martes

Lema Orante Semanal


PIEDAD-RUEGO, 
RUEGO-PIEDAD
9 de septiembre de 2019

El ser de humanidad ha engendrado ¡tanta gravedad!, que a la gravedad a la que está sometido por las fuerzas gravitacionales, añade… la gravedad que incorpora por sus conquistas, logros, posesiones, compras, famas… y un largo etcétera.
El recorrido de ese vivir está marcado por esa “gravedad”.
Seguramente, en un determinado momento –igual que se dice, en la teoría evolucionista, que salimos de los océanos como peces y nos hicimos anfibios, y luego terrestres, y luego…-, pues a lo mejor en otro tiempo también fuimos pájaros. Sí. Aunque ahora nos puedan llamar “pájaros”: “Eres un pájaro”. “Eres una pájara”.
Pero podría ser. Podría ser… al igual que algunas civilizaciones, como la de Mohenjo Daro, en India, desaparecen sin dejar vestigios; o la de los Mayas, en México, que desaparece y no deja vestigios, deja sirvientes: personas que recuerdan, “teóricamente”, a como eran los que allí habitaban.
Lo cierto es que, si seguimos al pie de la letra la teoría evolucionista, o está próximo un cambio estructural –y en consecuencia, de entorno-…, o ya lo ha habido    –puesto que el tiempo no se tendría en cuenta-, y ahora estaríamos en otra situación en la que, dadas las condiciones de vida, éstas se mantienen en este lugar, sin poder salir de él. En condiciones normales.
Orbitamos en torno a este planeta… y nos elevamos un poco más o menos. Y a veces incluso salimos de esa gravedad, en condiciones muy excepcionales; muy mecánicas.
Interpretando “la fuerza de la gravedad” como lo estamos haciendo en el Sentido Orante, de que estamos sometidos a una Fuerza…, pero entendiéndose “el sometimiento a”, como una manera especial de situarnos por nuestras estructuras, no como una cárcel o un castigo.

Y así, el hombre, a imagen y semejanza de ese sometimiento espacial, trata de someter… –pero ya con premeditación, alevosía, diurnidad, nocturnidad- trata de someter a su entorno. Y somete a la tierra, al reino vegetal, mineral, animal y a su propia especie.
Y crea un campo gravitacional, un campo electromagnético y un campo nuclear muy fuerte.
Y cada uno, en torno a sí, va a gestar todo lo que pueda, y va a tratar –hablando en genérico, claro- de someter, de replicar el modelo astrofísico en el que estamos.
Y evidentemente, se ve cómo cada uno quiere alcanzar… –salvo excepciones- alcanzar ese estado “del bienestar” del que tanto hacen gala los países europeos.
Y luchan y luchan, y pelean para mantener ese estatus de supermercados repletos de ofertas… que puedan saciar cualquier necesidad material.
Y así, evidentemente, bajo ese prisma, se van creando aglomerados, conglomerados, en torno a las personas… gravemente.

Y replicamos “torpemente” nuestra situación de gravedad astronómica, quizá por aquello de que somos un microcosmos. Pero lo hacemos –como especie- con tanta torpeza, que esa posesión, esa adquisición, ese “rodearse de”, por atracción de ansiedad, agrava seriamente nuestra realización; agrava dramáticamente… nuestra posición.

Debemos, en consecuencia, bajo el Sentido Orante, rogar –“ro-gar”- por nuestra disposición a no ser un gravamen para nosotros, y a no agravar la situación de otros.
Ambas cosas, simultáneamente; a la vez.
Así que tenemos que preguntarnos en qué medida me agravo y en qué medida agravo a los demás… con mi actitud, mis opiniones, mis consejos, mis sugerencias, mi comportamiento…
No vale decir: “Soy así”. No. No, no. Soy un ser evolucionado, que evoluciona y que ha de darse cuenta de ello, para no caer en una rutina circular en la que siempre se encuentra con él mismo.

Y ¡rogar!… –rogar y rogar- supone asumir que, por el hecho de vivir ahora, en este tiempo, tenemos una tendencia a atraer hacia nosotros elementos que nos agravan, situaciones que nos agravan.
Y ¡a la vez!, situaciones que se crean… tienden a adherirse –como si fuéramos un imán- a nosotros, incluso haciéndonos “responsables de”.

El rogar, no se convierte en un “pedir”. El rogar… ha de hacerse con el reconocerse en la situación en la que se está. Igual que se exclama: “¡Ten piedad!”.

Sí es una situación… grave…
Pero no ha de cundir… “no ha de cundir el desespero”, sino que debemos hacer prevalecer nuestra capacidad sanadora, que tiene como fuente la oración… y las revelaciones que en ella se ofrecen, para que podamos promover nuestras verdaderas necesidades. Y no seamos atractores de gravedades, además de la que está por razones de Misterio y de Evolución. Pero que, puestos a comparar, hemos creado campos magnéticos en los que buscamos y nos buscan, para agravar más nuestra situación, bajo el eslogan de “una sociedad del bienestar”.

Piedad-Ruego, Ruego-Piedad… Como un vaivén de balanza que nos quita la gravedad.

Piedad-Ruego, Ruego-Piedad… Como dos alas que me incitan a volar.
Piedad-Ruego, Ruego-Piedad… Como nubes que me incitan a flotar… y de nada me he de preocupar.
Piedad-Ruego, Ruego-Piedad… Similar al viento que transcurre… sin nada que le haga parar.
Piedad-Ruego, Ruego-Piedad… para saber escuchar; para convivir sin reproches…; para amar sin escondites…; para sinceridades… sin ignorancias.

Piedad-Rogar. Rogar-Piedad.


  
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