LA VERDAD, COMO ENTIDAD CREADORA, NO PERTENECE A NUESTRA ESPECIE
21 de diciembre de
2020
Y paulatinamente la humanidad, según sus potencialidades, sus recursos, fue creando sus verdades.
Verdades que se
presentaban como… inamovibles. Pero
que en el transcurrir de épocas, se cambiaban por otras que eran más verdades.
Incluso afirmaban que las anteriores estaban equivocadas.
Fue –y es- tan
grande la hegemonía que la especie humana establece sobre la vida, que las
verdades se multiplican, se diversifican, y hoy en día constituyen un vaivén de
certezas, las cuales, unas a otras, se acusan de falsas.
Los que ostentan
más poder de divulgación, de represión, de organización, de recursos de medios…
ganan o van ganando la batalla de la verdad.
Parece ser que se
sabe de todo, y se desconoce cualquier cosa.
Se ha endogamizado –de endogamia- de tal
manera la especie, que no ve fuera de sí. Se establece como principio y fin de
la vida. Considera a las otras formas y maneras –que también se llaman “vida”-
como auxiliares, como reservorios en el mejor de los casos. Pero se arroga
saber lo que es la vida y cómo hay que desarrollarse en ella, sin saber a ciencia cierta qué es… la vida.
Y entre verdades y
verdades de distinto tono y color, se van manchando las consciencias.
Y se van haciendo…
contraídas… reclusivas.
Una especie ajena a
otras, porque las domina o las combate o las elimina. Una especie “de
preponderancia”, que establece sus leyes según los poderes que en cada momento
se establezcan.
Se establecen
verdades según modelos de oficina, y luego se buscan pruebas y justificaciones
que lo avalen.
Y sin duda, la gran
arquitecta de esa posición de verdades es la
mentira. Sí, esa posición que se disfraza de “verdad”, que crea
expectativas, que promueve… promueve libertades –¿libertades?-... vendidas,
compradas.
Verdades
adulteradas por los intereses de sus protagonistas.
La verdad, como
entidad Creadora –entre otras cosas- de Vida,
no pertenece a nuestra especie. No es propia de nuestra naturaleza.
La verdad se hace
misterio en la consciencia humana. Y ésta trata de suplantarla con esgrimas de
razón, de lógica, de experiencias o experimentos “comprobados” (sic)… que “demuestran”
(sic)… solamente situaciones subjetivas, relativas; no, verdades.
Y es así como
fácilmente comprobamos que lo que es verdad para uno, es mentira para otros.
Y fijarse: orar es
verdad para unos –“creyentes”-, y es inútil y estúpido para otros –los que no
creen-. Y nos hacen caer en la dicotomía de creer o no creer, o mejor dicho,
creer “en”… o creer en uno mismo; uno
mismo, como humanidad.
La respuesta que
vemos es evidente, como decíamos al principio. La opción que toma la especie es
creer en sí misma, creer en sus recursos, en sus “descubri-mientos”, y elaborar una red de reglas y de normas.
Así establece una…
envoltura. Los que ostentan el poder de la comunicación, de las versiones, el
rango de “lo importante, lo reconocido, lo legal”… establecen todos ellos una
envoltura sobre la especie; que, como las redes que envuelven ampliamente a un
conjunto, al cardumen, lentamente lo van trayendo, desde alta mar, hasta las
piscifactorías de la costa. Y esa vida marina se cree que está libre. Se cree
que vive como debería vivir, y en realidad ha sido pescada y arrastrada
lentamente… hacia el vivero del sacrificio.
El Sentido Orante
nos ilustra a propósito de “la verdad”. Y bajo el sentido de la creencia en el
Misterio Creador –el gestador de vida-…
nos invita a salirnos de esa red. Nos invita a descubrirnos como criaturas que
proceden de un Universo Creador; de una Emanación inabordable por nuestra
capacidad de consciencia… pero dotada de recursos para compartir, convivir,
respetar, admirar, colaborar, sincerarse, entregarse, darse…
Y si así actuamos,
y si así nos ejercitamos, estaremos fuera de esa red. Contemplaremos las
maniobras –algunas-, pero nos referenciaremos por la fe, por el creer y sentir
que la verdad de lo que acontece no le corresponde a la capacitación humana; que
ésta usurpa el Misterio, y lo da por revelado en base al dominio que establece
sobre lo viviente.
Consecuentemente…
si estamos en referencia de la FE, acontecerá en nuestro transcurrir otra lectura –“otra lectura”- de lo que
sucede. Podremos ver signos y sugerencias que nos advierten de otra realidad.
Y antes… antes de “diagnosticarnos”
de cualquier verdad, en cualquier aspecto… –social, político, económico,
afectico, saludable, etcétera-, como creyentes, recurrir a la fe que el don de
la vida nos da con su Misterio, para ¡preservarnos!, para mantenernos.
Una confianza plena
en nuestros recursos, que nos capaciten para ejercitarnos en lo liberador… Y no
quedarnos secuestrados en las apariencias, que terminan siendo evidencias
porque se desconecta la comunión con lo Eterno… y se cae en la red de las
verdades humanas.
Y como… fino hilo
de seda que nos mantiene vibrantes, en comunión por la Fe… nos hacemos vibrar
en el mantra que nos representa en esa Fe, en esa consciencia Creadora, en esa
confianza plena en nuestro estar.
aaAAAA
AAAAAAAAAAmmmmm
Y en la comunión con el Misterio Creador, a través de la Fe, nos descubrimos plenos, cuidados, guiados.
En intimidades de
comunión…
¡AMADOS!...
Y consecuentemente,
hacernos amantes del vivir, como Misterio; del vivir, con sus muestras de Amor.
El vivir en lo admirado. El vivir en lo apreciado… de cada respiración, de cada
abrazo o de cada bocado.
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