martes

Lema Orante Semanal


DEBEMOS ESTABLECER UNA CONFIANZA PLENA EN LA PROVIDENCIA
10 de febrero de 2020

El desproporcionado ejercicio de poder que la especie establece en este lugar del universo, con desajustes impresionantes en la producción, en la organización, en la relación de la especie consigo misma y con el entorno, hace –en un principio- que se busquen soluciones a los diferentes conflictos, amenazas, temores… terrores… Se busquen soluciones –se insiste- con los mismos medios que han creado esa devastadora desproporción de explotación de recursos y utilización de medios.
En esa medida, la resolución no se da ante las inconveniencias que surgen, sino que se incorporan, las nuevas problemáticas, al “nuevo –entre comillas- estilo de vivir”. Y aparentemente, quedan resueltos los problemas.
El planteamiento es bien simple: desproporción de efectos de poder, creación de perturbaciones de vivir, solución con los recursos que inicialmente se emplearon, resolución aparente, e incorporación de nuevos defectos al estilo de vivir, considerados estos, ya, como normales.
El Sentido Orante nos advierte a propósito de este planteamiento que, en el ejercicio de nuestro hacer diario, de nuestro compartir, de nuestro convivir, de nuestra relación con los entornos, genera habitualmente conflictos, incomodidades, desacuerdos, combates. A la hora de solventarlos, se recurre al estilo y a los medios con los que se ha creado el problema, con lo cual, la solución es aparente, y la incorporación de ese problema al hábitat cotidiano es la norma, lo normal.
Consecuentemente, ante las –por empezar por muy poco- ante las incomodidades del vivir, no recurrir a los medios y los recursos que las han hecho posibles, sino más bien buscar y generar nuevas actitudes, que incidirán básicamente en nuestra honestidad, en nuestra humildad, en nuestro testimonio, en nuestras prioridades, en nuestras solidaridades.

Y ocurre también, en la desesperada, que ante dificultades… –dificultades ya de cierta importancia, no sólo incomodidades-, el humano proceder ya ve que, con los recursos que generaron el problema, con ellos mismos no podemos solucionarlo. Y entonces, ante la dificultad, ante –ya- el drama, se recurre a la exclamación del Milagro, de la fuerza interventora del bien, de las potencias sanadoras invisibles… Podemos citar infinidad de recursos que… para nada se ejercitaron, se vivieron, se sintieron… Pero el desespero ante la prepotencia que no funciona, el recurso –una vez más-, vuelve a ser lo milagroso…
Y no es que esta actitud sea ni buena ni mala. La situación es que se recurre a ello bajo el criterio de recibir soluciones, arreglos, composturas, sin que ello suponga un claro cambio en nuestra actitud, en nuestra disposición…
En otras palabras: en cada Llamada Orante se nos sugiere, se nos muestran opciones y actitudes que nos posibiliten un cambio sustancial en nuestra disposición, bajo la consciencia de que ese cambio está avalado, sustentado y mantenido por el Misterio Creador. Y es así como no aparecerá ni la incomodidad, ni la gravedad, ni el desespero, y el ser podrá mantener un equilibrio riguroso, pero ágil y adaptativo.

Fijarse en cómo hoy estamos viviendo un acontecer que, bajo una óptica, podría ser un proceso gripal, un producto del cambio climático –por ejemplo-. Pero ha pasado a ser una alarma mundial. Lo cual nos hace pensar, de entrada, que la rebelión de los virus ha sido declarada, y éstos, cansados de ser manejados, manipulados, controlados, achicharrados, etc., deciden vengarse.
¿Qué medidas se toman…? Las habituales: asustar, asustar…; generar el miedo suficiente como para dejarse controlar, y hacinar a los posibles afectados, aislarlos como apestosos.
Por supuesto, sobre la causa que genera esa… ¿epidemia?, no se actúa, sino sobre las consecuencias, con lo cual los resultados son mediocres.
Ante este aparatoso e impresionante movimiento, surgen investigaciones y surgen visiones que no tienen como objetivo ser diferentes a las oficiales, pero sí como que… Y hoy, cuando ya la alarma mundial se ha declarado, se sabe –por estas cosas, ¿no?- que Wuhan, el lugar del inicio de este proceso, tiene en su espacio el laboratorio experimental biológico –uno de ellos- más importante del mundo, en el manejo de virus, bacterias, modificaciones… En definitiva: guerra bacteriológica.
Claro, no es difícil, ‘conspiranoicamente’, pensar que se les ha escapado un virus… “y ahora no sé qué hacer con él”.
Pero bueno, consideremos que no, que eso… Sí, está allí el centro especial, pero… eso no tiene nada que ver con lo que está pasando…
¡Bueno!…
Resulta además curioso que en un régimen como el chino –hermético, dictador, opresivo, escurridizo, callado-… de repente saltan las campanas al vuelo, y piden ayuda internacional, y dicen los decesos, los contagiados, las cuarentenas… como si ocurriera en New York. Sospechoso, ¿no? Pero, claro, ya hemos dicho que es algo conspiranoico. “Los ensayos –así llamados- de población”, no son nuevos, pero cada vez son más impresionantes, como éste que estamos viviendo.
Pero… si bien –así, a escala mundial- podemos decir: “¡Bueno! Tampoco… ¡Esto es una exageración!”… ¡Sí! Sí. Pero ya la tienes en tu consciencia. Ya está… si no el miedo, la inquieta sensación de que algo va mal.
Esa alarma mundial se convierte en una alarma personal; y en esa alarma personal el sujeto se descompone, se desquicia, se desorienta. No sabe hacia dónde ir.
Confiado en sus recursos de humanidad, que han logrado este y aquel y el otro logro…, pero no ha conseguido –por el principio de partida, de prepotencia, dominio, importancia, poder-, no ha logrado, el ser, modificar esos parámetros. Y quedan, la sinceridad, la humildad, el sosiego, la calma, la alegría, la convivencia –no seguimos-… quedan como “curiosidades”.
Y mientras previamente, la propia humanidad, a través de los grandes poderes, nos asustaba con el cambio climático, esto ha pasado a segundo término –¡o a quinto!-. Ahora la preocupación es un coronavirus: entidad viviente que habita habitualmente entre, con y dentro de nosotros, sin ningún problema. Hasta que se lo declara “problema”.
El estilo de vivir y de estar en las comunidades en donde surge esta alarma es favorecedor, por la especulación, por el híper trabajo, por la híper ocupación, por la híper… Todo “híper”. Además del cultivo sistemático de actitudes insalubres, condiciones medioambientales inadmisibles y un largo etcétera.
Todo esto hace que el ser… como que se vuelva a mirar a la Misericordia Creadora. Pero no a mirarla como una conversión repentina de nuestro ser, sino como una exigencia lamentable, lastimera y demandante. Hasta el punto de que, en último caso, el último responsable es esa Creación.
Si por un casual hubiera algún resultado favorable –que los habrá-, no por ello cambiará el estilo y la actitud de humanidad. No.
Fíjense qué secuencia:
Clamor por el cambio climático… Preocupación mundial… Prioridad mundial… Puntos suspensivos… Se espera un rato… ¡Ah! Encuentro de Davos. ¡Oh! Planteamiento de los estilos capitalistas: ¡el capitalismo necesita una revisión! –partiendo del capitalismo, claro-. ¡No es justa esta desproporción –y eso lo dice el propio capitalismo- que tenemos! Lo que no dice es que a ellos no les parece justo que no ganen más aún de lo que logran. Y entonces se hace una aparente autocrítica, para en definitiva culpar a los productores de no producir los suficiente. Hábil maniobra.
Primero, preocupación por la productividad y la contaminación.
Segundo, preocupación por el desequilibrio social personal.
Y tercero, por si alguien tenía alguna esperanza: el miedo… ¡por la vida! El miedo por la enfermedad.
Así que está todo cubierto. Sólo falta una bomba atómica, ¿verdad? Esto ya completaría el panorama. Un escape nuclear importante o un despiste de botones, y…
En este viaje –digamos momentáneamente- “suicida” de la humanidad –pero de la humanidad mayoritaria; la minoritaria no, porque es la que dirige todos estos procesos-, si hacemos una mirada a la vida y contemplamos nuestra actitud con ella, hacia ella y por ella, indudablemente debemos variar los parámetros en los que se mueve, nos movemos, actuamos… y establecer nuestra confianza “plena” en esa Providencia, en ese Misterio Creador. Entablar esa sintonía orante, meditativa, contemplativa, de tal forma y manera que tenga una operatividad cotidiana… y nos brinde nuevas creaciones; ¡que se brindan diariamente!, pero no se ven, no se usan, no se emplean, no se descubren, no se aceptan.
Por ello, el diario convivir orante es el recurso que nos va a orientar hacia actitudes que, sin duda, nos van a bajar del pedestal de humanidad prepotente, dominante, poderosa, vencedora, triunfante…, para colocarnos ya de entrada, ante lo orante, meditativo y contemplativo, como… como seres de minúscula importancia. Pero, evidentemente, de significativa incidencia sobre todos los procesos de vida.
Desde nuestra insignificancia, actuamos e incidimos sobre todos los aconteceres. Insignificantemente. Pero... la suma de insignificancias se hace significativa.

Es… es difícil encontrar… las palabras exactas que lleguen a la consciencia.
Es… de urgente necesidad –véase: “¡ahora!”- responderse en otra frecuencia que no sea la que marcan las costumbres, las leyes, las normas, las imposiciones, las amenazas, los miedos, las mentiras....


Entonemos como un suspiro… que aspira a convertirse en lo que inspira lo orante, lo contemplativo, lo meditativo.

EEeeeEEEEEIIII
EEEeeeeEEEEEEIiiii
EEEeeeeEEEEEEIiiii

Estamos inmersos en un Universo Creador, desbordante. Nuestra consciencia de vida debe estar en permanente agradecimiento y, consecuentemente, en una actitud de… humildad y sumisión a las señales y orientaciones; que ese insólito acontecer, la vida, se produce como consecuencia de lo que primitivamente entendemos como AMOR, y que difícilmente nos desarrollamos en él.
Al escuchar, contemplando y meditando, el verbo orante, nos situamos en la perspectiva Creadora. Y, con ella, en una creatividad… complaciente, dedicada, decidida, ¡plena!



***