martes

Lema Orante Semanal


EL CUIDO – EL CUIDADO

23 de diciembre de 2019

El viento nos habla de su pasión; de despejar lo superfluo, lo que no es auténtico; de merodear lo evidente… y hacer de ello un canto prominente.
¡Ay! Si el ser se hiciera pasión de viento, y así se hiciera tan sutil que no tuviera que defenderse; tan vibrante, que su estar le permitiera desplazarse; tan invisible… como las ilusiones y las fantasías.

El Sentido Orante, aliado de cualquier manifestación de nuestro entorno, recoge el sentido de los aconteceres para darnos sugerencias, pautas, avisos, advertencias… que orienten nuestro ir, nuestro venir, nuestro estar.

La humanidad, confusa, se encuentra en continuos dilemas, con decisiones imprecisas, con abrumadoras noticias. Algunas son información, otras son… comentarios de hedonismos interminables.
Pareciera que cada ser reclamara un trono, exigiera un poder, demandara un aplauso…
A la vez –para aún aumentar la confusión-, a la vez se expresan… comunidades, comuniones de seres que se agrupan en el desespero…; en el bullanguero grito de las demandas, como si fueran justicieros de la verdad.

Y así, el posicionamiento del ser se encuentra en esa dualidad de la exigencia de su individualismo, o del agrupamiento masivo de su obcecación comunitaria.
La solidaridad se hace esquiva.
La sinceridad… ¿dónde?
El agobio se hace… ostentación.
Y el sufrir parece mostrarse como una vocación “irremediable”.

No es un panorama… de aliento. Es más bien dantesco: de miedos y  avisos, de prohibiciones y –a su vez- permisividades, que se conjugan para mayor confusión.

¿Dónde está el rumbo…? Cuando todos quieren marcar la dirección de la veleta, y ésta se mueve desesperada a derecha, a izquierda, gira a un lado, ahora señala a otro…
Ni siquiera el magnetismo de la estrella que sugiere el Norte se mantiene como referencia. Es una más.
Todo se hace “infiable”… como buscando, con ello, ganancias.
Un panorama en el que… el moverse requiere cuidado.

Y ahí incide el Sentido Orante de hoy: cuidado.
Cuidado como expresión de cuido… en lo que cada ser siente que ejerce su virtud.
Cuidado, en la relación con el entorno, con los semejantes, asumiendo el respeto sin el protagonismo exigente.
Cuidado... en los vaivenes de los prejuicios, de las invenciones tendenciosas.

El cuidado implica cautela…, sugiere prudencia…
¡Y nada de ello le quita pasión! Más bien la concentra; la vive según la ocasión.

La austeridad se hace exigencia, para que el cuido se muestre suficiente.

El cuidado de la intimidad, como… el recogido fruto de lo virtuoso.
No ser pasto de la exigencia, de… el significarse por creer en la propia razón, de tal forma que anula las otras.
El significarse por la desobediencia o el ¡desdén! ¡Ay!... Ese desdén que no se expresa; que encima reclama virtud, porque no incomoda, cuando es lo que más incomoda: la desidia, el desdén. El no hacerse participante ni participativo. Casi como dando a entender que lo que los otros hacen es estúpido, inútil, imbécil.
¿Hay mayor arrogancia…? Disimulada en timidez; participando sólo en aquello que es grato para él, para el desidioso; para el que protesta porque sí.
Resulta ¡tan difícil!... el unificarse en un sentir –“¡tan!”-, cuando sólo bastaría un adorno o… un signo de participación. Pero no. Sale el elitismo insolvente, pero demandante, de la desidia… que no permite culminar el cuadro.

¡Con qué ganas!… con qué ganas se empeña el viento en demostrar su lirismo! Y la pregunta del cuido: “¿Con qué ganas, usted, o usted, o usted, o usted, o usted… asume y afronta su presencia, su actuación, su participación?”.
Se cree con todos los derechos, con todos los privilegios, pero que las ganas las pongan otros, para así poder ser… ¡claro!, el objetivo “mirador” que tiene la última palabra; que no se implica… salvo cuando se ve impelido a ello.
Cuidado.
Esas desidias insolidarias, esos “apartes” en la vida comunitaria son, como mínimo, inadecuados.

 ¡Cuidado con el cuido!... Que no se descuide… ¡que no se descuide cada ser, pensando que ya lo tiene todo ganado y que se lo merece! Y aún así protesta y se hace exigente.

Las ganas en el participar se hacen recortadas y remisas… porque tan sólo se ‘semi-cuida’.
No tienen –dicen- ni tiempo ni oportunidad de cuidar algo… que no sea lo propio.

En la medida en que el cuido se hace a nuestro alrededor, en la medida en que cada uno cuida lo que le es ajeno, en esa medida recibe cuidados. No como pago o compensación, no…; sino que el cuido hacia lo “no propio”… revierte en satisfacción por hacerlo. Y esa satisfacción se hace cuido propio… para poder engendrar ganas de participar, colaborar, ayudar…

Debe… debe resultar evidente, para cada ser, el cuidado que la vida le ofrece diariamente. Su consciencia nunca alcanzará a agradecer lo suficiente.
Y esa es una motivación del Sentido Orante, para que las ganas, para que ¡atisbos!... de solidaria participación, se desarrollen. Y seamos partícipes del proyecto de una humanidad que se renueva, se reafirma en su ansia de vivir. Y se cuida de la tropelería que anuncia la desgracia permanente. Y se cuida en base a saber de la gracia y de las gracias que recibe, por las cuales se vive.

Nos llama el Sentido Orante, con la aliada muestra del viento, a ser testigos testimoniales de un hacer que busca lo extraordinario, que se afilia a la fantasía para constituirse en un reflejo creador a través de lo Creativo, a través de la búsqueda, a través del “entusiasmós”… que en sí mismo depara cualquier situación.
No es tiempo de tibieza. Menos aún, de ocultación.
El ostracismo personal, bajo la justificación de que… –¡ay!- de que no son ni se hacen las cosas que cada cual piensa que deben ser, o como deben ser, no debe tener peso para mantener ese movimiento… hacia una espiral que continuamente recala en el mismo sujeto, y de la que no es capaz de salir….
Ha extremado su cuidado –su cuidado-, para conseguir y lograr lo más adecuado para sí mismo.

No es providencial el mostrarse tan retraído. El recato sí tiene un punto de atracción, de participación… puesto que en ese indeciso atrevimiento se perciben las ganas de pedir ayuda… ¡de solicitar aliento!… –como el viento, que no se cansa  de promulgar sus aventuras-.

Lo Eterno, en este tiempo, en este momento de humanidad, nos reclama… el cuido por reconocer que somos herederos de una creación; el cuido por… el respeto y admiración; el cuido por las ganas de participar… y hacerse cómplice de ¡otras dimensiones!, ante el acoso, ante el agravio, ante la persecución en la que el remolino de violencia se mueve en estos tiempos de humanidad.
Más que en otros momentos, se requiere la agilidad, la pasión, la convicción, el cuidado de la virtud, la sincera propuesta… y la participación solidaria en lo Creativo.
¡Y eso se ha de tener hoy en día!, como algo… de ejercicio de salud; de ejercicio de salud que permite ese cuido. ¡No es una reflexión transitoria! Es una decisión urgente, permanente.

Es el rumbo que puede ser una opción hacia esa humanidad que aún nos roza, y tiene pendiente esa revolución espiritual que conlleva… un ánima de amor permanente; que supone una fidelidad a lo revelado y una fe con una confianza ¡sin “peros”!

Con la consciencia necesaria de que se precisa la Piedad de lo Eterno.




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