domingo

Lema Orante Semanal


DESARROLLAR NUESTRA POTENCIALIDAD VIRTUOSA, BONDADOSA

24 de junio de 2019



Las perspectivas de especie humanidad, con su especial sapiencia, nos muestran un panorama confuso, falso, informado tendenciosamente, miedoso, mentiroso por vocación y por obligación… y continuadamente violento.

Estas son perspectivas en las que tenemos que preocuparnos. Sin duda, hay perspectivas en las que tenemos que alegrarnos, como… algunos descubrimientos, como las posibilidades comunicativas, como los recursos y las posibilidades de éstas, las excepciones de grupos y personas que hacen posible acontecimientos gozosos, la aparición de distintos modos de arte… que buscan lo perfecto, lo sublime…

Pero, ciertamente, estas bondades, estos amagos de virtudes están enormemente condicionados por estas perspectivas… de ahora y de futuro.

No se trata de ponerlo en una balanza, no. Todo ser de humanidad tiene en su seno una potencialidad bondadosa. Pero ocurre que el desarrollo de su sapiencia le ha llevado a una egolatría, a una idolatría y a una tendencia a apoderarse, a ¡defenderse atacando!, y a manipular cualquier circunstancia… que incline el beneficio propio.



Sólo el afán de desarrollar… nuestro potencial de origen de bondad, creativo, artista, amoroso…, es capaz de convertir esas perspectivas, en veleidades sin valor, pero que hoy tienen una importancia capital. Y que no sólo se expresan en naciones, en potencias… ¡No! No, no. Se expresan en personas; en nombres y apellidos.



El Sentido Orante de hoy nos… alienta –¡alienta!, “alienta”- hacia el desarrollo de nuestra potencialidad virtuosa, bondadosa. La que ama el Amor. No la que envidia el Amor. No la que lucha contra cualquier amor que no sea el suyo.



¡Ay!... A veces, se decía: “Hay mucho por hacer”. Luego pasamos a decir: “Queda todo por hacer”.

Y –¡ay!- la vanidad que embadurna toda huella, con radicales posiciones; con imposiciones y… ¡chantajes!



Y ocurre curiosamente que, cuando la vanidad, la soberbia, la violencia, se expresan, lo hacen con una prepotencia y una agresividad… que asusta, domina y… ¡parece alguien! ¡Sí! Parece que… una bomba de neutrones ha caído sobre nosotros.

En cambio –en cambio-, cuando el ser ha de expresar, mostrar, ejemplarizar sus virtudes, sus bondades… es como un grano de arena del desierto. Incluso produce risas o críticas ácidas.

No debe estar exenta de ¡vigor!, de ¡fuerza!, de ¡evidencias!..., la vivencia y el ejercicio de la bondad, de la virtud, del servicio.

¿Asustarse por una vanidad?, ¿por un chantaje?, ¿por una rabia u odio, o rencor?

¡Veamos, veamos, veamos, veamos, veamos!… Todos esos carteles de perspectivas han sido desarrollados por el sapiens, en su terreno más material y ególatra.

¡Veamos, veamos, veamos! Las virtudes, las bondades y las capacidades de creatividad son desarrolladas gracias a nuestro Origen. ¡Están avaladas por la Creación! Somos intermediarios de ellas. Nos inspiramos. Somos vehículos de Amor.

¿Y esos vectores se van a asustar, se van a amilanar o a dejar de expresarse, por la envidia de uno, la rabia de otro, la opinión de aquél…? ¡Sí!... Ocurre. Ocurre, sí.

Y ocurre… y ocurre porque “se pone en el mismo plano”... lo bondadoso, lo virtuoso, lo servicial, lo artístico, en el mismo plano que lo violento, lo ¡sátrapa!, lo rabioso, lo egoísta.

¡No, no, no, no, no, no! No están… no son de este mundo. Se ejercitan en este mundo, las bondades, pero no son de éste.

Si vivimos –en consciencia- en el afán, en el servicio, en la fuerza, en el esfuerzo, en la dedicación de ideales y proyectos, por mucho que se empeñen los defectos, los desafectos, las insidias, ¡los celos!… –por mucho que se empeñen-, si sabemos estar en nuestro Origen, en nuestra verdadera naturaleza, ésta no sufrirá daño.

Sí, sí… sí sentirá el dolor y se verá afectada por esas perspectivas, pero no cejará en insistir en sus posiciones, en sus provisiones, en sus dones…

Pero no, no las lleven al comercio, no las lleven a la tienda, no las pongan a la venta: recordando, en nuestra cultura, la entrada de Jesús de Belén en el templo, donde se vendía, se compraba, etc., y nos cuentan que desalojó a todos los mercaderes.

Pues bien. Es un símil, semejante a lo que acontece en la oración de hoy.



Pero también cierto es que, con esas perspectivas actuales y de futuro, el ser debe cuidar sus bondades, sus afectos, sus servicios, sus creatividades. ¡No por el temor de lo que puedan hacer!, que nada pueden hacer si sabemos mantenernos ahí; pero es ese “cuido”: el saberse mantener ahí… y el sabernos comunicar con lo cotidiano, con lo vulgar, con lo grosero, con lo impropio, con… con “la usura” del vivir…



Somos, como vida, consciencia de Universo. En la medida en que nos desprendemos de nuestras naturalezas celestes y entramos en nuestras posesiones, el ser se hace deshonesto; se hace… impropio de su naturaleza.

Sí. Luego lo justificará una y otra vez. Encontrará culpables y… condenará a los que no piensan como él. Eso ocurre todos los días.



El avance de estas perspectivas que hacen gestar, en el ser, un poderío, una garantía, una certeza… de cuatro o cinco dichos que aprendió, y que mantuvo, y que entretuvo, ¡y que de ahí no se movió… aunque hubiera pasado por él toda la biblioteca de Alejandría!

¡Increíble!, ¿verdad?... Pero a ese punto ha llegado la especie.

Anclada en los beneficios de la mentira, de la manipulación, del poder, de la violencia…, ahí se mueve y se remueve y se reboza… y ¡salpica!

¡Y no permanece indiferente la Bondad Creadora! ¡No debe permanecer como virtuosa o como brillante o como… especial! ¡No! ¡Debe comprometerse a testimoniar otras perspectivas!

Y si es fiel a ello, lo hará sin miedo, con prudencia, ¡en su momento!

La Creación sabe esperar. Las promesas de los hombres… se desesperan. De los hombres que han asumido… increíblemente –aunque no lo expresen-, la idea de que ellos mismos se han gestado, de que ellos mismos se han producido, de que ellos son el núcleo, el centro… y casi se podría decir que “el origen de todas las especies”, a las que somete, y por ello se siente poderoso. Aunque, realmente, una picadura de mosquito, a tiempo, lo lleva a un cementerio. ¡Psss! ¡Tan fuerte!...



El Sentido Orante, evidentemente, ahonda en los deterioros de la especie, pero fundamentalmente avisa y… ¡y llama!, a su Creación, a que sea testimonio de amante y de amor, por ser creado.

Y la bondad, la disponibilidad, la adaptabilidad, la compresión y la admiración por todo lo amado, es el recuerdo permanente orante.

Ese es el móvil que nos puede quitar las salpicaduras, las mañas, las increíbles marcas que se quedan… a pesar de la Enciclopedia Británica, el Espasa Calpe o la Biblioteca, entera, de Alejandría.



Una humanidad llena de ¡prejuicios!: alimentarios, culturales, costumbristas, idealistas… (sic) Y que los transmite por contacto, y de generación en generación.

¡Increíble! Yo tengo un prejuicio, y se lo transmito a mi hijo… y ése, al nieto, y ése… ¡increíble! Darwin estaba equivocado. La genética estaba equivocada.

Si a mí no me gusta el verde, a mi hijo tampoco le gusta del verde, a mi tío tampoco le gusta el verde… ¡Debe de haber un gen que controla el verde? ¿Ustedes creen? ¿O debe de haber una… prejuiciosa actitud…? Que, claro, no se limita al verde, sino que se aplica ya… a todo el orbe cotidiano.

Sí. En otro aparente orden de cosas, estamos viviendo una época prodigiosa. El ver estos ejemplos es asombroso: cómo, una especie sapiencial, puede ser ¡tan estúpida!, ¡tan prejuiciosa!, ¡tan racista!, ¡tan envidiosa de sí misma, que se autodestruye, se deteriora!

¡Es una época prodigiosa! Ver… ver algo así, cuando nada de eso estaba pensado para que así fuera.

¡Claro! Se puede ver bajo la óptica –en este caso- de un momento orante. Porque, si no se está bajo esa óptica, se empiezan a discutir los proyectos de uno o de otro, o las tendencias de uno o de otro, y empieza el juicio:

“¡Se abre la sesión! Tiene la palabra el señor fiscal. Y luego el abogado defensor. Y luego el juez. Y como si fuera poco, el tribunal popular. ¡Vengan todos a juzgar a este… que no está de acuerdo, a este que no sigue las normas, a este que se sale de sus… cabales!, a este que no hace lo previsible. Vayamos todos a juzgarle. Condenémosle… por las costumbres y las normas de… ¿quién sabe cuándo? Pero ya que nosotros no hemos tenido al valentía “de”, castiguémosle, no vaya a ser que otros tengan el valor de imitarle”.

Así, así, bajo esta perspectiva, es una época prodigiosa.

No exenta de humor, esta visión nos permite… no caer en la falacia del combate, no caer en la discusión de opiniones: “lo que me dijiste, y lo que te digo y lo que me dijo…”. ¡No!... Démosle siempre la razón, a los razonables. Que sigan con la sierra.     



En la medida en que se entra en el combate y en lo razonable, sólo las espadas suenan. Y las únicas manchas que aparecen son de sangre. Sangre que se expresa en rabias, odios, rencores, amarguras, desesperos…

Nada, propio de un Ser Estelar.



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