ANALGESIA, ANESTESIA, SEDACIÓN
5 de noviembre de 2018
Es posible que lo que
se promocione, lo que se anuncie subrepticiamente, lo que se insinúe de una
manera o de otra… sea un estado de analgesia
emocional; en otros momentos, un estado de anestesia
espiritual; una sedación de
reacciones.
A las
modificaciones al vivir sensitivo, al vivir emocional, al vivir ¡entusiasmado…
o conscientemente dolorido!, ¿se le ha declarado la “cuarentena”… pero repetitivamente?
Esa analgesia, anestesia, sedación… se
va infiltrando en los quehaceres más simples, en las costumbres más
inofensivas, en las fiestas o costumbres. Lo cierto es que… podríamos decir que
el panorama –como si tuviéramos una panorámica visión de la especie- está
velado, trucado, alterado… y en ese estado de analgesia de una parte de nuestro
ser, o anestesia en toda la parte, o sedado: “sin respuesta, pase lo que pase”.
Si miramos la
capacidad de respuesta social, vemos que ésta se dirige sistemáticamente… Como
ahora mismo con el festivo día de los muertos y de los santos… y ningún
resucitado: una visita al cementerio –si acaso, ¿eh?- y a consumir; a hacer del
estar una vorágine.
Lo que podía
ocurrir antes –no hace mucho- que irritaba la sensibilidad social –había
una respuesta de la espontánea opinión- ¡no está! Claro, se ha ido
desapareciendo… poco a poco pero vertiginosamente.
El Sentido Orante
nos advierte de la insensibilidad que se promociona desde las instancias… de
poder –por supuesto-, de filosofar, de gobernar, de mandar… Y cualquier escándalo
puede ser notica de hoy, de una puntualidad, pero ¡ya! Ya. No se asume que lo
ocurrido puede tener una significada trascendencia. No. Parece que… pareciera
que, ante cualquier dificultad o expresión manifiesta de opinión, se tenga que
huir: “¡Huye, huye, huye a la comodidad! Huye
al no conflicto. Escápate de cualquier confrontación; de algo que pueda…”.
La opinión se hace
tan tenue, tan poco… íbamos a decir “convincente”, pero es que no alcanza esa
opción.
Se compran y se
venden opiniones, gustos, tradiciones…
Y ya no es solamente
que “Donde dijo ‘Digo’, dijo ‘Diego’,
digo ‘Diego’, digo ¡Dijo’…”: un trastoque de palabras. No. No es sólo eso. Es
la expresión de sentencias que hoy condenan, y pasado un tiempo exoneran de
cualquier posibilidad.
La sensación al
despertar de esa analgesia, anestesia, sedación, es como estar en otro perfil
de actividades… ¡que hiere!, ¡que corta!
Y no es fácil verse
libre de ese impulso constante.
De ahí que la oración
nos recalque la necesaria ¡preocupación!...
por estar despiertos.
No queremos
anestesia. No queremos analgesia. No queremos sedación.
Queremos vibración…
¡de pasión ardiente!, de convicción y de expresión sincera.
Y es curioso: en
esa amorfa reacción social y cultural, se instauran además radicalismos… con
una facilidad que llama la atención. Y llama la atención aún más, porque en
otros momentos eso hubiera sido rechazado y replicado de alguna manera. Y no.
Todo, no solamente “parece” controlado, sino que “está” controlado.
Y cuando una
variable no radical –y en esto hay que fijarse- aparece, se muestra, se insinúa…,
se fagocita, se oculta, se amortigua.
En cambio, si es
algo impetuosamente conocido –¿verdad?-, se escucha por un momento, sin ningún
raciocinio, y luego se deja estar…
para que forme parte de la sedación general.
Así que los orantes
se hacen “nostálgicos hirientes” a los que les cuesta perseverar. Porque se
tiende a huir permanentemente de cualquier incómoda situación.
En vez de buscar el
auxilio meditativo, contemplativo, orante… se busca el recuelo de lo
inexpresivo, de lo inopinable.
La oración reclama
ser ¡vanguardia!... que guarda, que
ofrece, que alivia, ¡que auxilia! Y que nos ¡alerta y alarma!
Heridos de
gravedad, no conviene dormirse. Perderás las alertas, las alarmas y las
atenciones, y te perderás en el hilo ‘insinuoso’… del silencio.
Así que hay que ¡reanimar!
Hay que…:
“¡Eh! ¡No!, ¡no te duermas! Sujeta tus heridas, aprieta
tu dolor, pero no duermas… Aguarda con tus sudores y tus temblores. ¡Respira y
siéntete vivo! El auxilio está ¡presente!...”.
Suave… se presenta
el amanecer, como si fuera cualquier otro día…
¡Y no lo es!
“Normal” se
presenta… lo que en principio parece que va a suceder.
Es el ¡error! de
cada día.
Si sabes el
trascurrir… y careces del asombro por descubrir… ¿qué significado tiene vivir?
Tenues, habituales,
costumbristas, se muestran las tendencias de afectos correctos.
¡Ay!... Frías
pieles que no sienten calor… ¡ni el frío que busca el auxilio!
El día no se ofrece…
¡no se ofrece cansado!, pero el ser… se hace bruma, hoy en día, y se tiende a
vivir ya ¡agotado!, ¡cuando aún no se ha empezado!
¡Que se abran!...
que se abran los poros del sudor; que tiemblen las manecillas de… el vello,
para que ventile la piel y nos haga sentirnos receptores de todo lo que llega, ¡de
todo lo que está!...
Tocando los colores…
oliendo los sonidos… mirando los oscuros…
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