viernes

Lema Orante Semanal


SOMOS LO QUE HA PASADO
22 de abril de 2019
Y habitualmente, lo novedoso, lo reciente, se vive y se incorpora como si “antes” no hubieran ocurrido situaciones… que también en su momento fueron importantes, excitantes o novedosas.
El tener en cuenta los “vivires” –de “vivencias”- en cada inmediata novedad, nos da una perspectiva amplificada de nuestro ser, de nuestro estar. 
En cambio, cuando se vive lo inmediato, lo oportuno del instante, sin la consciencia de lo acontecido…, suceden anécdotas, suceden hechos aislados que salpican una realidad que no se llega a integrar en el ser. 
La linealidad en la que nos han educado y en la que la razón se ha ejercitado para desdeñar lo pasado, sin darse cuenta de que somos “eso”: lo que hemos pasado. Y seguiremos siendo lo que estamos pasando… Pero no pasaríamos por lo que pasamos, si no estuviéramos incorporados a “lo que pasó”. 
Parece un trabalenguas, pero se puede resumir, en síntesis, diciendo que… “somos lo que ha pasado”. En consecuencia, no pasó; está ahí. Porque si somos lo que ha pasado y tomamos consciencia de ello, viviremos lo que pasa con una amplitud y con una novedad creativa.
Gracias a lo que ha pasado –que no ha pasado- tenemos esta conformación, esta consciencia, este tipo de valores, de evoluciones…
Podría decirse de otra forma, afirmando que estamos hechos de “retales del pasado”. Esto es más contundente, ¿no?
El Sentido Orante de hoy nos hace recapacitar sobre lo que somos cada ser… en base a lo que hemos vivido.
No escatima –como el Misterio Creador- ningún detalle, por insignificante que sea; porque todos esos detalles han ido formando parte de lo que somos. 
No nos hemos equivocado ni hemos acertado, ni hemos hecho mal o bien. Hemos transcurrido por la incidencia que la Providencia ha marcado… y por las opciones que hemos optado.
Con ello, tenemos incorporado el Misterio; el Misterio por el cual se han sucedido todas esas series de aconteceres que hacen de nosotros lo que somos.
¿Y qué… y qué queremos ser? ¿Queremos ser… cada presente que se incorpora en base a lo que somos?
¿Queremos ser una visión amplificada de lo que vivimos? 
¿Queremos descubrir y que nos descubran, para hacer “futuros” antes de que ocurran?
Las flores no se marchitan; desgranan sus pétalos para evitar las arrogancias.
Y cada pétalo es… el sinfín de aromas que se vivieron… y que están presentes en el tamizado color de ese desgajo de flor.
¡Ay!... Quizás llegan los aires que nos orientan hacia una plenitud en las experiencias, sin catalogarlas ni juzgarlas, sino incorporándolas a nuestras “sapiencias”, ¡pobres ellas!
De esta manera seremos micro universos que no juzgan ni condenan, sino que se sienten inmersos en una misteriosa alacena… sabiéndose allí creados, creativos, inspirados.
Cada cual, en su medida, se pregunta lo que es. Está bien… esa consideración. Pero, bajo el instinto orante, debe recrearse en ser consecuente –en eso que es- en la realización de cada día, en el testimonio de cada momento.
Cada ser es, evidentemente, una referencia del Misterio, del Misterio Creador. ¡Y cada ser tiene la responsabilidad! –sin que esto suene a serio-… de “reflejar” lo que es gracias al Misterio. Y pueda decir: “Sí, soy un Misterio. Conozco algo de lo que me ha sucedido, y eso soy ahora. Y me aproximo a amplificar mi Misterio… dando testimonio de lo que he llegado a ser.
No tengo tiempo, no tengo edad, no tengo fronteras…
No respiro en balde, ni late mi corazón por rutina.
Soy una instancia creada, ¡a la cual me debo para expresar mi ignorancia!… y darme a la novedad de cada día, en el sentido de un arte sublime, como la vida.
Incorporados en nuevos universos de cada día, tendremos las suficientes porosidades para sintonizarnos en las novedades, en las innovaciones. 
Nos sentiremos inspirados, dejando de considerar “buenos” o “malos” los sucesos; sabiéndolos incorporar como providenciales –que lo son-; apartándonos de los estratos ratificados, consolidados, ¡impermeables!
Si como seres de humanidad, reflejos del Misterio, hacemos e incorporamos las consciencias de otros, escuchando, dialogando, configurando, idealizando…, podremos vivir la experiencia de sentirnos, además de únicos –como expresión de lo Eterno-, ¡también sentir!, a la vez, “humanidad”, ¡para así hacer un verdadero humanismo!...
Porque en la medida en que siento “humanidad” –porque incorporo a mi ser cabezas ajenas- y me doy cuenta de que soy algo más que un insólito acontecer, que estoy enlazado con lo que llamamos “vida”, la comprensión se hará evidente; la confabulación se hará posible; y la bondad, floreciente.
Y así me alegraré del gozo del otro o de los otros. Me sonreiré ante el descubrimiento de aquéllos, porque soy también los otros. Porque no sólo soy yo.
Ser una promesa cada día… ¡alentando futuros! 
Ser una evidencia de Misterio… en cada propuesta.
¡Hacer evidenciar la herencia de cada vivencia!
Decididamente mostrarnos como Universos. Como ‘ver-sos’… que ven más allá de las posibilidades, más allá de los probables.
Ven allá.
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