miércoles

Lema Orante Semanal


LA VIDA NO TERMINA NUNCA DE FORMARSE
8 de julio de 2019

En la medida en que deambulamos, peregrinamos, viajamos –tanto física como “fabulosamente”: fabulando, fantaseando-… en esa medida vamos descubriendo sensaciones, impresiones y… diferencias en relación a lo que hacemos, en relación a lo que pensamos, en relación a lo que proponemos.

Según eso, con el paso del tiempo, cada ser debería ser –valga la redundancia- un cúmulo de… maravillas; porque ha incorporado novedades, variables, diferenciaciones, etc.

Y esto realmente ocurre en la naturaleza de la vida. No en los seres humanos…    –salvo excepciones-, pero sí en otros seres vivos, que van “aprendiendo”: su organigrama de vida aprende y se acomoda para… sobrevivir, para vivir, para adaptarse y para hacer, de su experiencia de vida, un acontecimiento “gozoso”.

Esto lo hacen los mosquitos, las hormigas, las abejas… cualquier ser vivo. ¡Pero, pero, pero!.. el pero está en que, cuando llegamos al ser vivo, mamífero vertebrado, “ser humano”, esto no ocurre así.

Es más, es más: tiene como un periodo de efervescencia hasta más o menos su mediana edad, que hoy está en 40 años –puesto que la máxima está rondando los 80 y pico; en los mundos pudientes, claro, en otros mundos la media es más baja-.

Pero, eso: a nivel del esbozo que tenemos ahora, orante, a esa mediana edad está como completo. Sí. Y ya sabe si tiene que casarse, si no tiene que casarse, si va a tener hijos, si no va a tener hijos, si va a seguir en esa empresa o no va a seguir en esa empresa; ya sabe si es buena la pena de muerte o es mala la pena de muerte; ya sabe si estafa a Hacienda, si no la estafa, si está bien, si está mal, si los políticos…; ahí sí ya sabe si es de derechas, si es de izquierdas, si es del Botafogo o es del Real Madrid… Ya, ¡lo sabe todo!

¿Qué ocurre?

Que, al saberlo todo –“al saberlo todo”-, todo lo nuevo que venga –perdón por la palabra “nuevo”-, todo lo que incorpore, lo que vaya descubriendo –porque decir “nuevo”…; será nuevo para su estructura, pero a lo mejor lo que incorpora no es nuevo- ¡todo lo nuevo!… rebosa.

¡Ah-ah! ¿Cómo que rebosa?

¡Sí! Se hace ‘in-com-petente’. Rebosa… Y no puede más y no puede más, y ya… ya tiene sus fichas dispuestas y no quiere seguir la partida.

Y rebosa, y ya puede venir el mismísimo Espíritu Santo en forma de paloma parlante, y hablar en eslovaco o en trinitario, que sacará una pistola y matará a la paloma por considerarla una emisaria de demonio:

“¡Nooo, pero si era el Espíritu Santo! ¡Pero cómo le diste un disparo! ¡Pero no seas güey, no seas bruto!…”. Le diría otro. Pero ya la paloma está muerta.

¿Tan así es?

Sí. Tan así es que, incluso… ¡Más que incluso!: tan así es que, incluso cuando se llega a esa próspera formación, el sujeto empieza a perder ¡valor!… ¡Ah, sí!…

“Y este jugador ya tiene… ¡es que ya tiene 31 años! Entonces, ya pierde valor, ¡ya no vale cien millones!”. “Es que ya tiene 35 años, y ya… ¡ya no corre como cuando tenía 20!”.

¡Ah!... En el caso de otras profesiones:

“¡No, no, no, no, no, no!… ¡Es que ya tiene muchos años y… no está al día! No está al día”.

Porque ya se parte de la base de que se rebosa. Entonces:

“No quiero que me vea un médico con mucha experiencia, o un médico mayor. No. Yo quiero que me vea un médico joven, una médica joven. Porque está al día, porque sabe”.

Y la experiencia rebosa. Y, salvo excepciones, efectivamente, la propia sociedad, la propia organización social… En otros tiempos no era así, ¡pero ahora sí es así! En otros tiempos, el consejo de ancianos educaba, ordenaba… Ya se acabó. Ahora a los ancianos hay que “eliminarlos”.

Como dijo el Primer Ministro Japonés en un discurso famoso, hace ya algunos años –no muchos, cuatro o cinco-, dirigiéndose a los pensionistas, a los pensionados, a los jubilados. Les dijo: “Señores, ustedes consumen mucho, ustedes gastan ¡mucho! de las arcas del estado, ustedes salen muy caros a la sociedad. Por favor, muéranse”.

A todo esto, el primer ministro tenía ya 74 años.

Sí; no vamos a poner de moda ahora la eutanasia, porque ya está de moda.

Entonces, parece ser, ¡parece ser!... –y esto es un reclamo que nos hace la Creación desde su Misterio- parece ser que el hombre, el ser humano, se ha “redondeado”. Sí, se ha redondeado. Y ya, todo lo que vaya viendo, escuchando, leyendo… rebosa… y rebosa… y rebosa.

Hace apenas unos días nos contaban una anécdota de un suceso en China: un insigne profesor extranjero, de Irlanda, que lleva muchos años en China… A ese profesor se le propuso, para su instituto –¡en China!-, hacer unos ejercicios de Qi Gong... –¡en China!- para mejorar la elasticidad, la plasticidad y la armonía del equilibrio del ser. ¡En China! Un instituto humanista. Un instituto que se encarga del desarrollo de las relaciones interpersonales. ¡En China! ¿Cuál fue la respuesta del profesor encargado?

.- ¡Oh, no, no, no, no, no, no! A ver si nos van a confundir con una secta. Además, yo soy católico, soy cristiano y… no puedo prestarme a eso.

Esto ocurrió hace apenas un mes y medio en Shanghái, China. A ese señor le rebosa… ¡la linfa! –por decir algo-. Debe de tener el pelo grasiento, debe de sudar mucho, no debe de tener un buen olor corporal… y, probablemente…, le deseamos lo mejor pero nos tememos lo peor.

¡Imagínense!

Es como si le propusiéramos a un empresario, en Colombia, la idea de que, cada tres horas de trabajo, cada cuatro horas de trabajo, en su empresa, para mejorar el rendimiento personal, se diera media hora de descanso a ritmo de cumbia. Sí. Y a la media hora… que tuvieran media hora para que la gente bailara un poco, evitara el sedentarismo y tal. Y el empresario dijera:

.- ¿Cumbia…? ¿Aquí en Colombia, cumbia?

.- Sí. Nada más que vamos a poner una: “Era la piragua de Guillermo Cubillo, era la piragua, era la piragua…”.

¡La piragua! ¡Horror!

Y el empresario diría:

.- ¡No, no, no, no, no, no, no! ¡Que yo soy católico, apostólico y romano! ¡Cómo voy a permitir eso!...

No se lo imaginan, ¿verdad? Pues váyanselo imaginando. Porque la historia que les acabo de contar es absolutamente verídica, ocurrió en Shanghái, y me la contaron hace tres o cuatro días. ¡Increíble! Y estamos hablando de Qi Gong, en China, donde todas las mañanas, la ciudad de Shanghái se llena de público –en general- practicando alguna forma o alguna variable del Qi Gong o del Tai Qi o de… ¡cualquiera de las artes del soplo!

Pero ese señor, que lleva allí cuarenta y tantos años, todavía no se ha enterado, o se ha enterado, pero… ya está formado.

 .- ¡Ah! ¿Ha dicho “formado”?

.- ¡Sí!

 .- ¡Ahhhh! ¡Pues ahí está, ahí está!… El ser humano se forma… –¡claro!, igual que el feto se forma, y a los 9 meses…- pues ahora el ser humano se forma a los 40, y ya, todo lo que le eches es… “agua de ¡borraja!”.

“Borraja” es una hierba, una planta que tiene poco valor, en principio, pero está buena en forma de sopa.

 .-El caso es que… ¡que ya no admite más! ¡No admite más!

.- Pero eso es… la muerte.

.- ¡O!... o sí, o sí. Sí.

.- Pero eso es grave.

.- ¡Sí!…



El Sentido Orante nos advierte de que la vida del ser humano, la vida en general, no termina nunca de formarse. ¡Porque en el momento en que se forma, establece patrones de forma!, y se deforma la vida… y se hace… ¡impenetrable a novedades!

¡Fíjense qué curioso! Un apunte, para apuntalar esta revelación orante. Un apunte. Verán. Hace un tiempo salió la noticia de que los elefantes…. –creo que todos saben lo que es un elefante- los elefantes, parece ser –no parece ser, lo han visto- que apenas si padecen cáncer. ¡Fíjense qué cosa más rara! O sea, cómo han llegado a estudiar eso.

.- ¿Los elefantes?

.- Sí. Con esa masa tan impresionante, ¡claro!, necesitan una reproducción celular ¡inmensa! ¡Pues no padecen tumores, prácticamente!

Y en cambio, fíjense en los seres humanos. ¿Quién no conoce a alguien que tenga, que haya padecido o que padezca una neoformación?

.- Y eso, ¿por qué?

.- ¡Ah! –han descubierto los seres humanos-, porque tienen un gen… un gen que se activa –o lo tienen activado, mejor dicho-, y que cada vez que aparece una célula sospechosa de no ser favorable al vivir, ese gen se encarga de hacer apoptosis sobre ella, es decir, engullirla y convertirla en otro producto. No, “matarla”; no la mata –esa terminología tenemos que…-. La “fagocita”. Pone en marcha una serie de mecanismos, el gen, y se fagocita la célula.

.- ¡Ah!... ¡Qué bien!

.- Se hace aliado –además- del famoso p53, que es un gen que tienen… Es el gen antitumoral por excelencia: p53. Le podían haber puesto un nombre más cariñoso, ¿no? Eso resulta un poco… “p53”. Bueno, un principal aliado del p53, que está activo en los seres humanos, pero que evidentemente, como vemos, su actividad es insuficiente.

.- Bien, ¿y…?

.- Y ocurre –por aquello de lo que estamos hablando-, que fueron a buscar dónde está ese gen que tienen los elefantes, que nosotros no tenemos.

¡Sorpresa!... Antes de preguntar dónde está, ¿cuándo está activo? En la etapa embrionaria. Justo cuando hay una reproducción incesante celular, ahí ese gen está en activo, ¡muy activo!, y no permite que se creen otras cosas que no sean las que tienen que crearse.

Luego, cuando se ha formado la primera formación del ser, ya el embrión, y ya el sujeto aparece ante la luz y nace, ese gen se recluye en el llamado “genoma basura” y se queda en estado de latencia.

“Genoma basura”, que se consideraba que eran restos de otro tipo de vida que habíamos arrastrado a lo largo de la historia, en nuestro genoma humano, y que luego se ha visto que no, que es una información que, aunque no codifica formas y materia, aunque no las codifica, de él –de esa parte del genoma- parten las órdenes para que, los que codifican formas y estructuras, lo hagan. “Lo hagan”.

Y eso probablemente es lo que ocurre, por lo cual, la aparición de neoformaciones es continua, constante y ya es habitual. A unos les toca el páncreas, a otros les toca el hígado, a otros el pulmón…

.- Pero ¿esto qué es?, ¿una epidemia?

.- Sí.

.- ¿Por qué?

Porque el hombre ha estructurado y ¡ha formado su vida!, y ahí se ha quedado. ¡Y la vida no estaba diseñada para eso, sino que estaba diseñada para crecer indefinidamente! En pensamiento, palabra y obra, “sin omisión”.



Y el hombre, al trasgredir severamente su formación, que debería ser permanentemente embrionaria, se hace ladrillo, se hace “español”, se hace “alemán”, se hace “colombiano”, se hace “noruego”, se hace “finlandés”, se hace “portugués”… y queda ya hecho.

Se hace un estorbo. ¡Estorba! Sí, porque no aporta nada. Es una muralla. ¡Es un muro!

Se hizo adulto y… dejó de incorporar, renovar, reactivar, regenerar… ¡Mamma mía!, ¡qué terrible!

En consecuencia, deben considerar muy seriamente sus conceptualizaciones a propósito de ¡cualquier cosa! Y tienen que derretir esos bloques, y hacerlos porosos… para que puedan renovarse, crecer, desarrollarse, ¡admirarse! ¡Ser admirables!

¿Acaso la Creación no nos admira “a pesar de”? Y nos debe de admirar mucho, porque todavía seguimos aquí.



Si la vida ¡no es mía!, y se presta la oportunidad de improvisar, de aventurar… ahí se nos enseña que no es mía, y ahí es donde yo tengo que hacer, de mis ladrillos, poros permeables que me permitan aventurarme en los senderos de la Creación, en las ‘posibilitancias’ del vivir… viviendo en un continuo anhelo de creatividades.



Sí.





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