martes

Lema Orante Semanal


LA CREACIÓN NOS INVENTA DIARIAMENTE
18 de mayo de 2020

La Llamada Orante nos suspira desde el Misterio Creador, y nos inspira, a nuestra humana condición, las sugerencias sobre las que ejercitamos nuestras soluciones ante las dificultades, contrariedades, impedimentos…; si bien cada ser tendrá los suyos, y eso hace “aparentemente” más complejo o complicado el asumir esa Llamada Orante. Mas si nuestra consciencia se abre a la escucha sin condiciones, podremos recoger de esa inspiración, de ese suspiro del Misterio Creador, lo que más necesitemos, lo que sea más urgente; lo que, además, llegue a nuestra sensibilidad.
Y así percibiremos, al compartir, que la Llamada Orante era para cada uno en particular, y para todos también, a la vez, en general.
Es evidente, por la trayectoria que ha seguido la vida en la humanidad, que se han tenido que aplicar soluciones a… el hambre, a las lluvias torrenciales, a las sequías impositivas, a la falta de cosechas, a las imposibles expresiones –por represiones y por prohibiciones- de cantos, de expresiones de arte…
Pareciera como si a lo largo de “el recorrido humano”, éste –lo humano- hubiera sido… –quizás sea así- hubiera sido el principal obstáculo para nuestro desarrollo, evolución y creatividad.
Y así podemos decir que la mayor hostilidad que ha encontrado lo humano ha sido en los humanos; no ha sido en las bestias, en los insectos, en los derrumbes, en los volcanes… No.
Es quizás la única especie cuyo depredador es ella misma. Desafía así las “leyes” –entre comillas- de la naturaleza. Y ese depredarse a sí mismo es demoledor para todos. Basta con que uno se deprede a sí mismo, para que contagie ese ejercicio a los demás, y así se generen las continuas dificultades; que, si nos fijamos, a lo largo de la historia son pocas las que se han erradicado. Y ahora, en este tiempo en que estamos, todavía se ven más evidentes.
Y así se hace depredador el poder, el jefe, el dueño, el padre o la madre… Y lo más preocupante: uno mismo.
Porque podemos huir del patrón, del gobernante. Podemos escondernos. Podemos… ¡hasta combatirlo! Pero, ¿y de nosotros mismos? ¿Y cuando nosotros mismos nos laceramos, nos castigamos, nos culpamos…? Por torpes, por lentos, por callados, por vociferantes, por…
Se dijo “conócete a ti mismo”; no, “machácate a ti mismo”. Eso es importante, ¿verdad? A veces hay errores de interpretación.
Pero luego vino el criterio de “acabar con el yo”, “negarse a sí mismo”, el análisis de nuestras torpezas… –como si otros no las tuvieran-. Pero poco cultivo –poco- de nuestras virtudes.

Y a la hora de aplicar soluciones a esas posiciones, no resulta fácil. Porque la propia naturaleza del ser… se lo niega. Y si a alguien se le dice: “Tienes la virtud de comunicar historias, de comunicar saberes”… o cualquier otra teórica o posible virtud, la mayoría de las veces obtendremos la respuesta negativa: “No. Yo no. A mí me da mucho miedo. No me gusta. No…”.
Sí es cierto –bien es cierto- que a veces surgen egos que se pisan su propia lengua, y tropiezan y se caen; y se creen omnipresentes y omnipotentes. Ya, pero ésos son los pequeños o grandes dictadores que… que pasan. Pero los anónimos –la mayoría- somos los que estamos y damos contextura a la especie.
¡Y no se trata de hacer un altar al ego!, sino de buscar soluciones a través de nuestras virtudes, a través de nuestras pequeñísimas capacidades. Quizás sea difícil que seamos toreros o bomberos o arquitectos. Pero a lo mejor podemos ser enfermeros, electricistas o pintores.
Y eso no quita para que podamos contemplar al torero, al bombero, al arquitecto, como acciones ejemplares. Por ahí empiezan las soluciones.
El Sentido Orante nos recuerda que cada ser aparece, en nuestro orbe llamado “vida”, con unas capacidades, con unos talentos, con unas posibilidades. Y su vivir consiste en desarrollarlas, en ejercitarlas, en acrecentarlas, ¡en comunicarlas! Amén de aprender, descubrir… ¡e inventarse día tras día!
Sí, inventarse. Somos un invento. ¡Qué bueno sería pensarlo!
Eso sería muestra de que en nuestras capacidades y en nuestros recursos hemos descubierto algo.
“Me he inventado hoy en esta poesía. Me ha inventado hoy en este canto. Me he inventado hoy en esta sensación. Me he inventado porque me han dicho, porque he escuchado, porque he aprendido, porque he leído”.

A poco que nos demos cuenta –y este detalle es muy-muy significativo-, cada mañana, cuando despertamos, sí, nos conocemos, sí, sí…; o no, a veces. Pero sí: nos conocemos. Pero si acrecentamos un poco –una vez despejado el sueño- nuestro estar, nuestro sentir, nuestra percepción, ¿no es cierto que nos daremos cuenta de que somos algo distinto, algo distintos? ¡Algo! ¿No hay algo que ha cambiado? ¿Será ese pequeño invento que nos dice el Sentido Orante? ¿No es cierto que a lo largo de la jornada nos sorprendemos en pequeños detalles que no son los mismos que el día anterior? ¿O en grandes detalles?
¡Sin que hagamos, sin que hayamos hecho algo conscientemente! Pero al indagarnos sobre lo que sabemos sobre nosotros mismos, vemos que hay pequeñas cosas que son diferentes, que han cambiado, que han aparecido… y que no son producto de nuestra capacidad.
Nos inventa diariamente la Creación. Nos da ese detalle que “soluciona”, que tiene por función solucionar nuestra miope visión.
 Es como si dijeran en voz baja:
“Eres capaz de cualquier realización, porque eres una expresión del Misterio Creador, porque te manifiestas en el Universo y tienes la herencia de todo lo creado. No ‘minusvalíes’ tus recursos. Atiende a las sugerencias de tus descubrimientos, de esos que no te has dado cuenta.
Y con esos pequeños detalles distintos, inventados por la Creación, empieza a promover tus capacidades. ¡Haz amistad contigo mismo!, pero mejórala. Haz equilibrio contigo mismo, pero cuida de no caerte. ¡Realiza la mejor versión de tu criterio!, para que todo el entorno se nutra de ello”.
Porque en la medida en que sabemos nutrirnos de los demás, y nutrimos a su vez a los otros, somos capaces, como seres y como especie, de dejar de ser nuestros propios depredadores. Somos capaces de dar la solución a los obstáculos, con la creatividad solidaria y con el consenso suficiente, holgado y disponible.

El miedo, surgido por la represión de nosotros mismos como depredadores, nos ha asustado para ejercernos liberadoramente, libertariamente. Y el ser opta por depredarse y ‘minuvaliarse’, y así ser menos partícipe, menos capaz. Y resulta que estamos ante una Creación de capacidades y de recursos ilimitados. Sí. Así dicho suavemente. No hay por qué exagerar cuando se vive en un Universo infinito: ya es exagerado.
Y para que se vea más claramente, lo raro es que ese criterio que acabamos de decir no se ha creído. No se crea en ello. Es tanto el sistema represor, y egoísta a la vez, de cada individuo, que esa evidencia de pertenecer a lo Infinito Creador –y por tanto ser una expresión de ello, y por tanto estar dotado de recursos infinitos-, sea decir, incluso, una barbaridad, o sea pensar ególatramente. No.
Eso sí: hay que ejercer. Hay que dejar de lado las auto-prohibiciones, los autocastigos, las incapacidades que nosotros mismos hemos creado o que nos han creado otros, y las hemos creído. “No, si tú para esto no vales”. ¿Cuántas veces nos lo han dicho? Y con qué facilidad eso se cree. Y con qué dificultad se asumen y se aceptan nuestras infinitas capacidades.

Desde lo infinito, siendo infinito, las soluciones que sugiere el Sentido Orante son también infinitas. Y vamos pasando por ellas cuando nuestra consciencia se hace amplificada. Y somos capaces de elegir las mejores, las más adecuadas en cada momento, y permanentemente con un sentido de Universo, sin que por ello se pierda la identidad creadora de cada uno de los seres.
 
Y en ese magma de soluciones, de inspiradas creaciones, el miedo no debe hacerse presente. La minusvalía no debe estar convocada. La supremacía, tampoco. La humildad creyente, sí.
Y, con ello, nos daremos y daremos una imagen real de nosotros. Nos daremos y daremos lo más bondadoso… a la vez que es lo más novedoso y creativo: el nuevo invento; inventados.

Nos llaman a orar para recordarnos que somos soluciones constantes, renovadoras, inventadas, con el constante apoyo de cada día.
No nos llaman para ser un problema, para hacernos problema, para hacernos impositivos, dominantes, ¡exigentes!
Nos llama el Misterio Creador para que seamos creyentes de nuestra naturaleza, de nuestra divina procedencia; y, en consecuencia, que nos ejercitemos liberadoramente.
Dejemos de ser nuestros propios enemigos y dejemos de ser enemistades permanentes.
Asumir así cada Llamada Orante, nos da la perspectiva –sea cual sea la llamada- de saber que nos cobijan. Que, realmente, nuestra seguridad no está en nosotros. Que tal historia no existe. Que el cuido y la textura de nuestra existencia reside en un Misterio permanente.
Ejercitarse liberadoramente es hacerse aire y viento que sopla, y que no desdeña ningún obstáculo, pero que los evade, los rodea, los abandona… y continúa alentando.
“Alentadoramente alentando”.




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