POSIBILIDADES, PROBABILIDADES Y PLANES
26 de noviembre de
2018
Y en cada jornada nos preparan un menú; un menú de
posibilidades, de probabilidades que se disponen para nuestros proyectos. Y
puesto que las manifestaciones se hacen a ritmo de tiempo, a ritmo de… de un
vector que no conocemos, como es ese tiempo, pero que lo hemos contado, lo
hemos calculado, lo hemos tenido que inventar para podernos… orientar… en
cuanto a funciones, a actividades, pues bien, hoy comienza, se manifiesta otro
ritmo que podría decirse que es una semana más… pero en realidad no lo es.
Porque estamos en espacios distintos. No se pueden sumar peras y vehículos. Son
estructuras diferentes.
Pues bien, el Sentido Orante nos recuerda que nos
pongamos al día cada día, porque estamos en diferente lugar, en distinto
espacio y… aunque la memoria y los proyectos tengan un ritmo, debemos descubrir
la particularidad de ese ritmo, cada día, puesto que estamos situados en
diferentes espacios.
Eso es como si cada día amaneciéramos en un país
diferente: nuestras actividades, nuestro lenguaje, nuestras acciones, serían
diferentes.
Como habitantes del Universo sabemos que vamos
situándonos en nuevos espacios, creados para ‘creativizar’, en nuestro caso, la
vida. Y esto debe –es la sugerencia orante- puntualizar cada jornada, día…
–dividámoslo como queramos-, entre sueño y sueño… Se debe descubrir y aplicar
cuál es la particularidad de cada jornada.
De ahí el hecho de que, en nuestro almajake, cada día
tenga una sugerencia, una orientación, una particularidad que cada uno pueda
aplicar para seguir a la Creación; para seguir el ritmo del Misterio Creador;
para estar en sintonía con lo que nos inspira y lo que nos sugiere el lenguaje
de la vida.
El peor error es ser el mismo o pretender ser el mismo
que ¡ayer!
Aunque tengamos funciones costumbristas o aparentemente
repetitivas, el matiz creativo, creador, de cada día, en base a las
posibilidades, a las probabilidades y a los planes de cada ser, nos da otra
dimensión del estar, del ser, ¡del vivir!
Es como el que elige cada día su ropa o busca un adorno
distinto o planea una función diferente… y no se aferra a circunstancias,
hechos o situaciones, por obligación, por imposición, por manías…
Esto no nos quita ni un ápice del compromiso que cada ser
asume libremente o debe asumir libremente. Al revés: ejemplariza el compromiso,
porque le da novedad, porque le aporta distinción, porque lo amplifica y lo
sitúa en la dimensión que es precisa; o al menos hay esa intención de
posicionarse.
Con-sensuarse con los movimientos de la Creación es
establecer una sintonía… una sintonía a través de la oración, de la
contemplación, de la meditación, como una unidad que nos permite escuchar, ver,
oír, oler, saborear, tactar… el ritmo de la vida.
Amén de esa astronomía, de esa astrofísica que nos muestra
los grandes movimientos en los que estamos implícitos, están las grandes
actividades de nuestro comprimido cuerpo, de nuestro constricto almacenamiento…
que alberga cada una de nuestras células, apiñadas y juntas, con un ritmo, con
unas variables, con unas perspectivas que conscientemente desconocemos; con
unos automatismos… algunos conocidos y otros totalmente desconocidos.
Cierto es que cuando la Tradición establece que somos
microcosmos, no se equivoca mucho.
Con esto queremos “repetir” –aunque debe sonar diferente-
que cada ser es una réplica del Universo; que es como decir “una réplica del Misterio
Creador”. Cada ser, en planos diferentes. Pero, al ser universos, las garantías
de posibilidades, probabilidades y planificación están aseguradas.
¡No solamente he de escuchar el lenguaje de mi entorno!...
sino que debo escuchar el lenguaje de mi interior… y cotejarlo para buscar una
sintonía con ese exterior; un consenso de intenciones.
Si el Universo se nos presenta como Eterno, como
Infinito, no puede haber otra cosa, en su constitución, que no tenga esas
características. En consecuencia, he de pensar en eternidad e infinitud; no, en
limitación, en bloqueo, en estancamiento o en quietud.
No es difícil imaginarse las combinaciones que se pueden
establecer entre esos microcosmos de cada ser, con otros seres, dentro de un Universo
permanentemente Mutable, Infinito y Eterno. Es incalculable. Pero… esa
dimensión que nos puede dar el número nos debe advertir de nuestra
participación en ello. Saber que soy parte de ese número, plasmado en
probabilidades, posibilidades, planes….
Y lo que es más significativo –¡muy significativo!- y que
habitualmente no se tiene en cuenta es que nuestra composición de Universo…
está en ese cambio, en esa renovación, en esa novedad permanente.
¡Y no es cuestión de querer o no querer eso! Ocurre. Igual
que amanece…
Puede no agradarme, puedo sentirme más nocturno o más
tardío o más novedoso, pero ocurre.
¡Ocurre que nuestras texturas no son las mismas!...
¡Ocurre que hay un lenguaje interior!... que ‘probabiliza’,
que posibilita el que nuestra consciencia tenga una actitud, intención,
posición y realización de esa novedad, de esa diaria sorpresa.
Porque ocurre. Pero se ha castigado ¡tanto, tanto!... lo
variable, lo novedoso, lo imprevisto, lo creativo; se ha buscado tanto lo seguro,
lo estable, lo controlado, que, curiosamente, aunque cambie –porque sí, porque
es dinámica de Creación y de Universo-, la consciencia se resiste… ¡y trata de
aquietar el lenguaje interior!
Una consciencia que ha alcanzado esa posición en base a
millones de años de ejercicio, de ensayo, de precisamente –“precisamente”-,
moverse en la posibilidad, probabilidad y planificación.
¡Pero no lo ha hecho para quedarse estancada!, sino que
lo ha hecho para continuar en ese infinito.
¡No somos un proyecto finito!… Somos un proyecto de Infinitud
de Universo. Y en la medida en que escuchamos los lenguajes del entorno y los
propios, nos ajustamos solidariamente a la Creación… y sentimos el Misterio Amoroso
de… lo Innombrable.
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