosas estemos inmersos.
Si en nuestros
sentidos albergamos esas potencialidades, en la comunión de todos ellos en
nuestra consciencia… encontramos la fantasía, la ilusión, la imaginación... que
desprovistas de definiciones materialistas nos permiten el salto a lo místico,
el salto a la comunión con el Misterio Creador.
“Fantasía”, “ilusión”,
“imaginación”... nos dicen los diccionarios que es algo que no se ajusta a la realidad,
que son pajaritos en la cabeza, que son inocencias inútiles. Pero bajo la
óptica de nuestra ascendencia, descendencia, referencia, la fantasía, la
imaginación, la ilusión… son coordenadas que nos ligan con la Creación, para
descubrir a ésta –la Creación- en todo lo que nos rodea. ¡Y descubrirnos dentro
de ella! ¡Y saber que cualquier actitud, cualquier disposición que hagamos…
como unitarios seres, va a repercutir en todo!
Gracias a la
fantasía, a la imaginación, a la ilusión, aquel acto de bondad, aquel momento
de solidaridad, ese otro instante de ayuda, cuidado, se convierte en luz
intermitente que alumbra nuestro
estar y seguir, y que ahuyenta las tinieblas y oscuridades.
Quizás –¿por qué no?:
una estrategia más, Creadora- nos han llevado a estos niveles, a estos… CON-FINES,
para descubrir los SIN-FINES.
Quizás… todo sirva
para que el ser descubra su potencialidad, y advierta y se advierta de la
operatividad de sus recursos, que deben ser ¡realizadores!... con actitudes
diferentes a las que nos han llevado a esta situación.
El aporte luminoso
parpadeante de cualquier ser… es una señal que otros seres recogen; es una
posibilidad de un retoño nuevo: sentirnos injertos divinos, que, desde las
tinieblas y oscuridades, evocan poemas de luz, de transparencia, de visiones
espectaculares.
De visiones de sentir
el parpadeo del Amor del Eterno, de recogerlo y canalizarlo “amorosamente” hacia lo que nos rodea,
y sintonizar con lo que... y con los que... y con el que nos aguarda.
El descubrirse en la
inmediatez Providencial nos abre las posibilidades ‘posibiliantes’: esas que se
pensaba que eran ¡imposibles!, inviables… e incluso inútiles.
Disponerse a vibrar en la sensibilidad… hacia el Eterno. Sumergirnos en su Misterio. Hacernos místicos orantes.
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