domingo

Lema Orante Semanal

 

ANTE EL MIEDO, EL DESÁNIMO Y LA INDIFERENCIA

14 de diciembre de 2020

 

El desánimo, el miedo y la indiferencia copan las actitudes generales de la humanidad al día de la fecha.

Desánimo, por no situarse en la posibilidad de realizarse, laborar, viajar, convivir…

Miedo permanente por los recursos necesarios, por las amenazas de noticias agobiantes permanentes, por la creciente y creciente desconfianza.

Y una fracción pequeña, pero que crece, de indiferencia. Sí, la que no depara ni en el desánimo ni en el temor, sino que trata de ejercitarse como “antes”; como “antes de”… la llegada del pavor.

 

En estas tres mareas, con mayor o menos incidencia, se agita la humanidad. Una humanidad ciertamente excitada, inquieta, insegura y desconfiada.

Y la Llamada Orante nos advierte de esta situación, bajo la indicación de asumir otras posiciones que… aunque sean mínimas, que aunque sean minimalistas y poco productivas en principio, afloren bajo sentires sensatos, bajo “conoceres” evidentes; y bajo la trascendental influencia del Misterio Creador, nos den una perspectiva diferente.

 

Esas mareas de miedo, de desánimo, de indiferencia… se sienten vulnerables.

Y cabe preguntarse: “¿Es que acaso la vida del ser –como se concibe, como se vive- no es altamente vulnerable?”.

A poco que cada uno depare en el ambiente en el que se mueve, entre la información, la economía, la ambición, el deseo, la posesión, la ganancia, el dolor… ¿Son suficientes para demostrar nuestra vulnerabilidad?

¡Pero!… bajo el Sentido Orante, ese desánimo amedrentado y esa indiferencia sin soluciones, cuando recordamos… –sí, recordamos pero sin ejercitar- aquello de: Nuestro Auxilio es el Nombre… del Misterio Creador…

Y podríamos decir sin mucha duda o, mejor dicho, sin dudas, que una muestra de que ése es nuestro auxilio es precisamente la consciencia cotidiana de vulnerabilidad; de descubrirse y sentirse en ese infinito Universo, en un lugar que podríamos decir “perdido”, pero sin embargo ¡estamos! ¿Y estamos por nuestra capacidad, por nuestros recursos, por nuestros medios? ¿O estamos por un auxilio providencialmente amoroso, que nos conserva, nos preserva, nos cuida… y nos hace conscientes de esa evidencia?

Y que sí –sí-, en la medida en que sentimos que Nuestro Auxilio es el Nombre del Misterio Creador, la vulnerabilidad se disuelve, la fortaleza florece, la flexibilidad se desarrolla, lo imprescindible y necesario aparece.

No, no es tarea fácil, no es tarea fácil transmitir… Primero, vivir, ¡vivirlo!, evidenciarlo. Y luego transmitirlo a los que están en ese oleaje, en esa marejada. Pero la opción de hacerlo desde un incipiente proyecto orante distinto de esas tres facciones, pasa por evidenciar que la vida tiene un sustento de origen que se ejercita ante cualquier medio. Saberlo. Saberlo…

De igual manera, saber que nuestro entorno no es enemigo; aunque en su ejercicio de vida, por nuestras trasgresiones continuadas a ese medio, se nos haga… dañino.

Pero el combate del ser con el medio es absolutamente estéril.

Sí; porque necesitaría estar en permanente esterilidad. Y eso no es posible.

Pero, sin duda, esa postura la ha asumido la especie como un ejercicio más del dominio, de lo dominante. Y ante cualquier… –ante “cualquier”- dificultad, esgrime la violencia como única arma. Y desprecia esa adaptación, esa flexibilidad, ese diálogo, ese “vivir en el respeto” del medio, en el cuidado de lo viviente.

Consecuentemente, lo viviente, inspirado por el Misterio Creador, se hace prevalente. Y fracasa la violencia como defensa, cuando de nada deberíamos defendernos. La vida se ha gestado en una simbiosis de servicios entre diferentes formas de vida. Y gracias a la solidaria compensación entre unos seres y otros, la vida se hace compleja y cada vez más capacitadora. Pero si una especie –como la humana- adquiere prevalencia y dominio, dispara las alarmas, deshace lo solidario y esgrime la dictadura del más violento.

 

Por ello, en esa propuesta orante, además de confiar en nuestra naturaleza intrínseca de adaptación, es necesario modificar esa actitud de ataque, esa actitud de violencia.

Y con esa consciencia de nuestra capacitación, y con esas variables de actitudes ante el medio, podemos aspirar a darnos cuenta de que todo ello se da gracias al Misterio Creador. Todo ello debemos transcenderlo.

Y es ahí cuando descubrimos –en esas tres facetas, ¡que en realidad es una!- “Nuestro Auxilio es”…; pero para hacerlo transmisible, para hacerlo comprensible, para hacerlo vivenciable cotidianamente, y para ser ¡un útil! –un útil- ante los desanimados, ante los miedosos, ante los indiferentes: poder “argumentar” a propósito de nuestros recursos y a propósito de nuestro estar en lo viviente.

Y que ello nos lleve a la consciencia de Universo, a la consciencia de Creación, sea cual sea el criterio que debemos aplicar en ese caso. Pero sí saber que somos… de un cuidado permanente. Sí saber que se han gestado las condiciones –ajenas a nuestra fuerza y a nuestra capacitación- para que el término de vida ocurra, en el magma de ese Universo que se precipita; que más allá del viento y de la luz, se mueve y mueve.

 

Dicen, cada vez con más certeza, que un meteorito acabó con la vida de los saurios gigantes que habitaban nuestro planeta. ¿Tenemos la certeza de que pueda ocurrir algo parecido y acabe con la vida de este planeta? ¡Ninguna! ¡Ninguna certeza! Ningún cálculo de posibilidades nos puede “asegurar que…”.

Al decir de nuestro propio saber como humanidad, estamos totalmente sometidos, vulnerablemente expuestos a las variables del Universo: en su movimiento, en sus actividades… Y aunque lo quieran mucho arreglar los astrofísicos, garantizándonos que… “¡bueno!, los tiempos convulsos ya pasaron… y las posibilidades de situaciones de entonces son mínimas”, son tan solo criterios de poder ignorante, ya que cuando nos atrevemos –desde la sabiduría del hombre- a explicar este Universo Creador, nos quedamos sin palabras. Y lo único que podemos adelantar son teorías y teorías, hipótesis, sugerencias… todas ellas cimentadas en una razón lógica, en una razón especulativamente adaptada a lo que “queremos que sea”.

Y bajo nuestra experimentación y nuestro sistema de conocer, manipulamos el acontecer, en su interpretación, y le damos una visión ficticia. Para ser honestos ES ASÍ; si bien, como ánimo tranquilizador, se adoptan explicaciones… “científicas” –entre comillas- que justificarían nuestra seguridad planetaria.

Pero… quizás sin irse tan lejos, es relativamente fácil ver que la vulnerabilidad del ser es asombrosamente grande, sobre todo cuando no se está bajo “el Auxilio de”. Y todos los seres han vivido esos momentos de susto, de dolor, de imprevisibles, de inesperados aconteceres que nos dejan sin recursos; y que muchos, ante ello, asumen la única salida digna: el suicidio. Una vanidad asombrosamente ególatra.

Otros asumen el combate permanente entre ellos mismos y todo lo que les rodea.

Pero lo vulnerable permanece.

Pero cuando estamos ante ¡el Auxilio!… lo que acontezca se ve, se siente y se percibe como parte de ese auxilio, como expresión de ese auxilio. Y cuando así nos damos cuenta, lo que tenemos que afrontar, lo que tenemos que vivir, en definitiva, tendrá una evolución digna, favorable y sorprendente.

Porque el Auxilio del Misterio Creador es insondable, porque sus influencias son bondadosas, porque aunque mucho apriete la situación, cuando “Nuestro Auxilio”, en consciencia, está presente, aparecerá la solución; acontecerá de forma “natural”… lo necesario para poder –sin poder- realizarnos sin la consciencia vulnerable, sin el sentido de fragilidad, y con el sentido de “medios”: de ser medios, de ser intermediarios del mensaje Creador.

 

Y así aparecerán las palabras adecuadas, la actitud precisa, la comunicación honesta, la intimidad preservada, el compartir generoso, y ¡la claridad!... en las relaciones, en las interpretaciones.

Y así se acrecentarán nuestros recursos propios, con adaptógenos adecuados, con flexibilidades necesarias. Así podremos ejercitarnos, ciertamente, en una relación con el medio, gratificante, respetuosa, ¡admirable!

 

 

Invocamos a ese Auxilio, a ese Auxilio del Misterio Creador… para que asumamos en consciencia esa permanente y eterna relación. Para que realmente sintamos la semejanza y la imagen creadora en nosotros… y el temor desaparezca, el desánimo se vuelva animoso… y la indiferencia se vuelva creativa, novedosa.

 

 

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