HOY ES ESCASO EL SENTIDO COMUNICANTE SOLIDARIO
26 de marzo de 2018
Las llamadas“falsas noticias” –ofakenews-son una antesala de una
escalada de miedos, advertencias, terrores…, como si se estuviera preparando, a
la población, arecluirse, a retraerse, a separarse, a mantener un nivel de
desconfianza cada vez mayor.Y de esta forma, junto con las malas noticias, con
las falsas noticias, se añadirán los falsos informes de dirigentes, gobernantes,
banqueros, etcétera;¡que no es nada nuevo!, pero que, añadidos, someterán a la
población a una situación, a unas circunstancias… desoladoras.
El Sentido Orante nos advierte de
esta situación que va in crescendo y
que va poniendo en duda las palabras de cada uno.
A todo esto, dada la situación, las
comunicaciones de unos a otros se hacen barrocas, complejas, difíciles… por el
miedo a la sinceridad. Lo sincero ocupa un papel destructor, en un entramado de
mentiras, ocultamientos, sectarismos, radicalismos…
La superficial información de
agencias de prensa, corresponsales, periódicos, revistas…está siendo cada vez
menor, y más y más superficial; de tal forma y manera que la información que
podríamos necesitar –fíjense bien- se expresa y se remonta a sitios, lugares,
etcétera, en los que no podemos comprobar. No podemos comprobar si eso está
ocurriendo o no. De ninguna manera.
Estas informaciones a distancia no
se quedan relegadas a esos espacios, sino que se transmiten –como decíamos al
principio- a cada uno y a cada cercanía.
Y así, no será de extrañar que las
informaciones más cercanas, los saberes más próximos… estén ocultos, estén
sesgados, estén más o menos claros; y den lugar, como es de suponer, a todo
tipo de especulaciones.
Ante tanta especulación, los bulos,
los comentarios mordaces, las hipótesis, las teorías… se hacen frecuentes,y
establecen todo un contenido de nuevas falsas noticias.
¿Qué versión será la que tenga cada
uno, de un mismo hecho? ¿O qué no-versión? Es decir, rechazar cualquier versión
de cualquier hecho; con lo cual, ninguna información interesa, tan sólo lo que
uno hace.
Todo esto da una consciencia de
desolación.
El Sentido Orante nos recuerda la necesidad de
la expresión sincera, de la intimidad necesaria, del cuidado con las palabras,
de ¡la silenciosa escucha!, de la disolución de prejuiciosy ¡la presunción de
inocencia!... antes de lanzarse a condenar, atacar, criticar, acidificar, crear
malestar…
Pronto, la Llamada Orante nos urge
a posicionarnos ante los silencios que deberían ser palabras, ante las palabras
que deberían ser silencios, ante nuestra propia comunicación… y la advertencia
de la comunicación de los demás, con nosotros.
Hoy es escaso el sentido
comunicante solidario, compartido, ¡consensuado!, consolidado. Y es fácil que
se introduzcan variables de distorsión, variables de equivocaciones que
conduzcan a la desidia o a los enfrentamientos.
Se reclama, desde el Sentido Orante,
estar atentos a los repentinos e inesperados momentos de respuesta, exagerados…
o a las inquisitoriales opiniones hacia lo externo o hacia lo interno… Pero,
con todos esos cuidados, no hay que descuidar la puesta en claro de lo que se
piensa, lo que se siente, lo que se opina, ¡pero con recursos!, ¡con
evidencias!
Porque existe obviamente la
tentación de, ante el miedo a contaminarse, apartarse, huirse,recluirse –como
decíamos-, separarse, y crear una desconfianza mutua… ¡tensa!
Y justamente lo que se precisa es
esa palabra sincera, ese silencio cómplice de entenderse, de comprenderse, de ¡confabularse!…
en lo bondadoso, en lo alegre, en lo divertido.
El Sentido Orante nos avisa también
de que, ante esa situación de ánimo, de alma, de animismo relacional; ante esa
confusión y caos que poco a poco se va adueñando de la convivencia, es
importantísimo saber que eso está instaurado y generado por un deterioro del
dominio, del control, de la violencia y…del poder en general, en y dentro de la vida. Y a esa palabra hay que referenciarse,“la vida”, como una palabra que nos
advierte, que nos abre los ojos y que nos da la perspectiva de saber que… por
lo menos, aún queda mucho por vivir. “Por lo menos”.
Y esto, que parece que pueda estar
al margen de la noticia, de la comunicación, etcétera, no lo está. No; porque si argumentamos a propósito de la Fuerza de la Vida
en cuanto a su expresión, su manifestación, su defensa, su adaptación, su
pleomorfismo, su capacidad de respuesta ante agentes que deterioran la vida, si
incorporamos esa idea, sin duda vamos a tener un leitmotiv,
una motivación para creer en los
recursos de la claridad, en los recursos de la sinceridad, en los recursos de
las evidencias, en los recursos de la solidaridad, en los recursos del
acercamiento, en los recursos de la comprensión, en los recursos de los
afectos…; no en los recursos de los defectos.
Y de esta forma, cada vez que
aparece la distorsión, la duda, la sospecha, de inmediato reclamamos, a la
vida, que se manifieste, que aclare, que diga… antes de quedar ahogados por la
eterna sospecha; antes de que estemos ¡condenando permanentemente a todos!… en
vez de –“en vez de”- ¡respetar a
todos!
Como vida que somos ante… ante todo,
debemos testimoniarnos como tales… y ofrecer nuestras mejores garantías,
nuestros más reconfortantes recursos y remedios, nuestras opciones de
resolución, ¡nuestras valías de arte!...; los reconocidos criterios de
conciliar, regular y ¡pactar!; de sabernos necesitados de todo lo que nos rodea,
y de saber que ¡también somos necesidad de otros!...
Y, por tanto, debemos estar en
plenitud… en plenitud de vida, de disponibilidad… y de asumir generosamente,
humildementey sumisamente, ante el Cielo, nuestra presencia, nuestra llegada,
nuestro deber… sabiendo adaptarlo a cada situación y necesidad.
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