RESCATAR NUESTRAS ESENCIAS
17 de diciembre de
2018
Nuevos amaneceres. Nuevos comienzos o manifestaciones, en
nuevas posiciones.
Así se está permanentemente.
Mas no se aprecia.
No estamos en el mismo lugar del Universo, que ayer, que
hace un instante. No es el mismo amanecer de otra jornada. No somos los mismos
organismos que ayer o antes de ayer… Somos “nuevos”.
Y como “nuevos”, se deben gestar ¡nuevas! actitudes,
disposiciones, propuestas, colaboraciones, solidaridades, afectos, obediencias…
Todas esas palabras que se han ido quedando vacías… y que son las que realmente
representan “lo nuevo”.
Parece existir un hincapié, una ¡insistencia!, una…
¿provocación?, de demostrarse, de realizarse, de ejercitarse… de igual manera,
con iguales modos de ¡competencia!
Pero parece que la insistencia es el leitmotiv que enseña, que aprende…; pero, a la vez, que retrasa,
que ahoga, somete, atenaza, impone…
Pareciera… –nos [1]‘llama’ el Sentido Orante-
que aún nuestra especie humanidad va dando –como se suele decir- “bandazos”:
que va a un bando, va a otro… sin saber por qué, para qué…
En estos días se reunían los veinte mandatarios más
influyentes… –“determinantes”- de la especie, en cuanto a las posibilidades, recursos,
manejos, etc.
Lo único que ha trascendido es un pequeño manifiesto sin
ningún compromiso.
Parece –o pareciera- que eso no fuera con nosotros, con
aquéllos, con los otros, sino que fueran cosas entre ellos –los mandatarios-.
Pero no. Es un reflejo de los que ejercitan el poder; que ni siquiera saben
cómo expresarlo, manejarlo, ocultarlo o… mostrar una insulsez de despropósitos,
sin un claro abordaje a… a las crueldades y dramas que asolan nuestra
existencia.
Y cabe decir: “¡Claro!
Si… si ellos están así… ¿por dónde vamos nosotros?”.
Muestras y más muestras: desde los más poderosos hasta
los más menesterosos parecen resistirse a aceptarse como permanentemente
“nuevos”. Y se aferran a lo de ayer –por poner una referencia-… o se aferran a
lo que quieren que sea, y no lo es.
Parece como si un miedo ancestral –por situarlo en algún
tiempo, espacio y característica- se ciñera sobre “lo nuevo” y… se diera por
bueno eso de que “más vale lo malo
conocido que lo bueno por conocer”.
¡Terrible error! que –a través de civilizaciones, de filosofías,
de religiones-… tiende como inexorablemente a repetir y quedarse anclado en el “ojo por ojo, diente por diente”, en mi, mi, mi fiesta, mi, mi, mi tierra, mi, mi, mi idioma, mi, mi, mi punto de vista.
Pero… ¡la vista es muy amplia! ¡Por favor! ¡No se queda
siempre mirando a un punto!
El oído escucha muchas cosas. El olfato es capaz de
distinguir infinitos matices. El sabor es espectacular. Y la textura que somos
capaces de sentir e imaginar es… ilimitada. Entonces, ¿qué hacemos con los
sensores que nos trasmiten novedades permanentes? ¿Por qué usarlos tan mal?
¿Por qué ver el día como un día más? ¡Parece una tortura!,
¿no?
.-
Un día más. Un lunes más.
.-
¡Oh, eso es peor!
Parece que el ser no
quiere –a pesar de tantos quereres y querencias-, que no se atreve a… a realmente ser lo que es: “nuevo”. ¡Con todas las
garantías que implica la novedad! Como es la Creación. Como es el Misterio
Creador.
Su garantía es que aquí está de nuevo el amanecer.
¡Nuevo! ¡De nuevo! “De nuevo”. No como repetición, sino como novedad. Aquí está
de nuevo la oportunidad. Aquí está de nuevo la asistencia. Aquí está de nuevo
la inspiración. Aquí está de nueva, la fantasía. Aquí está de nueva, la
propuesta. Aquí está de nueva, ¡la revisión! Aquí está de nuevo ¡la
rectificación! Aquí está de nueva, la… fantasía.
Todo con la garantía –no del Estado, precisamente-… con
la garantía Creadora. Con la garantía de… el Amor que hace posible la vida,
como una excepción… ¡insólita!
La vida: una organización ¡increíble! ¡Insondable!
Y en el caso de nuestra especie, inmedible, inconmensurable.
Y a pesar de todas esas ilimitadas garantías, el ser se
secuestra en sus condicionantes, en sus prejuicios, en sus costumbres, en sus
radicalismos… éticos, morales, religiosos, costumbristas, ambientalistas,
alimentarios…
No es… ¡justo!, ¿verdad? No es justo que, sin tener “cárceles
creadoras”, el ser se encarcele y construya ¡sus rejas!, sus verjas, sus
guardias; renuncie a la fuga; ¡acepte las cadenas!… y no se incomode ante la
perpetua; esté siempre con la condicional.
¿Qué clase de especie es ésta?
Nos gestaron en el Misterio y, como tal, en el Amar. Nos mostraron
lo increíble.
Nos ligaron al más
allá.
Y pareciera que, por un momento –pareciera que por un
momento-, nos abandonan.
Sí. Pareciera como si el Misterio, con su infinita
Creación, se avergonzara de su propia “obra”.
¡Por momentos! –por momentos-, el abandono llama y
pregunta…
Y pregunta e indaga ante… el desvarío, la obsesión, la
indigencia, cuando los recursos abundan; cuando las posibilidades se
acrecientan; cuando ¡más signos creadores nos adornan!, como si hubiéramos
pedido auxilio.
A lo mejor sin saberlo… estamos reclamando ¡socorro! Como
esa parte oculta de nuestro ser; como “esa esquina del alma” que… ¡no se siente!
“Esa esquina del alma, que no se siente”. ¡Recreativa! Que,
ahogada por la vulgaridad, saca su SOS. Que, por vergüenza, no se atreve a
decirlo fuerte, no vaya a ser que se piense que se es débil o incapaz de seguir
cumpliendo lo mismo.
Sí.
¡Sí! En un rincón de la esquina este, se capta una señal de auxilio.
En un rincón de la esquina este de nuestra alma, se
encuentra como un ovillo el germen que nos mantiene y que no ve… en nuestro ser,
en nuestros seres, la novedad permanente; la novedad constante como… “el
verdadero estilo de vivir”.
A veces, en momentos de euforia, se suele decir: “¡Estoy como nuevo!”... –¿verdad?-. “Estoy como nuevo. Me han dejado nuevo. Me he quedado nuevo”.
Inconscientes palabras, pero verdadera necesidad.
No es “como nuevo”…; “es usted nuevo”, hoy.
Y durante todo el transcurrir va seguir siendo “nuevo”.
Haga consciente esa evidencia, que está sumergida y
ahogada ¡en ese rincón de la “esquina este” de su alma!
¡Deje expresar sus sentires, emociones, intenciones,
fantasías, propuestas, sugerencias, arreglos, conversiones, regeneraciones!…
¡Un largo etcétera!
¡Déjese ser lo que es! ¡No se aferre al papel que le han
impuesto! No añada un eslabón nuevo a su cadena; ya está bastante corto, atado.
¡Enarbole su bandera!: ¡la de ser único! ¡Único!
¡Irrepetible! ¡Insólito!
¿¡Se ha dado usted cuenta de eso!? ¿¡Se ha dado usted
cuenta de que ha sido creado en exclusiva, con unos dones, unos talentos y unas
capacidades, en base a unas necesidades!? ¡Y usted se empeña es ser masa!, ¡vulgaridad!...,
¡igual que todos!, “¡todos somos iguales!”…
y otras frases costumbristas de raigambre histórica, como anclada en un señor
feudal que se carcome.
¡Es usted único! Ejerza su unicidad. ¡Ejerza en su
singularidad!...
Lo necesitamos. Nos necesitamos. ¡Pero no para imponernos
los unos sobre los otros! No para mandarnos, envidiarnos o… temernos. ¡No!
Para vernos como “nuevos” –porque nuevos somos-.
Para vernos en nuestra singularidad, excepcionalidad…;
¡únicos!
¿Se puede ser más?
Admirarnos, embriagados por nuestra presencia; sorprendidos
por contemplar a otros en nuestras frecuencias; atraídos por el resplandor de
otros… Y otros, de otros y de otros. Todos insólitos.
Y no por ellos –ni por ello- solos, sino con esa vibración
de Amor continuado que nos muestra, en cada encuentro orante, ¡el detalle!...
¡El detalle que hacía falta!… Que es ¡enorme! ¡Que con
uno solo de ellos sería suficiente!
Pero que con esa pérdida de identidad y esa “humanidad
amalgamada” se precisa que nos llamen una y otra vez a rescatar y a recuperar nuestras esencias.
Nuevos horizontes… permanentemente amanecen. Nuevas
versiones de uno mismo, constantemente se muestran. Nuevos rostros que parecen
los mismos, permanentemente se enseñan.
Tomar consciencia de ello es verdaderamente “seguir
naciendo”. Y con ello seguir haciendo… desde esa Infinitud que nos inspira,
amantemente, hacia el descubrir nuestras
esencias. Y que éstas ¡despierten a contemplar!... y transformar, el vivir,
en un vivir complaciente, ‘contemplante’, ¡convertidor!, ¡consensuado!, ¡con
amado proceder!…
En nuevos aires despertamos. En nuevas sensaciones nos
mostramos. En nuevas posibilidades… ¡despertamos! En nuevas, en únicas, en
insólitas, en imprescindibles y en necesarias acciones… nos debemos sentir
representados.
Y es así como lo “nuevo” se hace… ¡excepcionalmente
cotidiano!
Y el parpadeo de vivir se hace liberado…, visionario…,
¡insondable!
***