ESTAMOS, VENIMOS Y DEPENDEMOS DE UN MISTERIO CREADOR
24 de septiembre de
2018
Y bajo el lema… más
simple, sin pretender recoger todo:
¿Cuándo empezó
Dios? ¿Cuándo empezó su ejercicio?
¿Qué fueron primero,
los que aplauden sus obras o los que reclaman una atención ‘desadecuada’, por
su rango?
Luego vino una
línea… –como los productos de belleza- una línea de creencias estables,
reservadas para ceremonias, bodas, banquetes, bautizos… Y a ésta siguió una
corriente más intelectual, los “neuroasépticos” que podríamos llamar, que… puede
ser que sí, puede ser que no; con lo cual, depende de la coyuntura, siempre
salían bien parados. Y ya, de manera culminante, los sapiens-sapiens
científicos, incrédulos e increyentes, que sólo se fijan en sus vanidades.
Sí, conscientes de
que faltan multitud de detalles, pero… esto nos hace una idea.
Nuestra dimensión
orante gravita sobre la consciencia de que estamos, venimos y dependemos de un
Misterio Creador.
“Estamos, venimos y dependemos de un Misterio Creador”.
No se busca una
originalidad o una especial teología, no. Se indaga en la naturaleza humana
para que tome consciencia de su presencia de Universo, en Universo, siendo ella
Universo.
Una especie de
aceptación complaciente, de asumir… situaciones imprevistas, sin quitar
alegrías ni tristezas, ¡pero sabiendo ver qué hay detrás… de detrás de detrás.
Porque si alguien
grita “¡fuego!”, probablemente cerca de él haya llamas. Aunque no las veamos.
Si alguien pide auxilio, probablemente no solamente sea escuchar “auxilio”,
sino que algo está atentando contra su integridad. ¡No es seguro!, claro,
porque puede ser una trampa para que alguien acuda y… y allí te atraquen a ti.
Pero, asumiendo las excepcionales variables, “detrás de”…
Y no es que se
oculte, no, lo que ocurre es que –para nuestra consciencia cognitiva- es
demasiado… grande.
El Sol no se
oculta, ni se mueve, ni sale, pero como es tan grande, y estamos con un tamaño
nuestro tan pequeño, en un planeta proporcionalmente tan grande, nos hace ver…
falsas percepciones.
Por ello, el Sentido
Orante nos ilustra a propósito de lo que vivimos, percibimos, sentimos,
observamos, para que le demos una significancia y trascendencia más allá de lo empíricamente comprobable; sin que ese
acontecer comprobable, visible, audible, etc., carezca de valor. ¡No, no!...
Pero, probablemente,
la probabilidad, la posibilidad de que te toque tres días seguidos la lotería –¡tres
días seguidos!-… o bien está ligeramente apañado o bien hay que empezar a
pensar… raro. Sí, que hay una extraña suerte ‘coincidencial’.
Obviamente, resulta
evidente que nos trajeron o nos encargaron… –bueno, depende de si se considera
que existe París o no- y, aparte de algunas explicaciones que podemos entender
sobre lo que nos acontece, la mayoría de las veces no… no sabemos cuál es la causa,
por qué ese efecto…
Es ahí cuando la
trascendencia adquiere una perspectiva de… significativa necesidad. Pero ocurre… –sí, es cierto- ocurre que se suele
utilizar “a veces”, “de vez en cuando”… Pareciera como si el Misterio Creador
decidiera, los martes o los jueves, entrar en acción, pero los demás días deja para
ver qué se le ocurre a la marea o al viento.
Nuestra permanencia es inmanente a la existencia.
Es perpetua.
No es a trozos.
Si asumimos
diariamente que, gracias a una asistencia, nuestro latido respiratorio está y
el transcurrir se sucede, no nos debería suponer un esfuerzo el trascender, el
ver qué quiere decirnos la vida con este hecho, con este saber, con esta
casualidad, con este imprevisto, con este inesperado…
En la medida en que
prestamos atención a ese detalle, pequeños detalles de ese detalle serán
revelados. Es decir –y esto es importante- que no… que no lo hemos descubierto,
que no ha sido un esfuerzo intelectual armado, ¡no, no! Nos han dejado ver, por nuestra actitud de querer, de sentir, de
aspirar a ver.
Cualquier intento razonable…
de inteligencia humana, sólo llegará a explicar reacciones humanas y
casualidades ‘coincidenciales’, pero no alcanzará a percibir el perfume, la
huella de lo intangible, de lo ¡Innombrable!
Muchas veces, en la
teología más inmediata se suele decir: “¡Que
sea lo que Dios quiera!”… Pero es por un decir, ¿eh? Luego, cuando se supone
que lo que Dios ha querido no es lo apetecido, se pueden decir otras cosas…
indecibles.
Realmente, la
actitud humana ante el Misterio Creador es una actitud solemnemente enclenque,
débil y distorsionada. Hay excepciones, sí. Sí.
Partiendo de estas…
–sí- lamentables condiciones, nuestras posiciones pueden mejorar. ¡Aunque
siempre se puede empeorar un poco! Estamos ya en terrenos… de desaparición, así
que es posible mejorar.
Cada vez que, en
consciencia, vivamos sentires, emociones, evidencias, y establezcamos
parámetros de relación… con la convivencia, la comunicación, las causas y el
efecto, todo eso viene muy dado rápidamente. Pero, antes de dar una respuesta,
antes de continuar encadenando cadenas, démosle una pausa a nuestra desdicha o
a nuestra gloria.
La mayoría de las
veces será desdicha, porque cada cual exige cada vez más en todos los sentidos.
Darse esa pausa…
para intuir y presentarnos ante el Misterio Creador como balbuceos de
curiosidad, tratando de encontrar un sentido que vaya más allá de nuestras
capacidades.
Muy probablemente
vayamos a intuir… y vayamos a incluir, en nuestros módulos de respuesta,
reacciones diferentes, actitudes distintas.
Hace poco, un ser
se quejaba de sus dolencias, reclamando a la Creación:
.- ¿Cómo es posible que yo… ¡a mí!, me duela? Yo, que
cumplo con todo; yo, que soy saludable; yo, que soy… ¡quien soy! ¿Cómo me puede
pasar a mí esto? ¡Vamos!, que venga toda la ciencia y toda la cultura para
resolver inmediatamente esto. ¡¡Doctor, explíqueme!!”.
.- ¿Que le explique…? Es probable que… mientras usted
esté poseída por la vanidad soberbia de su perfección y el convencimiento de
culpa de los demás, y exija a todo el medio que esté absolutamente pendiente de
usted, es probable que todo siga… peor.
.- ¡Oh!
Hace poco
escuchábamos una noticia, desde Lituania, según la cual una mujer embarazada,
ya en trabajo de parto, se descentró de su labor, y todo un equipo médico
quirúrgico, que la rodeaba –obstetras, ginecólogos, enfermeras-… no eran
capaces de establecer algún tipo de diálogo o alguna relación de respuesta que
permitiera una colaboración para que se diera el parto. La mujer se tiraba al
suelo, se revolcaba… No daban con ello. ¿Y qué hicieron los ilustres colegas?
Llamaron a la policía. Se imaginan, ¿no? Bueno, aquí seguramente hubiéramos
llamado a los bomberos, que impresionan más. Y llegaron dos policías al
paritorio, y entre los dos sujetaron a la mujer, la subieron al potro de
torturas del paritorio… y, allí, en un pim-pam-fuego –no sabemos si finalmente
dispararon en forma de alegría-, la mujer dio a luz. Tan mala suerte tuvieron
los policías que, dada la modalidad actual, se hicieron un selfie con la parturienta. Y aunque ella no salía en la foto, el
escándalo nacional en Vilnius –capital de Lituania- ha sido monumental. El
alcalde, el presidente, todo el mundo: “¡No
hay derecho!, ¡no es justo! ¿Qué hacía allí la policía?” –y tal-.
Sí, ya, pero… si
médicos, enfermeras, ayudantes, no son capaces de…
¡Qué bárbaro!, ¿no?
En cambio, es
curioso, la policía funcionó. Así que ya saben: cuando tengan un parto difícil,
mándenlo a la comisaría.
Pero ¿en qué
condiciones estaría la mujer…? A todo esto, también estaba el marido, sí, sí.
¿En qué condiciones estaba esa mujer? Y ¡qué incapacidad de toda una serie de
profesionales!...
Sí, es cierto. No
es una excepción que… mujeres, en el momento del parto, por su incomodidad,
dolor o lo que sea, pierdan los estribos. Bueno, los estribos, el caballo, las
riendas… todo. Sí, sí. Ocurre. Pero, evidentemente, los que no lo han perdido –y
no lo pueden perder-, que están alrededor, buscan los medios, las formas…
Y sí, ocurre que...
–sin llegar a estos extremos- ocurre que es frecuente el mal-estar del vivir de
cada uno, cuando las cosas no se dan al gusto personal.
Y ahí es donde
empiezan las demandas… –incluso, por
supuesto, en los que tratan de trascender- las demandas de quejas, las
protestas, las rabias…
Seguramente, muchas
veces, con un poco de silencio… se daría la ocasión de otra respuesta y de
otros aconteceres.
Tenemos que saber escuchar… el lenguaje Creador.
Es precisamente a
través de la oración, de la meditación, de la contemplación… como vamos incorporando
actitudes, percepciones y disposiciones… que nos abran nuestra consciencia a
otras realidades, además de en las que estamos; además de las que tenemos.
Y puede ocurrir y
ocurre que, en ese “dispuesto a
trascender”, descubramos otros niveles de ¡bondad!... que parecen incluso, a veces, injustos o
desproporcionados.
El Misterio Creador
es exageradamente… ¡desbordante! Y para que esto o aquello ocurra, es capaz de
realizar doscientas carambolas antes.
Como decía Lao Tsé:
“El Cielo trata a los hombres como perros de paja”; seguramente, haciendo una
clara alusión a que nuestras… –y esto es importante- nuestras conductas,
proyectos, ideas, etc., no influyen para
nada en las acciones Creadoras de Misterio.
Ha habido un afán
histórico de compartir con Dios el trono –¿verdad?-, compartir con ÉL lo que se
va a hacer: “Voy a ayudar a Dios a su
labor, a su guerra contra el demonio. Voy a…”. Siempre ha habido una
estrategia para ayudar al inválido Divino.
Resulta…
descorazonador, ¿no?
Sí. Puede ser que
lo resulte ahora, pero… ¡pero lo hay, aún! Y la tendencia y la creencia, en los
más creyentes, es que se puede variar la tendencia –sirva la redundancia-… la
tendencia Divina, por nuestras acciones humanas.
Primero, no se
pueden separar. Pero, segundo, no tenemos ni protagonismos suficientes, ni
capacidades, ni de película de extras, ni… ¡nada!, no para cambiar, sino para
influir “un ápice” en los transcurrires.
¡Si eso se tiene
claro!… sobrarán esfuerzos y dedicaciones y acciones, etc., esperando ser
reconocidos. Y entraremos más en reconocer la Bondad Superior. Entraremos más
en vivir la humildad practicante. Estaremos más en… sobresalir en el servicio
comprometido.
Todo ello nos va a
dar pie para ver… y no quedarnos
solamente en lo que nos afecta y no nos afecta, en lo que nos gusta y lo que no
nos gusta.
La universalidad
del ser no tiene querencias. Tiene Amores. Tiene… tendencias de fusiones.
Aprendamos de nuevo
a vivir.
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