sábado

Lema Orante Semanal


LA VIDA NO ES UN SOMETIMIENTO; ES UN ACUERDO COMPLACIENTE
17 de junio de 2019

No, no sabemos qué es realmente la vida, y por qué ocurrió y ocurre. Pero sí podemos darnos cuenta de que… para que ese acontecer suceda, se deben de dar tal número de condiciones, que se escapa a nuestra percepción.

¿Cuántos elementos se necesitan para que aparezca lo que llamamos “vida”, en este lugar del Universo?

Y ya no solamente hace falta… una serie de condiciones, sino que, además, esas condiciones tienen que sincronizarse, sintonizarse; por así decirlo, “ponerse de acuerdo”; equilibrarse, estabilizarse, serenarse…

Y en base a esa dinámica entre infinitos factores, en base a esa solidaria posición en la que ninguno de los infinitos factores reclama una posición privilegiada o una razón o una verdad…

Es como si la presión o la temperatura o el viento exigiera que los demás componentes tuvieran que “someterse a”… ¡No! La vida no es un sometimiento. Es un acuerdo complaciente, necesario: se necesitan los diferentes factores, se atraen, se respetan

Cuando en esa… llamémosle “evolución”, aparece el ser de humanidad… y especialmente el sapiens –el “sabedor”-, llama la atención –como especie- que no… no sigue las equilibradas y tendenciosas instancias que hacen posible la vida. No, no las sigue. En la medida en que las conoce –hasta cierto punto- las trata de controlar, dominar, manejar, manipular, domesticar, impedir, guardar, castigar..



Tanto es así que, sin duda, de todas las especies que pueblan –hasta donde sabemos- este planeta, ésta –la humana- es la más desequilibrante. Tiene ¡todo!... para ser increíble. Tiene todo para ser complaciente. Tiene todo para… mostrar las bondades del vivir…

Pero, probablemente –nos dice el Sentido Orante de hoy-… probablemente, por esa grandeza… de la que de una manera o de otra es consciente, se quiere apoderar, se quiere erigir en protagonista de “el VIVIR”.

Pero si eso fuera de común acuerdo en toda la especie, ¡bueno!, sería una característica a estudiar y a evaluar. ¡Pero… no! Es una característica de cada elemento de la especie. Cada elemento de sus más de 7000 millones, aspira a controlar, dominar, imponer, razonar….



La consecuencia la vivimos… diariamente; no ya porque la historia nos cuente todas las vicisitudes y trastornos… no solamente los producidos a otras especies, sino los que la propia especie, entre sí, se produce.

Esa agresión… “razonable”.

¿Existe la agresión razonable?

Sí… Y la irrazonable y la irrepetible y la…

Alguien dijo que “el hombre es un lobo para el hombre”.

Con todo el respeto hacia los lobos. Es peor.

Al decir “peor”, en el Sentido Orante, queremos decir que supera esa mala fama del lobo… como el depredador, el atacante, el asediador…

Igual que se decía que el león era “el rey de la selva”. Cosas parecidas.

El ser humano es tan capaz de cambiar las versiones de las cosas, como… prácticamente crear, no ya realidades virtuales, no, eso es… sí, es moderno, pero ya lo ha hecho; ha cambiado todo: ahora interesa mostrar esto, y se muestra esto… y se agrede aquello.

¡Ay! ¿¡Qué fue!…? ¿Qué... qué fue de Creación? Sí. De la forma que fuera. Qué fue de la vida, de… ¡de la mano del Creador!

¿Dónde, dónde quedó la suprema armonía, la magnificencia de la bondad, la generosidad del servicio, la disponibilidad de la necesidad?... ¡Sí! Todo eso que hace posible la vida. Y que parece ser… que el ser humano hace todo lo posible para “evitar” la dinámica de la vida; del vivir.



Como si se tratara de la famosa “fiebre del oro”, en la que todos acudían a recoger el precioso elemento…, y allí se establecían las guerras, combates, etc. Sigue igual. Se ha generalizado.



¿Sería posible –como pregunta-… sería posible que, al incorporar los “mágicos”   –vamos a decir- componentes que generan la vida y nos hacen ver que los elementos que la integran están profundamente identificados unos con otros, y atraídamente enamorados los unos de los otros, y gracias a eso se da el complot de la vida, sería posible que, bajo esa imagen –y puesto que somos vida-, aplicáramos ese modelo… a la convivencia humana…? Y al reconocernos cada uno como “diferente”, no por ello disputarnos la verdad, la autenticidad, lo cierto… no, sino que nos juntamos, nos acercamos, nos admiramos, nos colaboramos, nos compartimos, nos solidarizamos… y una larga lista de palabras de espera.

¡Ah! ¡Lista de espera!

Sí. Palabras que están en lista de espera, para ejercitarse. Para disolver los miedos. Para aliviar –¡por favor!- la desconfianza. Para creer… como cree el viento en el amanecer; como cree el agua, en el mar o en el río; como cree el azul, en el cielo; como cree la tierra, en su arena.

El creernos unos a otros… no parece una tarea de estudio, de preparación, de sacrificio, de dolor. ¡Parece una tarea que está dispuesta!… porque somos vida.



¿Podría ser que, por instantes –como un pulsar que late, emana su luz y luego se va apagando, pero no llega a apagarse del todo-… podría ser que ese núcleo de vida que somos, latiera en el sentido mismo de la vida, y no en el sentido ¡usurpador!... de ella, de la vida?

¡Pareciera que diera miedo vivir! Y se constituye, la vida, en el principal enemigo. Como se le tiene miedo… hay que combatirlo.

Parece un absurdo, ¿no?

“Parece”.



Parece un absurdo, pero así se comporta. Y es curioso que “lo normal” y “lo desvariado” siempre tienden a… conturbar, perturbar, dañar, equivocar…; es curioso que “lo normal” y “lo conturbado” no tiendan a servir, respetar, aliviar, colaborar… ¡Pareciera como si… la mano Creadora nos hubiera abandonado!

¡Ah! Pero, atentos. Esto último dicho es una soberbia: “¡Pareciera que la mano de Dios nos ha abandonado!”. ¡Oh! ¿¡Tan importantes somos, tanta influencia tenemos sobre Dios, que lo hemos enfadado y nos ha abandonado!? ¡Ególatras! ¡No! No. Tenemos dos manos.

Sí. El hombre se ha soltado –porque le han dejado- una mano. Pero la otra, no. La otra es firme y generosa, la otra es compasiva y misericordiosa. La otra mano de Dios que nos sujeta, nos mantiene y nos entretiene… es exuberante, increíble y misteriosa. ¡Es la que nos llama a orar y nos arrastra… para que escuchemos!, ¡para que descubramos!, para que realmente ¡aprendamos!... y practiquemos lo que es el vivir… bajo la dinámica del asombro, de la admiración, de la generosidad… y del juego.



Cada segundo de consciencia… ‘vigil’, despierta… es una oportunidad que la vida nos brinda para hacer honor de ella.



Como especie, tenemos una “deuda” con la vida, impagable. ¡Al menos!… evitemos, en el seno de nuestra especie, que la deuda aumente. Y, por añadidura, mejorará nuestro… deterioro con otras especies.



Una advertencia importante es que, en ese “descuido” por el vivir, por el con-vivir, se suelen encontrar culpables, responsables… –y un largo etcétera-, y otros que se declaran inocentes, puros transparentes, verdaderos…

Es una pésima estrategia, ¡falsa!

En la medida en que cada ser asume su posición… y lima sus asperezas, alivia sus contradicciones, asume las interrelaciones, facilita el cuidado…, no necesita culpables.



Es el mensaje fiel del Sentido Orante de hoy, el saber que estamos sujetos por una mano. Que la otra la hemos desprendido porque nos lo han dejado, para que seamos capaces de descubrir la Grandeza Creadora, representada en el vivir, en la vida, y para que seamos suficientemente ¡creyentes de ese vivir!, adornándolo con nuestras mejores propuestas, sugerencias, disposiciones…

¡Que se vean plasmadas… en una realización sin propaganda!, ¡sin premios!... Con espontánea sencillez. Con esa actitud… de inocencia ignorante: la que sabe disfrutar… del sentirse viviente, amado y amante.

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