EL SER SE HA APODERADO
DE LA VIDA
3 de junio de 2019
Hoy, el vivir se hace rutina, o –en el caso más exigente-
disciplina y organización.
Hoy, el vivir se hace mecánico, automático y...
manipulado.
Hoy, el vivir se asume como… un transcurrir de
“previsiones”, en el que está previsto que ahora pasara esto, luego aquello
otro…
Hoy, el vivir nos lo han hecho vivir… como un aburrido
trance.
Hoy, el vivir tiene siempre presente su... fin.
Hoy, el vivir tiene de referencia... la muerte.
Y bajo esas premisas, la vida como excepcionalidad, como
increíble, como fascinante, como fantástica, como ¡diferente!, como… “singular”, excepcional, queda recogida
en páginas de prosa poética o en manías fantasiosas o manías delirantes… sin
sustento material.
Hoy, casi, casi, casi, el ser humano siente que él ha
creado la vida y, en consecuencia, él le pone sus coordenadas y su… fin.
Evidentemente, si la vida habita en la Creación de un Universo
insondable y misterioso, y su sentido es desaparecer, morir, realmente es… una
farsa.
¿Puede haber más farsa y mentira que… que haya un
acontecer, en una Creación ilimitada, que tenga fin…?; ¿que tenga tropiezos,
dificultades, ¡dramas!, ¡tragedias!, ¡enfermedades!, ¡deterioros!, guerras,
¡hambre!...? ¿Puede haber ¡una farsa!... tan grande?
La hay.
Y la hay porque el ser se ha apoderado de la vida. El ser
humano de evolución ¡se ha apoderado de la vida! La ha hecho suya. ¡Y se oye en
cualquier lado o esquina!: “Es mi vida, y
yo con mi vida hago lo que creo conveniente: pego, maltrato, me drogo, me
emborracho, me suicido, aborto, ¡golpeo!… ¡Es mi vida!”.
Quizás sea difícil darse cuenta de esta evidencia, pero
desde el momento en que la consciencia del ser afirma que es –la vida- una propiedad
personal, ¡y puede hacer con ella lo que quiera!, en ese momento ha cortado
todo vínculo con la Creación; ¡ha cortado todo contacto con la vida!… en su
multiplicidad de formas y manifestaciones.
¡Por eso!, por eso no le importa que diariamente se
termine con formas de vida por acción de la actividad humana.
¡Por eso no le importa!... que unos tengan que pasar
hambre para que otros se enriquezcan y vivan en la abundancia.
Por eso no le importa… el mal ajeno: porque él mismo lo
produce. Si acaso le importa, a veces, por aquello de que los pobres son muy
agradecidos siempre, porque dependen de ti, de tus ¡limosnas!, de tus ¡sobras! –no
de tus “obras”; de tus “sobras”-.
Y así se mantienen, descubriendo que verdaderamente la
vida es sangre, sudor y lágrimas. ¡Que no hay más!
¿Cómo? ¿Cómo ha podido esta especie malvada hacer, la
vida, ¡suya!? ¡Y no sólo eso, sino
apoderarse de la vida de otros!... ¡Vivir de la vida de otros!: matándolos,
clonándolos, reproduciéndolos…
Ni las profundidades más lejanas han quedado ajenas a que
sus peces abisales consuman plástico, por ejemplo.
Ya. Pero, orantemente, ¡no nos vamos a quedar en saber
que pertenecemos a una especie malvada! Porque si nos quedamos en el juicio, no
saldremos jamás de esa hábil trampa que el mismo humano ha creado para ¡usurpar!... la Misteriosa acción
Creadora.
En consecuencia, debería el ser darse cuenta de que… “su
vida no es suya”. Eso, para empezar. ¡Y se da cuenta y se debe dar cuenta a
través de la oración!, como ahora.
“No es mi vida”.
.-
¡Ay!, ¿qué voy a hacer con mi vida?
.-
Pues procure no hacer “algo”; la va a estropear.
Ha sido tan fuerte el adoctrinamiento egolátrico y
egocéntrico del ser humano, que no se ha dejado mecer en los brazos de la
Creación. Es un Misterio saber por qué la Creación lo consiente, pero así es.
¡Pero a la vez que es así!, nos podemos dar cuenta
–orantemente- de que es así porque así se está desarrollando, pero realmente no es.
¡Y tampoco es difícil darse cuenta de que mi vida no es
mía!… ¡No la he creado yo! Ni siquiera mis progenitores: ésos fueron vulgares
intermediarios… seducidos por el placer o la fiesta o… el drama. ¡Quién sabe! Y
pusieron ahí óvulos y espermatozoides, como si ellos fueran los protagonistas
de la historia, y tan solo eran unos farsantes que interpretaban su papel. Y
eso son.
Porque, ¿quién, ¡quién!, quién decidió aquella aleatoria
comunión genética? ¿Quién? ¿Fue “un juego de dados”… con Albert Einstein? ¿O realmente
–permitamos la palabra- “Dios no juega a los dados”? No porque no sepa, sino
porque no es su estilo. Prefiere algo más… ¡estrambótico!, algo más ¡espectacular!…
¿Han visto ustedes –dentro de la vida, ¡de la poca vida
que se puede ver!-… han visto…? ¡Se habrán dado cuenta de que la Creación, lo
Divino, es espectacular, es estrambótico, es exagerado… es… es…!
¡Una ballena es capaz de recorrer… 10000 Kms, sin comer!,
para tener su cría y aparearse, guiada por ondas electromagnéticas.
¿Qué es eso? Pero… ¿a quién se le ocurre una idea tan
fantástica, tan espectacular?
Un grano de mostaza es tan pequeño, que parece mentira
que pueda hacer un árbol ¡tan grande!
Sí. No se ha pensado nunca, como cualidad divina, “Lo Estrambótico”, “Lo Exagerado”, “Lo Brutal”…
¡Miles de millones de estrellas nos adornan por la noche! ¿Y eso qué es? ¡Qué
exageración!
¡Tres cuartas partes del planeta están llenas de océanos!...
Y sólo uno, el “Pacífico” –¡vaya nombre!- alberga casi la mitad de agua del
planeta.
¡Pero qué exageración! ¡Pero qué barbaridad! Para cuatro
peces que hay, ¿¡tanta agua!?
Sí. Añadan una nueva cualidad a lo Divino: estrambótico. Como si estuvieran en un
circo y, de repente:
”¡¡Damas y caballeros, ladies and gentleman, ‘El
estrambótico Creador’!!”. ¡Pam,
parám, papám, parám pampám…!
¿Y ahora qué va a hacer? ¿Y ahora qué se le va a ocurrir?
¡Ah! Por ejemplo, la selva Amazónica ¡PAM!
“¡Y
hágase la selva amazónica!”.
¡Ay, aquellos que pensaron que el séptimo día descansó!… ¡Jamás
descansó! ¡Fue una estrategia!:
“¡Y
hagamos las orquídeas!”…
Y digamos: “Pero, y
esta belleza, ¿por qué? ¿Por qué… por qué, por qué hace cosas más bellas que
yo?” –dice la bruja de Blanca Nieves-. “¿Por
qué, por qué es más bella que… la Bella Durmiente? ¿Por qué es más bella que
Pinocho?”.
¡Ahhhh!... Pero eso no es nada, comparado con, por
ejemplo, la vida del arrecife: el organismo más grande, vivo, que conocemos en
el planeta. El arrecife de coral. ¿A quién se le ha ocurrido semejante
barbaridad? ¡Es bárbaro!, ¡es bárbaro! ¡Es alucinante, es espectacular, es…! Da
envidia.
¡Ay, si yo fuera un poco de coral!
¡Ay, si yo pudiera respirar bajo las aguas!
¡Ay, si yo pudiera volar… como el cóndor, como el águila,
como el jilguero, como el gorrión!… ¡Ayyy!
El estrambótico Misterio Creador nos muestra así, de
sopetón, ¡pá!, cuando amanece… ¡y nos llama!:
¡¡DESPIERTA!!...
Y despertamos como si tal cosa, porque es mi vida. Y despertamos y:
“¡Ah!,
no sé qué voy a hacer hoy. Pues ¡vaya! ¡Pues hoy… no sé, tendré que… tendré que
limpiar!”. “¡Pues vaya! ¡Pues hoy... pues no me apetece nada viajar!”… “¡Pues
vaya!, ¡pues hoy...!”.
¡¡PUES VÁYASE, VÁYASE!!... ¡Haga algo útil! ¡Conviértase
en una nube de agua, y llueva!
¡Esa indolencia ante la vida, que genera el humano por
poseerla!, es… “deleznable”. Deleznable. “Deleznable” es algo despreciable.
Así que, cuando alguna vez sientan la indolencia de: “¡Ay!, ahora… ¡ay!, ahora… ¡ay!, ahora…”,
golpéense con la cabeza en la pared. ¡Fuerte! ¡Que suene!
Quizás así, por un instante –por el golpe y el dolor-
descubran que no se pertenecen, que no son una propiedad privada, que se deben
al disfrute, contemplación y complacencia de… ¡la increíble experiencia de la
vida!
Porque si nos llaman a orar, es para contarnos cómo
podemos… ¡vivir!, ¡sobrevivir!, ¡convivir!, ¡supervivir!
Y en ese sentido, ciertamente no podemos usurpar,
secuestrar… todos esos sentires, ¡y convertirlos en.. rutina!, en... –¡puah!- ¡en
gasto!
Y ¡claro!, como es “tu vida”, la gastas como una pila. Se
va gastando, se va haciendo dura, se va haciendo… ¡vieja! Ya, ¡tiene arrugas! Se
va haciendo decrépita. ¡Se va haciendo… –¡aj!- incapaz! ¡Incapaz de hacer un
nido!
¡Claro! Como es “tu vida”… construirás un rascacielos o
harás un avión o fabricarás pistolas. Pero siempre pendiente del lugar más
idóneo para el cementerio. Porque es TU vida.
Y entre unos y otros se convencerán de que eso es la vida:
“Así es la vida”.
Y el papá le dirá al hijo y a la hija, y la mamá le dirá
al hijo y a la hija, y en el colegio les dirán… a tus hijos o a tus hijas, ¡y
en la universidad les dirán a los hombres y a las mujeres!, y en los trabajos
les dirán a los hombres y a las mujeres: “¡Así
es la vida! ¡Hay que trabajar duro para alcanzar, para lograr! ¡No importa si
hay que pisar a alguien, si hay que acabar con alguien! La vida es así”.
Y aquel y el otro y el otro seguirán, seguirán como
buenos bueyes, pero no por la bondad del buey sino por la irresistible
incapacidad o impotencia de la vida –¡por ser propia!-, y navegarán por el
fango, ¡por el barro!, y se caerán un día y serán incapaces de levantarse.
Y todo, ¡todo!, por haber usurpado, en consciencia, la
vida. ¡Y haberla hecho propia!
“Tienes
tu propiedad. ¡Te perteneces! Tienes tu carnet de identidad, tienes tu tarjeta
de identidad, tienes tu pasaporte… ¡Ese eres tú!”.
¡Ah!, pero… detente en una pequeña nota: si lees con
cuidado el pasaporte, verás que pone que ese documento no te pertenece. Pertenece
al Estado; al país desde donde vienes.
No es TU pasaporte. Es el pasaporte del que te domina,
del que te controla, del que te maneja. No te perteneces.
No dejes que otros te pertenezcan, se apoderen de ti… y
gesten en ti la idea de que es TU VIDA.
¡Ah! Y todos te aconsejarán y te dirán lo que tienes que
hacer, cómo tienes que hacerlo, de qué forma tienes que hacerlo. ¡Todos sabrán
mucho más de ti, que tú de ti mismo!...
Serás un trapo de la limpieza. Con suerte, te impregnarán
de algún spray de súper limpieza, y probablemente sufras un tumor o una
cardiopatía o un trastorno inmunitario o… –hay tanto donde elegir, ¿verdad?-.
Eso sin contar las ‘vericuetas’ circunvoluciones mentales
personales y espirales de las experiencias que te llevan al análisis mental
antropológico y –¡bahhh!- aburrido, que justifican lo que eres:
“Porque
tú eres así, porque de pequeño te pasó no sé cuál... Babbbrbbaa...”.
¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya! Las constelaciones familiares, el sicoanálisis, el análisis
existencial, la sicoterapia de grupo –brbrbbrbrbbrbr-… han organizado el puzle de
tu vida. Ya sabes cuál es tu vida. Ya conoces tu vida: ¡es TU vida! Y por lo
tanto, al pertenecer al conglomerado de esclavos de vidas propias, te pasará
esto, esto, esto y aquello.
Efectivamente, hay pocas probabilidades de que te pase
alguna otra cosa. Pero es porque… “te has apropiado de la vida”.
No has escuchado las campanas…
No has escuchado la bruma del mar…
No, no has escuchado el lenguaje de las tormentas…
Realmente no has escuchado tus sueños.
No has escuchado tus criterios.
No has dado valor a tus puntos de vista.
Realmente no has amado… ni de lejos… a la cantidad de
amor que sobre ti se derrocha para que puedas decir que estás vivo.
Sí. Aún… ¡milagrosamente! –“milagrosamente”- aún hay
vida. Aún hay vida. Y si aún hay vida, es que aún es posible… dejar de poseerla.
“¡No
quiero poseerme! Soy producto de una Creación enamorada de sí misma o… ¡No lo
sé!
¿Cuándo…
para cuándo dejaré la nueva decisión de descubrir cuál es mi sentido, cuál es
mi posición? ¡¡Sin que sea mía!!”.
¡Oh! ¡Qué difícil resulta eso! Parece que es imposible…
Parece casi que nuestro destino ha sido grabado por Nelson Rockefeller o Donald
Trump o cualquier otro millonario que diseña “nuestra” economía. Y como dice el
dicho: “Tanto tienes, tanto vales”. Y
no puedes pensar nada más.
No. No se puede seguir abusando de la vida, por favor.
¡No se puede seguir!… robando la vida.
No se puede seguir… ¡secuestrando
la vida!...
***